31 de diciembre de 2013

Feliz enero, feliz año


Con esta entrada sobre enero para la que me he ayudado de los trabajos de dos queridos meteorólogos que ya no están con nosotros -Lorenzo García de Pedraza y José Sanchez Egea- , de las efemérides de la agenda de AEMET y del interesantísimo libro que acaba de publicar Vicente Aupí sobre el "triángulo de hielo" español, quiero desearos a todos mis lectores y seguidores un año 2014 mucho menos "crítico" que el que acabamos de pasar y también lleno de paz y entendimiento. Del mismo modo, os agradezco profundamente vuestra compañía a lo largo de las 58 entradas que he compartido con vosotros durante 2013. Espero que nos sigamos acompañando durante este nuevo año.





Enero es el invierno profundo, el mes más frío del calendario, si bien los días se van alargando de forma que, a lo largo del mismo, se gana casi una hora de luz solar. Es un frío que hace reposar a la Naturaleza, al tiempo que la prepara para empezar a recibir, muy poco a poco, una mayor energía solar que la haga ir despertando. Por eso, el saber popular quiere a enero tranquilo, sereno, frío:

Enero es claro y heladero
o
En enero, el mejor sol, el brasero

Todo va bien cuando:
Diciembre mojado y enero bien helado

Y con toda claridad:
Para que el año sea bueno, enero claro y sereno.

Y de esa claridad de los cielos limpios y transparentes de enero, no hay mejor reflejo que este dicho:
No hay luna como la de enero ni amor como el primero

Ese profundo frío, junto con las resacas de las fiestas que acaban de pasar y la necesidad de emplearse de nuevo a fondo en el trabajo, hace también de enero un tiempo menos comunicativo, tal como afirma el refrán:

En las mañanas de enero ni se dan los buenos días ni se quitan los sombreros

Pero, lo que sí se le pide a enero, es que no haga viento porque entonces la sensación térmica es de varios grados menos y además, de alguna manera, se perturba el efecto beneficioso de las calmas en la agricultura. Por tanto:

Enero es buen caballero si no se hace ventolero

Aunque Enero está caracterizado por los fríos y los cielos claros, eso es una verdad a medias. En Galicia y en el área Cantábrica es uno de los meses del año mas lluviosos y también puede llover –o nevar- en la vertiente atlántica y en algunas zonas mediterráneas, si bien todo ello es mas frecuente en la segunda mitad del mes. 

En general, aunque no tanto este año, enero suele comenzar con predominio del tiempo anticiclónico y días tranquilos, fríos y despejados. Sin embargo, no es difícil que hacia Reyes el anticiclón bascule y por su flanco oriental se cuele aire frío del norte o del nordeste, lo que puede dar lugar a una marcada ola de frío y posteriormente a intensas heladas. Así lo refleja el refranero:

Por los Reyes, los días y el frío crecen

Con predominio generalmente anticiclónico durante varios días, lo que hace mas generales e intensas las heladas, llegamos a mediados de mes donde aparecen las festividades de los llamados “santos de hielo” (San Antonio o San Antón el día 17 y San Sebastián el 20) cuyos “fríos” quedan bien reflejados en el refranero:

Por San Antonio hace un frío de todos los demonios

De los santos frioleros, San Sebastián el primero; aunque dijo San Antón: aquí el mas frío soy yo.

Ya, en la segunda quincena, o como tarde en la última decena, se suele producir un cambio de tiempo. El anticiclón baja de latitud dando entrada a borrascas atlánticas o bien se retira algo hacia el oeste y permite la entrada de vientos del noroeste con algunos frentes asociados. Llegan así, de una forma u otra, las precipitaciones a las que antes me refería (excepto en Levante) y una cierta suavización de las temperaturas. Desde el punto de vista de la meteorología popular éste es un momento significativo de la evolución atmosférica que puede llevar bien a una continuación del tiempo muy frío o a una suavización de las temperaturas:

San Vicente el barbado (día 22) rompe el gelado o lo pone mas refinado

En cualquier caso, al tiempo que haga en estas fechas, se le da de nuevo un cierto carácter predictivo:

Si llueve por San Canuto (día 19), lloverá tres meses justos

San Pablo se convierte (día 25) y un año entero advierte

De una forma u otra, no es raro que el  mes se despida con una importante entrada fría y un temporal de nieve conectando ya con los primeros días de febrero, que tienen la fama de “decidir” si lo mas duro del invierno se va o permanece.



