27 de septiembre de 2016

Fenómenos adversos: menos sensacionalismo, mejor comunicación y más probabilidades

En los últimos días han aparecido dos publicaciones relacionadas con los fenómenos atmosféricos adversos que, si bien tratados en contextos muy distintos, creo que merecen atención y reflexión aunque se pueda estar o no de acuerdo con sus planteamientos. 

La primera es un artículo publicado muy recientemente en la revista Weather, Climate and Society que lleva por título "Atmosfear: Communicating the efects of climate change on extreme weather" (algo así como "Atmosfear: la comunicación de los efectos del cambio climático sobre el tiempo adverso). Los autores son dos profesores de la Universidad de Manchester y, aunque sólo he tenido acceso al resumen del articulo, queda claro que pretenden alertar sobre un posible exceso mediático en la vinculación de los fenómenos adversos con el cambio climático; y en ese contexto acuñan el término "atmosfear" que sólo se me ocurre traducirlo como "miedo a la atmósfera".  Estiman los autores que un abuso en la relación entre ambos conceptos simplifica excesivamente el complejo problema del cambio climático; que la gestión de los fenómenos adversos debe hacerse con otro tipo de medidas más allá de las políticas de emisión de contaminantes y que los daños causados por el cambio climático pueden ser menores que los originados por una mucho mayor exposición y vulnerabilidad de la sociedad a ellos.

Creo que las ideas del artículo -al menos tal como vienen expuestas en su resumen- son discutibles y en ese debate entra el Washington Post en este interesante artículo. En cualquier caso están en conexión con algo a lo que ya me he referido en otras ocasiones: el excesivo espacio y énfasis que se da en muchos medios a bastantes fenómenos atmosféricos cuyo nivel de adversidad -si ha existido- ha sido mínimo, así como el peligro de incidir excesivamente en su vinculación con el cambio climático, sin esperar a estudios que corroboren o no esa hipótesis. Ello contrasta desgraciadamente con el poco -casi nulo- tiempo que se dedica a conseguir una buena comprensión de los avisos, de sus potenciales impactos y de las posibles medidas a tomar.  Y no digamos a una explicación clara y lúcida sobre la realidad del cambio climático y sus efectos.

La segunda publicación a que me refería es otro artículo aparecido esta vez en la página web "The weather social" integrada por un grupo de meteorólogos norteamericanos. Se trata de una lúcida e interesante reflexión sobre cómo manejar la información sobre posibles huracanes y sus efectos dada por los modelos numéricos con varios días -o incluso alguna semana- de antelación, en un mundo dominado por una comunicación inmediata, totalmente abierta y rápidamente perecedera. ¿Cómo prevenir en ese contexto la información errónea, los falsos mensajes, las malas interpretaciones?

Creo que se trata de un planteamiento muy importante y más cuando el Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo se plantea como uno de sus objetivos principales a alcanzar en el plazo de los próximos diez años, la predicción de fenómenos de alto impacto con dos semanas de antelación. Sin embargo, el Centro añade a ese objetivo algo a lo que no se hace ninguna referencia en el artículo de "The weather social" y que me parece absolutamente básico: esa predicción se hará con un enfoque probabilístico. 

Es algo con lo que coincido plenamente. No creo que los Servicios Meteorológicos deban ocultar cualquier información que den los modelos operativos de predicción. Mi opinión es que siempre hay que dar la mejor información disponible desde el punto de vista científico y, en el caso de las predicciones, ello incluye necesariamente la información sobre la probabilidad de ocurrencia explicada con mucha claridad e incluso con la disposición de ayudas audiovisuales muy didácticas sobre su interpretación.

Es verdad que la disposición de la información con tanto tiempo de anticipación puede originar -tal como apunta el artículo norteamericano- un descontrol en el flujo de la información. Sin embargo, eso no puede ser motivo para no difundirla porque, entre otras cosas, acabará circulando -y más descontrolada aún- de un modo u otro. Esta es una cuestión donde los psicólogos sociales y los expertos en comunicación pueden colaborar intensamente con los Servicios Meteorológicos reflexionando e investigando sobre cómo difundir los mensajes para ser comprendidos y poco manipulados y cómo y por donde deben llegar a los potenciales afectados.

