29 de abril de 2012

La historia de Queenie


“Un remolino dentro de otro remolino. Y dentro de ese, otro. Y así hasta el infinito”

Quienes hayan leído mi entrada anterior de este blog se habrán dado cuenta de que no soy muy partidario de que las borrascas reciban nombre propio salvo que fuera una actividad regulada por la Organización Meteorológica Mundial. Sin embargo, las particularidades de la borrasca protagonista de estos días y el sugerente nombre con que ha sido bautizada, me lleva a escribir hoy un comentario sobre su nacimiento y su evolución.

Queenie nació ayer, sábado 28, en el interior de la Península Ibérica, quizás hacía el Valle del Ebro. Ya, para empezar, es un lugar raro para nacer porque la mayoría de las borrascas lo hacen sobre el mar en un proceso llamado “ciclogénesis” , es decir génesis de un ciclón. Y aquí debe tenerse en cuenta que en meteorología se denomina “ciclón” a cualquier torbellino atmosférico que gire –en el hemisferio norte- en sentido contrario a las agujas de un reloj.


El escenario en el que nace Queenie queda bien reflejado en esta imagen de Meteosat correspondiente a las 8 de la tarde de ayer. Puede que sea una imagen un tanto compleja para los no iniciados y por tanto la describo muy por encima. Toda la mitad occidental de la Península está salpicada de manchas blancas que corresponden a nubes tormentosas desarrolladas en el seno de una colada de aire frío. Esta colada llegó ahí tras el paso de “Petra” y se había quedado estacionaria hasta que ayer se puso en movimiento hacia el este. A su derecha aparece una banda blanco-amarillenta que se extiende desde el golfo de Vizcaya hasta Almería. Éste es el antiguo frente frío que durante estos días ha actuado de frontera de separación entre el aire frío al que acabo de hacer referencia y la potente masa de aire muy cálido que, como reacción a la colada fría, había penetrado sobre el Mediterráneo occidental y en particular sobre el mar Balear dando temperaturas muy altas. Y sobrevolando parcialmente ese frente aparece una gran banda blanca de cirros pertenecientes al chorro subtropical que remonta desde el sur de Canarias y acaba curvándose hacia la derecha al norte de Baleares.

Y a todo esto, ¿Dónde está Queenie en esa imagen? Pues está empezando a formarse justo en esa curvatura que experimenta la banda blanco-amarillenta sobre la Rioja y Navarra aproximadamente.

¿Por qué nace? En principio porque en esa zona hay condiciones que se lo ponen  muy fácil. Las borrascas suelen generarse en áreas de marcado contraste entre masas de aire de características muy distintas. Ayer, esa banda que se recurva, marcaba la separación entre dos “aires” muy distintos, como ya expliqué antes. Cualquier pequeño remolino que se cree sobre ella puede hacerse muy inestable y crecer con rapidez; eso es lo que pasó ayer. ¿Y qué creó ese remolino? Pues una ondulación de la corriente de vientos en niveles altos que sobrevolaba la zona relacionada probablemente –no estoy del todo seguro de ello- con esa remontada del chorro subtropical que vemos en la imagen reflejada por esos cirros tan blancos.

A partir de ese momento y durante toda la noche, Queeny se ha desarrollado muy rápidamente. Se ha dirigido hacia el norte hasta la zona de la Bretaña francesa al tiempo que se ha intensificado mucho. De hecho, esta mañana tenía en su centro 991 hPa, es decir había experimentado un descenso de presión de unos 14 hPa en unas 16 horas… ¡un desarrollo casi explosivo!

 ¿De dónde ha salido tanta energía? Pues de ese contraste entre ambas masas de aire a lo largo de cuya frontera se ha deslizado, como si fuera una mecha ardiendo, y quizás en parte también del calor latente de condensación de la actividad convectiva que ha desarrollado. A este respecto hay que señalar que por sus características no era una borrasca “fácil” de pronosticar por los modelos numéricos en lo que se refiere sobre todo a su intensificación real. Y sin embargo la simulación se ha acercado mucho a la realidad.

Y ésta es la imagen de satélite en la tarde de hoy, día 29. Es una imagen algo mas “limpia” que la de ayer porque Queenie se ha convertido en la protagonista casi única, desarrollada ya como una importante borrasca fría. Centrada al sur de las Islas Británicas, el chorro subtropical la rodea parcialmente en una de sus bellas “remontadas”. Mientras, extendiéndose desde Marruecos hasta el sureste peninsular aparece una banda nubosa “en coma”, que es la zona mas activa de la que era borrasca principal hasta el día de ayer. Y sobre el resto de la Península, nubes tormentosas salpicadas aquí y allá.

A partir de ahora Queenie se desplazará hacia el noroeste de la Península Ibérica, permanecerá ahí casi estacionaria durante unos días al tiempo que se debilita y provocará chubascos y tormentas en el cuadrante noroeste. Después, en la segunda mitad de la semana, es probable que desaparezca absorbida por una nueva borrasca, por otro remolino ciclónico. Y podría ser que nos dejara un regalo: un  camino abierto hacia España para las borrascas atlánticas. Pero esa es ya otra historia posible de nuevos remolinos.

