Los
próximos días 5 y 6 de junio se van a celebrar en la sede del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid unas Jornadas Científicas bajo el
sugestivo título de “Los cambios climáticos bruscos. Ciencia y Comunicación”. Mientras
espero con mucho interés sus conclusiones quiero hacer algunas reflexiones a
partir de mi experiencia de varios años en la comunicación del aspecto
científico de este tema.
Ante
todo hay que partir de la base de que la sociedad española no tiene un
conocimiento adecuado del cambio climático. Ello queda reflejado en este
resumen de algunas de las conclusiones a las que llega el “Informe sobre la sociedad y el cambio climático” realizado por la Fundación Mapfre
en el año 2009:
“Prácticamente 7 de cada 10 ciudadanos son
capaces de identificar el vector causal más importante: la emisión de gases de
efecto invernadero, señalada por el 69,7% No obstante, 4 de cada 10 personas
aún tienen dudas acerca de cuáles son sus verdaderas causas. Todavía se
mantienen creencias científicamente erróneas que “conviven” con las correctas:
el 67,1% achaca el Cambio Climático al agujero en la capa de ozono y el 53,6% a
la lluvia ácida. Muchos encuestados, lo ven como un fenómeno lejano, cuyos
efectos más graves se verán principalmente a largo plazo (54,3%), perjudicando
especialmente a las generaciones futuras (73,8%), más que a los presentes..
Sólo un 22,1% de los encuestados elige la explicación científicamente correcta
al efecto invernadero”
Aunque ha transcurrido ya algún tiempo desde la realización de este informe no
parece que la situación en España haya mejorado claramente en este aspecto si bien desconozco la existencia de algún estudio serio posterior al citado. En cualquier caso, ¿cuál es la razón
básica de ese deficiente conocimiento?
Desde mi punto de vista se trata no tanto de un problema científico sino de un problema de comunicación científica. Creo que los científicos están haciendo bien su trabajo. El avance, tanto en la comprensión del proceso físico como en las proyecciones de la evolución del clima en los próximos decenios, es intenso, significativo y cada vez más ajustado. Hay una serie de conclusiones que están ya muy claras, otras sobre las que todavía existen dudas y algunas más que todavía necesitan una mayor investigación. En cualquier caso, los investigadores expresan todo ello en lenguaje científico, como es su obligación hacer. Y este lenguaje científico incluye frecuentemente términos de probabilidad como no podría ser de otra manera. Esas conclusiones, expresadas así, constituyen la mayor verdad que la ciencia puede ofrecer y de ellas hay que partir.
Desde mi punto de vista se trata no tanto de un problema científico sino de un problema de comunicación científica. Creo que los científicos están haciendo bien su trabajo. El avance, tanto en la comprensión del proceso físico como en las proyecciones de la evolución del clima en los próximos decenios, es intenso, significativo y cada vez más ajustado. Hay una serie de conclusiones que están ya muy claras, otras sobre las que todavía existen dudas y algunas más que todavía necesitan una mayor investigación. En cualquier caso, los investigadores expresan todo ello en lenguaje científico, como es su obligación hacer. Y este lenguaje científico incluye frecuentemente términos de probabilidad como no podría ser de otra manera. Esas conclusiones, expresadas así, constituyen la mayor verdad que la ciencia puede ofrecer y de ellas hay que partir.
Lo
que queda a continuación es cómo contar esas conclusiones para que sean
adecuadamente comprendidas por la sociedad e incorporadas a su “día a día”.
Aquí es donde comienza el reto de la comunicación. Este reto no puede ser
abordado solamente por los científicos porque ellos no son divulgadores; ni
sólo por los divulgadores
porque el tema es complejo y
necesita una sólida base para su adecuada transmisión. Desde mi punto de vista, esta base tienen que aportarla no sólo los científicos sino también los expertos en
ciencias sociales.
Mi planteamiento por tanto es similar al que
ya expuse en alguna entrada anterior de este blog cuando me refería a la
comunicación de las predicciones probabilistas: es necesario un trabajo
cooperativo de científicos, expertos en ciencias sociales y
comunicadores-divulgadores. Consistiría en establecer las formas más adecuadas
de comunicación de modo que la comprensión del
tema sea adecuada y efectiva y pueda llegar al público en un formato comprensible,
atrayente y cercano a sus intereses y a su vida diaria. A partir de ahí deberían establecerse acuerdos y
compromisos entre unos y otros para respetar esos criterios y para
adecuarlos y mejorarlos de acuerdo con la experiencia adquirida y los nuevos
resultados científicos.
Sin
embargo ello serviría de poco si en la práctica no se mantuviera una comunicación seria y continuada, mas allá de noticias
aisladas y desconectadas entre sí que llegan al público coincidiendo con algún
fenómeno meteorológico violento o alguna polémica más o menos intencionada
sobre el tema. Es necesario mantener una
“historia” viva, integral y coherente del cambio climático y de todas sus
implicaciones e impactos. Debe explicarse lo que está claro y lo que no lo está y porqué. Hay que establecer relaciones entre causas y efectos de modo que, todo lo aparentemente disperso, acabe constituyendo una "historia" única con todos sus matices. Lógicamente, esa historia habrá que actualizarla periódicamente en la medida en que surgen
nuevas conclusiones, hallazgos o modificaciones. Y por supuesto, como ya apuntaba antes, contarla
también de una forma sencilla, atractiva y cercana a los intereses sociales.
Sería
por tanto necesario que alguna institución pública o privada mantuviera activo de forma permanente un grupo interdisciplinar integrado por climatólogos, naturalistas, ambientalistas,
ingenieros, sociólogos y comunicadores que fueran capaces de ir escribiendo,
actualizando y contando esa “historia”. Y de un medio, o medios de comunicación
social, dispuesto a ser vehículo de ese importante servicio público a la sociedad
española. Si no es así me temo que esa sociedad se seguirá sintiendo más bien
perdida y desmotivada sobre una cuestión de importancia vital para todos.
Personalmente creo que ese equipo multidisciplinar del que hablas( que me parece ideal), debería tener varios espacios tanto en la televisión PÚBLICA, como en la radio PÚBLICA. Y aparte, lo suyo sería que se animasen a dar el salto a las redes sociales y tuvieran su propio canal de YouTube donde colgar sus documentales, su propio FaceBook para darse a conocer e ir avanzando noticias, estudios, enlaces y material interesante. Y por último una buena web donde puedan tener alojado todo este contenido.
ResponderEliminarMi opinión sólo.