31 de mayo de 2015

Comienza junio; empieza el trimestre veraniego



Llega junio, el primer mes del trimestre veraniego, y parece que comienza con otro remonte de las temperaturas que podría dar paso el próximo fin de semana a una situación de fuertes tormentas, tan típicas de este mes. 

En cualquier caso, y aunque a veces parece que habría que revisar los criterios meteorológicos de cada mes, veamos a continuación cómo se suele comportar junio y qué ha hecho cuando se ha comportado de otra forma. Como en meses anteriores copio a continuación parte del capítulo titulado dedicado a junio en  mi libro Meses y tiempos. 




Visión de junio

Junio ya es verano, pero un verano todavía amable, agradable, sin las exageraciones térmicas de julio o de agosto, aunque sí perturbado a veces por la aparición de tormentas.  Es un tiempo risueño donde las personas sienten ya muy cercano el descanso, la fiesta o, de algún modo, el relajo anual. Aún así, para mucha gente del campo comienza una época fuerte de recolección de cereales y frutales y es tiempo también propicio para algunas otras labores agrícolas. Hasta hace algunos años, los largos tiempos de siega y de trilla en el interior peninsular les llevaba a retrasar su descanso hasta septiembre; sin embargo, la gran mecanización de muchas de esas labores hace que se pueda irse adelantando. En cualquier caso:

Junio soleado y brillante, te pone de buen talante

A ello ayudan el gran número de horas de sol –unas quince- que culminan en el solsticio, en los días alrededor de San Juan, festividad que es origen de tantos mitos, leyendas y fiestas sobre el fuego y la luz. A ese máximo de presencia solar, que llega ya a su punto más alto para iniciar de nuevo su descenso, se refieren algunos refranes:

De Junio el día 21 es largo como ninguno

O, también:

El día de San Bernabé, dijo el sol: “Hasta aquí llegué”

 si bien este refrán ha dado lugar a alguna polémica ya que, actualmente, San Bernabé se celebra el día 11. Parece que la aparente discrepancia de la fecha respecto al solsticio podría estar relacionada con la reforma del calendario juliano.

Las temperatura media del mes es de 20,1º, algo más de cuatro grados por encima de la de mayo. Sin embargo, ello no quiere decir que de vez en cuando haya retrocesos al frío si llegan a la Península aires atlánticos frescos y húmedos. Lo más normal es que ello ocurra en la primera decena, pero el riesgo existe durante todo el mes. Esa circunstancia da origen a uno de los refranes meteorológicos más conocidos, y probablemente también uno de los más ciertos:


Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo

O, en su versión más larga:

Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo; por si en vez de por derecho, viene de soslayo

Pero, cuidado:

Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y si junio es ruin, hasta el fin.

Y con múltiples variedades tales como:

Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y si vuelve a llover, vuélvetelo a poner.

De todas formas, lo más normal es que ya en la segunda decena, hacia San Antonio (día 13), las temperaturas suban bastante, alcancen valores veraniegos y se  mantengan así, salvo bajadas circunstanciales debidas a esas posibles entradas de aire fresco atlántico.

Por lo que respecta a las lluvias y aunque las tormentas puedan ser frecuentes –junio y septiembre son los meses más tormentosos del año en España- presentan ya una media de 36 mm, casi 30 mm menos que las del mes anterior. En cualquier caso, como ya apuntaba, todavía puede llegar algún frente atlántico pero, salvo excepciones, no suele traer lluvias significativas. Lo que sí puede ocurrir es que aparezca una DANA al sur o al suroeste de la Península y las tormentas se hagan intensas y frecuentes durante varios días:

Juniete nubladete, si no granizas no agonizas

Así, el refranero muestra su preocupación por un exceso de lluvias durante este mes:

Lluvias en junio, infortunio.
o,

Aguas en junio, ni frutos ni pastos en julio.

y también,

Agua por San Juan, quita vino, aceite y pan.

También en este mes se hace ya muy importante la evaporación en suelos, ríos y embalses desapareciendo la nieve que pudiera quedar en las montañas. Comienza así el periodo de estiaje y, a la par, aumenta considerablemente el riesgo de incendios forestales.

