Con este fragmento del capítulo dedicado a enero, de mi libro Meses y Tiempos, quiero felicitar el año a todos los lectores de este blog y desearles todo lo mejor en lo personal, profesional...y en su afición meteorológica.
Los jardines
se mueren de frío;
en sus largos caminos desiertos
no hay rosales cubiertos de rosas,
no hay sonrisas, suspiros ni besos.
en sus largos caminos desiertos
no hay rosales cubiertos de rosas,
no hay sonrisas, suspiros ni besos.
Juan Ramón Jiménez: Las tardes de enero
Imagen: Mariana |
Enero es el invierno
profundo, el mes más frío del
calendario, si bien los días se van alargando de forma que, de principio a fin,
se gana casi una hora de luz solar. Es un frío que hace reposar a la Naturaleza
al tiempo que la prepara para empezar a recibir, muy poco a poco, una mayor
energía solar que la haga despertar. Por eso, el saber popular quiere a enero,
tranquilo, sereno, frío:
Enero es
claro y heladero
o
En enero, el
mejor sol, el brasero
Todo va bien cuando:
Diciembre
mojado y enero bien helado
Y con toda rotundidad:
Para que el
año sea bueno, enero claro y sereno.
Y de esa claridad de los
cielos limpios y transparentes de enero, no hay mejor reflejo que este dicho:
No hay luna
como la de enero ni amor como el primero
Ese profundo frío, quizás
también las resacas de las fiestas que acaban de pasar y la necesidad de
emplearse de nuevo a fondo en el trabajo de cada día, hace también de enero un
tiempo de soledades, tal como lo refleja Juan Ramón Jiménez en su poema Las tardes de enero, y como de forma mas
coloquial, afirma el refrán:
En las
mañanas de enero ni se dan los buenos días ni se quitan los sombreros
Pero lo que sí se le pide
a enero es que no haga viento, porque entonces la sensación térmica es de
varios grados menos y además, de alguna manera, se perturba el efecto
beneficioso del tiempo tranquilo en la agricultura. Por tanto:
Enero es
buen caballero si no se hace ventolero
Aunque enero está
caracterizado por los fríos y los cielos claros, es ésta una verdad a medias porque,
si bien su temperatura media de 7ºC es la más baja de todos los meses, la
precipitación media, 67 mm, le convierte en el cuarto mes más lluvioso en
España.
En general, enero suele
comenzar con predominio del tiempo anticiclónico con días tranquilos, fríos y
despejados. Sin embargo, no es difícil que hacia Reyes el anticiclón bascule y
por su flanco oriental se cuele aire frío del norte o del nordeste. Ello puede
dar lugar a una marcada ola de frío y posteriormente a intensas heladas. Así lo
refleja el refranero:
Por los
Reyes, los días y el frío crecen
Con predominio
generalmente anticiclónico durante varios días, lo que hace más generales e
intensas las heladas salvo que haya algo de viento del sur, llegamos a mediados
de mes donde aparecen las festividades de los llamados “santos de hielo” (San
Antonio o San Antón el día 17 y San Sebastián el 20) cuyos “fríos” quedan bien
reflejados en el refranero:
Por San
Antonio hace un frío de todos los demonios
De los
santos frioleros, San Sebastián el primero; aunque dijo San Antón, aquí el mas
frío soy yo
Ya en la segunda quincena,
o como tarde en la última decena, se suele producir un cambio de tiempo. El
anticiclón baja de latitud y deja la entrada libre a las borrascas atlánticas o
bien se retira algo hacia el oeste y permite la entrada de vientos del noroeste
con algunos frentes asociados. Pueden llegar así las precipitaciones sobre todo
a las vertientes Atlántica y Cantábrica acompañadas de una cierta suavización
de las temperaturas. Desde el punto de vista de la meteorología popular, éste
es un momento significativo de la evolución atmosférica que puede llevar, bien
a una continuación del tiempo muy frío, o a una suavización de las
temperaturas:
San Vicente
el barbado (día
22) rompe el gelado o lo pone mas
refinado
En cualquier caso, al
tiempo que haga en estas fechas, se le da un cierto carácter predictivo:
Si llueve
por San Canuto (día
19), lloverá tres meses justos
o
San Pablo se
convierte (día 25) y un año entero advierte
De una forma u otra, no es
raro que el mes se despida con una
importante entrada fría y un temporal de nieve conectando ya con los primeros
días de febrero.
