En la anterior entrada del blog me refería al pasado gran temporal de lluvia y viento de la vertiente atlántica y a su relación con la llegada a la Península de un marcado "río atmosférico" embebido en una gran y alargada masa nubosa que se originaba al menos en la zona del Caribe. A su vez estaba unida a fuertes vientos de componente oeste tanto a niveles altos como medios y bajos.
Esta situación me llamó mucho la atención al estar, al menos parcialmente, desvinculada de las borrascas "Elsa" y "Fabien" a las que se las atribuyó el temporal (sin excluir que pudiera haber alguna modificación por su parte). También lo hizo por su gran profundización hacia el interior peninsular -algo que no ocurre en todas las entradas de este tipo- y que, alcanzando de lleno a parte del Sistema Ibérico y de las montañas béticas, alimentó de forma extraordinaria a las cabeceras de algunos ríos mediterráneos. De hecho ocurrieron episodios de inundación en zonas peninsulares muy distantes unas de otras.
Esta situación me llamó mucho la atención al estar, al menos parcialmente, desvinculada de las borrascas "Elsa" y "Fabien" a las que se las atribuyó el temporal (sin excluir que pudiera haber alguna modificación por su parte). También lo hizo por su gran profundización hacia el interior peninsular -algo que no ocurre en todas las entradas de este tipo- y que, alcanzando de lleno a parte del Sistema Ibérico y de las montañas béticas, alimentó de forma extraordinaria a las cabeceras de algunos ríos mediterráneos. De hecho ocurrieron episodios de inundación en zonas peninsulares muy distantes unas de otras.
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Pues justamente unos pocos días antes de comenzar el temporal se presentaba en la reunión de otoño de la American Geophysical Union (AGU) un interesante trabajo realizado por investigadores de las universidades norteamericanas de Stanford y Colorado con el atrayente título de "Flavors of Atmospheric Rivers: Climatology and Impacts of Moisture- vs. Wind-Dominated Atmospheric Rivers Along the US West Coast". Lo que, de un modo muy resumido, viene a exponer este artículo es que, si bien hasta ahora la caracterización básica de un río atmosférico y, de alguna forma, su relación con su potencial de precipitación, ha venido dada por su mayor o menor valor del denominado "transporte horizontal verticalmente integrado de vapor de agua (IVT) entre 1000 hPa y 300 hPa", parece necesario introducir también la mayor o menor intensidad del viento que lo acompaña. De este modo los "ríos" podrían clasificarse en cuatro "sabores": "húmedo" (alto contenido de humedad y poco viento), "ventoso" (poca humedad y mucho viento), "húmedo y ventoso" (alta humedad y mucho viento) o "neutral" (valores medios de humedad y viento).
Aunque en su fundamento este planteamiento no es nuevo, desde mi punto de vista es una aportación importante porque de la conjugación -quizás pronto cuantitativa- de esos dos factores puede depender mucho el conocimiento a priori de la eficiencia de precipitación del "río". Dado que la masa aérea que lo contiene presenta en muchas ocasiones neutralidad húmeda en la baja troposfera, son muy importantes para las precipitaciones -aunque no únicos- los ascensos forzados por las zonas montañosas. Y en ese ascenso juega un papel preponderante el viento que acompaña a esa masa aérea. En nuestro reciente episodio hemos podido ver como, justamente por ese mecanismo, las mayores precipitaciones han ocurrido en zonas montañosas o elevadas. Y también se me ocurre pensar que también ese viento ha sido responsable de la gran profundización del río hacia el interior peninsular llegando probablemente más allá de la propia Península.
Naturalmente supongo que hay que investigar cuál es el perfil de viento óptimo en relación con la IVT de cada "río" y con las zonas geográficas a atravesar para que, en vez de una acción favorable a la precipitación- no se desarrolle otra desfavorable que pudiera "romper" la dinámica interna de la nube y la dificultara.
Naturalmente supongo que hay que investigar cuál es el perfil de viento óptimo en relación con la IVT de cada "río" y con las zonas geográficas a atravesar para que, en vez de una acción favorable a la precipitación- no se desarrolle otra desfavorable que pudiera "romper" la dinámica interna de la nube y la dificultara.
Éste es en fin otro de los muchos artículos que se están publicando en los últimos tiempos reconociendo el importante papel de estos ríos en la distribución de la humedad a escala planetaria. Cuáles son las regiones fuente de estos ríos, cómo se activan en relación con la oscilaciones Madden Julian o ENSO, o cómo son los mecanismos específicos de transporte y de la precipitación asociada son líneas importantes de investigación. En España, al menos que yo conozca, son muy de destacar los trabajos realizados en este contexto desde hace ya varios años por el Laboratorio de Física Ambiental del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Vigo. Sirva como pequeña muestra este artículo que da una excelente visión de conjunto sobre los ríos atmosféricos.
Y si, para finalizar, nos preguntamos por cuál sería el "sabor" de nuestro último río atmosférico creo, a la espera de posteriores investigaciones, que sería el de "húmedo y ventoso". En cualquier caso, habrá que ir afinando el "gusto".