Noviembre es un mes de penumbras. A lo
largo de él, la iluminación solar disminuye casi en una hora. A ello se suma con
frecuencia la abundante nubosidad pero, aunque los días sean despejados, las
nieblas y neblinas, y a veces también la contaminación en las grandes ciudades,
contribuyen a esa sensación de escasez de luz. Y, por si fuera poco, el cambio
al horario de invierno que se lleva a cabo el último fin de semana de octubre,
contribuye en no poca medida a esa sensación de “acabamiento” rápido de la tarde cuando
todavía queda mucha jornada.
También en noviembre avanza el frío. La
circulación del chorro polar va bajando de latitud y masas de aire, cada vez
mas frías, afectan a nuestras tierras. De este
modo, la temperatura media disminuye en casi cinco grados quedando en
10,7 y la nieve, que a principios afecta ya a las montañas, puede empezar a
aparecer durante la segunda quincena en los altos páramos del interior
peninsular. El refrán lo refleja con toda claridad:
Por los Santos, nieve en
los altos, por San Andrés, nieve en los pies
En los campos, los árboles de hoja
caduca muestran increíbles y fantásticos coloridos antes de perder todas sus
hojas. Es tiempo también de recogida de frutos secos de los que se dará cuenta
en los fríos días de invierno. Tiempo también de acabar con las labores de la
sementera antes de que los fríos invernales hagan dormir a la tierra:
Quince días antes de los
Santos y quince días después, sementera es
o bien,
En acabando noviembre,
quien no sembró que no siembre
Pero el problema se presenta cuando
octubre ha sido seco y tampoco se decide a llover en noviembre. Son años en que
el anticiclón de las Azores se muestra renuente a dar paso a los temporales de
lluvia. De este modo, al tiempo que aumenta la preocupación por el posible
arranque –o continuación- de un tiempo de sequía, el agricultor duda mucho de
proceder a la siembra con el grave riesgo de perder el grano. También las
cosechas de aceituna pueden verse afectadas por situaciones de este tipo que
incluso pueden arruinarlas por falta de engorde del fruto a causa de la escasez
de agua. Y ese agua no parece que deba proceder de nevadas tempranas, porque entonces
tenderían a paralizar la evolución normal del fruto.
Sin embargo, y aunque haya años
singulares, los temporales de lluvia
suelen ir llegando. La precipitación media es de 75 mm, 6 más que la de octubre.
Noviembre suele ser un mes bastante lluvioso en la cuenca del Duero y llueve
también en el resto de la vertiente atlántica y costa sur peninsular.
En el resto de la fachada mediterránea las cantidades disminuyen mucho respecto
a octubre, aunque ocurre con cierta frecuencia que durante los primeros días de
noviembre se prolonguen las situaciones de lluvias intensas típicas del mes
anterior. Cabe recordar una vez más que el récord absoluto de lluvia en 24
horas lo ostenta la localidad valenciana de Oliva, cuando, durante el 3 de
noviembre de 1997, recogió nada menos que 817 mm a consecuencia de la continua
regeneración sobre la zona de un pequeño pero eficientísimo sistema convectivo.
Estas situaciones de lluvias torrenciales corresponden todavía a circulaciones
muy onduladas del chorro con formación de borrascas en niveles altos de la atmósfera,
las denominadas DANAs, a las que se
hace referencia en el capítulo anterior. Sin embargo, la tendencia es a que el
chorro tenga ondulaciones más suaves y arrastre frentes de lluvia de oeste a
este, originando precipitaciones en la vertiente atlántica.
Pero entre unas y otras lluvias, suele
haber algunos respiros en forma de tímidos veranillos.
En este mes no suele faltar el de San Martín hacia el día 11, que es la
festividad del santo:
El veranillo de San
Martín, dura tres días y fin
Los comienzos de la última decena de
noviembre suelen marcar casi siempre el paso al tiempo frío con los primeros
ribetes invernales. De este modo, para San Andrés, el día 30, el invierno ya
está prácticamente encima:
Bienaventurado es quien
por San Andrés en casa es
Y el
refranero se refiere ya claramente a sus temporales:
San Andrés, agua o nieve
ha de traer
El tiempo que hace en San Andrés tiene
en la meteorología popular una cierta importancia para el pronóstico:
Si nieva por San Andrés,
nieva mucho más después
y que vendría a referirse a que, si los
temporales han llegado ya a finales de noviembre, sería lógico que se
prolongaran durante diciembre.
Si bien todo lo anterior se refiere a
las latitudes de la Península y Baleares también Canarias puede verse afectada por lluvias importantes cuando el
chorro polar baja todavía más de latitud. Su tipo e intensidad depende de su
configuración mas o menos ondulada, de modo que se formen DANAs en la zona, o bien, de que lleguen los extremos de los frentes
arrastrados por él. Los meses de noviembre a enero suelen ser los más propicios
a esta situaciones; en concreto, y por lo que se refiere a noviembre, pueden
recordarse temporales como el de 1950 con 360 mm en 24 horas en
Izaña, el de 1989 con valores entre 230 y 270 mm en zonas altas de Gran Canaria,
el del 20 de noviembre de 2001,
cuando una tormenta “anclada” en las cumbres de la isla de La Palma provocó una
riada en el barranco de las Angustias o el de principios de noviembre de 2004
que dejó 285 mm en El Hierro y de 150 a 180 en La Gomera, La Palma y Tenerife.
Con frecuencia, estos temporales de lluvia pueden venir acompañados de fuertes
vientos, sobre todo cuando el chorro cruza por encima del archipiélago y los
accidentados relieves de las islas mas occidentales los refuerzan. Y en
relación con temporales de viento y lluvia, aunque se trate de un fenómeno
totalmente distinto, no podemos olvidar el paso por Canarias de la tormenta
tropical Delta el 28 de noviembre de 2005.
Por tanto, de una forma u otra, y salvo
en casos de marcadas sequías, los temporales atlánticos juegan un papel
protagonista en noviembre en el tiempo de la Península y sus archipiélagos. ¿Los veremos en este noviembre tras un tan extraño octubre?
Genial!! Gracias Angel. :-)
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