Llega junio, el primer mes del trimestre veraniego, y parece que comienza con otro remonte de las temperaturas que podría dar paso el próximo fin de semana a una situación de fuertes tormentas, tan típicas de este mes.
En cualquier caso, y aunque a veces parece que habría que revisar los criterios meteorológicos de cada mes, veamos a continuación cómo se suele comportar junio y qué ha hecho cuando se ha comportado de otra forma. Como en meses anteriores copio a continuación parte del capítulo titulado dedicado a junio en mi libro Meses y tiempos.
Visión
de junio
Junio ya es verano, pero
un verano todavía amable, agradable, sin las exageraciones térmicas de julio o
de agosto, aunque sí perturbado a veces por la aparición de tormentas. Es un tiempo risueño donde las personas
sienten ya muy cercano el descanso, la fiesta o, de algún modo, el relajo
anual. Aún así, para mucha gente del campo comienza una época fuerte de
recolección de cereales y frutales y es tiempo también propicio para algunas
otras labores agrícolas. Hasta hace algunos años, los largos tiempos de siega y
de trilla en el interior peninsular les llevaba a retrasar su descanso hasta
septiembre; sin embargo, la gran mecanización de muchas de esas labores hace
que se pueda irse adelantando. En cualquier caso:
Junio
soleado y brillante, te pone de buen talante
A ello ayudan el gran
número de horas de sol –unas quince- que culminan en el solsticio, en los días
alrededor de San Juan, festividad que es origen de tantos mitos, leyendas y
fiestas sobre el fuego y la luz. A ese máximo de presencia solar, que llega ya
a su punto más alto para iniciar de nuevo su descenso, se refieren algunos
refranes:
De
Junio el día 21 es largo como ninguno
O, también:
El día de San Bernabé,
dijo el sol: “Hasta aquí llegué”
si bien este refrán ha dado lugar a alguna
polémica ya que, actualmente, San Bernabé se celebra el día 11. Parece que la
aparente discrepancia de la fecha respecto al solsticio podría estar
relacionada con la reforma del calendario juliano.
Las temperatura media del
mes es de 20,1º, algo más de cuatro grados por encima de la de mayo. Sin
embargo, ello no quiere decir que de vez en cuando haya retrocesos al frío si
llegan a la Península aires atlánticos frescos y húmedos. Lo más normal es que
ello ocurra en la primera decena, pero el riesgo existe durante todo el mes.
Esa circunstancia da origen a uno de los refranes meteorológicos más conocidos,
y probablemente también uno de los más ciertos:
Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo
O,
en su versión más larga:
Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo; por si en vez de por
derecho, viene de soslayo
Pero, cuidado:
Hasta el cuarenta de
mayo, no te quites el sayo, y si junio es ruin, hasta el fin.
Y con múltiples variedades
tales como:
Hasta el cuarenta de mayo,
no te quites el sayo, y si vuelve a llover, vuélvetelo a poner.
De todas formas, lo más normal
es que ya en la segunda decena, hacia San Antonio (día 13), las temperaturas
suban bastante, alcancen valores veraniegos y se mantengan así, salvo bajadas circunstanciales
debidas a esas posibles entradas de aire fresco atlántico.
Por lo que respecta a las
lluvias y aunque las tormentas puedan ser frecuentes –junio y septiembre son
los meses más tormentosos del año en España- presentan ya una media de 36 mm,
casi 30 mm menos que las del mes anterior. En cualquier caso, como ya apuntaba,
todavía puede llegar algún frente atlántico pero, salvo excepciones, no suele
traer lluvias significativas. Lo que sí puede ocurrir es que aparezca una DANA
al sur o al suroeste de la Península y las tormentas se hagan intensas y
frecuentes durante varios días:
Juniete
nubladete, si no granizas no agonizas
Así, el refranero muestra
su preocupación por un exceso de lluvias durante este mes:
Lluvias en junio,
infortunio.
o,
Aguas en junio, ni frutos ni pastos en julio.
y
también,
Agua por San Juan, quita vino, aceite y pan.
También en este mes se
hace ya muy importante la evaporación en suelos, ríos y embalses desapareciendo
la nieve que pudiera quedar en las montañas. Comienza así el periodo de estiaje
y, a la par, aumenta considerablemente el riesgo de incendios forestales.
Aunque como decía antes, junio no suele
ser excesivo en sus calores, siempre es posible la entrada de una dorsal
norteafricana con aire muy cálido, que provoque importantes subidas de las temperaturas. En los últimos cincuenta
años son de recordar algunos episodios
muy significativos tales como los de los últimos
días del mes en 1965 cuando el día 26 Córdoba registró 45ºC, al día
siguiente Sevilla 45,2 y algo después, el 30, se alcanzaron los 38 en algunos
puntos de Baleares.