26 de abril de 2012

Petra... ¿qué Petra?


Ahora que “Petra”, o lo que queda de ella, se aleja ya muy debilitada por el interior de Europa, es el momento de hacer algunas consideraciones sobre la asignación de nombres propios a determinadas estructuras atmosféricas.

Aunque parece que hay algún precedente en Australia a principios del siglo XX, la historia comienza cuando tras la Segunda Guerra Mundial, la Armada norteamericana asume definitivamente una práctica informal que se había venido haciendo durante la contienda: asignar nombres a los ciclones tropicales con el fin de distinguir unos de otros, ya que, debido a su duración, podía darse el caso de que existiera mas de uno simultáneamente, algo que ocurre con cierta frecuencia. Mas adelante, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) instauró oficialmente esta práctica y a partir de este momento es este organismo de la ONU el que establece las listas de nombres de los ciclones tropicales para cada estación de una forma organizada y con unos criterios específicos que deben ser asumidos y respetados por todos los Servicios Meteorológicos. Un resumen histórico de esta cuestión puede encontrarse aquí.

De modo más informal, algunos Servicios Meteorológicos utilizan letras o números para “personalizar” a los frentes ya que en un mismo mapa también pueden existir varios de ellos y es conveniente poderse referirse de forma individual a cada uno de ellos.

Sin embargo, la actividad más singular a este respecto es la llevada a cabo por el Departamento de Meteorología de la Universidad Libre de Berlín. Hace ya muchos años, en 1954, decidió asignar nombres propios a vórtices atmosféricos (borrascas y anticiclones) de acuerdo con una lista establecida. En esta lista en los años pares las borrascas tienen nombre femenino y los anticiclones masculino y al  revés en los años impares. Se publica antes de la temporada típica de aparición de borrascas –a principios de otoño- y posibilita que cualquier persona que lo desee pueda “apadrinar” a  una borrasca o a un anticiclón respetando unas ciertas reglas y pagando unos cientos de euros que se emplean para sufragar algunos de los gastos del Departamento. Es curioso que resulta más caro apadrinar un anticiclón que una borrasca; supongo que es por la mayor abundancia de éstas últimas.

Si bien esta práctica lleva desarrollándose muchos años, las borrascas “con nombre” se popularizan a mi juicio cuando, en diciembre de 1999, tres de ellas: “Anatole”, “Lothar” y “Martin” -probablemente alguna o algunas de ellas también de tipo “explosivo”- afectan a buena parte de Europa occidental y central dejando a su paso bastantes víctimas y grandes destrozos y con la singularidad de que las dos últimas pasaron en dos días consecutivos. El impacto mediático fue tan fuerte que los tres, y sobre todo los dos últimos nombres, se hicieron muy populares. Una primera consecuencia de estas situaciones fue la toma de conciencia por parte de los Servicios Meteorológicos europeos de que era necesario que los avisos llegaran mejor al público mejorando su comprensión y difusión. Ahí se inició el proceso que dio lugar unos años después a un sistema de avisos homogéneos y coordinados para toda Europa denominado “Meteoalarm” que hoy está plenamente en uso y cuya presentación internacional tuvo lugar en El Escorial coincidiendo con la celebración del Día Meteorológico Mundial de 2007.

Pues bien, desde aquella situación de 1999 se ha ido utilizando cada vez más por aficionados y medios de comunicación los nombres asignados por la Universidad de Berlín, sobre todo para borrascas asociadas a ciclogénesis explosivas o en general con fuertes vientos. Esta práctica está ya totalmente asentada y además da un punto de cercanía curioso e interesante de la sociedad hacia los fenómenos atmosféricos.

Sin embargo, justamente por la popularidad creciente de estas borrascas “bautizadas”, su importante impacto mediático, el hecho de estar ligadas a fenómenos potencialmente muy destructivos y porque su recorrido afecta a varios países y zonas marítimas, pienso que el tema debería ser estudiado, y en su caso asumido, por la Organización Meteorológica Mundial, tal como en su día asumió la iniciativa de la Armada norteamericana. Si fuera así, la OMM debería establecer criterios y umbrales objetivos de modo que fueran seguidos sin problemas por todos los Servicios Meteorológicos. Se evitarían así  posibles incoherencias y descoordinaciones y además tendría la ventaja de que todos llamaríamos igual a lo que es un mismo fenómeno.

Lo que ya no tengo tan claro es si la Universidad Libre de Berlín podría continuar con su “padrinazgo”…

24 de abril de 2012

Tiempos fuertes


Interesante -y espectacular - la ciclogénesis explosiva que se desarrolla hoy en el Atlántico al sur de las Islas Británicas y afectando de lleno al Cantábrico con fuertes vientos y muy mala mar. Siempre me ha parecido muy sugerente este proceso mediante el cual, una humilde y poco profunda borrasca en niveles bajos recibe una inyección energética desde “arriba” ligada a máximos de viento y quizás a alguna entrada de aire estratosférico, pone lo mejor que ella tiene –sus contrastes de masas de aire- y se convierte en poquísimo tiempo de “patito feo” a “cisne”, con un despliegue espectacular de energía –y de belleza- pero con un ciclo vital muy rápido.

