Tal como ha informado repetidamente la Organización Meteorológica Mundial (OMM), este año 2014 va a ser el más cálido, o uno de los más cálidos, desde que hay registros. Así mismo, y a la espera de los datos definitivos que haga públicos AEMET, en España va a quedar también entre los tres primeros. El resultado final dependerá del comportamiento de diciembre y, a la vista de las predicciones a medio plazo, parece que, al menos hasta Navidades, no se vislumbra ninguna entrada fría significativa. Por tanto, si no se coloca en primer lugar, poco va a faltar.
Si bien la temperatura media global del planeta es un excelente indicador del proceso de calentamiento global, es muy importante conocer la evolución de las anomalías tanto cálidas como frías porque, además de darnos una idea más clara de la evolución de ese calentamiento, es ese comportamiento de las temperaturas el que más incidencia tiene -el que más problemas crea- en la vida diaria de la sociedad y quizás el que nos convence más de que el cambio climático -este cambio climático- es real.
Cuando a principios de 2015 AEMET nos ofrezca su informe definitivo sobre el comportamiento climatológico del año 2014, supongo que incluirá en él, como otros años, un gráfico similar al que presento a continuación, correspondiente al informe del año 2013:
Evolución de las anomalías térmicas anuales en España desde 1961 hasta 2013 (fuente AEMET) |
El gráfico del próximo informe deberá aparecer en su extremo derecho una barra más, la correspondiente al año 2014, y que será la más alta, o casi, de las de todo el gráfico. Aunque no tengo el dato de la temperatura media en España desde 1961 hasta el 2013 calculo que oscila entre 14 y 14,5º C; por tanto puede verse el claro predominio de las anomalías positivas desde comienzos de la década de los 80.
Dada, como decía, la importancia de estas anomalías, sería interesante conocer su evolución a nivel mundial tanto de las cálidas como de las frías, para diferentes periodos de tiempo. Por ello me ha resultado muy interesante un artículo de Scott M. Robeson, J. Willmot y Phil D. Jones, aceptado por Geophysical Review Letters y de muy próxima aparición, que se ocupa concretamente de esta cuestión. El trabajo parte de la conocida -en el mundo académico- base de datos climatológicos HadCRUT4 y analiza los registros de temperatura a nivel global desde 1881 hasta 2013. Calcula las temperaturas medias mensuales para una rejilla que cubre todo el globo y las agrupan en lo que llaman "percentiles espaciales", una técnica que nos facilita la detección de las anomalías tanto cálidas como frías. Un ejemplo de su trabajo para un mes concreto, en este caso abril de 1998 lo muestra este gráfico de su artículo:
Las conclusiones básicas del estudio son éstas:
Las temperaturas en los extremos fríos y cálidos de la distribución espacial de temperaturas (percentiles 5 y 95) se incrementaron más que lo ha hecho la temperatura media de la Tierra.
En el conjunto de los 130 años analizados, las anomalías frías se incrementaron más que las anomalías cálidas dando como resultado un "estrechamiento" del rango de las temperaturas terrestres.
Sin embargo, durante los pasados treinta años, el comportamiento fue el contrario: las anomalías cálidas se incrementaron a mayor velocidad que las frías.
En el conjunto de los 130 años analizados, las anomalías frías se incrementaron más que las anomalías cálidas dando como resultado un "estrechamiento" del rango de las temperaturas terrestres.
Sin embargo, durante los pasados treinta años, el comportamiento fue el contrario: las anomalías cálidas se incrementaron a mayor velocidad que las frías.
Es también muy interesante el resultado sobre el comportamiento de las anomalías durante la denominada "pausa" observada desde 1998. Aunque el periodo es demasiado corto para obtener unas conclusiones sólidas sobre tendencias, lo que sí afirma el artículo es que el calentamiento continuó en muchas zonas del planeta durante buena parte del año pero que, sin embargo, el calentamiento fue enmascarado por un fuerte enfriamiento durante los meses de enero y febrero en el hemisferio norte. Esta conclusión le ha llevado a decir a Robeson, el autor principal, que no ha habido tanto una pausa en el calentamiento global sino una pausa en el calentamiento del invierno en el hemisferio norte.
Si bien todo el artículo es muy interesante, esta última conclusión me parece de una gran importancia porque, de algún modo, confirma las anomalías que se vienen detectando en el comportamiento del chorro polar del hemisferio norte y que algunas investigaciones ligan con el acusado calentamiento del Ártico.
Y, cómo, al menos que yo conozca, no existe ningún estudio de este tipo específico para España, me pregunto si AEMET o algún departamento universitario se animaría a llevarlo a cabo.
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