28 de julio de 2015

Un posible récord que no debe pasar desapercibido

En las situaciones de intenso calor como en la que nos encontramos, solemos fijarnos, además de las temperaturas en superficie, en las del nivel de 850 hPa como un buen indicador de la característica térmica de la masa de aire que nos afecta, y también como  excelente elemento predictivo de las posibles máximas que pueden alcanzarse. Nos fijamos también en la temperatura a 500 hPa pero, básicamente, con la intención de ver si se nos "cuela" algo de aire frío por la troposfera media que pueda dar origen a tormentas o, al menos, a aumentos de nubosidad. Si a ese nivel vemos temperaturas por encima (más altas) de -8 o -9ºC -y aunque siempre debe hacerse un análisis más exhaustivo- nos quedamos tranquilos porque la situación apunta hacia la estabilidad. Y no digamos si esos valores están entre los -6 y -4ºC, que se acercan ya a los típicamente tropicales.

Precisamente es ese valor de -4, o si se me apura de -3 (me refiero siempre a grados centígrados), el que muchos meteorólogos con bastantes años de experiencia, entre los que me incluyo, recordamos como el valor más cálido sobre la Península y Baleares para esas temperaturas a 500 hPa. Por eso, llama muchísimo la atención el dato registrado ayer a las 12Z por el sondeo de Palma de Mallorca que es nada menos de -1,1ºC. No se trata de un error como a primera vista pudiera pensarse porque, a esa misma hora, Barcelona tenía -1,7, Murcia -2,3 y Argel -2,5. Si, a partir de esos valores, se hace un análisis somero pero de grado en grado, se observa a ese nivel una amplia dorsal térmica  y, en el seno de ella, una "burbuja" más cálida de -1 centrada sobre Baleares. 

Un sondeo para "guardar"...y para investigar

Ya, durante la pasada noche, esas temperaturas han descendido algo, de modo que el dato de Palma es -3,1, el de Barcelona -3,3 y el de Murcia -3,9. Sin embargo, en el sondeo realizado al sur de Cerdeña, se ha pasado del -3,3 de ayer a las 12Z al -1,5 de hoy. Da por tanto la impresión de que esa "burbuja" cálida se ha desplazado hacia el este-sureste.

Creo que es una situación que merece la pena estudiar con detenimiento porque, más allá del posible récord que AEMET deberá en su caso confirmar o no, se encuadra en un contexto de anomalías cálidas durante los últimos meses a ese nivel. Así, en la súbita entrada cálida del 13-14 de mayo pasados, lo que más llamaba la atención era una marcada anomalía cálida justamente a 500 hPa extendiéndose hasta la Península Ibérica desde las costas de África occidental. Y también, en algunos días de la pasada ola de calor, las temperaturas a este nivel han rondado los -3ºC, valor de nuevo muy elevado.

Es posible que el fenómeno sea el resultado de algún patrón de teleconexiones hemisféricas, pero creo que sería interesante estudiar cuál es el proceso físico que puede conducir a estas desusadas temperaturas. En principio sólo pueden ser dos: una advección de aire muy cálido o un calentamiento in situ por procesos de subsidencia. En un primer análisis parece tratarse más bien de lo segundo pero cuesta trabajo pensar que, ya a 500 hPa, ese proceso que se extiende normalmente hasta alcanzar los 800 o 900 hPa, haya dado lugar a esos valores. Evidentemente puede ser el resultado conjunto de una advección y de una compresión por subsidencia. En cualquier caso, valores tan elevados, sean o no récords, y que igualan o superan valores propios de atmósferas tropicales, merecen a mi juicio, como decía antes, un profundo y detallado estudio.

25 de julio de 2015

Tras la ola

Hoy, 25 de julio, día de Santiago, nos encontramos desde el punto de vista climatológico en pleno periodo canicular, en las jornadas que suelen ser las más calurosas del año. Sin embargo, y tal como apuntaban hace ya ocho o nueve días los mapas del Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo, el paso del extremo sur de una vaguada por la mitad norte peninsular ha traído aire fresco del noroeste a amplias zonas de la Península. Un aire que da un respiro pasajero antes de un nuevo repunte de calor que se iniciará mañana domingo y que, probablemente, durará hasta el jueves o viernes, cuando otra vaguada atlántica volvería a suavizar las temperaturas.

Este mapa del sistema de predicción probabilística del Centro Europeo previsto para la noche del viernes al sábado previsto muestra que es bastante probable el paso, alrededor de esas fechas, de una vaguada atlántica sobre la Península Ibérica.