Cuando se repasan sucesos
y efemérides meteorológicas de enero, predominan, como es lógico, narraciones y
datos de frío. Sin embargo, aparecen
también muchas noticias de temporales de
lluvia, nieve y viento, unidos frecuentemente a las penetraciones
atlánticas a las que hacía referencia anteriormente. Así, en la vertiente atlántica se han dado con
alguna frecuencia inundaciones por fuertes
lluvias –quizás también deshielos- tales como en 1970 cuando se desbordaron muchos de los grandes ríos ibéricos o, en
1962, en la Cuenca del Duero. Cabe
recordar en este punto la tragedia ocurrida el 9 de enero de 1959 cuando la rotura de la presa de Vega de Tera
inundó el pueblo de Ribadelago, junto al lago de Sanabria, causando un gran
número de víctimas mortales.
También en el área mediterránea hay noticia de
inundaciones en este mes tales como las de la provincia de Girona en 1977, las provocadas por las fuertes
lluvias de Baleares en 1978, por las
trombas del 2000 en Melilla o del 2010 en Málaga.
Canarias tampoco se ha librado de
estas situaciones dada la relativa facilidad con que en invierno el chorro
polar desciende de latitud, originando la formación de borrascas frías que
provocan fuertes lluvias y vientos. Destacan a este respecto el enero de 1970 o el de 1979 cuando, en
muy poco tiempo, Izaña llegó a acumular dos metros y medio de nieve. También,
en el del 2005, una tormenta “anclada” en la Gomera dejó mas
de 250 mm en San Sebastián, la capital de la isla, y, más recientemente, el 27 de enero del 2007 la isla del Hierro
recogió en un día nada menos que 320 mm.
A veces, las borrascas
atlánticas de enero también provienen, como suele ocurrir con frecuencia en
invierno, de ciclogénesis explosivas
desarrolladas en pleno Atlántico. Como ya se ha comentado, no suelen afectar de
lleno a la Península pero, aún así, los fuertes lluvias y sobre todo los intensos vientos sí afectan al cuadrante
noroeste peninsular y fundamentalmente a Galicia y área Cantábrica provocando
también un gran oleaje en la mar. Destacan mucho los provocados por una
perturbación de este tipo los días 23 y
24 de enero de 2009 que llegó a originar una racha de 229 km/h en el
observatorio de la Estaca de Bares. También, en 1998, el 13 de enero, el
mismo observatorio midió 180 km/h. Y muy recientemente, en enero y febrero de 2014, en un invierno verdaderamente atípico,
varias borrascas atlánticas procedentes en gran parte de las citadas
ciclogénesis explosivas, llegaron a provocar olas de mar de fondo que superaron
los doce metros de altura en el litoral gallego y cantábrico, causando algunas
víctimas mortales e innumerables destrozos.
Aunque muy raramente, a veces en enero
son noticia las altas temperaturas.
