18 de julio de 2021

Inundaciones en Alemania: ¿Fueron útiles los avisos?

En la apresurada búsqueda de responsabilidades en relación con las terribles inundaciones en Alemania, se han hecho por parte de algunos políticos declaraciones en las que, sin ningún género de dudas, atribuyen el desastre al calentamiento global. Tiempo habrá para que los estudios de atribución nos digan con cuánta más probabilidad pueden haberse dado estas lluvias en el contexto de este calentamiento, pero creo que ahora es momento de buscar algunas causas más próximas que han conducido a un agravamiento del impacto en la población.


                                                          (Harald Tittel)

A la espera de análisis más sosegados y hasta donde he podido leer en algunos periódicos europeos (aquí otro ejemplo), parece haber un amplio consenso en que las predicciones de lluvia fueron bastante correctas e incluso se llegó a emitir a principios de semana un aviso de crecida de los ríos en las zonas afectadas por el sistema europeo de información sobre inundaciones (EFAS) pero que, así como en Bélgica si se ordenaron evacuaciones preventivas en las zonas que iban a ser afectadas, las autoridades locales alemanas no llegaron a calibrar la magnitud del problema o no actuaron con la debida diligencia. En este punto es muy interesante la lectura del artículo de Jeff da Costa un experto en prevención de desastres naturales publicado en The Conversation que vivió el drama en primera persona, que atestigua como las evacuaciones se ordenaron cuando el agua ya había entrado en las casas y que señala las dificultades que deben resolverse para que los avisos resulten útiles y eficaces. 

Todo ello incide en algo de lo que me he ocupado con frecuencia en este blog: la necesidad de un replanteamiento del sistema de avisos de fenómenos adversos de modo que se base en los impactos que cabe esperar en la población y que asegure una difusión rápida y eficaz hacia la población potencialmente afectada. En concreto: textos de fácil comprensión que especifiquen qué puede suceder, cuándo y dónde, como puede afectar en cuestiones básicas a los afectados y qué medidas se recomiendan por parte de las autoridades. Y todo ello actualizado y distribuido con frecuencia por los teléfonos móviles en las zonas que pueden ser afectadas, además de por las redes sociales, radio y TV. Y tras cada episodio, un análisis cuidadoso de qué información se recibió, como se interpretó y cuál fue su utilidad. Creo que es la única manera de que cada vez sean menos frecuentes esas imágenes de personas afectadas que aseguran no haber recibido (o no interpretado correctamente) los avisos que hayan podido emitirse.

Naturalmente que no ignoro las dificultades de coordinación o de reorganización que ello implicaría entre organismos estatales, regionales y locales, y más aún en España donde hasta para luchar contra una pandemia es realmente difícil lograr entendimientos y acuerdos. Pero es necesario actuar antes que lamentar víctimas y daños en un entorno en que, o cada vez aparecen más fenómenos atmosféricos de gran intensidad, o bien nuestra vulnerabilidad a ellos es cada vez mayor.


16 de julio de 2021

La ola de calor de Canadá y las copiosas lluvias de Alemania: las dos caras de un mismo fenómeno

Son verdaderamente trágicas las noticias que nos llegan desde Alemania y algunos otros países limítrofes. Las fuertes y continuadas lluvias han provocado extensos e intensos desbordamientos de ríos que han arrasado un gran número de edificios, y las víctimas y desaparecidos van alcanzando unos valores dolorosos y sorprendentes.

Desde el punto de vista meteorológico la situación es conocida. La presencia de la zona delantera de una dana, interaccionando con el aire muy recalentado provocado por una dorsal anticiclónica, ha provocado tremendas estructuras convectivas que han descargado grandes diluvios. Además hay algo que ha hecho mucho más grave la situación: el lentísimo, casi nulo, desplazamiento de esa dana hacia el este al ser “bloqueada” por la gran dorsal que se extendía desde el norte de Grecia hasta el norte de Finlandia. 

La situación del pasado miércoles 14 de junio. El borde delantero de la dana centrada sobre el norte de Italia hacía ascender aire cálido de niveles bajos creando grandes estructuras convectivas y copiosas lluvias. Al tener la dana "bloqueado" su paso hacia el este por la gran dorsal anticiclónica las precipitaciones se producían sobre las mismas zonas dando lugar a muy importantes acumulaciones de lluvia.

Como apuntaba la situación no es desconocida. En esta entrada de mi blog de junio de 2013 comentaba otra situación de este tipo en Centroeuropa y se apuntaba que los estudios realizados hablaban de periodos de retorno de mas de cien años. En aquella ocasión se registraron valores muy parecidos de precipitación pero  las víctimas fueron muchísimas menos.  Hay que estudiar por qué. ¿Quizás el bloqueo no fue tan marcado? ¿Ha sido ahora un problema de naturaleza del terreno? ¿De ordenación del territorio?