Estamos avanzando mucho en las técnicas de predicción y en la utilización masiva de las redes sociales, pero todo ello mejorará muy poco el servicio público si no se dan pasos decididos para conseguir una mayor empatía con el público y, a partir de ahí, establecer un relato claro y asequible desde la verdad científica y con la comunicación más adecuada. ¿Estamos dando pasos en esa dirección? Por que si no lo hacemos, ¿tiene sentido tanto dinero invertido y tanto esfuerzo de investigación?

21 de septiembre de 2016

Noticias, reflexiones e incertidumbres de septiembre

Septiembre es con frecuencia un mes de extremos. Ese mes que, "o seca las fuentes o lleva los puentes", se está  esta vez decantando por lo primero, si bien las lluvias cantábricas provocadas por esa curiosa borrasca -que para algunos tuvo un cierto tinte subtropical-, las de Cataluña, unidas a algunas entradas frías y las más recientes de Baleares provocadas por una pequeña dana subtropical, han aliviado algo la sequedad en esas zonas. Pero tanto amplias zonas de la vertiente atlántica como, sobre todo, buena parte de la mediterránea, siguen a un mes antes de cerrar el año hidrológico, con un acusado déficit de lluvias como bien refleja este mapa recién publicado por AEMET:

Porcentaje de la precipitación acumulada entre el 1 de octubre de 2015 y el 15 de septiembre de 2016 (AEMET)
Pero si el mes ha sido escaso en lluvias no lo ha sido tanto en acontecimientos meteorológicos. A la tremenda entrada cálida -yo diría tórrida de principios de mes- sucedió la aparición de esa curiosa borrasca cantábrica a la que antes me refería y, casi junto con ella, el acusado descenso de temperaturas en gran parte de las regiones españolas provocado por una baja fría.

Creo que esa tremenda entrada del sur, que tantos récords pulverizó, merece un estudio detallado y estoy seguro que ya se estará haciendo. Quizás, en ese contexto, habría que ver si se trata más bien de un episodio aislado o se englobaría en la tendencia hacia la que apuntan varias investigaciones de bruscas oscilaciones norte-sur unidas a un chorro  cada vez más ondulado debido al calentamiento de las regiones polares. De hecho, algo así es lo que ha sucedido este mes cuando a esa entrada cálida sucedió el marcado bajón térmico que tanto desestabilizó a muchas personas. En cualquier caso, y como viene ocurriendo desde hace tiempo, la anomalía cálida fue más significativa que la fría, lo que indica que el cómputo final de las entradas norte-sur y sur-norte resulta finalmente cálido.

Por lo que respecta a la borrasca cantábrica, cuya naturaleza tantas dudas suscitó entre quienes veían una pura seclusión cálida (lengua cálida que se desarrolla en la fase final de algunas borrascas extratropicales) y los que apreciaban rasgos subtropicales, quizás sería también interesante un estudio. Probablemente podría estar orientado hacia hasta qué punto es un fenómeno inédito en el Cantábrico -algo a lo que apuntaba Météo France al tiempo que señalaba rasgos subtropicales- o es algo que ha sucedido alguna vez más, como yo tiendo a pensar. Y sería importante para ver si las estructuras con rasgos de tropicalidad o subtropicalidad van apareciendo cada vez más hacia el norte.

Pero tras todas estas consideraciones, surge -como el dinosaurio que todavía está ahí cuando te despiertas- la cuestión de cuándo van a llegar las necesarias lluvias. Los mapas a medio plazo son poco halagüeños cuando apuntan -y con una probabilidad reseñable- hacia el establecimiento sobre España de una gran dorsal cálida, que de prolongarse durante la primera semana de octubre, podría dar lugar a la caída de algún récord de ese mes. 

Mapa probabilístico de 500 hPa previsto para el primer día de octubre. La dorsal se marca con una apreciable certeza si bien podría no estar tan extendida hacia el norte. Por otra parte aparece una cierta posibilidad de una entrada fría del norte-nordeste. Sin rastro de un posible temporal de lluvias (fuente: ECMWF)
Aunque a más plazo cualquier predicción baja mucho su fiabilidad, cabe notar que los modelos estacionales apuntan más bien hacia el tiempo seco. 