Aunque como decía antes, junio no suele ser excesivo en sus calores, siempre es posible la entrada de una dorsal norteafricana con aire muy cálido, que provoque importantes subidas de las temperaturas. En los últimos cincuenta años son de recordar  algunos episodios muy significativos tales como los de los últimos días del mes en 1965 cuando el día 26 Córdoba registró 45ºC, al día siguiente Sevilla 45,2 y algo después, el 30, se alcanzaron los 38 en algunos puntos de Baleares.

Otro episodio importante  de este tipo acaeció durante los días 23 al 26, esta vez del 2001: Granada alcanzó 40ºC el 23, Almería 40,6 –su efemérides absoluta de junio- mientras que en Baleares se llegaba, el día 26, a 41,4 en el aeropuerto de Palma, también efemérides absoluta. Todo ello ocurrió con una temperatura de 26º a 850 hPa, muy alta incluso para julio. 

También del 25 al 27 de junio de 2011 una gran masa cálida norteafricana afectó con especial incidencia al cuadrante noroeste peninsular con temperaturas de 24º a 850 hPa. El 25, Santiago de Compostela llegó a los 37,5º y al día siguiente Ourense alcanzó 40,4. Curiosamente, casi en las mismas fechas del 2012, una situación parecida afectó a la mitad oeste peninsular con valores de 39,1ºC en Salamanca y 38,8 en Zamora. En estos dos episodios gran parte de los observatorios de Castilla y León e interior de Galicia alcanzaron sus efemérides de junio o quedaron muy cerca de ellas.

En Canarias existe también en junio la amenaza de entrada de aire sahariano que a veces ha llegado a marcar los 28º a 850 hPa. En esos casos, es frecuente que sobre todo en las islas mas cercanas al continente y en las medianías de las más  altas las máximas puedan llegar a sobrepasar los 40º.

Las lluvias intensas de junio suelen tener casi siempre origen tormentoso dada la ya importante energía disponible en niveles bajos para alimentar desarrollos convectivos en cuanto aparezca un cierto nivel de inestabilidad. Ésta puede estar unida a tres tipos de escenarios distintos. El más importante cuenta con la presencia de una DANA y su ubicación específica determina la zona donde se van a producir las lluvias más importantes. Pueden recordarse algunos episodios significativos de este tipo tales como la del 9 de junio de 2000 cuando una perturbación de este tipo, situada sobre el centro peninsular, originó lluvias torrenciales y vientos fuertes en el tercio oriental de la Península y sobre todo en Cataluña. Se recogieron 220 mm en El Bruc y 208  en Callús, en la provincia de Barcelona.

Otro muy importante fue el acaecido también un 9 de junio pero en este caso de 2010 cuando otra DANA situada al sur de Portugal provocó Intensas lluvias e inundaciones en La Mariña de Lugo; se recogieron 157 mm en Burela y 158 en Viveiro.

También, el 18 de junio de 2013 una profunda vaguada que acabó originando una DANA muy elongada provocó una muy fuerte advección cálida del sur e intensas lluvias en el Pirineo aragonés. La unión de esas precipitaciones con el agua procedente de un rapidísimo deshielo provocó grandes avenidas en los ríos de la zona con inundaciones y grandes destrozos en edificios y vías de comunicación.

El segundo escenario productor de lluvias intensas en junio puede ser un frente muy activo, reflejo en superficie de una vaguada estrecha y alargada. En ese caso las condiciones para el ascenso del aire son muy favorables y se desarrollan potentes cumulonimbos que acompañan el paso relativamente lento del frente, lo que da lugar a acumulaciones importantes de lluvia en una misma zona. Por otra parte, este tipo de situaciones presentan frecuentemente una marcada cizalladura  o cambio de dirección del viento con la altura. Esta circunstancia favorece la aparición de fenómenos de tipo severo, tales como rachas fuertes de viento, granizos grandes e incluso algún tornado. Una clásica situación de este tipo fue la que ocurrió el 1 de junio de 1999 con la aparición de un tornado entre San Leonardo de Yagüe y Navaleno, en la provincia de Soria, que tronchó pinos de más de 15 metros de altura durante un relativamente largo recorrido. Esas tormentas también provocaron rachas muy fuertes de viento como las que llegaron a alcanzar 130 km/h en Autilla del Pino en la provincia de Palencia.

