Hoy hace 38 años de la llamada "Pantanada de Tous" originada por las fuertes lluvias que ocurrieron en la provincia de Valencia durante la madrugada y mañana del 20 de octubre de 1982. Mucho se ha escrito e investigado desde entonces sobre esta situación que marcó un antes y un después en la evolución de la predicción en el Servicio Meteorológico español. Se pasó desde la disposición de solo unos pocos mapas en papel de modelos de predicción todavía poco evolucionados y de imágenes de Meteosat en papel que se recibían más de media hora después del momento de su toma hasta los grandes avances y facilidades de que se dispuso ocho o diez años después de aquel suceso y que ahora todavía pueden parecer insignificantes si comparamos con la situación actual. Y también cabe recordar que en aquella época no existía ningún sistema de avisos meteorológicos.
Cuando ocurrió aquel episodio yo llevaba cinco o seis meses incorporado al equipo de predicción del entonces Instituto Nacional de Meteorología y fui testigo de excepción de cómo se vivió en el Centro de Predicción y de cómo se elaboró la predicción para aquel día. El relato lo plasmé en un capítulo de mi libro "Recuerdos del tiempo" y me parece oportuno transcribirlo a continuación.
Una muy conocida imagen (realzada en color) del canal infrarrojo de Meteosat correspondiente a la madrugada del 20 de octubre de 1982 tal como se obtuvo tras el proceso de los datos digitales llevado a cabo a finales de 1983 por un grupo de trabajo del INM y del Centro de Ingeniería Espacial de la Universidad de Wisconsin-Madison. El proceso de estas imágenes permitió la documentación de un sistema-complejo- convectivo en Europa por primera vez.
TOUS
El 20 de octubre de
1982 se produjo uno de los acontecimientos más relevantes en la historia de la
meteorología española, tanto por lo que se refiere a las características
físicas del fenómeno que tuvo lugar, como por su repercusión en la
reorganización y potenciación del INM. Ese día,
sobre todo durante la madrugada y primeras horas de la mañana, una
tremenda cantidad de lluvia precipitó sobre la cuenca media del Júcar, ocasionó
la rotura de la presa de Tous y provocó una inmensa y destructora “pantanada”
en toda la comarca de la Ribera, en Valencia. Si en principio se estimó que
habían caído algo más de 400 mm en 6 horas, investigaciones posteriores
llegaron a afirmar que en algún observatorio de la Muela de Cortes se habían superado los 1000 mm, con lo cual se superaría
el período de retorno de 500 años, lo que da una idea de la magnitud de aquel
fenómeno.
Como es lógico,
aquella situación nos preocupó mucho en el Centro de Predicción. Aunque los
mapas previstos de que disponíamos no eran de gran calidad y desde luego aún no
existían los de precipitación prevista, sí presentaban una situación típica de
lluvias mediterráneas intensas que recordaba en gran medida, aunque no era la
misma, a la situación del 18 y 19 de octubre en las provincias de Granada y
Almería y a la que me referí ya en un capítulo anterior. Esta situación había
sido muy bien estudiada en un interesante artículo por Jaime Miró-Granada, otro
extraordinario meteorólogo mallorquín y responsable en aquella época de la sección
de Aplicaciones Hidrológicas.
Sabíamos, por tanto, que
en las próximas 24 horas había un riesgo claro de lluvias intensas en el área
mediterránea, pero no nos era posible precisar la zona, ni mucho menos la
cantidad de agua que podía caer. Por otra parte, no estaba establecido aún
ningún sistema específico de avisos. Teníamos las imágenes de baja resolución
de Meteosat pero éramos todavía muy poco expertos en su interpretación y además
llegaban con al menos media hora de retraso…A mí, todo ello me provocaba una
marcada sensación de impotencia y frustración aunque me daba cuenta de que no
podíamos hacer más.
Y se hizo lo que se
pudo: predicción de chubascos y tormentas en Levante que se reforzó en la
predicción que Fernando Medina daba por
Radio Nacional por la tarde; llamada telefónica de Jaime Miró-Granada a algún
responsable hidrológico advirtiendo de la posibilidad de lluvias intensas en
alguna zona entre la desembocadura del Ebro y el cabo de Gata…. Pero, como
decía antes, poco más se podía hacer en aquel momento con los medios que se tenían,
la formación con que se contaba y sobre todo sin un sistema de avisos
establecido.
Sin embargo, a partir
de aquel suceso, todo empezó a cambiar. Nuestro pequeño grupo del Plan de Renovación
intensificó mas sus trabajos, convencidos ya de que el cambio era absolutamente
irrenunciable y de esta forma, a final del año, los conceptos básicos del mismo
estaban finalizados. A mi otro grupo, el de Paco Dana, se nos encargó un
informe rápido de la situación y nos pusimos rápidamente a analizar y estudiar
detalladamente mapas e imágenes. El trabajo lo llevamos a cabo fundamentalmente
Paco, Ricardo y yo, aunque contamos con la colaboración puntual de otros
compañeros para los anexos climatológico e hidrológico. Por mi parte transcribí
de nuevo todos los datos de las topografías de esos días mientras Paco las
reanalizaba con la maestría que sólo él tenía. Redactamos el texto entre todos,
ocupándome yo especialmente de comentar las imágenes de satélite, aunque la
versión definitiva fue, como era lógico, responsabilidad de Paco. En muy pocos
días tuvimos realizado un excelente trabajo que durante mucho tiempo ha servido
como referencia básica del INM sobre aquella situación y que destaca por la
calidad de sus mapas, por integrar por primera vez, como una eficaz e
insustituible herramienta de desarrollo las imágenes de Meteosat y muy
especialmente las del canal de absorción de vapor de agua, y por sus
conclusiones. Además, el trabajo incluía el estudio de otras situaciones parecidas
de lluvias intensas con sus correspondientes mapas vueltos a analizar para esta ocasión.
Justamente en sus
conclusiones, el estudio destaca que el suceso había sido debido a la presencia
de una “gota fría” –aún no había llegado el momento de rebautizar a estas
perturbaciones como “DANAS”- así como
que “en este caso concreto la divergencia en altura (500 mb) no ha jugado un
papel tan relevante como en otras situaciones análogas” y que “…se debe hacer
notar la gran importancia de la influencia termodinámica y orográfica frente a
la dinámica en este caso concreto”. Estas afirmaciones eran importantes incluso
para nuestro propio grupo. Paco siempre remarcaba la importancia de la
difluencia en altura para la generación de lluvias de una cierta importancia
pero, en esta situación, hubo que reconocer que lo más importante era la
advección cálida y húmeda, el papel jugado por la orografía y que el flujo de niveles altos no se opusiera radicalmente al
ascenso de ese aire de las capas bajas. Profundizábamos así en una visión de
las lluvias mediterráneas que nos iría conduciendo entre otras cosas hacia el
descubrimiento de los sistemas convectivos mediterráneos.
Por otra parte, en
noviembre, se produjeron también unas precipitaciones históricas en zonas del
Pirineo, algo que volvió a llamar la atención sobre la necesidad de mejorar
predicciones y avisos. Por fin, muy a primeros de 1983, el primer gobierno
socialista decidió potenciar al INM y aprobó la ejecución de nuestro plan de
renovación tecnológica al tiempo que procedía también el reforzamiento y la
reestructuración de la Protección Civil.