Eugenio Martín Rubio, el segundo "hombre del tiempo" español, falleció ayer 21 de febrero en Alicante
Cuando en la familia meteorológica española todavía no
nos habíamos repuesto de la desaparición de ese excelente meteorólogo y
climatólogo que fue Antonio Mestre, nos llega ahora la noticia del
fallecimiento de Eugenio Martín Rubio, el "segundo hombre del tiempo"
español tras Mariano Medina. En su recuerdo y como agradecimiento a Eugenio,
con el que he tenido la suerte de mantener una cariñosa amistad desde mis
catorce años hasta ahora, retomo ahora algunos párrafos de la entrada que le
dediqué en este blog hace casi cuatro años:
Eugenio Martín Rubio, en una de sus diarias apariciones en Televisión Española |
Eugenio
Martín Rubio fue el segundo “hombre del tiempo” tras Mariano Medina y se
convirtió en una persona muy conocida y apreciada por los españoles durante las
décadas de los 60, 70 y principios de los 80.
Mis
recuerdos de Eugenio se remontan a mediados de los 60 cuando le veía todas las
noches en el telediario y además los lunes -haciendo doblete- en un entrañable
programita que se llamaba “El tiempo para el campo” junto a otro querido
meteorólogo, Lorenzo García de Pedraza y con unos sugerentes dibujos de
Summers. Como en aquella época a mí ya me había picado la mosca de la
meteorología, se me ocurrió escribirle diciéndole que me dibujaba mis propios
mapas del tiempo y que me gustaría que me aconsejara sobre el camino a seguir
para ser meteorólogo. Unos meses después me contestó y me dijo que -ya
que parecía que yo estaba más loco que él- me fuera a visitarlo a la oficina
meteorológica de Barajas. Allí me acogió maravillosamente y dio comienzo una
amistad que aún perdura.
Eugenio era y es una persona cercana,
cariñosa, ocurrente, excelente comunicador y con un buen punto humorístico. Si
en aquellos tiempos de los primeros “hombres del tiempo” Mariano Medina
aparecía con una imagen científica y profesoral, Eugenio era la espontaneidad,
la narración coloquial de lo que acababa de ver en la calle relacionado con la
meteorología o de lo que le había comunicado un piloto recién llegado de un
vuelo transoceánico. Su forma de contar las evoluciones atmosféricas
era por tanto distinta pero complementaria a la de Mariano y entre ambos
ofrecían a los telespectadores una visión muy integradora de la meteorología de
aquel tiempo. Fue precisamente su desparpajo y campechanía lo que
le llevó a apostarse el bigote si al día siguiente al que estaba dando la
predicción no llovía en España tras un largo periodo de sequía. Llover llovió,
pero con un ligero retraso sobre el plazo previsto. Y Eugenio apareció sin
bigote en la tele aquella siguiente noche. Era enero de 1967.
En alguna de las múltiples competiciones aeronáuticas en las que participaba (Foto: www.jjbenitez.com) |
Eugenio ha sido siempre un gran enamorado de
la atmósfera y la ha vivido estudiándola, prediciéndola y “estando” en ella. Ha
conocido por dentro corrientes en chorro, tormentas, engelamientos o
turbulencias y ello tanto en las cabinas de aviones comerciales junto a las
tripulaciones, en pequeñas avionetas dando la vuelta a España, en múltiples
travesías en globos o en veleros practicando el vuelo sin motor o en cualquier
otro tipo de aerostato o "aerodino". De hecho él fue uno de los
fundadores y organizadores de muchas de estas actividades en España y me consta
que, al igual que hizo conmigo en la meteorología, también ayudó y animó a
otros chavales jóvenes a abrirse camino en estos campos.
Hace unos días tuve la ocasión de visitarle
de nuevo junto a Jose Miguel Viñas en su casa de Alicante que es, a la vez,
todo un museo de sus múltiples actividades. Con sus 88 años, Eugenio sigue
siendo el que siempre fue. Pasamos unas horas deliciosas, llenas de anécdotas,
de recuerdos de nuestra historia meteorológica y aeronáutica y de tantas otras
actividades a las que aún tuvo tiempo de dedicarse como, por ejemplo, la
reparación y conservación de coches antiguos. Y todo ello vivido, más que
contado, con su sencillez y su humor de siempre.
En la visita que José Miguel Viñas y yo le hicimos en su casa de Alicante hace tres años |
Ahora ya, tras sobrepasar la barrera de los
90 años, Eugenio se ha marchado definitivamente. Mi última conversación con él
fue hace un par de meses y aunque ya cansado y debilitado su única queja era
que el estado de su vista no le permitía leer ni escribir. Era algo que, además
de hacerle sentir muy dependiente, le entristecía porque su cabeza seguía
estando tan lúcida como siempre. Su recuerdo y su forma de contar la meteorología queda con nosotros. Y, en mi caso, permanecerá siempre el agradecimiento y el cariño a ese maestro que se tomó muy en serio los sueños de un chaval de catorce años.
¡Hasta siempre, Eugenio!