Por fin, el tercer escenario cuenta con la presencia de una dorsal anticiclónica en niveles altos y medios y un débil seno de bajas presiones en el interior peninsular. Son situaciones en las que predomina el llamado “buen tiempo”. Basta sin embargo que se den pequeñas variaciones en la circulación de niveles medios para que la atmósfera se haga inestable y los cumulonimbos crezcan con rapidez pudiendo dar precipitaciones intensas incluso con algún granizo pero de forma local y sin mantenerse durante mucho tiempo. Un ejemplo de este tipo puede ser la tormenta del 13 de junio de 1989, también sobre la zona de Autilla del Pino, que descargó 62 mm con una intensidad puntual de 148 mm/hora.


Las tormentas son por tanto un factor muy importante del comportamiento de la atmósfera en junio y en general de todo el verano con importantes impactos económicos y sociales. 

15 de mayo de 2015

Tras el "calentón": Más dudas que certezas

Escribo esta entrada del blog asombrado todavía por la intensidad de este corto periodo de temperaturas anormalmente altas que ha ocupado buena parte de esta semana y que ha tenido su pico el día 13 en la vertiente atlántica y el 14 en la mediterránea. No me voy a ocupar en detalle de las temperaturas alcanzadas porque son bastante conocidas, pero si hay que dejar constancia del gran  número de récords batidos para el mes de mayo y que incluso en algunos observatorios, sobre todo en Canarias y área mediterránea, han llegado o han estado muy cerca de convertirse en el récord absoluto anual. Normalmente, un récord se bate por unas décimas de grado, o como mucho un grado, por tanto resulta impresionante ver cómo en muchos observatorios ese valor ha sido de tres, cuatro o incluso cinco grados. Nos encontramos por tanto, desde mi punto de vista, con un fenómeno extraordinario y que, como ya comenté en twitter, creo que merecería un cuidadoso estudio científico por parte de la Agencia Estatal de Meteorología y/o por algunos departamentos universitarios. 

Records de temperatura del día 13 de mayo
Records de temperatura del día 14 de mayo


Tengo más dudas que certezas sobre este episodio, pero, justamente por eso, me gustaría plantear algunas cuestiones e hipótesis que promuevan un necesario intercambio de opiniones. Para ello ofrezco humildemente la zona de comentarios de esta entrada por si quiere utilizarse. Todo ello, naturalmente, a la espera de algún informe preliminar de los organismos a que antes me refería. 

Imagen del canal de vapor de agua de Meteosat correspondiente al mediodía del 13 de mayo, el momento álgido de la extraordinaria entrada cálida

He echado una primera ojeada a imágenes de satélite, sondeos y análisis de niveles medios y bajos. No ha sido exhaustiva, ni tampoco tengo datos ni herramientas para un estudio más profundo. Sin embargo, si quiero a partir de ello, comentar algunas cosas que me han resultado interesantes o me han planteado dudas.

 Indudablemente, el mecanismo básico es, en esencia, muy parecido al modelo conceptual de olas de calor, primero en el interior peninsular y a continuación, con la entrada de los ponientes, en la vertiente mediterránea (aunque en este caso creo que no ha sido "ola" en buena medida por su exigua duración). Sin embargo, algunos detalles no corresponderían del todo a ese modelo conceptual: 

a) El viento en niveles bajos ha sido del sur-suroeste en la zona central de la Península entre el 12 y el 14 de mayo. Es verdad que habría que ver las retrotrayectorias, pero me da la impresión que esta masa de aire que nos ha afectado, si bien es verdad que procede de África, no estoy seguro que venga del norte del continente, ni que haya "saltado" casi directamente, como lo hace en verano, a través de los vientos del sureste potenciados por la baja térmica semipermanente del interior peninsular. Más bien, la impresión que da es que sale del continente africano a niveles bastante bajos en una zona entre Canarias y 5 o 6 grados más al sur, que gira luego hacia al noroeste, norte y nordeste ingresando así en una corriente de tipo chorro subtropical que la dirige hacia el nordeste, al tiempo que gana algo en altitud, pero sin  poder ascender mucho por la existencia de una masa nubosa o a menos más húmeda en niveles medios. En esas condiciones, y girando algo hacia el este, llega a la Península Ibérica, donde, sobre un aire extremadamente seco y cálido, aparecen nubes medias y altas, que en algún momento llegan a generar algún mammatus, y que da al día un aspecto gris y oscuro, muy característico de las entradas africanas de agosto.