Mapa de predicción estacional elaborado por AEMET para el trimestre septiembre-noviembre. La probabilidad de tiempo seco es predominante
En este contexto es importante hacer referencia a la noticia que ha saltado a los medios en los últimos días sobre una importante alteración en el ritmo de la QBO. La QBO (Quasi biennial oscillation) es un patrón de circulación en los vientos estratosféricos en zonas ecuatoriales que cambian periódicamente su dirección. Cada ciclo de esta oscilación comienza con una fuerte corriente de vientos del oeste que fluyen como un cinturón en la estratosfera ecuatorial. En el transcurso de más o menos un año, estos vientos se debilitan y descienden de altitud hacia la zona más baja de la estratosfera al tiempo que son remplazados por vientos del este. A continuación, estos vientos del este van también descendiendo de altitud y debilitándose al tiempo que, de nuevo, se refuerzan los "oestes".  Se mantiene así un ciclo que, de media, suele durar 28 meses. 

Pues bien, la noticia a la que hago referencia y que saltó a los medios a primeros de mes, apunta a que, a finales del 2015, y por primera vez desde que se viene observando la QBO, empezó a notarse como los vientos del oeste, que habían comenzado a descender, interrumpieron ese descenso y comenzaron a ascender de nuevo, cortando el descenso de los "estes" y no permitiendo su total establecimiento. Pero, al mismo tiempo, unos nuevos "estes" aparecieron en la parte más baja de la estratosfera por debajo de los "oestes" que ascendían. En cualquier caso, en el pasado mes de junio, parecía que ya los "oestes" habían reemprendido su ciclo normal de descenso. 

La causa que ha originado esta anomalía no está clara. Se apunta por un lado a su relación con el fuerte -y para algunos extraño- "El Niño" que hace poco ha finalizado, o bien con procesos ligados al cambio climático...¿O podría ser una fluctuación dentro de la variabilidad natural?

Sea uno u otro su origen, la mirada está puesta ahora en la relevancia que esta anomalía pueda tener en el tipo de circulaciones que nos afecten este otoño y por tanto en si vamos a tener mas o menos lluvias. Como es sabido los vientos estratosféricos afectan, aunque con un cierto retraso, a las conexiones entre las latitudes tropicales y las medias. En este contexto, hace un par de días, un periódico recogió las declaraciones de Ernesto Rodriguez Camino, uno de nuestros mayores expertos en temas de cambio climático y predicción a largo plazo, en las que apuntaba que, como consecuencia de esta anomalía de la QBO, es probable que en el próximo invierno el chorro polar fluya más hacia el norte y con él las borrascas atlánticas; algo que significaría menos lluvias para la Península Ibérica. Y a este respecto cabe señalar cómo el Met. Office británico refuerza su campaña de poner nombres elegidos por votación popular a las borrascas que afecten a las Islas Británicas durante los próximos meses y que potencialmente puedan producir adversidades por lluvia y viento.

Todo orienta hacia un otoño-invierno más bien parco en precipitaciones. Pero, como vemos, la atmósfera es tan compleja y nuestro conocimiento de su dinámica es todavía tan poco completo que cualquier predicción estacional, sobre todo en latitudes medias, tiene siempre una baja fiabilidad. Vamos a ver.

7 de septiembre de 2016

Mas allá de septiembre de 1988: una pequeña justificación y unas rápidas reflexiones

Aunque esta situación de anormales temperaturas para el mes de septiembre aún no ha finalizado del todo, es posible hacer algunas valoraciones a vuelapluma así como algunas reflexiones a la espera de datos más completos y estudios o investigaciones por parte de AEMET o departamentos universitarios. La excepcionalidad ha sido tan grande, con registros que en muchos sitios han superado ampliamente los anteriores récords de septiembre,  que hace muy aconsejable la realización de esos trabajos. 

Parece claro que la situación ha superado sobre todo en intensidad a la que hasta ahora ocupaba el primer puesto en el ranking de temperaturas máximas de septiembre: la de 1988. Si la máxima más alta registrada en aquella ocasión fue de 43,8ºC en Córdoba, ahora ha sido este mismo observatorio el que la ha alcanzado de nuevo pero nada menos que con 45,4º C. si bien es verdad que en Montoro han llegado a registrarse los 45,7ºC. Es una lástima que no dispongamos, al menos por ahora, de otras observaciones no sinópticas del episodio de 1988 pero parece difícil que se pudieran haber sobrepasado estos valores.  En cualquier caso, este excelente resumen que acaba de publicar la RAM da una clara visión de la situación que ahora comienza a remitir.