Cuando se repasan sucesos y efemérides meteorológicas de enero predominan como es lógico los recuerdos y datos de frío. Sin embargo aparecen también muchas noticias de temporales de lluvia, nieve y viento unidos en muchos casos a las penetraciones atlánticas a las que hacía referencia anteriormente. Así, en la vertiente Atlántica se han dado con alguna frecuencia inundaciones por fuertes lluvias –quizás también deshielos- tales como en 1970 cuando se desbordaron muchos de los grandes ríos ibéricos o en 1962 cuando sucedió algo parecido en la cuenca del Duero. Sin llegar a causar inundaciones de importancia, se han recogido con cierta frecuencia cantidades importantes de precipitación en zonas montañosas orientadas al sur  y muy especialmente en las laderas sur de la sierra de Gredos o los montes de León. Cabe recordar en este punto la tragedia ocurrida el 9 de enero de 1959 cuando la rotura de la presa de Vega de Tera inundó el pueblo de Ribadelago, junto al lago de Sanabria.

También en el área Mediterránea hay noticia de inundaciones en este mes tales como las de la provincia de Girona en 1977, las fuertes lluvias de Baleares en 1978 o las trombas del 2000 en Melilla o del 2010 en Málaga. Canarias tampoco se ha librado de estas situaciones dada la relativa facilidad con que en el invierno el chorro polar desciende de latitud ocasionando la formación de borrascas frías que provocan fuertes lluvias y vientos. Cabe recordar a este respecto los eneros del 1970 o el de 1979 cuando, en muy poco tiempo, Izaña llegó a acumular dos metros y medio de nieve. En el 2005,  una tormenta “anclada” en la Gomera dejó mas de 250 mm en San Sebastián, la capital de la isla, y mas recientemente, el 27 de enero del 2007, la isla del Hierro recogió en un día nada menos que 320 mm.

A veces las borrascas atlánticas de enero también provienen, como suele ocurrir con frecuencia en invierno, de ciclogénesis explosivas desarrolladas en pleno Atlántico. Como ya se ha comentado en otras ocasiones, no suelen afectar de lleno a la Península pero aún así los fuertes lluvias y sobre todo, los intensos vientos si afectan al cuadrante noroeste peninsular y fundamentalmente a Galicia. Aparte de la últimamente registrada, destacan mucho los vientos provocados por una perturbación de este tipo los días 23 y 24 de enero de 2009 cuando se registró una racha de 229 km/h en el observatorio de la Estaca de Bares. También, en 1998, el 13 de enero,  el mismo observatorio midió 180 km/h.


Aunque, muy raramente, a veces en enero son noticia las altas temperaturas. Las causas de las mismas pueden ser fundamentalmente dos. Una se da en el Mediterráneo y tiene que ver con la elevación de las mismas que provoca allí el efecto foehn de los vientos atlánticos en su descenso racheado hacia el mar. La otra, que afecta a toda la Península y Baleares pero es si cabe mas notoria en la vertiente Atlántica,  está ligada a la entrada de vientos de componente sur, bien por la presencia de un anticiclón sobre el centro y norte de Europa o por la llegada de una borrasca atlántica con aire subtropical relativamente cálido y húmedo. En el primer caso la conjunción  del suave aire  del sur con los cielos despejados o escasamente nubosos povoca un ascenso de las temperaturas diurnas aunque por la noche puedan volver a aparecer heladas. Una situación de este tipo se dio los días 19 y 20 de enero de 2007 cuando se registraron valores tales como 26 ºC en Tortosa, 22,6 en Cuenca, 22,5 en Cádiz, 21,2 en Teruel, 19,6 en Ávila o 19,3 en Logroño, todos éstos valores máximos absolutos de sus series para enero.