b) También me ha llamado mucho la atención que, durante estos dos-tres días la temperatura a 500 hPa se ha mantenido alrededor de -15º. Es lógico por la época del año, pero rompe, en alguna medida, parte del modelo conceptual del mecanismo de los fuertes calores veraniegos, cuando a esos niveles puede haber sólo -8 o -10º. Una situación de ese tipo justifica una estabilidad muy grande y una ausencia práctica de ventilación vertical. Sin embargo, en este caso, no parece haber hecho falta, de modo que se han podido llegar del mismo modo a las temperaturas de superficie típicas de esas situaciones sólo con la participación de la masa cálida de 850-700 hPa. Supongo que esa estructura que nos ha afectado debía ser relativamente estable por la extrema sequedad de esas capas bajas...pero creo que ese perfil vertical valdría la pena verlo más en detalle. En cualquier caso, esta dependencia tan grande de la temperatura de 850 hPa, podría quizás llevar a definir algunos umbrales para la ola de calor que no dependieran directamente de los valores de superficie y que quizás las hicieran más predecible; pero eso no es una cuestión para este momento.

Quiero comentar ahora algo sobre la aparición de esta situación en pleno mes de mayo. ¿Ha sido la configuración sinóptica el "elemento extraño", por no ser típico -pregunto- del mes de mayo?. ¿O, ha sido más bien ese "elemento" una masa aérea a 850-700 hPa más cálida de lo normal para la época? ...¿O pueden haber sido las dos cosas?. A este respecto creo que sería interesantísimo un estudio climatológico de estas configuraciones sinópticas, al menos durante los últimos quince años, para ver si están evolucionando en un  sentido más meridiano, o bien si las temperaturas de las capas bajas van siendo cada vez más altas, o alcanzan valores veraniegos más tempranamente. Justo en esa línea va el artículo que aparecerá próximamente en el Journal of Climate y sobre el que se ha publicado esta noticia a la que ya he hecho referencia.

Lo dejo aquí de momento. Como puede verse sólo hipótesis y dudas. No tienen mayor valor que intentar potenciar un debate que nos haga acercarnos más a lo que realmente ha sucedido estos días. Cualquier comentario es del todo bienvenido.

12 de mayo de 2015

Ola si, ola no

En mi anterior entrada del blog dedicada al episodio de altas temperaturas que vivimos estos días, comentaba que, en sentido estricto, no se podía hablar de ola de calor porque no existe una definición de referencia para este fenómeno, al menos para meses que no sean julio o agosto. Ayer mismo volvió a suscitarse el mismo debate en twitter y expresé idéntica opinión. En cualquier caso, creo que el tema es importante y que merece la pena volver un poco más sobre él.

Para empezar creo que puede ser interesante transcribir algunos párrafos del capítulo que dediqué a las olas de calor en mi libro Meses y Tiempos:

La expresión “ola de calor” suscita en muchas personas una sensación de gran bochorno, cansancio excesivo y con frecuencia recuerdos de noches sin dormir o durmiendo muy poco. Si hubiera que sacar un factor común de lo que la gente entiende por esta expresión sería la de un conjunto de días en que las temperaturas diurnas y nocturnas son muy elevadas quedando por encima de los valores normales del mes en cuestión y haciendo difícil recuperarse por las noches del cansancio y laxitud generados durante el día. Indudablemente esa es la sensación de la “ola” pero no sirve como definición de referencia. 
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Creo que la más lograda hasta el momento, al igual que para las olas de frío, es la presentada por Cesar Rodríguez Ballesteros, responsable del Banco de Datos de AEMET, quien en su artículo Olas de calor y de frio en España desde 1975 publicado en el Calendario Meteorológico 2013 de AEMET, define como tal a “un episodio de al menos tres días consecutivos en que como mínimo el diez por ciento de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000”. (éste es el enlace al artículo en el portal de Divulgameteo)

