La situación de altas temperaturas que acaba de afectarnos ha vuelto a dejar -como cabía esperar- récords importantes de temperaturas máximas y algunas mínimas. Mientras que las primeras han quedado algo suavizadas por el efecto conjunto de las nubes altas y de la calima, las segundas han sido un poco forzadas al alza por esos mismos fenómenos. En fin, cuando parecía difícil que se superasen los valores de la situación de mediados de mayo de 2015, ello ha ocurrido y no hace sino confirmar lo que es ya una clara tendencia a que las temperaturas veraniegas vayan apareciendo cada vez con más frecuencia en los meses de mayo y junio.
El relato de la situación y de los valores alcanzados se han ido reflejando en sucesivos mensajes de Aemet así como en esta crónica de Victoria Torres en "El País" a partir de las declaraciones de Rubén del Campo, portavoz de la Agencia. Por su parte, la tendencia al adelanto de las temperaturas veraniegas ha sido excelentemente tratado en este artículo de Benito Fuentes en el blog de Aemet y por César Rodríguez Ballesteros en su blog "Clima en mapas".
Uno de los tweets que Aemet publicó en días pasados informando sobre la singularidad de la situación.
Por mi parte me interesa fijarme sobre todo en la necesidad de conocer más a fondo las causas dinámicas y/o termodinámicas que favorecen estos valores y estas tendencias. Durante mucho tiempo se ha razonado que ello se debe a una expansión de la masa aérea norteafricana, favorecida muchas veces por la circulación sobre nuestras zonas de viento de componente sur. Sin embargo, cuando se examinan más a fondo estas situaciones se constata que no siempre ocurre de este modo, o al menos que los valores alcanzados no pueden explicarse solamente por esas causas. Así por ejemplo, los análisis de retrotrayectorias nos muestran que, a veces, esas masas no proceden de África sino que son de origen subtropical marítimo y que han sufrido un fuerte proceso de calentamiento y "secado" por subsidencia. En otras ocasiones se observa cómo las temperaturas alcanzadas no pueden explicarse solamente por la temperatura de la masa de aire que nos llega sino que debe haber otros procesos regionales o locales -que no conocemos del todo- que deben haber contribuido a ello.
Por tanto creo que se hace necesario ir un poco más allá y profundizar en las causas concretas que nos llevan a estos episodios y al aumento de su frecuencia. Hay métodos muy útiles tales como los estudios de retrotrayectorias o los experimentos de sensibilidad con los modelos numéricos ("conexión" o "desconexión" de ciertos módulos físico-matemáticos en los modelos para ver su influencia -o no- en las situaciones que se presentan y en los valores que se alcanzan). Y junto a ellos otros, como los de atribución, que nos permiten saber hasta qué punto una situación concreta está en mayor o menor relación con la evolución del cambio climático.
Cuando ocurren estas situaciones se dice en un primer momento -y es lógico que sea así- que las causas o las conexiones de estos fenómenos deberán conocerse con detalle tras un cuidadoso estudio posterior. Sin embargo, muy pocos de ellos se realizan. Y si se hacen, casi no se dan a conocer sus conclusiones. ¿Se ha hecho en España algún estudio profundo sobre la dinámica y termodinámica de “Filomena”? ¿Y sobre los cambios de circulación en altura sobre nuestra zona geográfica con los cambios subsiguientes en los “ríos atmosféricos”? ¿O sobre el aparente aumento de la intensidad de las precipitaciones en invierno?, ¿ Se está profundizando más sobre las transiciones extratropicales en nuestras zonas atlánticas y mediterráneas? Y ello solo por citar algunos ejemplos.
Es importante reseñar que este tipo de estudios no solo tienen un valor académico, sino que pueden resultar vitales para la planificación de las respuestas en actividades de prevención y/o de mitigación ante estos fenómenos. Me consta que esta preocupación es compartida por otras muchas personas, varias de las cuales son excelentes investigadores que se dedican a estas tareas en la medida en que les es posible. Ante esta situación la respuesta de ellos siempre suele ser la misma: falta de personal y/o falta de recursos. Por tanto, ¿cuándo el Gobierno va a dar la prioridad que requiere el estudio de nuestra meteorología y nuestro clima con un plan general de investigación bien diseñado, coordinado, dotado y adecuadamente gestionado? Se van escapando muchas ocasiones y oportunidades.