Insisto con frecuencia en este blog en la necesidad de llevar a cabo trabajos multidisciplinares si se quiere conseguir un mayor y mejor aprovechamiento de las informaciones que nos ofrecen la climatología y meteorología, siempre con el objetivo de ofrecer un mejor servicio a la sociedad. Tanto la comunicación de informaciones relevantes como el desarrollo de aplicaciones especificas y el asesoramiento a usuarios, no pueden quedar sólo bajo la responsabilidad de climatólogos y meteorólogos sino que en su diseño y realización deben intervenir también expertos en ciencias sociales. Hay que tener en cuenta que acertar con las informaciones o productos adecuados depende mucho de la cantidad pero sobre todo de la calidad de las informaciones recogidas sobre las necesidades, demandas reales y percepciones de los usuarios y en ello tienen mucho que ver psicólogos sociales, geógrafos o expertos medioambientales.
El reconocimiento de esta realidad llevó a la American Meteorological Society a la fundación hace unos años de la revista Weather, Climate and Society y si se revisan los índices de sus distintos volúmenes puede verse que esta interacción y cooperación entre diversos colectivos va siendo cada vez más usual en el estudio de temas muy diversos.
Olivares de Mágina |
Por todas estas razones me ha alegrado mucho encontrar en el índice del último número recién publicado un artículo -el primero de dos- dedicado a la adaptabilidad de los sistemas agrícolas mediterráneos al cambio climático y aplicado en concreto a los olivares de Sierra Mágina en Jaén. El estudio surge de una colaboración entre científicos de tres universidades parisinas, del departamento de Geografía de la Universidad de Jaén y de la asociación de participación y sostenibilidad Pasos de Órgiva (Granada).
Este primer artículo se centra en el pasado y presente del olivar jiennense en relación a los procesos de adaptación que se han sucedido a través de las irregularidades climáticas de los últimos cincuenta años. Se presentan algunos hallazgos interesantes tales como la disminución de la precipitación en un 18 por ciento entre 1955 y 2009, también sobre el modo en que ha afectado el regadío a la disponibilidad de los recursos hídricos y sobre las relaciones entre la lluvia y la variabilidad de los olivares de secano y de regadío. Pero lo más novedoso es que, en su tercera parte, el artículo se centra en la percepción de la variabilidad climática por parte de 15 agricultores y de otras 16 personas relacionadas con el olivar tales como fabricantes, comercializadores, autoridades locales, conservacionistas y un representante de una ONG. Según las conclusiones del artículo, la mayoría de ellos reconoce la influencia del clima sobre los rendimientos de los cultivos así como la realidad de los recientes cambios climáticos. Para finalizar, el artículo apunta a que estas conclusiones van a ser muy valiosas para estudio de la capacidad de adaptación de los sistemas agrícolas y sociales al cambio climático. Supongo que éste será el argumento central de la segunda parte de este artículo que esperemos que se publique en el número de octubre de Weather, Climate and Society.
No me resta sino felicitar a los autores de este artículo por su interesante iniciativa que marca, a mi juicio, el camino de una integración de conocimientos sobre una misma cuestión de interés científico, económico y social, en este caso en el campo del clima y la agricultura, que no puede sino reportar interesantes beneficios para todos. Esperemos que cada vez surjan mas trabajos en esta orientación.
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