Al suroeste de Irlanda la ciclogénesis explosiva en pleno desarrollo
A veces  este tipo de evoluciones están ligadas a una reestructuración de las grandes ondas de Rossby u ondas planetarias en niveles medios y altos. Vamos a ver estos próximos días como se pasa en toda el área atlántica de un flujo bastante zonal  a otro de tipo meridiano con la formación de una vaguada muy profunda al oeste de la Península afectando incluso a su mitad occidental. Esta vaguada parece quedarse en situación casi estacionaria  durante un par de días para después –hacia el sábado- quedar aislada como borrasca fría y decidiéndose a partir de ahí a atravesar la Península. Pues bien, esta  situación presenta algunas características interesantes para nuestro tiempo. Vamos a verlas.

Por una parte, el frente frío ligado a la ciclogénesis explosiva se queda en situación casi estacionaria a partir del jueves sobre la mitad occidental de la Península –al igual que la zona delantera de la vaguada que la sustenta- o moviéndose muy lentamente hacia el este. Va a mantener una lengua aire húmedo subtropical sobre esas zonas y dando lugar a algunos chubascos a veces tormentosos. Por otra, sobre la mitad oriental de la Península se produce una marcada advección de aire cálido y muy seco de origen africano que va a elevar las temperaturas notablemente en esas zonas y sobre todo en el área de Baleares. Para el viernes llega incluso a aparecer en 850 hPa la isoterma de 20º algo al sur de Ibiza, que sería un valor normal casi del mes de junio.  Probablemente, ese calor que posteriormente se extenderá a amplias zonas del centro y sur de Europa, será noticia en los próximos días.

Mapa de 500 hPa previsto por el Centro Europeo para la madrugada del próximo viernes
Pero hay otro fenómeno muy interesante: Entre el noroeste y sureste de la Península va a existir un marcado gradiente de temperatura, una diferencia de unos 16º a 850 hPa; del mismo modo, el contraste va a ser muy fuerte entre el aire húmedo del frente semiestacionario y el muy seco africano que convergerá suavemente hacia él. Y, por si fuera poco, es probable que exista algo de cizalladura vertical entre el viento del sur-suroeste de niveles medios y altos y un débil sur-sureste de capas bajas. Este escenario, de producirse, podría provocar, sobre todo en la mitad oriental peninsular y entre el jueves y el sábado, algunos episodios de convección severa con lluvias intensas pero en general de corta duración –a veces de barro ya que entra polvo africano- algunas granizada, fuertes rachas de viento y quizás algún fenómeno aislado de tipo tornado. Habrá que estar al tanto.

23 de abril de 2012

El tiempo y la incertidumbre


“La duda no es una condición placentera pero la certeza es absurda”
                                                                                         Voltaire

Una vez más se ha cumplido un rito ya tradicional de la Semana Santa: las críticas a los hombres y mujeres del tiempo por supuestos fallos de predicción  en este periodo festivo.  En principio no eran muy de esperar porque ha existido un consenso bastante amplio en considerar que han sido acertadas o al menos bastante aceptables… pero la tradición es la tradición y aunque, ni mucho menos de forma generalizada, ahí han  estado de nuevo.

¿Es necesario seguir con todo esto? ¿Hay que seguir considerando a “los del tiempo” como “hechiceros de la tribu” y esperar a ver si los dioses los acompañan en sus cábalas y adivinaciones? Y si no es así: ¿hay que echarlos a la hoguera? Pues no, no parece necesario. Estamos en una sociedad más civilizada y científica y cada vez es también más posible apoyarse en esa ciencia para disponer de una información objetiva y muy útil….aunque, si lo hacemos  perderemos ritos y hechiceros, eso es verdad.

Desde siempre los meteorólogos hemos sabido que cualquier predicción es una probabilidad de que ocurra una situación atmosférica concreta pero nunca es una certeza. Voy a referirme, aún a costa de ser reiterativo para algunos lectores, a las razones de ello.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la atmósfera es un fluido con un comportamiento caótico y altamente no lineal. Quiere decirse que, debido a esas características y a la forma en que hay que resolver las complejas ecuaciones matemáticas que la describen,  nunca, ni en las condiciones más ideales, podríamos tener una predicción exacta de su comportamiento futuro, incluso ni para el plazo de minutos. Su comportamiento depende muchísimo de la situación de partida y pequeñas diferencias en la misma pueden conducir a resultados muy distintos. Así, un error de unos pocos metros por segundo en la determinación de la velocidad del viento o de unas décimas de milibar en la de la presión puede conducir a obtener resultados previstos que tengan muy poco que ver con la evolución real.  Para acercarnos lo más posible a ese “análisis”,  a esa situación de partida ideal, tendríamos que hacer observaciones muy completas con un detalle espacial y temporal altísimo, imposible en la práctica y con un costo económico inasumible.