Un primer comentario está en relación con mi propia entrada en este blog del pasado domingo. En ella opinaba que, aún tratándose de temperaturas muy altas, no se rebasarían en general los valores del episodio de septiembre de 1988, el más intenso hasta ahora para un mes de septiembre. Craso error: se han batido muchos récords y no por unas décimas sino en muchos observatorios por dos, tres y hasta casi cuatro grados, sobre todo en zonas mediterráneas, de la baja Andalucía y después en algunos del noroeste peninsular. 

Puede entenderse en parte mi equivocación si se compara el mapa previsto del Centro Europeo para la noche del 5 al 6 de septiembre:

Mapa previsto para las 00 UTC del 6 de septiembre a partir del análisis de las 00UTC del 4 de septiembre


con el análisis para ese mismo momento:

Análisis de H500 y T850 del 6 de septiembre a las 00 UTC

Aunque la coincidencia es francamente buena hay una diferencia importante: en el previsto no aparece la isoterma de +28ºC a 850 hPa, que si lo hace en el análisis sobre el extremo sur de la Península. También, tanto en el mapa previsto como en el análisis, la isoterma de +24 aparece más o menos sobre Madrid cuando el valor obtenido directamente del radiosondeo de la misma hora da un valor de +25,4ºC, y el de doce horas después (a las 12 UTC del día 6) de 25,8 es decir entre un grado y medio y dos grados más de lo previsto 48 horas antes. Por tanto, cuando apliqué la relación que a mi me ha sido siempre muy útil entre las temperaturas a 850 hPa y las de superficie y que ya he comentado algunas veces, pensé que era difícil que se superaran los 43ºC o como mucho los 44 y que si ocurría debería ser de forma muy aislada. Pero claro, con ese núcleo de +28 sí se podría haber pensado en los 45 o 46 grados...aunque, por otro lado...era ya septiembre...

Aclarado este extremo, mi primera impresión es que la situación se ha ajustado bien a los modelos conceptuales de olas de calor o de temperaturas muy altas. Ninguna sorpresa en ese aspecto. Sin embargo, creo que hay algunas cosas que se nos escapan. Por ejemplo: lo exagerado de algunas superaciones de valores máximos de temperatura en superficie por tres o casi cuatro grados  pero con unas temperaturas a 850 hPa muy similares -salvo estudios más detallados- a las de septiembre de 1988. O la razón por la que el enfriamiento nocturno, normalmente más acusado en septiembre, no parece modular en absoluto o muy poco los valores máximos alcanzados. 

En este contexto tengo siempre la duda -que ya he expresado otras veces- sobre qué  parte del calentamiento registrado podría provenir de supuestos movimientos subsidentes in situ y de, sí ese aire recalentado por la subsidencia podría llegar hasta el suelo de forma ocasional, y más recalentado aún. A este respecto, sólo apuntar que en las zonas de Argelia desde donde, según topografías y trayectorias, provenían las masas de aire que nos han afectado, las temperaturas dos o tres días antes, parece que se movían como mucho entre los 24 a 28ºC a 850 hPa y aquí hemos registrado valores como 27,8ºC en Madrid o 27,6ºC en Murcia. Llama la atención por otra parte la profunda intrusión hacia el norte de la masa cálida, lo que ha llevado a observar 24,8ºC sobre La Coruña y nada menos que 26,4ºC sobre Santander, todo ello a 850 hPa. 

Creo, por tanto, que es una situación con muchas facetas -y algunas incógnitas- tanto dinámicas como termodinámicas que, como antes decía, obligan a su estudio. Y no olvidemos a este respecto -porque casi ya se ha olvidado- la insólita situación del 13 de mayo del año pasado cuando otro fenómeno de este tipo nos llevó, de un día para otro, a valores de pleno verano pulverizando también bastantes récords.

Pero más allá de todo ésto, quizás las cuestiones más interesantes desde un punto de vista social son hasta qué punto es raro este fenómeno y qué relación podría tener con el cambio climático. Esbozo algunas reflexiones u opiniones rápidas. En un principio, y antes de conocer algunos de los récords de estos días, pensé que la ocurrencia de un episodio de estas características cada 15 o 20 años muy bien podría provenir de la variabilidad natural de la atmósfera. Sin embargo, al ver que varios de esos valores han sido superados por tres o incluso casi cuatro grados y que se han repetido algunos durante un par de días, se me plantean algunas dudas. Lo normal sería que el récord se batiera por décimas o por un grado a lo sumo, pero que sea por bastante más... da que pensar. Parece claro que lo que se ha producido es una persistencia durante el mes de septiembre de masas de aire subtropical terrestre (¿quizás también marítimo?) con características más propias de julio o de la primera mitad de agosto. Pero es que, sin ir más lejos, y tal como ya apunto más arriba,  algo muy parecido pasó -aunque en primavera- el 13 de mayo del año pasado. Por tanto...¿ hay una tendencia a la expansión del verano hacia el otoño y hacia la primavera, es decir a una mayor duración del verano? Algunos estudios apuntan a ello ¿Hay una mayor expansión en bloque o por rachas de las circulaciones tropicales y subtropicales hacia el norte? Algo de eso podría también haber.

