Pasado mañana, 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen, empieza el período que se conoce popularmente como "de virgen a virgen" y que se extiende hasta el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen. Se trata del período normalmente más cálido del verano y en el que cabe esperar temperaturas muy elevadas y periodos de olas de calor.
De Virgen a Virgen, el calor aprieta de firme; antes y después, verano no es
O si. Este año, el público mira a los meteorólogos y los meteorólogos miran sin cesar los mapas previstos tratando de encontrar un signo -como los antiguos oráculos- de que la ola -u olas- de calor que nos afecta desde finales de junio toque a su fin, antes de que agote por cansancio y sueño perdido a gran parte de la población de la España interior. Y, cuando digo ola u olas, me refiero a que habrá que esperar un tiempo, tras la finalización de este periodo cálido, para que AEMET informe, de acuerdo a la definición que estableció de ola de calor hace muy poco tiempo, si se ha tratado de una o de varias olas.
Desde el punto de vista de un meteorólogo sinóptico, la situación general de la atmósfera en nuestras latitudes casi no ha variado desde ese final de junio.Una potente dorsal, o anticiclón cálido, se instaló al oeste-suroeste de la Península generando las condiciones típicas -que no es cuestión de repetir de nuevo- para que el aire junto al suelo alcance temperaturas muy elevadas. En cualquier caso, ligeras variaciones en la posición o fortaleza de esa dorsal, han dado lugar a que las masas de aire que nos han ido afectando hayan tenido un origen -o un camino- tropical o subtropical marítimo o continental, y también a que la Península Ibérica haya generado su propia masa. Pero, más allá de su origen, es importante reseñar que han llegado a España en proceso de subsidencia, es decir, de descenso, compresión y calentamiento, reforzando así -o al menos manteniendo- las condiciones para las altas temperaturas.
Lo que llama la atención de esta situación, más que su intensidad, es su temprano arranque y, sobre todo, su larga duración. Ese arranque puede estar en la linea de los resultados de recientes investigaciones que apuntan a que, desde finales de los 70, el periodo veraniego se ha alargado en España en unos 15 días, debido sobre todo a un comienzo más temprano en el mes de junio. Y no podemos dejar de recordar en este sentido -aunque la supuesta relación habría que investigarla más- las atípicas y casi increíbles jornadas del 13 y 14 de mayo pasado, cuando las temperaturas batieron ampliamente récords de mayo en muchos observatorios e incluso, en alguno de ellos, casi los anuales.
Por lo que respecta a su duración, lo lógico es que una situación de este tipo a finales de junio, hubiera sido interrumpida a los dos o tres días de su comienzo por la llegada de una vaguada atlántica con aire fresco y algunas lluvias en la mitad norte. Es algo que suele ocurrir con frecuencia y que hace que la instauración de los grandes calores se retrase al menos hasta después de San Fermín. Este año, es verdad que algo hubo de eso, pero fue tan débil que sólo nos ofreció un cierto alivio momentáneo y sirvió -quizás- para que un episodio de ola de calor se convirtiera en dos, al menos en algunas zonas.
Desde entonces la única esperanza está siendo el paso de alguna vaguada atlántica cuyo extremo sur roce el Cantábrico y "mueva" y ventile un poco la tenaz masa cálida del interior peninsular. Una alternativa más completa y eficaz sería que esa vaguada captara y arrastrara por delante de ella una baja o borrasca residual semipermanente que suele "aparcar" en el área Azores-Madeira-Canarias. Pues bien, eso es lo que parece ocurrir entre hoy y el fin de semana y es lo que nos puede proporcionar algún alivio en forma de algunas tormentas y de descenso de las temperaturas en unos pocos grados.
Habrá que aprovecharlo bien porque el lunes la dorsal vuelve a crecer sobre nosotros.
Y, de nuevo, a la espera de alguna nueva vaguada que la debilite, o mejor, que la lograra desalojar. Alguna esperanza hay de ello. Por una parte, y aunque la fiabilidad es reducida, los mapas de predicción mensual del Centro Europeo muestran un descenso de la anomalía cálida sobre España para la próxima semana y, sobre todo, para la siguiente.
Por otro, los mapas a medio plazo de los dos principales modelos muestran para mediados-finales de la próxima semana de una vaguada más profunda que -ahora sí- removería la contumaz masa cálida. Esperemos que sea así. Y que dure al menos unos días.
Para finalizar, desde mi punto de vista, lo raro de esta situación ha sido la contumacia en la ubicación de la dorsal cálida en la misma zona, quizás por la presencia de un chorro polar más debilitado o alto de latitud que lo climatológicamente normal. ¿Variabilidad natural o cambio climático? Seguramente las dos cosas. Y seguro que salen estudios que nos darán algunas pistas. Pero las olas de calor más frecuentes y prolongadas parecen asomar.
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