En mi entrada del pasado día 19, me refería al grave incendio del almacén de neumáticos de Seseña y me preguntaba dónde había ido -o estaba yendo- a parar la nube de contaminantes que se estaba emitiendo a la atmósfera, nube que, en principio, parecía dirigirse hacia el Mediterráneo. Junto con mi perplejidad por la falta de información a nivel estatal -y poca a nivel autonómico- también manifestaba mi extrañeza por la falta de interés mostrada por parte de todos los partidos políticos y la -a mi juicio- poca profundización informativa desarrollada por los medios. Pero sí debía haberla por parte del público, ya que esa entrada en un blog no muy visitado como es éste, superó en dos días de las 4000 visitas.
Varios días después, pocas novedades se han producido. Por parte de AEMET se comenzaron a hacer públicas las trayectorias y concentraciones previstas para las siguientes horas obtenidas de un buen modelo de difusión como es el MOCAGE. Sin embargo, o mucho me equivoco, o el modelo no pudo disponer de datos reales de entrada por lo que respecta a concentraciones de las distintas sustancias emitidas ni de la altura que estaban alcanzando cuando emergían del incendio. Por tanto, si fue así, las informaciones dadas sólo han podido ser cualitativas. Otra cosa es que se hubieran medido realmente esos parámetros y se hubieran utilizado en el modelo. Pero me temo que esas medidas por encima del suelo no han existido, ni tampoco se han hecho algunos muestreos en superficie a lo largo de la trayectoria seguida por la emisión. ¿Todo se ha dispersado en la atmósfera? Me temo que no. Y si parte se ha depositado en el suelo...¿con qué nivel de concentración? No trato de ser alarmista, pero creo firmemente que en una situación como ésta esas medidas deberían haber sido hechas y comunicadas adecuadamente.
En este contexto me ha llamado mucho la atención la información publicada en el Diario de Castilla La Mancha en la que se da cuenta de las tensiones existentes en la Radio Televisión de esta comunidad por la forma en que se decidió tratar las informaciones del incendio por parte de los responsables del organismo. Y aunque no tengo más datos, no es difícil imaginar que esas tensiones pueden haber existido en otras redacciones, y no sólo por posibles interferencias, sino por la falta real de datos significativos por parte de las autoridades.
En fin, sigo manteniendo mi perplejidad -y mi disgusto- por el comportamiento de autoridades, partidos políticos y medios en el tratamiento de una situación potencialmente bastante grave. Es un episodio más que demuestra la tremenda falta de interés y de sensibilidad ambiental que existe tanto a la derecha como a la izquierda, y por el impacto que una mala política ambiental puede causar en esa sociedad por la que tanto dicen preocuparse. ¡Qué poco ilusionante es todo ésto a un mes escaso de volver a las urnas!
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