En cualquier caso el fenómeno atmosférico más significativo de enero es el frío, las bajas temperaturas.  En la memoria meteorológica han quedado grabadas para siempre los datos de algunos eneros que destacaron por sus bajísimos registros o por la reiteración de los episodios muy fríos. Sólo como muestra cabe recordar así el enero de 1945 en el que se alcanzaron un valor mínimo absoluto de -27,6ºC en Ávila y valores alrededor de los -25ºC en Calamocha (Teruel), en el embalse de Camporredondo (Palencia) y en Uña (Cuenca).  Es en esta situación cuando el observatorio de Madrid-Retiro registra -10,1ºC que es, hasta ahora, su mínima absoluta.  También el enero del año siguiente, 1946, destacó por sus situaciones de intenso frío, si bien las mínimas más bajas no lo fueron tanto como en el anterior; aún así en varios lugares tales como Monreal del Campo y Santa Eulalia, ambos en Teruel o Uña y la Ciudad Encantada en Cuenca, se alcanzaron o sobrepasaron ligeramente los -22ºC. Curiosamente, también enero de 1947 destacó por sus bajísimas temperaturas si bien en este caso se registraron en los últimos días del mes. Destaca -26,7ºC en Monreal del Campo  y -24,4ºC en Santa Eulalia y -24,4ºC en Molina de Aragón (Guadalajara). . Otro episodio frío en enero muy notable fue el de 1971 que había comenzado en los últimos días de diciembre de 1970; afectó a toda la Península con intensas nevadas y temperaturas muy bajas. Destacan sobre todo -28ºC de Santa Eulalia, -27,6 en Camesa de Valdivia (Palencia)  o -27 en Piqueras (Guadalajara) y, en cualquier caso, es de destacar que fueron bastante los observatorios de España en que se alcanzaron o sobrepasaron los -22ºC.

Quizás tras este resumen de cómo suele ser enero según la climatología y de sus efemérides, sería lógico hacer algunas cábalas sobre como va a ser el que ahora comienza...pero hoy no, hoy nos quedamos, dado el tiempo de vacación y de fiesta en que estamos, sólo con el recuerdo y un punto de nostalgia. Pronto volveremos a esas cábalas y comentarios. Mientras tanto:

¡Feliz 2014!





 

28 de diciembre de 2013

Lo que realmente explota en una ciclogénesis explosiva

En los últimos días, de nuevo, y quizás con más intensidad que otras veces debido a la época festiva, el término "ciclogénesis explosiva" ha vuelto a hacerse tema de conversación en la calle entre comentarios, un punto preocupados, pero sobre todo irónicos, dado que como es lógico no llega a "explotar" nada y, tal como se comentaba en las redes sociales, para muchos se trata sobre todo de "un tiempo de perros".

El término "ciclogénesis explosiva" es científicamente correcto aunque no estoy seguro que sus autores -los norteamericanos Sanders y Gyakum que lo introdujeron hacia 1980-  lo hubieran llamado así de haber sabido como se iba a utilizar mediáticamente años después. Se trata simplemente, como cualquier persona medianamente interesada por la meteorología conoce, de la rápida formación e intensificación de una borrasca por encima de unos valores predeterminados, lo que suele ir acompañado de lluvias significativas y sobre todo de vientos muy fuertes y en algunas zonas incluso huracanados. La aparición de este fenómeno es siempre interesante para profesionales y aficionados y se debate ampliamente por ellos en foros especializados de las redes sociales. El problema surge cuando, por la "universalidad" de Internet, la denominación cae en manos de comunicadores, en general no muy expertos en meteorología, resultándoles absolutamente subyugante. Si ya "ciclogénesis" es un término raro, casi misterioso, unido a "explosiva" se convierte en tentación inevitable para los titulares, y más en un tema de tanto atractivo como la meteorología y los fenómenos meteorológicos adversos. Por otra parte, aunque a veces un fenómeno de este tipo puede afectar directamente a España, lo que suele ocurrir, al igual que en este último caso, es que el proceso "ciclogenético" ocurra a miles de kilómetros de aquí, aunque  podamos sentir parcialmente algunos de sus efectos. Por tanto, titulares del tipo "España afectada por una ciclogénesis explosiva" son ridículos, fundamentalmente desinformativos y, además, dan pie a todo tipo de comentarios irónicos y a veces descalificativos hacia la meteorología y los meteorólogos.

En estas situaciones, y probablemente también de forma mas marcada en esta última ocasión, los profesionales han explicado en medios de comunicación y redes sociales la realidad del fenómeno y han intentado, en la medida de sus posibilidades, influir en periodistas y redacciones pero, hay que reconocerlo, con poco éxito en general...¿por qué? Esta es la cuestión.

No creo que la explicación completa sea el desconocimiento del tema por parte de los periodistas que redactan estas noticias. Puede ser que en algún caso sea así, pero la mayoría consultan continuamente medios informativos y  redes sociales y están al tanto de la situación e incluso del debate generado por el término en cuestión. Pero se les pide por encima de todo titulares y, más aún, si otros medios ya los están utilizando, algo que siempre ocurre porque...¿quien es el primero que "tira la piedra"? 