Desde mi punto de vista se trata de una definición que, aún siendo arbitraria como todas las definiciones, tiene en cuenta factores clave tales como lo extraordinario de los valores registrados, la exclusión de fenómenos locales y la duración. Además, aporta una serie de parámetros comparativos de gran valor como por ejemplo la temperatura máxima de la ola que es la media de las temperaturas máximas del día más cálido de los observatorios que se consideren o la anomalía de la ola que, a su vez, es la media de las anomalías de las distintas estaciones sobre su temperatura umbral. Es verdad que, en sentido estricto, sería interesante tener en cuenta también el comportamiento de las temperaturas mínimas, pero hay que reconocer que los cálculos se complicarían demasiado y que, en la práctica, añadiría poca información ya que es muy difícil que, si se cumplen las condiciones umbrales dadas de valores de las máximas y de duración del periodo, las noches no sean también muy cálidas. 

Creo que en estos párrafos aparecen algunas cuestiones clave: la ola de calor parece identificada en el pensamiento colectivo con situaciones nocivas para la salud al dificultar mucho o incluso impedir el descanso tanto por las altas temperaturas diurnas como  por las nocturnas. Ello no quiere decir que las altas temperaturas diurnas, sobre todo fuera de estación, no puedan perturbar también la salud, y esa es una cuestión que situaciones como ésta que atravesamos nos debería llevar a considerar. Hasta ahora se ha pensado que esas condiciones más o menos aceptadas para la ola de calor sólo podrían darse de un modo claro en julio y agosto. Rodriguez Ballesteros, el autor de la definición a que hago referencia más arriba -y que, aún sin llegar a ser oficial, goza ya de un amplio consenso-, lo considera también así y por eso su estudio se restringe sólo a esos meses. Incluso justifica no utilizar las mínimas en esa definición dado que, en esos meses, máximas tan altas tienen que ir acompañadas de mínimas también muy altas. 

Por tanto, desde mi punto de vista, habría algunas cuestiones a responder tanto por climatólogos como por profesionales de la salud:

a) ¿Debería hablarse de ola de calor -y avisar de ella- cuando ocurran temperaturas muy altas para la época, aunque las mínimas no sean muy elevadas? (Recordemos que AEMET ya dispone actualmente de avisos por temperaturas elevadas además de los avisos especiales por olas de calor)

b) ¿Son también las mínimas de estos días perjudiciales para la salud y el descanso?

c) Si se estableciera la conveniencia de ampliar la definición actual -aunque aún no oficial- de ola de calor a otros meses...¿se calcularían l0s umbrales de igual forma?

Lo que si parece ya de tod0 punto necesario, aunque reconozco la dificultad, es que AEMET, como autoridad meteorológica oficial, establezca unos criterios generales sobre esta cuestión para no crear más confusión y para evitar en lo posible la utilización de distintas opciones. A este respecto cabe reseñar que ya hay algún proyecto europeo, como el EUROHEAT, trabajando en esta cuestión y en el que parecen utilizarse unos criterios distintos para el establecimiento de umbrales.

Pero, junto a todo ésto, me parece muy importante llevar a cabo un estudio, bien sea por departamentos universitarios o por la propia AEMET, sobre si en los últimos veinte o treinta años las entradas de este aire tropical o subtropical están siendo más frecuentes o intensas y, sobre todo, si se están adelantando así como, hasta qué punto, puede ser una manifestación del calentamiento global. A este respecto considero muy interesante el estudio que se está llevando a cabo por un grupo de investigadores españoles sobre el posible alargamiento del verano en Europa y que espero que muy pronto ofrezca sus resultados.