En mi opinión, ésta es la cadencia natural del tiempo de verano. Subidas fuertes que duran tres o cuatro días, seguidas de otros dos o tres en los que las vaguadas atlánticas refrescan algo el ambiente. Todo ello, claro está, en las vertientes atlántica y cantábrica, ya que en el área mediterránea los vientos de poniente elevan las temperaturas. 

Por tanto, creo que ahora nos encontramos en un verano "normal", si bien el calor acumulado durante el largo y muy temprano periodo cálido que nos afectó, casi sin tregua, desde finales de junio hasta casi mediados de julio, nos hace sentir que seguimos en un verano excepcionalmente cálido. Lo que habrá que ver, de acuerdo con la definición de ola de calor recientemente adoptada por AEMET, es, primero si aquel periodo puede considerarse definitivamente como ola de calor, que estoy prácticamente seguro de que sí, y después, si el ligero refrescamiento ocurrido en alguno de los primeros días de julio, pudiera llevar a que fueran dos las catalogadas en vez de una; supongo que no.

No parece en principio que vaya a repetirse en agosto una situación similar. Como veíamos más arriba, las predicciones probabilísticas a diez días apuntan más bien a que, tras la subida de los próximas tres o cuatro jornadas, una nueva entrada atlántica refresque de nuevo el ambiente en amplias zonas de la Península. Y, si hacemos caso a los mapas de predicción mensual del Centro Europeo publicados ayer viernes por AEMET, la tendencia al menos hasta mediados del mes es a que la temperatura media se encuentre en los valores normales o incluso algo por debajo.

En la columna de la derecha pueden verse las anomalías de temperatura hasta mediados de agosto. Durante las semanas del 3 al 9 y, sobre todo, en la del 10 al 17 no existan anomalías positivas en la Península sino que, más bien, tienden a ser negativas

En cualquier caso, creo que ese extraordinario período cálido que hemos vivido -más bien padecido- debería llevar a  reflexionar e investigar sobre algunos extremos interesantes. El primero y más importante, el impacto social, sanitario e incluso económico que una situación de este tipo provoca en la salud de la población y en muchas de sus actividades y costumbres y más cuando sucede como una extensión hacia adelante del verano. Precisamente, esta extensión parece confirmar el resultado de la investigación de un grupo de investigadores españoles en el sentido de un alargamiento del periodo veraniego en el área de la Península Ibérica desde finales de los 70. A la vista de lo sucedido parece que es ésta una línea de investigación que debe seguirse y potenciarse. 

Por último, creo que, este significativo episodio, nos ha llevado a una mayor concienciación de que los periodos de mucho calor en la Península Ibérica no tienen por qué atribuirse necesariamente a la entrada de aire norteafricano. Si bien, éste puede jugar un papel significativo en bastantes ocasiones, la pura presencia de una fuerte dorsal atlántica sobre, o al oeste de la Península, puede provocar las fuertes subidas térmicas a través de sus mecanismos "tradicionales" de estabilidad, cielos despejados y calentamiento por subsidencia. En esta cuestión, y en conexión con el debate suscitado sobre si ese calentamiento puede afectar directamente a las temperaturas registradas en el suelo, pienso que sería interesantísimo llevar a cabo un estudio -que ya se efectuó en los años 80 en el desierto de Arabia- y en el que se venía a concluir que, en situaciones de baja térmica y advección cálida en niveles altos, la subsidencia podía alcanzar el suelo durante la noche. Sería realmente útil comprobar si eso también sucede en el interior de la Península Ibérica.

Y ahora, vamos a ver que nos depara agosto. De un modo u otro, lo deseo muy agradable para todos los seguidores de este blog.

14 de julio de 2015

Bajo las olas (de calor)

Pasado mañana, 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen, empieza el período que se conoce popularmente como "de virgen a virgen" y que se extiende hasta el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen. Se trata del período normalmente más cálido del verano y en el que cabe esperar temperaturas muy elevadas y periodos de olas de calor. 

De Virgen a Virgen, el calor aprieta de firme; antes y después, verano no es

O si. Este año, el público mira a los meteorólogos y los meteorólogos miran sin cesar los mapas previstos tratando de encontrar un signo -como los antiguos oráculos- de que la ola -u olas- de calor que nos afecta desde finales de junio toque a su fin, antes de que agote por cansancio y sueño perdido a gran parte de la población de la España interior. Y, cuando digo ola u olas, me refiero a que habrá que esperar un tiempo, tras la finalización de este periodo cálido, para que AEMET informe, de acuerdo a la definición que estableció de ola de calor hace muy poco tiempo, si se ha tratado de una o de varias olas. 