Pero aún hay más: la física de la atmósfera es tan compleja que no la conocemos aún en todo su detalle y por tanto no podemos hacer modelos físico-matemáticos tan perfectos como querríamos. Así por ejemplo, los mecanismos de la precipitación son tan complejos, sobre todo en situaciones tormentosas, que son dificilísimos de reproducir con fidelidad por el modelo matemático más sofisticado de modo que para determinar las características y cantidades de lluvia que pueden esperarse hay que recurrir a cierto tipo de aproximaciones o compromisos que no responden del todo a la realidad.

Por todas estas razones las predicciones no pueden ser exactas y ello no es culpa de los meteorólogos sino de que nuestra atmósfera y nuestra ciencia son como son. ¿No hay solución a todo ello? En buena  medida sí… si estamos dispuestos a ver las cosas de forma un poco distinta.

Hasta hace doce o trece años los meteorólogos sabíamos que la evolución que nos ofrecían los modelos era una situación que podía ocurrir probablemente…pero ¿cuánto de probable era?,¿qué otras alternativas existían y que probabilidad tenían de ocurrir? Pues, con toda sinceridad, salvo alguna intuición personal, ni idea.

Sin embargo, hacia mediados de los 90, se pusieron a punto unas técnicas matemáticas denominadas “ensembles” o “conjuntos” que “juegan” con algunas de esas fuentes de error a las que antes me refería de una forma que sería prolijo describir ahora y que nos permiten cuantificar la probabilidad de que se produzca una situación concreta o de que se produzcan otras con rasgos más o menos distintos.  Y del mismo modo, nos permiten conocer, no sólo la probabilidad de que llueva o haga viento, sino también la probabilidad de ocurrencia de los distintos valores de estos fenómenos que pueden esperarse. Y eso puede estar disponible para cualquier punto  del planeta y para diez días de plazo de predicción. Naturalmente, cuanto más cerca estamos en el tiempo, mas certidumbre y menos escenarios posibles hay y cuanto más nos alejamos, mas aumenta la incertidumbre. Pero lo interesante es que está cuantificada y además que no hay nada subjetivo en todo el proceso. Esta información es la mejor y la mayor “verdad” que la ciencia nos puede ofrecer en predicciones desde unas horas hasta 10 o 15 días. Se está utilizando ya para algunos usuarios específicos y para aplicaciones tan importantes como las posibles trayectorias de los huracanes. Además, parte de ella figura ya en forma de mapas en algunas páginas de Internet. Si se quiere conocer con mas detalle las técnicas "ensemble" puede visitarse este interesante módulo Comet del UCAR norteamericano

Si estas informaciones se utilizaran de forma habitual para el gran público se acabarían las equivocaciones de los meteorólogos y desaparecerían  los hechiceros…pero hacerlo así tiene un coste: tendríamos que aceptar a la incertidumbre  y tomar nuestras propias decisiones en función de la mejor información que la ciencia nos puede  dar. Como eso es algo que sociológica y psicológicamente nos cuesta y además habría que hacer algunos trabajos preparatorios y decidir algunas alternativas, solemos tomar la solución aparentemente más sencilla. Presentamos la evolución que en principio parece más probable – lo malo es cuando hay dos o tres igualmente probables- y se hace “certeza” de lo que sólo es una posibilidad entre otras. Hacer ésto es una opción que puede ser aceptable, pero desde luego debemos ser conscientes de que no aprovechamos toda la información disponible y que, de alguna manera, no facilitamos una toma de decisión “adulta” a quienes pudieran desearla.

Naturalmente éste es un tema controvertido a nivel mundial en el campo de la comunicación meteorológica. Indudablemente, la transmisión de esa información de forma generalizada debería ser muy cuidadosa para que sea bien entendida y utilizada. Sería necesario un trabajo conjunto previo de meteorólogos, comunicadores y expertos en ciencias sociales porque hay que estudiar como “formar” al público, como presentar de forma sencilla esa información, como evaluar su utilización e incluso cuando debe darse de una manera u otra. En cualquier caso creo que merece la pena intentarlo porque seriamos más objetivos y rigurosos y quizás contribuiríamos también a una sociedad un poco más  madura. De hecho, Voltaire se alegraría. Eso sí, ¡nos perderíamos una buena tradición de Semana Santa!

19 de abril de 2012

El mundo evitado


El pasado martes tuve ocasión de asistir en la Facultad de Físicas de la Complutense en Madrid a un seminario impartido por el Dr. Rolando García del NCAR estadounidense con el sugestivo título de “El mundo evitado”.

El Dr. García es un veterano y eminente científico que es conocido sobre todo por sus investigaciones sobre el ozono estratosférico. El título de su presentación hace referencia al mundo que hemos evitado a partir de la prohibición de los gases CFC como resultado del protocolo de Montreal de 1989.

