En estos días de recuperación tras la gran nevada, y al justificar las dificultades de respuesta ante los grandes destrozos, se comenta que los pueblos y ciudades donde se han registrado las mayores acumulaciones de nieve no podían estar preparadas ante un fenómeno que puede ocurrir cada cincuenta o setenta años. Es un razonamiento lógico y comprensible aunque no lo es tanto el hecho de que no se tomaran, al menos en algunos sitios, más medidas preventivas cuando se conoció algunos días antes la magnitud que podía tener el fenómeno.
Una calle de Madrid bajo los efectos de la última nevada (Meteored)En cualquier caso lo que sería preocupante es llegar a la conclusión de que va a pasar mucho tiempo antes de que volvamos a ser afectados por un suceso atmosférico extremo o violento. Vemos como han ido aumentando los episodios cálidos, los grandes incendios forestales o la frecuencia de lluvias torrenciales y es posible que, en menor medida, lo pudieran hacer las grandes nevadas (lo que no quiere decir que vaya a haber más episodios de este tipo sino que, cuando sucedan, pueden ser más intensos). Debe tenerse en cuenta que los fenómenos adversos son, en el fondo, manifestaciones atmosféricas de gran energía… Y el calentamiento global hace que haya cada vez más disponibilidad de ella para desarrollarlas.
Creo por tanto que, más que olvidar y pensar que un fenómeno así no se va a repetir hasta dentro de muchos años, sería importante favorecer, priorizar y potenciar a nivel estatal las investigaciones sobre los efectos que el calentamiento global puede originar en nuestra zona geográfica, y ver qué fenómenos y con qué características podrían afectarnos a raíz de los cambios progresivos en las circulaciones atmosféricas. Es una información que debería tenerse en cuenta en las planificaciones a medio y largo plazo y que desde luego sería más efectiva que la de suponer que sucesos tan adversos como éste no se producirán hasta dentro de muchos años. Y la solución no sería tanto adquirir mucho más medios físicos sino replantearse cosas tales como unas infraestructuras más adecuadas, una mejor educación cívica y social, una mayor divulgación sobre estos temas y las respuestas más adecuadas, un replanteamiento de avisos y alertas y quizás algunos cambios en la legislación que facilitaran una mejor adecuación y una más eficaz respuesta de la sociedad ante eventualidades de este tipo.
Muchas gracias Angel por tu opinión siempre acertada. De todas formas, en mi opinión, los protocolos y planes ante emergencias solo son documentos que se agitan cuando alguien se tiene que justificar, y no tiene un fin operativo en si mismos. Los simulacros que se realizan (muchos menos de los teóricamente programados) solo se usan para autojustificarse y siempre son un éxito, nunca se obtienen lecciones aprendidas y evidentemente después pasa lo que estamos viendo.
ResponderEliminarEn las situaciones de emergencia. los técnicos han de tener un papel mas activo, los políticos debieran de dejar de hacer "politica" en temas que pueden dañar a personas reales.
Totalmente de acuerdo. Cuánto tiempo insistiendo en ello! En fin, la esperanza es lo último que se pierde. Seguiremos. Gracias Gregorio.
EliminarHola Ángel,
ResponderEliminarEstoy muy interesado en eventos extremos como este y su pronóstico y alerta. Por lo tanto, me comuniqué con mi colega de muchos años, José Luis Sánchez de la Universidad de León, sobre personas interesadas en estos temas. Mencionó su nombre de manera prominente. Soy un meteorólogo semijubilado de Estados Unidos que ha vivido en Iberia desde hace más de una década. Esto incluyó trabajos como oficial de ciencia y operaciones en el NWS. Me encantaría charlar sobre estos temas. Atentamente, Steven Hunter, M.S.
Hola Steven. Gracias por su mensaje. Puede escribirme a angel.rivera8@gmail.com
EliminarUn saludo.