Y llegados a este punto, algunos seguirán diciendo pero... ¿es ola o no lo es? Desde mi punto de vista, la mejor respuesta es que no hay respuesta, porque el enunciado de la pregunta está incompleto. Hasta que ese enunciado se concrete, prefiero -y es mi opinión personal- hablar de un periodo de temperaturas anormalmente altas.


9 de mayo de 2015

Calores en mayo: Preguntas y algunas respuestas

Con frecuencia los meteorólogos nos preguntamos si el público entiende nuestras predicciones, y si llega adecuadamente el mensaje que queremos transmitir. Aunque habría que hacer encuestas serias sobre ello, soy optimista y pienso que, aún habiendo mucho espacio de mejora en la comunicación meteorológica, en general el mensaje llega, al menos, aceptablemente.

Viene esto a cuento porque no se si serán muchas las personas en España que ignoren que se acercan unos días muy calurosos y que van a afectar tanto a la Península como a Baleares y a Canarias durante la primera mitad de la semana entrante, con temperaturas que en Andalucía pueden rondar los 40 grados. Cuestión distinta es si existe una buena información complementaria sobre las características de la situación, su mayor o menor rareza, la posibilidad de batir récords o si se puede considerar cómo una ola de calor. Pongo mi granito de arena y comento a continuación lo que se me ocurre sobre todo ello.

La situación meteorológica que va a provocar estas altas temperaturas es bien conocida. Una gran dorsal anticiclónica formada por aire muy cálido, seco y estable, se extiende desde latitudes subtropicales, en buena medida africanas pero también atlánticas sobre todas las zonas españolas. La combinación de aire ya de por sí cálido, con cielos muy poco nubosos, y vientos débiles o en calma dan lugar a esas temperaturas, favorecidas aún más por la ausencia de movimientos verticales, lo que dificulta la ventilación de las capas bajas. Son condiciones casi similares a las de los grandes calores veraniegos pero con una diferencia importante: en mayo la tierra no ha almacenado el calor estival, por lo que, en general, se enfría más. Por ello, aunque las mínimas también sean relativamente altas, no serán en general tan opresivas como si estuviéramos en esos meses.

Mapa de 500 hPa y de temperaturas a 850 hPa del Centro Europeo para la noche del martes 12 al miércoles 13. Prefiero poner esta imagen hemisférica porque muestra a la dorsal con más claridad y la procedencia del aire cálido (en colores rojos).

¿Es una situación anormal? Si por anormal consideramos qué es que ocurre algo raro en la atmósfera, no lo es en absoluto. Si lo que queremos decir es que los valores que se registren van a estar muy por encima de los climatológicamente normales de esta época, lo es. Así nos lo confirma este mapa del Extreme Forecast Index (EFI) del Centro Europeo que, aunque tiene una interpretación relativamente compleja, nos viene a señalar con su escala de colores, cuan "anormales" van a ser las temperaturas que se esperan.

Mapa del EFI para el próximo martes. El color más intenso se encuentra sobre la mitad norte peninsular. Ello no quiere decir que allí las temperaturas van a ser más altas sino que la anomalía respecto a los valores climatológicos, va a ser mayor.
La siguiente cuestión es cuán seguros estamos de que esta situación vaya a ocurrir realmente. Pues bien, los mapas del modelo de predicción probabilística del Centro Europeo, uno de los cuales muestro a continuación, nos dan bastante seguridad de que la situación va a ocurrir y de que acabará probablemente a mediados de semana.


Mapa procedente del modelo de predicción probabilística del Centro Europeo para el martes 12 de mayo. La situación sinóptica que da lugar a esta situación es prácticamente segura sobre la zona española. También, aunque no muestro el mapa, hay una probabilidad de moderada a alta de que la situación cambie a partir del miércoles-jueves.

¿Ha ocurrido más veces? Pues para contestar a esta cuestión copio a continuación un fragmento del capítulo dedicado a mayo de mi libro Meses y Tiempos:

 "....los episodios cálidos de mayo suelen darse, como es lógico, con la entrada sobre la Península de una dorsal anticiclónica en niveles medios y altos acompañada en los bajos por vientos débiles de componente sur. Uno de los más significativos fue el ocurrido a finales de la primera quincena del mes en 1999 durante el cual se alcanzaron los 41ºC en Padul (Granada), y 40ºC en Illora, también en la provincia de Granada y Villargordo en la de Jaén. En este caso, la temperatura a 850 hPa (unos 1500 metros de altura) -que es un estupendo indicador de lo cálida que es la masa norteafricana- era de unos 25ºC, más o menos la que suele darse en un caluroso día de julio.