Desde el punto de vista de un meteorólogo sinóptico, la situación general de la atmósfera en nuestras latitudes casi no ha variado desde ese final de junio.Una potente dorsal, o anticiclón cálido, se instaló al oeste-suroeste de la Península generando las condiciones típicas -que no es cuestión de repetir de nuevo- para que el aire junto al suelo alcance temperaturas muy elevadas. En cualquier caso, ligeras variaciones en la posición o fortaleza de esa dorsal, han dado lugar a que las masas de aire que nos han ido afectando hayan tenido un origen -o un camino- tropical o subtropical marítimo o continental, y también a que la Península Ibérica haya generado su propia masa. Pero, más allá de su origen, es importante reseñar que han llegado a España en proceso de subsidencia, es decir, de descenso, compresión y calentamiento, reforzando así -o al menos manteniendo- las condiciones para las altas temperaturas. 

Lo que llama la atención de esta situación, más que su intensidad, es su temprano arranque y, sobre todo, su larga duración. Ese arranque puede estar en la linea de los resultados de recientes investigaciones que apuntan  a que, desde finales de los 70, el periodo veraniego se ha alargado en España en unos 15 días, debido sobre todo a un comienzo más temprano en el mes de junio. Y no podemos dejar de recordar en este sentido -aunque la supuesta relación habría que investigarla más- las atípicas y casi increíbles jornadas del 13 y 14 de mayo pasado, cuando las temperaturas batieron ampliamente récords de mayo en muchos observatorios e incluso, en alguno de ellos, casi los anuales. 

Por lo que respecta a su duración, lo lógico es que una situación de este tipo a finales de junio, hubiera sido interrumpida a los dos o tres días de su comienzo por la llegada de una vaguada atlántica con aire fresco y algunas lluvias en la mitad norte. Es algo que suele ocurrir con frecuencia y que hace que la instauración  de los grandes calores se retrase al menos hasta después de San Fermín. Este año, es verdad que algo hubo de eso, pero fue tan débil que sólo nos ofreció un cierto alivio momentáneo y sirvió -quizás- para que un episodio de ola de calor se convirtiera en dos, al menos en algunas zonas.

Desde entonces la única esperanza está siendo el paso de alguna vaguada atlántica cuyo extremo sur roce el Cantábrico y "mueva" y ventile un poco la tenaz masa cálida del interior peninsular. Una alternativa más completa y eficaz sería que esa vaguada captara y arrastrara por delante de ella una baja o borrasca residual semipermanente que suele "aparcar" en el área Azores-Madeira-Canarias. Pues bien, eso es lo que parece ocurrir entre hoy y el fin de semana y es lo que nos puede proporcionar algún alivio en forma de algunas tormentas y de descenso de las temperaturas en unos pocos grados.

(A) es una vaguada que afectará previsiblemente el sábado al tercio norte peninsular. (C) es una baja semipermanente que, en esta ocasión, se moverá por delante de la vaguada, y afectará el viernes-sábado al interior peninsular removiendo y ventilando parcialmente, con algunas tormentas y haciendo descender la temperatura tres o cuatro grados. (B) es otra pequeña baja residual que mañana miércoles podría propiciar alguna actividad tormentosa en el interior (Imagen del canal WV del día 14 de julio a las 15 TMG)
Habrá que aprovecharlo bien porque el lunes la dorsal vuelve a crecer sobre nosotros. 

Este mapa previsto para la madrugada del próximo martes, día 21, por el sistema de predicción probabilística del Centro Europeo, nos indica que, casi con total seguridad, y una vez más, la dorsal cálida vuelva a reforzrse sobre la Península Ibérica a principios de la semana que viene.

Y, de nuevo, a la espera de alguna nueva vaguada que la debilite, o mejor, que la lograra desalojar. Alguna esperanza hay de ello. Por una parte, y aunque la fiabilidad es reducida, los mapas de predicción mensual del Centro Europeo muestran un descenso de la anomalía cálida sobre España para la próxima semana y, sobre todo, para la siguiente. 





Por otro, los mapas a medio plazo de los dos principales modelos muestran para mediados-finales de la próxima semana de una vaguada más profunda que -ahora sí- removería la contumaz masa cálida. Esperemos que sea así. Y que dure al menos unos días.

Aunque el modelo probabilístico del Centro Europeo, "sólo" llega hoy hasta el viernes 24, muestra una vaguada un poco más importante con un aceptable nivel de predecibilidad, lo que hace concebir alguna esperanza. Es importante señalar que la mayor incertidumbre se encuentra en el ramal noroeste del chorro al oeste de Irlanda. Es una zona clave porque, si los vientos son ahí más fuertes que en la zona delantera, la entrada fría -mas bien fresca- sobre la Península sería más significativa.
Para finalizar, desde mi punto de vista, lo raro de esta situación ha sido la contumacia en la ubicación de la dorsal cálida en la misma zona, quizás por la presencia de un chorro polar más debilitado o alto de latitud que lo climatológicamente normal. ¿Variabilidad natural o cambio climático? Seguramente las dos cosas. Y seguro que salen estudios que nos darán algunas pistas. Pero las olas de calor más frecuentes y prolongadas parecen asomar.