Pasaríamos entonces la responsabilidad a los redactores jefes o los editores que son los que piden esos titulares. A su vez, creo que unos y otros dirían que ellos tienen que luchar por conseguir audiencias, si bien siempre serían cuidadosos de no decir algo que no fuera verdad. Y las audiencias parecen dispararse cuando en las noticias entran elementos en mayor o menor  medida catastrofistas o de alto impacto. ¿Es entonces el público el responsable de su propia desinformación?

Como en tantas otras cosas de la vida no hay un único responsable pero sí es verdad que los distintos sectores implicados pueden actuar para ofrecer un mejor servicio. Si bien el término "ciclogénesis explosiva" no se puede erradicar en la práctica, como no se puede erradicar el de "gota fría" -frecuentemente tan mal empleado-, sí puede haber un esfuerzo por parte de los periodistas, fundamentalmente redactores jefes y editores, para explicar la situación correctamente y, si es necesario, alargar el titular dos palabras mas. Y, de paso, tratar de evitar todos los equívocos que se cometen en relación con avisos, alertas, alarmas y generalidades de todo tipo que no son correctas y desinforman.

Por otra parte, ¿sería mucho pedir a los medios, sobre todos los de titularidad pública, un mayor esfuerzo informativo y divulgativo en estos temas ya que tanta audiencia parecen atraer y son tan importantes respecto a la seguridad pública? Y a los medios privados, ¿no tendrían una interesante audiencia programas de este tipo adecuadamente diseñados, realizados y presentados y se apuntarían de paso a asumir un esfuerzo de responsabilidad social?

Y ¿sería también mucho pedir al público, -es decir a nosotros mismos-, una cierta contención en el consumo de enfoques noticiosos morbosos o catastrofistas?

En fin, toda esta es mi visión de lo que realmente "explota" en una ciclogénesis explosiva: una mezcla entre el ansia de novedades y sensaciones y el deseo de ser correctamente informados, trufada toda ella de distintos intereses parciales. Seguro que esta visión es parcial o incluso incorrecta en algunos puntos. Me gustaría conocer otras visiones de todo ello. El debate, si se quiere, está abierto.

21 de diciembre de 2013

Borrascas de diciembre y avisos meteorológicos

Diciembre, y a veces también enero, son  meses en los que, con cierta frecuencia, se desarrollan en el Atlántico norte profundas borrascas provenientes en muchos casos de ciclogénesis explosivas, es decir de procesos por los cuales la presión cae en su centro con inusitada rapidez y, en cualquier caso del orden de los 24 hPa en 24 horas o más. Nacidas en pleno océano, normalmente entre los paralelos 40º y 50º N, se dirigen a gran velocidad hacia Europa occidental provocando importantes temporales de viento, lluvia y nieve. Están documentados bastantes episodios de este tipo pero el que quizás quedó mas marcado en la memoria de muchos europeos fue el ocurrido entre el 26 y el 28 de diciembre de 1999 cuando dos profundas borrascas consecutivas denominadas "Lothar" y "Martin" por la Universidad Libre de Berlin, causaron unas 130 víctimas mortales, de las  cuales 11 eran españolas, así como cuantiosísimos daños materiales, en distintos países europeos. Si bien estos temporales fueron pronosticados adecuadamente, pudo comprobarse que la información no llegó a la población de una forma eficaz y esta constatación fue el origen de la realización del sistema de avisos europeo "Meteoalarm".

Pues bien, en los próximos días, concretamente entre el 23 y el 28, todo parece indicar que otras dos borrascas de este tipo van a afectar a Europa occidental si bien, a diferencia de las de 1999, su trayectoria parece enfilar mas hacia las Islas Británicas y Escandinavia, lo que no quiere decir que, aún de forma colateral, sus efectos no alcancen también a otros países, incluso a España, al tener estas perturbaciones unas grandes dimensiones espaciales.

Veamos la evolución en sus grandes rasgos a partir de los mapas previstos de superficie por el Servicio Meteorológico británico.


A mediodía del domingo 22 de diciembre puede observarse una pequeña borrasca un poco al noroeste de las Azores. La presión en su centro es de unos 1002 hPa.