Otro episodio muy importante fue el acaecido a mediados de mayo de 2006. Así, el día 17, se alcanzaron máximas de 40,1ºC el aeropuerto de Córdoba, 38,1 en Ciudad Real, 38 en Morón de la Frontera, 37,4 en Toledo y 38,4 en Jaén, todas efemérides absolutas.  Al día siguiente las máximas volvieron a dispararse, si bien centradas un poco más hacia el este y sureste; se alcanzaron de 40 ºC en Murcia, 39 en Alcantarilla y, ya en Baleares, 39,1 en Muro, 38,8 en Manacor y 38,4 en Sa Pobla. En esta situación la temperatura a 850 hPa era de casi 28ºC sobre el archipiélago, un valor muy elevado incluso para pleno verano. Este ha sido probablemente el episodio más importante de calor en la Península Ibérica en el mes de mayo.

En otra situación de este tipo, a principios de la tercera decena del mes en el 2009, pero con la dorsal mas centrada hacia Baleares, volvieron a registrarse en el archipiélago valores muy altos como 35,2 ºC en Sa Cabaneta, 34,2 en Palma-aeropuerto y 32 en Palma-Portopí.

Por su parte, Canarias también se ve afectada ocasionalmente en mayo por expansiones de las dorsales cálidas norteafricanas. Así ocurrió, por ejemplo, a principios de la última decena de mayo de 2003 con un registro de 37,6 ºC en Tenerife-Los Rodeos y también a finales de la primera decena de 2007 con máximas de 32,4 ºC en el aeropuerto de Mazo en La Palma y en San Bartolomé (Gran Canaria)"

Entonces, ¿es posible, a la vista de lo anterior, que se puedan batir récords? Es posible que  en algunos puntos sí, o que, al menos, nos acerquemos mucho a ellos ya que la temperatura a 850 hPa puede acercarse en el sur de Andalucía a 23 o 24 grados.

¿Es una ola de calor? Aunque sigue sin haber una definición oficial de la misma, cada vez se utiliza más -y espero que AEMET acabe adoptándola oficialmente- la establecida por el climatólogo César Rodriguez Ballesteros a la que ya me he referido en varias ocasiones y que dice así:

"Es un episodio de, al menos tres días consecutivos en que, como mínimo, el diez por ciento de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95 por ciento de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000"

Como se ve, el criterio se restringe a los meses de julio y agosto y mi duda es si podría aplicarse a otros meses distintos en los que otras características, como por ejemplo la duración de las noches, es distinta. Digamos, por tanto, que este criterio no se puede aplicar estrictamente en este caso. Quizás Cesar Rodriguez quiera hacer algún comentario sobre ello y sería muy bienvenido.

Y, por último, la pregunta del millón: ¿Tiene que ver con el cambio climático? Para responde a ello habría que investigar a mi juicio dos cosas: Si este tipo de situaciones sinópticas se están haciendo más frecuentes en primavera, y sí la temperatura de la masa de aire a 1500 metros de altura -un  excelente indicador de la intensidad de estas situaciones- va siendo progresivamente más alta. Si fuera así, quedaría claro que hay un proceso de cambio. Cosa distinta es si pudiera estar causado por la acción humana. Para eso se necesitaría experimentar con modelos climáticos y ver, hasta qué punto, una situación así podría justificarse sólo por la variabilidad natural. Ya se están haciendo experimentos de ese tipo y sería interesante que se aplicaran a estas situaciones. De todos modos, y para finalizar, recordemos que, como hemos visto, l0s récords de temperaturas de mayo parecen haberse dado en 1999, 2003 y 2006. Es significativo.


6 de mayo de 2015

¿Ciencias sociales en meteorología?...¿Por qué no?