¿Es cambio climático? Si se puede demostrar -y espero que haya pronto estudios en este sentido- que esta situación pueda "caber"dentro de los límites de la variabilidad natural de acuerdo con las series climatológicas de los observatorios más afectados, no habría por qué considerarlo así...pero con las fuertes anomalías observadas creo que en algunos casos va a ser difícil que los datos encajen.. Si eso ocurre ¿podríamos pensar en algún tipo de contribución de la acción antropogénica? Esperemos a ver. En cualquier caso, lo que me parece más significativo a este respecto es esta contínua sucesión de años muy cálidos, cada uno superando al anterior, tal como parece que también va a hacer 2016 de acuerdo con los últimos datos.   

Cuestión relacionada pero muy distinta ha sido el tratamiento informativo de la situación. Más allá de las consabidas imágenes callejeras con termómetros marcando más de 50ºC, se ha confundido bastante la calificación -o no- de esta situación como una "ola de calor" con los criterios utilizados para la emisión de avisos "rojos" o "naranjas". Y justamente la no emisión de avisos "rojos" en lugar de bastantes "naranjas" es algo que se ha comentado repetidamente por muchas personas en las redes sociales.

Por lo que respecta a la calificación como "ola", entiendo que para los periodistas no es asumible esperar a que tras la situación aparezca el informe de AEMET calificándola o no de tal forma. Eso da lugar a reacciones y "soluciones" de todo tipo que tienden a confundir al público. Se me ocurre que, quizás, una solución pudiera ser referirse en predicciones y avisos - creo que ya habría técnicas y metodología suficiente para poder hacerlo- a la "posibilidad de ocurrencia de una ola de calor" dando siempre una probabilidad asociada. A posteriori se vería si ha sido así, y no creo que se produjeran muchas equivocaciones. En cualquier caso, toda esta problemática exigiría un nivel mucho mayor de difusión y divulgación.

Por lo que respecta a los debates sobre la aplicación del plan de avisos y al establecimiento o no de determinados niveles existe un primer problema y es que, con frecuencia, los criterios operativos del plan no se conocen o se conocen deficientemente. Evidentemente, y al igual que comentaba antes, es necesario un eficaz esfuerzo de comunicación, pero en mi opinión, lo más importante de todo es la puesta en marcha de una acción mucho más amplia de revisión y adecuación del plan Meteoalerta tras sus diez años de aplicación. Para un tema tan crítico como son los avisos de tiempo adverso, diez años es mucho tiempo sin haber efectuado una revisión en profundidad a raíz de toda la experiencia aprendida por unos y otros. Es verdad que es difícil llevarla a cabo dada la distribución de competencias en materia de protección civil pero, insisto, la creo muy necesaria. 

En fin, todo lo expuesto son opiniones muy personales y muy debatibles. Si algún lector quiere establecer su propia visión sobre estos puntos, estaré encantado de recogerla en los comentarios del blog.


4 de septiembre de 2016

Calor de septiembre: 2016 vs. 1988

Recién empezado el trimestre otoñal, aunque sin finalizar todavía el verano astronómico, la atmósfera nos presenta a partir de hoy, 4 de septiembre, y con una duración prevista de tres o cuatro días, una situación que va a dar lugar al registro de temperaturas máximas muy altas que podrían rozar o alcanzar algunos récords del mes de septiembre. 

Imagen del canal WV de Meteosat correspondiente a las 06 UTC del 4 de septiembre de 2016
En la imagen de esta mañana del canal de absorción de vapor de agua de Meteosat, se observa la presencia de una dorsal sobre el norte de Africa y el sur de España unida a una circulación de tipo tropical así como otra, unida esta vez a la circulación polar, extendiéndose desde el norte de Azores hacia las Islas Británicas. Bien sea por el aumento de amplitud de esta última dorsal o por la entrada en fase de ambas (probablemente por ambas cosas), el resultado va a ser el establecimiento de una única y muy alargada dorsal cálida extendiéndose desde el norte de África hasta las Islas Británicas. Es lo que muestra el mapa de 500 hPa previsto por el Centro Europeo para la noche del martes al miércoles, que es el día en que esa dorsal alcanzará probablemente su máxima amplitud si bien con su eje bastante "tumbado hacia el nordeste. 