Las causas pueden ser fundamentalmente dos. Una, que afecta al área Mediterránea, tiene que ver con el ascenso
térmico que provoca allí el efecto foëhn cuando los vientos atlánticos
descienden hacia el mar. La otra, que afecta a toda la Península y Baleares
pero que es si cabe mas notoria en la vertiente Atlántica, está ligada a la
entrada de vientos de componente sur, bien por la presencia de un anticiclón
sobre el centro o este de Europa o por la llegada de una borrasca atlántica con
aire subtropical relativamente cálido y húmedo. En el primer caso, la
conjunción del suave aire del sur con los cielos despejados o escasamente
nubosos, provoca un ascenso de las temperaturas diurnas, aunque por la noche
puedan volver a aparecer heladas. Una situación de este tipo se dio los días 19 y 20 de enero de 2007 cuando se
registraron valores tales como 26 ºC en Tortosa, 22,6 en Cuenca, 22,5 en Cádiz, 21,2 en Teruel, 19,6 en Ávila o 19,3 en Logroño, todos éstos valores máximos absolutos de sus series
para enero. En el caso de que el aire cálido sea también húmedo y entre con
rapidez, tal como en el caso de algunas borrascas atlánticas, hay que prestar
gran atención a los fenómenos de los deshielos súbitos y también a los aludes
debido a la desestabilización del manto nivoso, sobre todo si se han producido
poco antes importantes precipitaciones de nieve.
Pero, como decía anteriormente, el fenómeno atmosférico más
significativo de enero es el frío, las bajas
temperaturas. En la memoria
meteorológica han quedado grabadas para siempre los datos de algunos eneros que
destacaron por sus bajísimos registros o por la reiteración de los episodios
muy fríos. Cabe recordar en este sentido el enero
de 1945 en el que se alcanzó un valor mínimo absoluto de -27,6ºC en Ávila y
valores alrededor de los -25 en Calamocha (Teruel), en el embalse de
Camporredondo (Palencia) y en Uña (Cuenca).
Fue también en esta situación cuando el observatorio de Madrid-Retiro
registró -10,1ºC que es, hasta ahora, su mínima absoluta. Igualmente, el enero del año siguiente, 1946, destacó
por sus situaciones de intenso frío, si bien las mínimas más bajas no lo fueron
tanto como en el anterior; aún así, en varios lugares tales como Monreal del
Campo y Santa Eulalia, ambos en Teruel, o Uña y la Ciudad Encantada en Cuenca,
se alcanzaron o sobrepasaron ligeramente los -22ºC. Curiosamente, también enero
de 1947 destacó por sus bajísimas temperaturas si bien en este caso se
registraron en los últimos días del mes; destacaron -26,7ºC en Molina de Aragón (Guadalajara), -24,6
en Monreal del Campo y -24,4ºC en Calamocha, ambos en Teruel.
Aunque de menor
importancia que los anteriores por su extensión más reducida, también enero de 1952 registró valores térmicos
bastante fríos con una mínima de -28,2ºC en Molina de Aragón (día 28) y otros,
ya “más cálidos”, de alrededor de -20 en zonas de las provincias de Cuenca,
Soria, Guadalajara o Zaragoza. Otro episodio frío en enero muy notable fue el
de 1971, que había comenzado en los
últimos días de diciembre de 1970; afectó a toda la Península con intensas
nevadas y temperaturas muy bajas. Destacaron sobre todo -28ºC de Santa Eulalia,
-27,6 en Camesa de Valdivia (Palencia) o
-27 en Piqueras (Guadalajara) y, en cualquier caso, es de reseñar que fueron
bastante los observatorios de España en que se alcanzaron o sobrepasaron los
-22ºC. Enero de 1985 también tuvo
algunos episodios de mucho frío, pero las temperaturas no alcanzaron valores
tan extremados, si bien en algunas zonas de Teruel, Guadalajara, Lleida o
Girona se sobrepasaron los veinte grados bajo cero. Ya en el siglo XXI, sólo los eneros de 2005 y 2006 han tenido
algunos episodios de frío intenso en los que se han sobrepasado en algunos
observatorios los quince bajo cero pero en absoluto comparables a aquellos de
los años 40 a 80 a los que me acabo de referir.
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Por el momento, el tiempo está siguiendo la senda climatológica y mantiene el anticiclón hasta el día de Reyes. Veremos si, a partir de ahí, el anticiclón vuelve a reconstruirse y sigue hasta los santos de hielo, o se abre la puerta antes a los temporales atlánticos.
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