Es bien conocido el efecto destructor del ozono que poseen estos gases de modo que, como el Dr García comentaba, si no se hubieran suprimido, hacia el año 2070 la vida humana estaría ya muy comprometida debido al efecto letal del alto nivel de radiación ultravioleta que alcanzaría la superficie de la Tierra. Sin embargo es mucho menos conocido que los CFC actúan también como potentes gases de efecto invernadero. De acuerdo con sus investigaciones, también hacia el año 2070 los CFCs hubieran doblado el efecto de calentamiento del dióxido de carbono. Por tanto puede verse la importancia transcendental que para la vida sobre la Tierra tuvo la adopción del protocolo de Montreal.

En el coloquio surgieron algunos temas de interés. A la pregunta de la razón por la que parece que la recuperación del ozono estratosférico es más  lento de lo que se pensaba el Dr. García negó que fuera así y afirmó que la tasa de recuperación está dentro de los umbrales de tolerancia del ritmo que se había previsto si bien hay algunas incidencias limitadas tales como algunos inviernos con la temperatura estratosférica más baja de lo normal en la zona antártica. Ello provoca a su vez la existencia de más nubes estratosféricas que son verdaderas trampas de ozono.

Nubes estratosféricas destructoras de ozono sobre la base Mc Murdo en la Antártida (Alan Light)

Para finalizar se volvió sobre la cuestión clásica de hasta qué punto se puede estar seguro de que el actual ciclo de calentamiento es debido a la acción de los gases de efecto invernadero o a la llegada de una mayor radiación solar. Rolando García fue muy claro en su respuesta afirmando que el perfil de la evolución de las temperaturas observadas en la troposfera y en la estratosfera – la primera más caliente y la segunda más fría- es perfectamente compatible con el efecto de los gases pero en modo alguno con la llegada de mayor radiación del sol. En ese caso se produciría un calentamiento global de la atmósfera con unas características y un perfil absolutamente distinto al actual.

Lástima que no haya forma de lograr otro protocolo de Montreal para el dióxido de carbono


16 de abril de 2012

Ártico, bloqueos y olas de calor


A los meteorólogos nos preocupan las circulaciones o los fenómenos atmosféricos que se quedan estacionarios sobre un mismo espacio geográfico. La persistencia de la nieve, de la lluvia, del frío o del calor puede provocar por acumulación fenómenos adversos para la población. Un ejemplo relativamente frecuente es el de las tormentas. Si ya el paso de una tormenta sobre una localidad puede dar lugar a cantidades importantes de lluvia, cabe imaginar lo que puede suceder si la tormenta permanece sobre la misma zona, regenerándose sobre ella durante una o dos horas. En este caso solemos decir que se trata de una tormenta “anclada”. Tormentas de este tipo fueron las que provocaron por ejemplo la catástrofe del camping de Biescas o algunas inundaciones en la isla de Tenerife.

Otro fenómeno de mucha mayor escala donde la persistencia es fundamental es el de las olas de calor. Se producen normalmente ligadas a anticiclones en todos los niveles de la atmósfera que se quedan prácticamente estacionarios durante varios días sobre una amplia zona geográfica. En esa situación se suman varios efectos. Por una parte el propio aire de la masa anticiclónica es ya por su propia naturaleza bastante cálido; por otra, al estar el cielo despejado, la insolación es muy fuerte y por si fuera poco la estabilidad que lo acompaña no permite que el aire que se recalienta en contacto con el suelo pueda moverse verticalmente, renovarse y ventilar ese espacio geográfico. Si a eso se añade que con alguna frecuencia existe en niveles bajos un débil flujo de aire muy cálido del sur o sureste, la ola de calor está asegurada.

Esta configuración que acabo de describir se da con frecuencia en situaciones denominadas de “bloqueo”. En ellas la circulación del chorro, ese gran “río aéreo” que circunda los hemisferios se encuentra muy ondulada formando pronunciadas “crestas” o “dorsales” y profundos “senos” o “vaguadas”. En las dorsales aparecen los anticiclones y en el interior de las vaguadas las borrascas frías o al menos zonas de aire muy inestable. Este tipo de configuración atmosférica es muy persistente y está ligado, como comentaba más arriba, a situaciones propicias a los fenómenos adversos de uno u otro tipo.

El problema de los “bloqueos”, de las causas de su formación y de su ruptura no están todavía del todo resueltos por la moderna meteorología y existe una cierta sensación de que se producen cada vez con más frecuencia e intensidad. La ola de calor  del 2010 en Rusia, la del 2003 en Europa occidental o la muy reciente de marzo de este año en Estados Unidos han estado en mayor o menor medida ligadas a situaciones de bloqueo. Es muy interesante por tanto a este respecto el reciente artículo  de Francis y Vavrus publicado en Geophysical Research Letters . En él se demuestra una relación entre el incremento de temperaturas en el Ártico, un debilitamiento de los vientos del oeste en niveles altos y una mayor amplitud y lenta propagación de las grandes vaguadas y dorsales. Si ello es así lo que nos quiere decir es que, de algún modo, el aumento de temperaturas del Ártico estaría dando lugar a un chorro más debilitado, formando más meandros  y con más facilidad para formar “bloqueos” o al menos a movimientos muy lentos de grandes anticiclones o borrascas frías. A su vez ello provocaría, como comentaba anteriormente, una mayor facilidad para la aparición de fenómenos adversos como olas de calor o lluvias persistentes. Sería un ejemplo más de como el calentamiento global puede desencadenar más fenómenos extremos en el planeta.