En este mismo mapa están representadas las temperaturas a 850 hPa y podemos ver como la isoterma de +24ºC alcanza el Cantábrico, lo que hace suponer que sobre el interior peninsular podrían registrarse, a ese nivel, valores de unos +26º C. Eso es algo que apunta claramente a la posibilidad de alcanzar o superar los 40ºC en los valles de los ríos de la mitad sur peninsular ya a partir de mañana lunes y hasta el miércoles. La práctica ausencia de viento y los cielos, despejados o con algunos intervalos de nubosidad alta completarán los ingredientes típicos para alcanzar estos valores. 

Este tipo de situaciones en la primera decena de septiembre no son frecuentes pero en absoluto desconocidas. En el capítulo dedicado a septiembre en mi libro "Meses y tiempos", y sin ánimo de ser exhaustivo, señalaba al menos dos situaciones muy parecidas a ésta. Una de ellas se dio en los primeros días de septiembre de 1988, de tal modo que el día 7 se registraron 43, 8 ºC en Córdoba 43ºC en el observatorio de Badajoz-Talavera la Real, 42, 6 en Sevilla  y 40,3º en Toledo, así como valores por encima de los 36ºC en algunas ciudades de Castilla y León. Si no me equivoco esta es la situación en la que se alcanzaron en muchos observatorios sus valores más altos registrados en el mes de septiembre. 

Análisis del campo de temperaturas de 850 hPa del 8 de septiembre de 1988 a las 00 UTC (fuente: NCEP)
Como se ve, la estructura del campo térmico a este nivel es muy parecida en ambas situaciones con la isoterma de +24 o +25ºC alcanzando también el Cantábrico.

La otra situación tuvo lugar entre el 3 y el 5 de septiembre de 2006 y en ella tanto Orense como Ponferrada superaron sus récords absolutos de septiembre al alcanzar 41,1ºC (día 5) en el primer observatorio y 37ºC (día 49 en el segundo. 

Análisis del campo de temperaturas de 850 hPa del día 5 de septiembre de 2006 a las 00 UTC (fuente: NCEP)
Puede verse que la situación es bastante distinta, con un "pico térmico" apuntando esta vez hacia el noroeste peninsular mientras el resto de la Península se encuentra con valores más bajos que en la de 1988.

Por tanto, es ésta situación de septiembre de 1988 la más parecida a la actual de entre las que han registrado altos valores térmicos en la primera quincena de septiembre. ¿Se van a alcanzar en la de estos días los valores alcanzados en aquella? La estructura de la circulación apunta hacia ello pero van a ser seguramente las pequeñas acciones o circulaciones de mesoescala las que tengan la última palabra. Mi impresión subjetiva es que se alcanzarán valores similares en varios puntos pero que, en general, no se superarán los de 1988. En cualquier caso van a ser muy altos y justificarán perfectamente los avisos amarillos y naranjas que se emitan.

Por fortuna parece bastante probable que la situación finalice hacia el próximo jueves. De las dos formas en que puede acabar una situación de este tipo -retrogresión con entrada fría del nordeste o desplazamiento de la dorsal hacia el este con entrada de aire fresco de procedencia atlántica- la atmósfera parece inclinarse esta vez por la segunda. 

Mapa previsto de 500 hPa para el viernes 9 dr septiembre de 2016 a las 12 UTC proveniente del sistema de predicción probabilística del Centro Europeo. Los tonos más fuertes indican una mayor incerteza y los más débiles, menor.

De este modo, puede verse que, aunque con una cierta incerteza sobre su ubicación en latitud, la baja mediterránea tiende a moverse hacia el este. Por su parte, La entrada atlántica hacia la Península con aire fresco parece clara... pero la duda es si va a afectar a toda ella o sólo al cuadrante noroeste, volviendo a atraer aire subtropical sobre el resto de las zonas. Por tanto, no está muy claro todavía que el tiempo otoñal vaya a entrar ya definitivamente tras la fuerte subida térmica de estos próximos días.