Acabo
de asistir a las jornadas sobre “Cambios climáticos bruscos y Comunicación” que, organizadas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se
han celebrado en el Salón de Actos del Consejo en Madrid en el marco del
proyecto científico GRACCIE.
Vaya
antes que nada mi felicitación al CSIC y a su estupendo equipo de Comunicación
por la organización y realización de las mismas. Me han parecido de todo punto
necesarias para ir logrando poco a poco una mejor comprensión entre
investigadores y comunicadores sociales. Confío en que, bajo uno u otro marco,
sigan celebrándose porque aún queda bastante trabajo por hacer, pero en cualquier
caso ha sido muy gratificante ver reunidos a una amplia e importante
representación de ambos colectivos compartiendo un claro interés por transmitir
mucho mejor a la sociedad los resultados científicos.
Las
Jornadas han tenido dos componentes: un conjunto de presentaciones destinadas a
informar a los comunicadores sobre la situación actual del cambio climático y
de sus impactos en los distintos ecosistemas y por otra parte algunas mesas
redondas dedicadas a revisar como transmiten los medios la información sobre
cambio climático, la comunicación del cambio climático y catástrofes, la
información sobre el cambio climático en nuevos soportes o el cambio climático en redes sociales.
Aunque no asistí a todas las sesiones tengo la sensación de que algunas de las
presentaciones se quedaron un poco “altas” para los fines que se perseguían si
bien fueron en general muy interesantes. Por lo que se refiere a las mesas
redondas me resultaron apasionantes tanto por los temas tratados como por el
interesantísimo intercambio de opiniones y puntos de vista.
En
el contexto de estas “ruedas” quiero referirme a dos cuestiones que considero de
importancia capital. La primera es la tremenda dificultad para que los medios
de comunicación difundan informaciones científicas que no den lugar a un
titular impactante. Según confiesan los propios periodistas –y sabemos todos
los que mínimamente conocemos el tema-
los jefes de redacción o los redactores jefes, presionados por la guerra
de audiencias y patrocinadores, solo admiten noticias con titulares
impactantes. Desde mi punto de vista esta actitud tiene consecuencias “perversas”
de todo tipo más allá de las hipotéticas ganancias de audiencias: no se
transmiten informaciones importantes e incluso -bien contadas- de servicio
público, se eleva cada vez más el nivel de impacto en el público que se va
volviendo más insensible a la “normalidad” o a la sencillez de modo que cada
vez necesita más “adrenalina” y, tal como expuso uno de los científicos
asistentes, se produce un impacto muy grave en las propias líneas de investigación
de los centros ya que se priman investigaciones capaces de generar “titulares”
importantes -y por tanto financiación adecuada- sobre otras de no menor interés pero menos
espectaculares.
Si
bien esta situación me resulta realmente preocupante puedo llegar, con dificultades, a
entenderla en los medios privados pero de ninguna manera en los públicos y
menos en Televisión Española en la que debería primar, mucho más aún, el servicio
público. Puedo aceptar que algunos temas de carácter científico no los
consideren así pero desde luego los temas de cambio climático y los
relacionados con una mejor comprensión y utilización de avisos y predicciones
meteorológicas lo son en grado sumo… aunque quizás haya que hacérselo ver con más
detalle a los responsables. En cualquier caso esta opinión la he expuesto con detalle
en mi entrada anterior de este blog y espero que pueda ayudar a una reflexión sobre
algo que considero muy grave y preocupante y sobre lo que habrá que seguir
insistiendo.
El
otro tema al que quiero referirme brevemente es al de la utilización por parte
de los científicos de las redes sociales y especialmente twitter. En el debate
de la mesa redonda dedicada a este tema quedó patente los escrúpulos de muchos
de ellos hacia su utilización debido, según su opinión, a una posible mala
comprensión o a un mal uso de las informaciones que allí puedan verterse. Llevo
pocos meses en twitter pero mi experiencia es toda la contraria: se trata de
una magnífica herramienta de comunicación y de la que, como cualquier
herramienta, se puede hacer un buen o mal uso. Twitter fundamentalmente nos
redirige a informaciones pero al mismo tiempo nos obliga a sintetizar la
esencia de aquello que queremos que capte la atención de los que nos leen; ello nos obliga a un más
que recomendable esfuerzo de síntesis.
Creo sinceramente que aquellas personas, no sólo científicos, con ideas
claras y bien documentadas no deben tener ninguna prevención ni temor hacia las
redes sociales sino todo lo contrario: felicitarse por disponer de una
herramienta de comunicación que hasta hace poco sólo figuraba en nuestros sueños.
Pienso
que debemos hacer todos un esfuerzo por devolver a la sociedad de forma
aumentada y mejorada todos los costosos recursos que invierte en investigación,
tecnología y comunicación y que pueden contribuir a una vida mas justa y
equilibrada. Insisto que para mí esto es
irrenunciable en los medios públicos mientras que los privados tendrían que
echar quizás un poco mas de imaginación para llegar a una armonía entre sus
intereses y los generales e irrenunciables de las sociedad. Esos que,
desgraciadamente, estamos empezando a perder.
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