Otro episodio importante de este tipo acaeció durante los días 23 al 26, esta vez del 2001: Granada
alcanzó 40ºC el 23, Almería 40,6 –su efemérides absoluta de junio- mientras que
en Baleares se llegaba, el día 26, a 41,4 en el aeropuerto de Palma, también efemérides absoluta.
Todo ello ocurrió con una temperatura de 26º a 850 hPa, muy alta incluso para
julio.
También del 25 al
27 de junio de 2011 una gran masa cálida norteafricana afectó con especial
incidencia al cuadrante noroeste peninsular con temperaturas de 24º a 850 hPa.
El 25, Santiago de Compostela llegó a los 37,5º y al día siguiente Ourense
alcanzó 40,4. Curiosamente, casi en las
mismas fechas del 2012, una situación parecida afectó a la mitad oeste
peninsular con valores de 39,1ºC en Salamanca y 38,8 en Zamora. En estos dos
episodios gran parte de los observatorios de Castilla y León e interior de
Galicia alcanzaron sus efemérides de junio o quedaron muy cerca de ellas.
En Canarias existe también en junio la amenaza de entrada
de aire sahariano que a veces ha llegado a marcar los 28º a 850 hPa. En esos
casos, es frecuente que sobre todo en las islas mas cercanas al continente y en
las medianías de las más altas las
máximas puedan llegar a sobrepasar los 40º.
Las lluvias
intensas de junio suelen tener casi siempre origen tormentoso dada la ya
importante energía disponible en niveles bajos para alimentar desarrollos
convectivos en cuanto aparezca un cierto nivel de inestabilidad. Ésta puede
estar unida a tres tipos de escenarios
distintos. El más importante cuenta con la presencia de una DANA y su ubicación específica determina la zona
donde se van a producir las lluvias más importantes. Pueden recordarse algunos
episodios significativos de este tipo tales como la del 9 de junio de 2000 cuando una perturbación de este tipo, situada
sobre el centro peninsular, originó lluvias
torrenciales y vientos fuertes en el tercio oriental de la Península y sobre
todo en Cataluña. Se recogieron 220 mm en El Bruc y 208 en Callús, en la provincia de Barcelona.
Otro muy importante fue el acaecido también un 9 de junio pero en este caso de 2010
cuando otra DANA situada al sur de Portugal provocó Intensas lluvias e inundaciones en La Mariña de Lugo; se recogieron 157 mm en Burela y 158 en Viveiro.
También, el 18 de junio de 2013 una profunda vaguada
que acabó originando una DANA muy elongada provocó una muy fuerte advección
cálida del sur e intensas lluvias en el Pirineo aragonés. La unión de esas
precipitaciones con el agua procedente de un rapidísimo deshielo provocó grandes
avenidas en los ríos de la zona con inundaciones y grandes destrozos en
edificios y vías de comunicación.
El segundo escenario productor de lluvias intensas
en junio puede ser un frente muy activo, reflejo
en superficie de una vaguada estrecha y alargada. En ese caso las condiciones
para el ascenso del aire son muy favorables y se desarrollan potentes
cumulonimbos que acompañan el paso relativamente lento del frente, lo que da
lugar a acumulaciones importantes de lluvia en una misma zona. Por otra parte,
este tipo de situaciones presentan frecuentemente una marcada cizalladura o cambio de dirección del viento con la
altura. Esta circunstancia favorece la aparición de fenómenos de tipo severo,
tales como rachas fuertes de viento, granizos grandes e incluso algún tornado.
Una clásica situación de este tipo fue la que ocurrió el 1 de junio de 1999 con la aparición de un tornado entre San
Leonardo de Yagüe y Navaleno, en la provincia de Soria, que tronchó pinos de
más de 15 metros de altura durante un relativamente largo recorrido. Esas
tormentas también provocaron rachas muy fuertes de viento como las que llegaron
a alcanzar 130 km/h en Autilla del Pino en la provincia de Palencia.
Por fin, el tercer escenario cuenta con la presencia de una dorsal anticiclónica
en niveles altos y medios y un débil seno de bajas presiones en el interior
peninsular. Son situaciones en las que predomina el llamado “buen tiempo”.
Basta sin embargo que se den pequeñas variaciones en la circulación de niveles
medios para que la atmósfera se haga inestable y los cumulonimbos crezcan con
rapidez pudiendo dar precipitaciones intensas incluso con algún granizo pero de
forma local y sin mantenerse durante mucho tiempo. Un ejemplo de este tipo
puede ser la tormenta del 13 de junio de
1989, también sobre la zona de Autilla del Pino, que descargó 62 mm con una
intensidad puntual de 148 mm/hora.
Las tormentas son por tanto un
factor muy importante del comportamiento de la atmósfera en junio y en general
de todo el verano con importantes impactos económicos y sociales.