Veinticuatro horas después, a mediodía del lunes 23, esa borrasca se ha profundizado extraordinariamente y se encuentra ya centrada ligeramente al noroeste de Irlanda. La presión prevista en su centro es de 948 hPa. Es decir, en 24 horas se ha profundizado ¡mas de 50 hPa! y un proceso de este tipo se denomina "explosivo" cuando se alcanza una profundización de al menos unos 20-24 Hpa en 24 horas. Habría que imaginar por tanto como debería llamarse a este proceso. Como se ve en el mapa, los vientos muy fuertes afectan, además de amplias zonas oceánicas, a las Islas Británicas por completo, a zonas del occidente francés y con algo menos de intensidad al noroeste español.


Otras 24 horas mas tarde,  a mediodía del 24, el centro de la borrasca se ha movido muy poco pero se ha profundizado más alcanzando unos 930 hPa, es decir, sigue un desarrollo casi "explosivo". Por otra parte han aparecido varias borrascas "satélite" alrededor de la principal con lo cual las condiciones borrascosas afectan a gran parte del Atlántico norte y toda Europa occidental incluyendo a España donde la Nochebuena va a tener lluvias copiosas en toda la vertiente Atlántica , con nieve en algunas zonas y vientos fuertes o muy fuertes. En este mapa puede observarse también, justo en su borde izquierdo la aparición de una nueva borrasca que, si todo ocurre como los modelos indican, seguiría una trayectoria parecida alcanzando de nuevo al archipiélago británico entre los días 27 y 28. Parece que también sufriría una profundización "explosiva"· si bien algo menos fuerte que la primera.

A consecuencia de esta situación los avisos de distintos colores van a aparecer en los próximos días en la mayoría de los países afectados y aquí en España habrá que estar muy atentos a los de fuertes lluvias, vientos y nieve. Quiero centrarme sin embargo en  los que ya está emitiendo el Servicio Meteorológico británico en esta página de su web

Como a día de hoy, 21 de noviembre, puede verse en ella, tanto para el día 23 como para el 24, figura bajo el color amarillo todo el territorio británico. Puede extrañar a primera vista que, de acuerdo con la situación que se avecina, no aparezca el naranja o incluso el rojo. Ello obedece a los criterios establecidos por este Servicio desde hace poco tiempo para la emisión de avisos. Así, la determinación del nivel amarillo, naranja o rojo no se hace a partir de un umbral puramente meteorológico, sino mediante una tabla de doble entrada, a la que ya me he referido en alguna otra ocasión, en la que aparece por una parte, el potencial impacto del fenómeno previsto -que no depende sólo de los valores meteorológicos- y de la probabilidad de ocurrencia. Por tanto, y ese es el caso que nos ocupa, puede responder a un alto impacto potencial pero a una probabilidad baja. Por otra parte, cada color en cuestión tiene una interpretación muy específica. El amarillo indica algo así como "sea consciente de la situación que se avecina"; el naranja llama a "estar preparado" y el rojo, a "actuar".

En cualquier caso, respetando como no puede ser menos el criterio de los meteorólogos británicos, estimo que la probabilidad de ocurrencia no es en absoluto baja, tal como muestra el mapa de desviaciones estandard del "ensemble" del Centro Europeo. 


Como puede verse en este mapa, previsto para la noche del 23 al 24, si bien existe mas incertidumbre sobre la ubicación definitiva del centro de la gran borrasca, la certidumbre es mayor sobre la ocurrencia de los vientos muy fuertes sobre las Islas Británicas. Imagino por tanto que los avisos cambiarán muy pronto, al menos a naranja.

De todas formas, mas allá de esta puntual y parcial discrepancia, me parece muy acertada la orientación del sistema de avisos británico y creo que debía estudiarse la implantación en España de unos criterios parecidos. Otra cosa es que su correcta comprensión y aplicación necesitaría una eficaz campaña de explicación y divulgación en los distintos medios y sobre todo en televisión. Y eso, aquí...¡ya se sabe!

 ACTUALIZACIÓN A LAS 10,30  HORAS DEL 22 DE DICIEMBRE

Los meteorólogos británicos mantienen a esta hora el nivel amarillo basado, según ellos, en el siguiente razonamiento:

"There remains some uncertainty around the precise depth and track of this system, and hence the areas most likely to be affected by the strongest winds and heavy rain"

Me cuesta trabajo seguir viendo esa incerteza con una predicción que ya habla para mañana de rachas de viento de hasta 140 km/h (80/90 mph). En cualquier caso no cabe sino respetar los criterios de los predictores. O, probablemente, comprender mejor su mecanismo de toma de decisión.