Mientras el embolsamiento de aire frío sigue dando vueltas sobre nosotros, creando y destruyendo vórtices arriba y abajo, quiero referirme hoy a otra cuestión que también lleva años dando vueltas y que, de vez en cuando, también crea remolinos y vórtices. Vórtices que, tal como surgen desaparecen, sin que ayuden a abordar la solución básica del problema en cuyo seno se manifiestan. Me refiero concretamente a las últimas declaraciones de la Consejera de Política Territorial de Canarias en las que apunta la posibilidad de creación de un "servicio propio de alertas meteorológicas" que mejore la predicción y vigilancia de fenómenos adversos en las islas. El planteamiento es una reacción a la supuesta deficiente actuación del Grupo de Predicción de AEMET en Canarias en el último episodio de lluvias.
En mis años en AEMET como responsable de Predicción y luego de Comunicación, son bastantes las situaciones de este tipo que he vivido cuando, ante un fenómeno adverso que no había sido aparente o realmente bien previsto -o no gestionado adecuadamente-, se busca con rapidez cuál es el organismo que debe cargar con la responsabilidad del error y del enfado de la población.
Por supuesto que la predicción y vigilancia meteorológica puede tener sus fallos y AEMET debe trabajar continuamente por especializar cada vez más a sus predictores así como por disponer de la mejor tecnología (A propósito...¿en que situación se encuentra el tan deseado y nunca conseguido "nuevo" radar de Tenerife que tanto ayudaría en estas situaciones?). Sin embargo, a mi juicio, y es algo que expongo con frecuencia, el problema está en conseguir esa mucho mejor gestión de las predicciones y avisos.
Ya se sabe desde hace tiempo -y los distintos Servicios Meteorológicos van avanzando en ese sentido- que las informaciones a la población sobre tiempo adverso deben tener un carácter multidisciplinar. Un aviso ya no puede consistir solamente en la narración meteorológica del potencial fenómeno, sino que ello debe ir acompañado de una descripción de los posibles impactos sobre los distintos grupos de población, así como de las recomendaciones sobre las más adecuadas medidas a adoptar. Naturalmente ello debe venir acompañado de la probabilidad de ocurrencia del fenómeno, pero siempre, claro está, que la población haya sido mínimamente formada en su adecuada comprensión. Por tanto, no es sólo un tema de meteorólogos sino de expertos en protección civil, psicólogos sociales y comunicadores.
Son justamente representantes de estos colectivos los que deberían participar, en mayor o menor medida, en el desarrollo de un nuevo plan de avisos de fenómenos adversos que sustituya y mejore al actual Meteoalerta. Han pasado ya más de diez años desde su entrada en vigor y, aunque con algunas modificaciones, creo que no ha evolucionado en lo sustancial. Sé que es difícil hacerlo en un entorno en el que las competencias operativas de Protección Civil están transferidas a las Comunidades Autónomas, pero, al ser una cuestión de seguridad pública general, entiendo que es al Ministerio del Interior el que debería pilotar y coordinar la elaboración de un nuevo y novedoso Meteoalerta.
Pero hay algo más que debería considerarse y que complementaría armoniosamente el nuevo plan. Me refiero a la importancia de trabajar de forma mucho más cercana los expertos que deben tomar decisiones en tiempo real. Es mucha la sinergia que podría obtenerse de una relación muy próxima en el fondo -y quizás también en la forma- entre predictores y expertos en protección civil. ¿Una oficina conjunta, única? Podría ser interesante pero, en cualquier caso, mantener un contacto fluido, continuado, establecer un conocimiento personal y profesional, llevar a cabo diariamente una o varias conversaciones conjuntas, haya o no haya avisos, y de acuerdo, claro está con unos protocolos verdaderamente eficaces y rápidos. Y, por supuesto, contar con unos sistemas de difusión también rápidos, claros y eficaces, en los que los medios públicos tengan un papel mucho más destacado que en la actualidad.
Por lo tanto, a mi juicio, no se trata de crear nuevos entes sino de sacar el máximo partido de los actuales pero con criterios, metodologías y protocolos mucho más adecuados. ¿Se conseguirá algo con el nuevo gobierno o seguiremos dando vueltas y vueltas sin llegar nunca a la raíz?
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