14 de abril de 2012

La eterna adolescencia de la primavera

Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
                      Antonio Machado: “Campos de Castilla”

Este fin de semana, al igual que durante la Semana Santa, estamos contemplando un magnífico espectáculo de la atmósfera. Grandes masas nubosas junto a fragmentos de cielo muy azul, cortinas rasgadas de precipitación que cuando llegan al suelo nos ofrecen un  variadísimo muestrario de las creaciones que la atmósfera puede llevar a cabo con el agua: granizo, granizo blando, nieve granulada… Pocos minutos después el cielo  se despeja y todo queda tranquilo para, en pocos minutos, volver a nublarse y de nuevo empaparnos o helarnos de frío.



¿Qué hace que la primavera sea así? El sí, pero todavía no…el querer, pero el no poder aún. El sol ya comienza a calentar la tierra y cuando por los niveles medios y altos de la atmósfera aparece todavía aire bastante frío –algo muy normal en primavera- ese aire que está junto al suelo quiere subir y formar grandes nubes. Lo intenta…pero no puede del todo. Todavía es algo frío, no puede contener aún mucha humedad y le falta energía para madurar el proceso. Así, la nube se viene abajo antes de culminar y arrastra lo que se estaba formando; a veces ni llega al suelo porque se evapora antes. Y cuando llega, llega un fruto aún no maduro que suele arrastrar con él una buena cantidad de ese aire frío de las capas altas.

Entre esas nubes hay muchas interferencias. Con frecuencia se anulan entre ellas pero a veces unen sus fuerzas de forma adecuada  y entonces sí llegan a producirse grandes cumulonimbos que nos regalan una lluvia torrencial aunque corta o una intensa granizada. Al final, todo efímero.



“La primavera, la sangre altera” ¿Cómo no podría alterarnos si estamos del todo inmersos en ese proceso de pura adolescencia atmosférica?.. Aunque, al final, los resultados son exiguos: “Abril, aguas mil…y todas caben en un barril”

Pero nada ni nadie nos podrá robar la profunda y abrupta belleza de estos días, el esplendor de querer ser… aunque no sea posible aún.

Y eso, ya es.

12 de abril de 2012

No es cambio climático... ¿O sí?

Siempre que ocurre un fenómeno atmosférico significativo, y más si ha tenido un efecto adverso sobre la población, la pregunta más repetida por los periodistas es si tiene relación con el cambio climático. Y la respuesta de los meteorólogos siempre ha sido la misma: Un fenómeno aislado no se puede nunca atribuir científicamente al cambio climático porque puede quedar dentro de la variabidad natural de la atmósfera.  Y en el caso de que tuviera algo que ver no podría saberse en qué proporción exacta. Además se suele añadir que sería la tendencia creciente de este tipo de fenómenos la que sí podría estar relacionada con el cambio. El periodista acepta que ésta es la respuesta científica correcta pero… ahí “no hay titular” ya que no es posibilita ver al cambio climático como responsable de las situaciones adversas concretas que nos afectan y que es lo que realmente interesa al público.

 Sin embargo las cosas están cambiando. En los últimos tiempos  se han publicado varios artículos científicos que vinculan ya fenómenos concretos con el cambio climático, o dicho más correctamente, los ven como efectos, al menos parciales, del calentamiento global. Voy a hacer referencia a un par de ellos.

En febrero del año pasado “Nature” publicó un artículo de un grupo de científicos ingleses, suizos y japoneses sobre las inundaciones de Inglaterra y Gales y su posible relación con el efecto invernadero inducido por las actividades humanas. Efectuaron miles de simulaciones de esa situación con modelos numéricos incluyendo -o no- los gases procedentes de la actividad industrial del siglo XX. Llegaron a la conclusión de que, en nueve de cada diez simulaciones, aparecía que estos gases incrementaban en más de un 20 por ciento el riesgo de esas inundaciones concretas y que dos de cada tres lo incrementaban hasta un 80 por ciento.

En septiembre aparecía otro artículo de investigadores del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Postdam en el que se estimaba -a través del estudio estadístico de la serie climatológica- en un 80 por ciento la probabilidad de que la ola de calor de julio de 2010 en Moscú no hubiera ocurrido sin el calentamiento global. Aunque el artículo no se refiere a ello, otros artículos han relacionado esta ola de calor con las inundaciones del monzón en Pakistan ocurridas también en aquel verano mostrándolo como las dos caras de una única situación de bloqueo atmosférico. Por tanto esas catastróficas inundaciones podrían estar  también muy vinculadas al calentamiento global.