6 de julio de 2015

¿Aire sahariano?

Ayer se suscitó en Twitter un cierto debate sobre la procedencia de la masa (o masas) de aire que están afectando a España en estos días de intenso calor. En los medios se da por supuesto que se trata de una masa de origen sahariano o, al menos, africano. Es un planteamiento en principio lógico porque no parece posible que una masa tan cálida pueda tener otro origen. Debe reconocerse que muchos climatólogos y meteorólogos hemos alimentado ese criterio -yo mismo lo he hecho- al observar durante muchos años en los mapas meteorológicos de temperatura a 850, 700 o 500 hPa la continuidad de la masa aérea desde el norte de África hasta la Península Ibérica. El propio maestro de meteorólogos Lorenzo García de Pedraza decía que "en verano el interior peninsular se convierte en una sucursal del Sahara". Sin embargo, que las características de la masa de aire sean las mismas, o parecidas, no quiere decir necesariamente -y probablemente el propio García de Pedraza así lo intuía- que su origen sea el mismo.

Durante muchos años, era la observación del viento a diferentes niveles que nos proporcionaban los sondeos, lo que nos permitía tener una cierta idea de la procedencia de la masa de aire. Pero lo que solíamos analizar eran datos de distintas estaciones tomadas a la misma hora y, como mucho, intentábamos visualizar con una animación casi manual la evolución desde las 12 horas antes. Naturalmente, así era muy dificil conocer la "historia" de las masas de aire que nos llegaban, tanto desde el punto de vista de su recorrido geográfico como de sus posibles ascensos y descensos en el seno de la atmósfera acompañados, lógicamente, de sus correspondientes enfriamientos y calentamientos. 

Naturalmente conocíamos el concepto de retrotrayectorias pero, en la práctica y en tiempo real, no había medios para calcularlas; quedaban sólo para algunos trabajos científicos a posteriori. Sin embargo, los grandes avances en modelización y en sistemas de cálculo ha puesto ya  esta valiosa información al alcance casi de cualquier internauta y desde luego de los profesionales.

Pues bien, siguiendo con el ejemplo que otro maestro de la meteo, Paco Martín León, ya puso esta mañana en su twitter de la RAM, vamos a ver la historia de las masas de aire que hoy, 6 de julio, uno de los días que se presumen mas calurosos de esta situación, nos están afectando. 



El gráfico superior muestra el recorrido geográfico de algunas de las masas que hoy nos afectan, mientras que el inferior refleja los ascensos y descensos de esas masas en los últimos días. Si interpreto bien estos gráficos -y si no lo hago agradecería que se me corrigiera porque tampoco soy un experto en ellos- la masa que hoy tendremos sobre el interior peninsular a 700 hPa (en azul), estaba el pasado día 30 de junio a un nivel de 450 hPa llegando a la costa atlántica africana desde el interior del continente. Desde ahí, ascendió  de latitud, pasó ya sobre la Península hacia el sur de Francia, y giró anticiclonicamente, descendiendo -y calentándose-sobre la Península.

Por su parte, la masa que hoy tenemos a 800 hPa (verde) estaba el pasado 30 de junio a 650 hPa sobre Centroeuropa y desde allí, en giro anticiclónico, descendió sobre el Mediterráneo, casi hasta el nivel del mar y ascendió luego Tunez y Argelia  para llegar a estar hoy sobre nosotros, con tendencia a ascender de nuevo. Y la masa que hoy tenemos a 900 hPa ha tenido un recorrido muy distinto, con algún altibajo, pero también claramente descendente, desde el área de Azores, donde se encontraba el día 30, a unos 650 hPa.

Por tanto, a la vista de estos gráficos, lo que parece emerger como factor común es el descenso subsidente -con marcado calentamiento- de las distintas masas que nos llegan desde procedencias muy distintas. Es decir, aunque hay un origen parcialmente "africano" en algunas de ellas, el calor parece provenir sobre todo de una compresión adiabática por descenso originado en todo el flanco oriental de la gran dorsal que nos afecta, junto, por supuesto, el fuerte calentamiento local.

La atmósfera es mucho más dinámica y compleja de lo que pensábamos cuando casi no teníamos medios de observación, modelización y cálculo. Ahora, con todos ellos a nuestra disposición, nos toca ser tan dinámicos como la propia atmósfera!