"Estamos trabajando con los científicos sociales para ver cómo podemos ayudar a conseguir el tipo de conducta que buscamos". Esta frase fue pronunciada hace pocos días por John Murphy, un alto responsable operativo del Servicio Meteorológico de Estados Unidos, en una reunión que mantuvo con investigadores del Centro Meteorológico de Norman, en Oklahoma. La cita está recogida en un reportaje publicado el pasado 3 de mayo en la página web de la cadena ABCnews en el que también  aparecen opiniones en el mismo sentido de otros responsables de la NOAA.

En general, se deja traslucir una gran preocupación por el alto número de muertes que todavía ocasionan los tornados en Estados Unidos, un número que no ha llegado a reducirse de forma proporcional a como ha avanzado la tecnología y los métodos de predicción. Se piensa que los mensajes de aviso no son lo suficientemente claros como para que el público -los distintos tipos de público- tomen las decisiones correctas. Por eso, NOAA ha decidido trabajar junto a expertos en ciencias sociales para conocer mejor las formas de conducta de distintos colectivos y generar los mensajes de aviso más adecuados, en un intento de rebajar el número de muertes. Entre otras acciones se ha puesto en marcha el proyecto FACETS  que busca una mejor comunicación pública de los avisos de tiempo adverso.

Quienes siguen este blog saben que me he referido con frecuencia a la importancia de que los mensajes meteorológicos -muy especialmente los avisos, pero también las predicciones "normales"- lleguen con eficacia a los distintos colectivos sociales. Si no es así, la significativa inversión que la sociedad hace en meteorología resulta muy poco útil y, sobre todo, no se presta el servicio público que la ciencia y la tecnología hacen ya posible. 

Entre los meteorólogos y comunicadores meteorológicos ronda siempre la misma pregunta: ¿Nos entienden? Y, ante ella, surgen distintas respuestas, que son mas bien opiniones, ya que, para conocer la verdadera, hay que preguntar, medir y estudiar los resultados; es la única manera. Y luego, repetir el proceso periódicamente para ver si esa comprensión -y los resultados de la misma- avanza o disminuye, es decir, si lo estamos haciendo bien o mal. 

En España, la encuesta más significativa fue hecha por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en el año 2011 por encargo de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Los resultados, que son públicos,  fueron realmente interesantes, pero más interesante sería aún repetirla cada dos  o tres años para saber si el servicio público meteorológico avanza o no, y que acciones correctoras deberían, en su caso, adoptarse. Incluso podría pensarse -y recuerdo que alguna vez se habló de ello- de que un par de preguntas sobre la comprensión y la valoración de las informaciones meteorológicas, deberían ser incluidas en los barómetros periódicos de opinión que el CIS lleva a cabo de forma normalizada y en los que se consulta a los ciudadanos sobre aspectos críticos o significativos del servicio público.

Naturalmente, estas encuestas deben estar diseñadas por psicólogos sociales y sociólogos junto con meteorólogos, y así se hizo en el caso de la encuesta a que hago referencia. Después, esos expertos deben seguir trabajando en el diseño textual y/o visual más adecuado de avisos y predicciones, de acuerdo con los resultados obtenidos. Por supuesto ello es crítico en el caso de los avisos, pero también es importantísimo para las predicciones de cada día. Es verdad que -como dicen algunos meteorólogos y comunicadores tanto en Estados Unidos como en España- la predicción tiene que ser contada de forma que la entienda mi madre, mi marido o mis hijos...pero...¿la contamos así? ¿Sabemos contarla así?

Por tanto, insisto en que los expertos sociales tienen que trabajar codo con codo con meteorólogos y comunicadores para conseguir que a  la actual "potencia" meteorológica se le saque todo su provecho. Es hora de ir contestando ya a la pregunta de: ¿realmente se nos entiende?... y también a las que nos hacemos cuando, desgraciadamente, una riada súbita inunda muchas viviendas o arrastra a vehículos incluso con ocupantes...¿conocían los avisos?, ¿los entendían? ..¿sabían como actuar?

No podemos quedarnos eternamente en las preguntas. Hay que actuar.