Todo parece indicar que buena parte del tiempo de la próxima semana va a estar marcado por la presencia de una borrasca fría en nuestra zona geográfica. Aunque cabe esperar que todas las regiones reciban precipitaciones -más dudoso es que lleguen a afectar a Canarias- es difícil precisar cuándo y cómo van a ser afectadas las distintas zonas.
Este mapa presenta la precipitación acumulada por el modelo de alta resolución del Centro Europeo desde el sábado hasta el miércoles 17. Es solo una orientación porque los desplazamientos y actividad de la borrasca presenta algunas dificultades para los modelos numéricos. En cualquier caso parecen lluvias muy significativas en gran parte de las zonas más necesitadas.Ello depende de los relativamente pequeños desplazamientos que experimente la borrasca en una otra dirección y a este respecto cabe recordar que una borrasca fría -o en su caso una dana- si bien está separada de la circulación principal del chorro polar, no tiene por qué estarlo de otras circulaciones secundarias de carácter polar o subtropical a las cuáles sirve a veces como de una especie de engranaje, de forma que incluso puede redirigirlas. Estas interacciones, a veces muy sutiles, son las que marcan el movimiento de la borrasca en una u otra dirección, algo que con frecuencia es muy difícil de capturar y manejar adecuadamente por los modelos numéricos. Ello no quiere decir que también la dinámica o termodinámica interna de la propia borrasca no pueda influir en su propia circulación asociada e influir en sus movimientos, lo que constituye otra dificultad añadida para la adecuada predicción de su evolución.
Hecho este comentario, me quiero referir ahora al proceso de formación de la borrasca fría que nos va a afectar estos días. Todo comienza con el proceso de alargamiento y estrechamiento de una vaguada atlántica al oeste de la Península propiciado por el gran crecimiento de una dorsal al oeste de ella. De forma paralela al proceso de “estrangulamiento”, la creciente advección de vorticidad en niveles medios y altos de su zona delantera da lugar en las capas bajas a un proceso de ciclogénesis no muy marcada sobre aguas atlánticas. Una vez que el proceso de cierre de la vaguada culmina con la aparición de una dana, hay unas horas durante las que conviven como estructuras separadas la propia dana y por delante de ella la borrasca de superficie… hasta que llegan a coincidir en la vertical dando lugar de este modo a la borrasca fría que nos va a afectar.
A las 21 UTC del domingo la vaguada se estrecha cada vez más....
....y a la misma hora ya aparece una circulación cerrada bajo la zona de mayor advección de vorticidad de la circulación en altura.
....Doce horas después el proceso de cierre de la vaguada ya se ha completado...
Un caso extremo de un proceso de este tipo ocurre cuando una dana se sitúa sobre el golfo de Cádiz y la zona delantera de su circulación aparece sobre el Mediterráneo. En esa situación, el efecto dinámico, el aire húmedo marítimo y sobre todo las montañas del Atlas colaboran a la aparición de una borrasca bastante marcada en niveles bajos que con su advección de vientos de componente este cargados de humedad juega un papel fundamental en la generación de intensas lluvias mediterráneas.
En cualquier caso hay ocasiones en que la dana no se convierte en borrasca fría y permanece como tal hasta su desaparición. Tras formarse, solo se refleja en superficie por un seno de bajas presiones sin llegar a aparecer una circulación cerrada, o si lo hace es de forma muy débil (aquí tendríamos que concretar cómo se cuantifica ese “muy débil”). En estos casos, al no haber una contribución clara de aire húmedo de capas bajas las precipitaciones están básicamente ligadas a la actividad convectiva en la zona del núcleo de la dana.
Por tanto, y tal como ya se ha expuesto con frecuencia por otros compañeros, no cabe hacer una separación absoluta entre danas y borrascas frías. Todo forma parte de una evolución continuada en el patrón de ondas de la circulación principal de niveles altos y que pasa por distintas fases. El hecho de que la dana que pueda formarse se transforme -o no- en borrasca fría puede depender en gran manera de las condiciones de las capas bajas para favorecer la aparición de una ciclogénesis bien marcada. Pero, en cualquier caso, todo lo expuesto no es más que una hipótesis que requeriría una mayor investigación, tal como otras muchas cuestiones de nuestra meteorología.