En cualquier caso este concepto de “bloqueo” nos suena muy cercano. Hace muy pocos días, nos referíamos a la tremenda ola de calor de la Columbia Británica y comentábamos que la presencia de una gran dorsal de bloqueo había sido la causa básica de esa también tremenda situación. Un bloqueo significa situación muy estacionaria tanto para situaciones de calor -si se está bajo la dorsal- como para precipitaciones muy persistentes si se está bajo la dana o borrasca fría que suele aparecer a su izquierda. En el fondo, las dos caras del mismo fenómeno.

Hace unos años apareció un artículo que se convirtió en una referencia fundamental en el que se planteaba que el marcado calentamiento del Ártico, la amplificación ártica, provocaría un chorro polar mas ondulado con mayores posibilidades de un estrangulamiento de sus meandros y, por tanto, de formación de situaciones de bloqueo. Después esa teoría ha sido muy discutida y no se ha llegado a alcanzar todavía un acuerdo básico.

¿Están aumentando las situaciones de bloqueo? ¿Provienen de una mayor y progresiva ondulación del chorro o existe otro mecanismo poco conocido aún por el que la cálida atmósfera subtropical remonta cada vez más hacia el norte? ¿Están potenciados los efectos de los bloqueos por una mayor disponibilidad energética a causa de un aire más cálido y de mayor capacidad para retener humedad? ¿Contribuyen a las altas temperaturas terrenos cada vez más secos? ¿Están cambiando las zonas geográficas proclives a los bloqueos?

Estoy seguro de que más pronto que tarde aparecerán estudios de atribución que nos informarán de la probabilidad de que estas intensas y extensas lluvias hayan tenido mayor o menor relación con el calentamiento global. En cualquier caso la cada vez más frecuente aparición de fenómenos extremos hace necesaria una intensificación de las investigaciones sobre los cambios que pueden darse o se están dando en la circulación general con énfasis sobre los bloqueos y sobre la evolución de las estructuras subtropicales. Y si es importante para cualquier parte del mundo, para España es vital. 

3 de julio de 2021

La ola de calor de la Columbia Británica: "cúpula cálida", vientos catabáticos... ¿algo más?


Mucho se ha comentado y escrito en los pasados días sobre la tremenda ola de calor que ha afectado a zonas del sur de la Columbia británica canadiense y zonas cercanas del estado norteamericano de Oregón. 

Las zonas más afectadas por la intensa ola de calor (BBC)

A falta de que se publiquen estudios más rigurosos y sosegados, se han apuntado como causas básicas el establecimiento en esa zona de una potente dorsal anticiclónica –“cúpula de aire cálido” se ha denominado en muchos medios- que mantuvo durante unos días una situación de gran estabilidad con cielos despejados y, añadido a ello, un posible calentamiento por subsidencia,  potenciado aún más en algunas áreas por los efectos de vientos catabáticos o descendentes.

Lytton, la población donde se llegaron a registrar los casi 50ºC se encuentra en un estrecho valle entre montañas donde los calentamientos producidos de los vientos catabáticos o descendentes pueden ser muy importantes (Google Earth)

Pero, aún teniendo en cuenta todo ello, es difícil justificar esos valores de entre 45 a casi 49ºC en esas latitudes. Hay a mi juicio un par de factores más que pueden haber contribuido a esa “ola de calor perfecta”. Uno es la presencia junto al flanco occidental de la dorsal, muy cercana a las zonas de altísimas temperaturas, de una pequeña depresión en niveles medios que reforzaba el gradiente en esa zona y que pudo provocar una advección más intensa de aire cálido con vientos de mayor velocidad.  Ello pudo dar lugar a un reforzamiento y una mayor intensidad de los calentamientos catabáticos a que me refería Si eso fue así, ese “calor de arriba” no vendría tanto de una subsidencia sino de esos efectos provocados por el viento del sur. 

Análisis del geopotencial de 500 hPa y de la temperatura de 850 hPa correspondiente a las 12 UTC del 28 de junio, cuando se registraban las temperaturas más elevadas en superficie. Puede observarse junto al flanco occidental de la dorsal y muy cerca de la costa la pequeña dana que podría haber intensificado el fenómeno (ECMWF)

Un segundo factor que planteo como hipótesis, porque no tengo datos directos, es la posible gran sequedad del terreno. Si existía esa sequedad -y no me extrañaría que fuera así debido a las situaciones de dorsal anticiclónica que parecen afectar cada vez mas a estas zonas- parte del calor llegado -en horizontal o vertical- no se habría empleado en una eficaz evaporación, sino en calentar mas el terreno y la capa de aire que reposaba sobre él. 

Todo ello suscita la cuestión de si la tendencia a una mayor sequedad en determinados territorios como consecuencia de cambios en la circulación general de la atmósfera está provocando también un efecto de “amplificación” mediante el que las situaciones de olas de calor puedan ser cada vez más intensas en esos territorios con mayor déficit hídrico, algo que, una vez más, deberíamos estudiar más profundamente en España dadas nuestras singularidades hídricas.

NOTA: Este importante efecto de la relación entre el déficit hídrico y la potenciación de las olas de calor queda muy bien reflejado en este artículo publicado en Nature por investigadores portugueses y españoles en noviembre del pasado año.