Se acaba un año pródigo en acontecimientos meteorológicos. De varios de ellos me he ocupado en este blog, bien desde un punto de vista analítico, o desde las preguntas y retos que con frecuencia nos han planteado.
Si damos un rápido vistazo a las entradas de 2017 nos encontramos para empezar con el fuerte temporal de nieve en la Comunidad Valenciana y zonas del bajo Aragón en enero, con graves problemas originados en el tráfico ferroviario y automovilístico y que destacó, entre otros aspectos, por su actividad convectiva y la aparición de algunas posibles lluvias engelantes, extremo éste que quedó sin determinar claramente.
A mediados de marzo destacaron los fortísimos vaivenes térmicos con caídas de 12 a 14ºC en 24 horas y algunas precipitaciones muy significativas. En este contexto es impresionante el caso de Alicante que pasó de batir el récord de temperatura máxima de marzo y abril con nada menos de 34,8ºC en su aeropuerto a alcanzar, tres días después, otro récord: el de máxima precipitación en 24 horas, con 137 mm, algo verdaderamente significativo ya que las lluvias mediterráneas más intensas siempre las hemos atribuido al periodo otoñal.
Ya en junio nos sorprendió con una fortísima ola de calor -no sólo en España sino también en buena parte de Europa- que batió muchos récords y que no hizo sino seguir confirmando los estudios que indican que el verano le va robando días a la primavera.
Julio tampoco se quedó atrás en temperaturas máximas de modo que Córdoba alcanzó la máxima absoluta nacional con 46,9ºC el 13 de julio, algo que provocó un gran debate sobre la obtención y validación de temperaturas en los distintos observatorios de la red secundaria donde, al parecer, se registró algún valor todavía más elevado.
Pero julio también tuvo en su comienzo unos días de fuertes tormentas con crecidas relámpago en algunos torrentes que originaron algunas víctimas mortales, de modo que volvió a plantearse la eficacia en la difusión de los avisos de fenómenos adversos.
Justo en su comienzo, agosto nos proporcionó un nuevo episodio de altas temperaturas que afectó al área mediterránea con la aparición de algunos fenómenos locales que intensificaron más si cabe el efecto de la propia entrada cálida. Fue muy destacable en esta situación la gran extensión meridional de la estrecha vaguada en cuya zona delantera se produjo la advección cálida.
Imagen de Meteosat canal WV del 1 de agosto |
En octubre nos sorprendió la trayectoria del huracán "Ophelia" pero sobre todo su mantenimiento como tal huracán hasta latitudes muy elevadas así como su posible relación, más o menos directa, con los fortísimos incendios forestales que se registraron coincidiendo con su paso -aunque a cierta distancia- en Portugal y Galicia. Una cuestión -la de esta posible relación, no sólo por viento- que, como ya indiqué en la entrada correspondiente, creo que debería estudiarse más a fondo.
Y ya, en diciembre, la novedad ha sido el inicio del bautismo de borrascas intensas habiendo recibido hasta ahora a "Ana" y "Bruno", que no han dejado de ser las típicas borrascas, sobre todo muy ventosas, del principio del invierno. Como decía en la entrada correspondiente, bienvenida la decisión de bautizar si éste es el acuerdo de tres Servicios Meteorológicos si bien sigo pensando que debería ser una decisión de la OMM. En cualquier caso creo que sigue existiendo el riesgo de que se asocien biunívocamente nombres y peligrosidad.
Pues bien, en el contexto de todas estas situaciones he ido expresando mis opiniones sobre aquellas cuestiones que a mi juicio deberían abordarse para lograr un mejor servicio público en un sentido amplio. En cualquier caso, ahora, a punto de finalizar el año, me quedo con dos de ellas que me parecen fundamentales.
Por una parte, y como tantas veces he apuntado, creo muy importante la revisión en profundidad del Plan de Avisos Meteorológicos o Meteoalerta. Pienso que esa revisión debería abordarse desde un punto de vista multidisciplinar para mejorar sobre todo la determinación de los umbrales de aviso y asegurar la mejor difusión y comprensión de los mensajes. Es un servicio público fundamental que no es sólo responsabilidad de AEMET, aunque sea "el actor" principal, sino también de las Protecciones Civiles, expertos en gestión del territorio, psicólogos sociales y comunicadores.
Por otro lado, algunas de las situaciones atmosféricas que se han producido enmarcadas en el contexto de una tendencia ya observada durante varios años, hacen pensar en cambios en las circulaciones a gran escala que afectan a la Península. Estudiar -y explicar- la mayor o menor relación de ellas con el calentamiento global, así como la evolución que cabría esperar en esas circulaciones atmosféricas -polares y subtropicales-, y su impacto en nuestra vida, me parece también de gran importancia.
Y antes de finalizar, no quiero dejar de señalar algo que me resulta muy positivo y es la mayor accesibilidad gratuita a productos del Centro Europeo tanto a través de las webs de AEMET y Tiempo.com. Además, y aún con las dificultades que subsisten, el uso y la comprensión de los productos probabilísticos por parte de los aficionados va creciendo lentamente, así como su presencia -todavía muy discreta- en algunos espacios de información meteorológica. Al menos para mí, es un avance significativo.
Y ahora ya esperemos la evolución de todo ello en 2018....y las nuevas sorpresas de la atmósfera. Mientras tanto, mis mejores deseos para todos los amigos y seguidores de este blog en este nuevo año.