Asisto atónito y un punto perplejo a este cúmulo de medias verdades, falsedades y teorías conspiranoicas que la "pertinaz sequía" está generando en redes sociales y medios de comunicación involucrando, e incluso culpando, a compañeros meteorólogos e incluso a la propia Aemet.
No son cuestiones en absoluto novedosas; durante mis muchos años de trabajo en Aemet como responsable de Predicción y luego portavoz, tuve que bregar con ellas pero desde luego nunca alcanzaron la magnitud actual y se apagaban con bastante rapidez cuando llegaba un periodo de lluvias. Creo que la situación actual viene provocada por la gran escasez de agua, no solo a causa de la sequía, sino también a su uso indiscriminado, algo que tenemos que replantearnos seriamente y, desde luego, por la intensa actividad de las redes sociales.
En este contexto quiero expresar algunas ideas ya conocidas aceptando de partida el riesgo de quedar expuesto al pimpampum de moda. Pero uno tiene el derecho, e incluso el deber, de exponer lo que le resulta coherente por si de algún modo ayuda a clarificar:
a) En mi opinión lo que está ocurriendo en la atmósfera no es nada distinto a lo que en líneas generales apuntaban las investigaciones climáticas desde hace bastantes años. Mi experiencia personal es que durante la década de los años ochenta empezaron a hacerse más frecuentes, sobre todo en el hemisferio norte, las circulaciones meridianas en detrimento de las zonales. Este hecho, que en su principio pudo deberse a la variabilidad natural de la atmósfera, se desarrollaba en el marco de un creciente calentamiento debido muy probablemente a la también creciente quema de combustibles fósiles sobre todo en este hemisferio. Ello dio lugar a un mayor transporte de calor desde los trópicos hacia las zonas polares y sobre todo hacia el Ártico, originando una mayor fusión de los hielos y poniendo en marcha el fenómeno de la "amplificación ártica" y de ahí una atmósfera polar menos fría.
b) Esa situación de cambios en la atmósfera polar podría estar siendo a su vez, y con bastante probabilidad, la causa de un chorro polar más ondulado y más alto de latitud -por causas que no es el momento de detallar para no alargarnos- algo que sigue potenciando el transporte de calor hacia las zonas polares, y que, a su vez, mantiene esta tendencia del chorro.
c) Este comportamiento del chorro polar da como resultado una disminución -casi un cese- de las circulaciones de Poniente -las "llovedoras" de la vertiente atlántica- y el aumento de las circulaciones sur-norte -muy unidas a las olas de calor- y norte-sur que nos traen aire frío... pero cada vez menos frío. Aunque las ondulaciones del chorro también generan "danas" -las responsables de las importantes situaciones lluviosas en España- son danas que tienden a formarse más al norte y discurrir por trayectorias que no favorecen las lluvias sobre nuestras zonas.
d) En este contexto, la atmósfera subtropical se extiende cada vez más hacia el norte en forma de distintas estructuras anticiclónicas. En estas situaciones es normal que aparezca en capas altas de la atmósfera algo de humedad proveniente bien de remontes de la atmósfera tropical o bien de colas de frentes que circulan más al norte. Pero sobre todo abundan en ellas cielos mucho más despejados de nubes bajas, lo que hace que sea mucho más frecuente la observación de cirros y estelas de aviones.
e) Y a propósito de estelas -y poniéndome a cubierto- no hay ninguna prueba científica de que se nos esté fumigando con distintos tipos de venenos, pero sí es verdad que la continua inyección de gases procedentes de las turbinas de los aviones no ayuda para nada a la mitigación del calentamiento. Esa certeza es algo que tiene que llevar a redoblar los esfuerzos para reducirlas en la mayor medida posible.
En fin, cuando algo va mal en nuestras vidas tratamos mediante una bien conocido comportamiento psicológico a buscar al culpable o culpables de la situación. A veces esa actitud nos lleva a no investigar las causas profundas de lo que está sucediendo, causas que, a veces, e incluso inconscientemente, no queremos ver para no aceptar nuestra propia responsabilidad. Ello nos dificulta la adopción de verdaderas medidas correctoras que abandonen "hadas y demonios" y afronten con sensatez la realidad buscando las raíces y posibles soluciones del problema.
Por tanto, a mi juicio, basta ya de gastar energía en teorías y disputas absurdas sobre si son "galgos" o "podencos" porque, sean de un tipo u otro, el problema está ya encima. Centrémonos en reducir al máximo la emisión de gases de efecto invernadero, promovamos el desarrollo ético de las energías renovables y asumamos la necesidad global pero también individual de regular el consumo de agua. Y como tantas veces digo: promovamos un serio y coordinado esfuerzo de investigación sobre el tipo y evolución de las circulaciones atmosféricas que ahora nos afectan. Circulaciones que en buena medida nos son relativamente desconocidas y que nos podrían aportar parte de la lluvia que necesitamos, tales como esos ríos atmosféricos que desde el Caribe, o en algún momento incluso desde el Mediterráneo, han originado algunos de los más importantes episodios de lluvia en los últimos años.
No perdamos más el tiempo en invocar a hadas o demonios sin necesidad. Las conspiraciones cuando llueva en serio quedarán en "papel mojado" pero, tras esas lluvias, el "elefante", la necesidad de una gestión mucho más eficaz de nuestras pocas o muchas lluvias, seguirá estando ahí.