Estos artículos son solo una muestra de todos los trabajos que se vienen realizando sobre esta cuestión. Y ello, bien a través de simulaciones con modelos matemáticos o mediante técnicas estadísticas. En cualquier caso sí hay que tener en cuenta una cosa: los resultados se expresan y se expresarán siempre  en términos de probabilidad porque eso es lo que nos ofrece, nos guste o no, el método científico. Y creo que hacemos mal si no acabamos de incluir las probabilidades como algo normal de nuestro universo con lo que hay que convivir…y sacar partido como ya vamos haciendo, aunque con mucho esfuerzo, en la predicción meteorológica.

Por otra parte, hace sólo un par de días la NOAA ha anunciado que el pasado mes de marzo ha sido con diferencia el más cálido en Estados Unidos al menos desde 1895 batiéndose todo tipo de records. Seguro que en muy pocos meses tendremos varios artículos donde se estudiará su mayor o menor vinculación con el calentamiento global. De momento Martin Hoerling del Earth System Research Laboratory de NOAA ha lanzado un interesante estudio preliminar sobre esta situación con el expresivo título "Meteorological March Madness 2012". Hoerling apunta en principio a una causa básicamente dinámica sin excluir ya alguna contribución del calentamiento global. El tema sigue abierto pero avanzamos por un camino muy interesante y sobre todo mas cercano a la comprensión e interés del público.

Por tanto, quizás a partir de ahora, los meteorólogos debemos ir modificando o matizando nuestras contestaciones cuando se nos pregunte: ¿Pero ésto es cambio climático?

9 de abril de 2012

¿Buena o mala Semana Santa?

Depende de la intención de la pregunta, claro. Para el común de los mortales ha sido una mala y desapacible semana con frío, lluvia, granizo, nieve… es decir, todo un muestrario meteorológico que ha fastidiado bastante, por mucho que se reconociera que hacía falta el agua. Sin embargo, para los predictores meteorológicos que tuvieron que pasar su semana o semana y media de pasión, ha sido buena ya que las predicciones, aún con algunos detalles que ahora comentaré, han ido aceptablemente bien. Además, a diferencia de otros años, no ha habido polémica con el sector de la hostelería y creo que por dos razones. La primera, porque el “mal tiempo” empezó ya con el comienzo de la semana y hay siempre un sentimiento muy arraigado -pero que no siempre es cierto- de que “si no aciertan en los primeros días como van a acertar en los siguientes”. La segunda es que, quien más quien menos, avisaba de que la predicción era algo incierta para la segunda mitad de la semana, con lo cual quedaba espacio suficiente para quien quisiera tentar a la suerte.

Todo ha salido en gran medida tal como planteaban los principales modelos numéricos. Eso sí, los “ensembles” nos avisaban que estuviéramos atentos a la segunda mitad de la semana porque cabía la posibilidad de que hubiera alguna desviación notable. Las precipitaciones –en este caso es apropiado decirlo así porque ha precipitado de todo- han afectado a prácticamente todos los puntos de la Península y Baleares y a veces con cantidades bastante significativas. A falta de la confirmación del dato por parte de AEMET estimo que se puede haber rebajado el déficit hídrico español en dos o tres puntos. Es una cantidad importante pero no olvidemos que antes del comienzo de temporal este déficit alcanzaba la respetable cifra de un 44 por ciento aproximadamente.

La primera parte de la semana se caracterizó por la presencia de débiles borrascas de niveles altos unidas a bolsas de aire frío pero sin una estructura sinóptica bien marcada. Las lluvias empezaron afectando al suroeste peninsular para irse extendiendo el  martes a  zonas del centro y del noroeste peninsular para ya el miércoles afectar a puntos de casi toda la Península.

El miércoles era el día de la “crisis”. Durante ese día y los siguientes todo sucedió como decían los modelos deterministas aunque con algunas menores variaciones entre ellos. Una marcada borrasca de niveles altos, que se fue convirtiendo poco a poco en borrasca fría, se situó sobre Portugal y durante la noche del jueves al viernes desarrolló una bien definida línea de chubascos y tormentas que fue la responsable de la suspensión de muchas procesiones de esa madrugada e incluso  de la aparición de la nieve en zonas del interior peninsular por encima de 700-800 metros. Tras esa línea de inestabilidad el aire frío del núcleo de la perturbación daba lugar a caprichosas estructuras nubosas que aparecían y desaparecían sin cesar y nos regalaban con una muestra variada de precipitaciones: lluvia, nieve granulada, granizo blando…


Imagen Meteosat de "masas de aire" correspondiente a las primeras horas de  la mañana del  Viernes Santo. Destacan   en  ella la línea de chubascos y tormentas, las células nubosas de la descarga fría y la marca del chorro sobre el oceano separando distintas nubosidades

Y ya, como estaba previsto, a partir del sábado la situación empezó a mejorar…

En cualquier caso merece la pena mencionar un par de cuestiones desde el punto de vista de la predicción.  El mismo miércoles hubo  comentarios en algunos medios apuntando que la evolución continuaba poco clara para los siguientes días. Mi opinión es que estaba ya bien definida desde un punto de vista sinóptico. Lo que difería –y a veces bastante- era la estructura de los campos de precipitación. Eso es hasta cierto punto normal ya que los distintos modelos la parametrizan de forma muy distinta dado que , por resolución y por formulación, no la calculan directamente.

