Tras la finalización del largo temporal de lluvias de Poniente, el calor entró bruscamente haciendo recordar en algunos momentos los comienzos de verano y preguntándonos si ésto es normal y desde cuando no había pasado. La memoria meteorológica es frágil: hace sólo dos años, en el 2011, tuvimos el abril más cálido de la serie histórica que arranca en 1951.
El cambio en la situación atmosférica estaba bien previsto, al menos en su primera parte, por los modelos numéricos. Una gran dorsal anticiclónica crecía desde el norte de África hacia la Península Ibérica extendiendo hacia nosotros una marcada "lengua" de aire cálido, que es la que estos días nos está afectando. La duda estaba en sí esta estructura se iba a reforzar más a partir de hoy jueves o, por el contrario y como al final va a ocurrir, el aire frío atlántico va a hacer que la masa cálida se retire más hacia el oeste, ubicándose en la zona entre Canarias -donde estos días va a hacer mucho calor- y Madeira. Que ocurriera una u otra evolución dependía, como en tantas otras ocasiones de duda, de cuando y donde se "cerraría" esa vaguada atlántica de aire frío. Si se cerraba y quedaba como una borrasca fría semiestacionaria al oeste de Portugal, la masa cálida se afianzaría y reforzaría sobre la Península. Si, como va a ocurrir, la vaguada pasaba sobre nosotros sin cerrarse aún (lo hará sobre el Mediterráneo), el aire frío haría retroceder, o mas bien, reorientaría al aire cálido hacia esa zona del Atlántico a la que antes me refería.
En el caso de que la evolución hubiera sido la primera, nos hubiéramos encontrado con una situación típica de "ola de calor", aunque ahora, en abril, es difícil que se produzca una situación de este tipo, dado que las noches son aún bastante largas y las temperaturas mínimas son todavía bajas. Aunque la ola de calor no tiene aún una buena definición, y a ello me referí en otra entrada de este blog, sí hay consenso general en que, tanto las máximas como las mínimas, deben estar claramente por encima de los valores medios de ambas para el mes en cuestión.
Cuando sucede una situación de este tipo, la pregunta que nos hacemos es sí esto es normal y cuando fue la última vez que ocurrió. Pues en este caso, ocurrió hace muy poco, en abril del 2011. De acuerdo con las informaciones que AEMET facilitó en su momento, durante los días 8 al 10 tuvimos un episodio de temperaturas muy elevadas con una máxima de 37,4º en Murcia, algo realmente excepcional ya que este valor superó en 5º el anterior registro mas elevado de la serie histórica con datos desde 1984. También se superaron los 30º en muchas zonas del sur de la Península así como en puntos de Galicia, de la Vertiente Cantábrica y del oeste de Castilla y León. Así, en su conjunto, abril del 2011 resultó extremadamente cálido y el valor medio del mes superó en un grado al abril de 1997 que había sido el más cálido hasta ese momento.
Lo que resulta curioso, es que, al igual que este año, marzo de 2011 resultó también muy lluvioso.Y también fueron muy lluviosos febrero y marzo de 1947, justo el año, en que abril también tuvo episodios cálidos. Es como si el temporal de Poniente acabara cuando una de las borrascas atlánticas de ese temporal, se frena en pleno Atlántico, se convierte en borrasca fría y da lugar, delante de ella, a la extensión hacia el norte de la dorsal anticiclónica norteafricana. ¿Pasó lo mismo en 1997, 2002 y 2005 en que, al parecer, también hubo episodios cálidos en abril?
Y una última reflexión: si estos días, la vaguada atlántica no hubiera atravesado la Península y se hubiera convertido, antes de llegar, en una borrasca fría estacionaria, probablemente nos hubiéramos encontrado con una situación muy parecida a la del 2011 y estaríamos hablando de una igualación o superación de records -aunque alguno también se ha igualado en esta situación- con poco tiempo de diferencia con lo que ello podría suponer de hecho noticiable. Y todo ello ha podido tener su origen - es una hipótesis, pero bastante plausible- en una diferencia de 30 o 40 Km/h en la velocidad del chorro polar. Así de sutil y compleja es nuestra atmósfera.
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