La segunda cuestión va en relación con la  predicción de la cota de nieve para la madrugada del viernes. No he seguido cuidadosamente las predicciones pero tengo la sensación de que se quedó un poco alta.  Se estimaba alrededor de los 1100 metros para Castilla y León…¡y bajó hasta los 700 metros de Valladolid! Probablemente una humedad relativamente baja en capas cercanas al suelo o el tamaño grande de los copos procedentes de los procesos convectivos de esa línea de inestabilidad tuvieron algo que ver. En cualquier caso la nieve abrileña funde rápido y no suele crear problemas.

Y lo último: a la vista del buen comportamiento de los deterministas se podría argüir la idea que ya expresé en otra entrada de este blog sobre si hubiera sido aconsejable dar la probabilidad de ocurrencia de escenarios alternativos. Sigo pensando que sí, que sería muy conveniente.

Durante esta semana que empieza nos afectarán diversas perturbaciones arrastradas por un flujo de vientos del noroeste en niveles altos que traerán lluvias y chubascos la mayor parte de los días –y ya no es Semana Santa- a zonas fundamentalmente de la mitad norte. Lo mas interesante podría ser la interacción entre la corriente polar y la subtropical hacia el jueves o viernes. A veces esas interacciones dan bastante lluvia. Pero faltan cuatro días…y es primavera.

2 de abril de 2012

Buena semana y buena suerte

Por fin ha acabado la semana de pasión de los meteorólogos y empieza la Semana Santa. En general suelen ser días de menor presión porque mucha gente ya ha tomado sus decisiones y porque los modelos poco a poco van encontrando – o no-  la evolución definitiva.

Mi opinión es que durante esta semana pasada estos modelos se han comportado razonablemente bien para ser primavera. Los productos provenientes de los “ensembles” o “conjuntos” del Centro Europeo o del GFS –por cierto, qué poca información de estos sistemas probabilísticos hay en la red  siendo fundamentales- nos venían indicando desde hace varios días que la atmósfera en nuestra zona tenía una predecibilidad  bastante aceptable hasta el miércoles pero que, a partir de ahí, la tenía baja. Y así se han mantenido  dando fe de la complejidad de esa evolución del miércoles al viernes originada sobre todo por las dudas sobre el comportamiento final de la vaguada que el miércoles se acerca a Irlanda.

En este marco general, los modelos deterministas han ido relativamente de acuerdo y el público ha quedado bien informado sobre las características de la primera mitad de la semana si bien, como es lógico en estas situaciones, es imposible saber la hora y la intensidad de cada chubasco o tormenta en localizaciones geográficas concretas dado que son fenómenos de pequeña escala no resueltos explícitamente por los mismos.

¿Qué habría que haber hecho a partir de ahí? Quizás lo  científicamente “sensato” hubiera sido el “pronóstico reservado”, o bien una descripción gráfica de los dos o tres escenarios con mayor probabilidad de ocurrir. Pero lógicamente ésto es muy difícil de hacer y a partir de ahí se  han establecido diferentes estrategias de comunicación para contar lo que no acabamos de saber o para contar que no lo sabemos… pero contando algo.

Parece confirmarse que la vaguada que se acerca a Irlanda el miércoles tiende a estrangularse y dar lugar a una borrasca de niveles altos cuyo centro se situaría entre el jueves y el viernes en la vertical de Lisboa. Si ello es así, y lo hace con la estructura que muestra el modelo determinista del Centro Europeo, las lluvias parecen aseguradas para esos días. Pero el “ensemble” sigue sin tenerlas todas consigo y continúa marcando una zona de relativa baja predecibilidad en una franja al noroeste de la Península Ibérica. ¿Qué quiere ello decir? Pues que no acaba de haber una seguridad plena respecto a la ubicación final de la perturbación. Podría darse un escenario en que la borrasca se sitúe 200 o 300 km más hacia el oeste o que, situada sobre Lisboa, presentara un flanco delantero con viento muy del sur. En ambos casos, poca o nula precipitación y temperaturas muy suaves o incluso un punto cálidas.

Ésta es la situación clásica que ha conducido bastantes veces a errores de predicción serios en España. Como la he vivido con cierta frecuencia la tomo siempre con mucha precaución. Lo que sí es para nota es que se presente justo para el jueves y el viernes santo ¡es como para creer en las meigas!

Pero bueno, mas allá de esta digresión, esperemos que el estupendo modelo determinista del Centro Europeo, que va en bastante coincidencia ahora con el GFS, se salga definitivamente con la suya. Tiene bastantes probabilidades de hacerlo.

En cualquier caso, buena semana y buena suerte.