The answer is blowin' in the wind
Bob Dylan
Meteorólogo de AEMET durante muchos años, quiero ir plasmando en este blog una visión integradora de la meteorología, la climatología y la predicción. Todo ello me sigue fascinando y atrayendo tanto o mas que cuando empecé mi actividad profesional
The answer is blowin' in the wind
Bob Dylan
Hoy hace un mes. Y queda tanto por hacer, tanto por limpiar, tanto por sanar. Y eso es lo más primordial, por supuesto. Pero ello se utiliza como argumento por algunos políticos para ir retrasando algunas investigaciones, algunos estudios, algunas decisiones. ¿Es incompatible? ¿Es un camino hacia el olvido o hacia el próximo desastre? Espero que esta vez no.
Como meteorólogo pero también como persona de la calle me pregunto por qué no se adquieren ya algunos compromisos concretos que ayudarían a generar un poco de optimismo y algo de esperanza en esta oscuridad.
¿Por qué no existe ya unos planes concretos y unas fechas para la realización de las obras necesarias en el barranco del Poyo y en sus barrancos aledaños previstas desde hace muchos años?
Aunque es verdad que hay que hacer una investigación más a fondo de todo el proceso, sí hay cosas que se sabe que no funcionaron bien, sobre todo en relación con distintos tipos de coordinación. ¿Por qué no hay un primer avance y unos compromisos concretos de revisión y en su caso de corrección en estas cuestiones? Y más viviendo en una atmósfera con un gran contenido energético -prácticamente ya en diciembre seguimos sumidos en una cálida masa subtropical- que nos puede sorprender con cualquier fenómeno adverso en cualquier sitio y momento.
Y aunque se dice que los planes de protección civil han funcionado adecuadamente, sabemos que probablemente hace falta una revisión y adecuación de la normativa, sobre todo en lo que se refiere a las inundaciones relámpago como la del pasado día 29, que pueden ser cada día más frecuentes, incluso en zonas donde casi no son conocidas. Sinceramente creo que los protocolos son insuficientes y poco adecuados para este tipo de situaciones que requieren una inmensa rapidez en vigilancia, observación, diagnóstico, toma de decisiones e información pública inmediata. En este sentido pienso que es importante revisar a fondo la situación tanto de personal como de recursos técnicos y, en su caso, de formación y entrenamiento de los organismos meteorológicos, hidrológicos y de protección civil. Y más allá de las competencias administrativas lo que hay que lograr es que todo el sistema funcione con eficacia. Entonces...¿para cuando un estudio y planificación de todo ello?...¿Es pronto todavía?
¿Y para cuando la planificación y organización de eficaces campañas de formación e información al público sobre estas situaciones de emergencia y como comportarse ante ellas?
Y aunque quizás no sea lo más crítico, sí es importante y necesario promover desde el nivel gubernamental un sólido plan de investigación sobre los cambios que se están produciendo en nuestra atmósfera en el contexto del cambio climático y que, en mi opinión, han tenido bastante que ver con las gravisimas inundaciones de Valencia.
¿No es el momento todavía de empezar a trabajar ya sobre todo ésto?...¿Y cuando lo es?... Si no lo es ya, me temo que el peligro del olvido acecha. Y lo lamentaremos una vez más.
Con motivo de la terrible riada e inundación de Valencia se ha repetido mucho por los medios de comunicación la idea de que, en el contexto del cambio climático, cada vez va a haber más danas y que además serán más intensas.
Por otra parte hay otra opinión -más extendida en el ámbito académico- y que apunta a que, sí, probablemente sean más intensas, pero que no hay certezas de que vayan a ser más frecuentes. Ello se basa, por una parte, en que el chorro polar -a partir de cuyos meandros se forman las danas- va a quedar en latitudes más altas, de modo que serían pocas las que llegarían a nuestras latitudes. Por otra, la tendencia a un Mediterráneo cada vez más cálido apoya la idea de que en el mar se almacena cada vez más energía y que el aire cálido y húmedo que discurre sobre él va a ser cada vez una "gasolina" de más calidad para alimentar a los grandes desarrollos nubosos provocados por las danas.
Sin embargo, en todo este planteamiento hay algo que creo que no se está tomando en cuenta y es en relación con los cambios que pueden estar experimentando las circulaciones subtropicales de niveles altos en ese contexto de cambio climático. Como ya he comentado en algunas otras ocasiones, la expansión hacia el norte de la atmósfera subtropical parece generar una distinta estructura del chorro subtropical, más intensa y más ondulada (otra cuestión es si esa circulación tiene que ver con el "clásico" chorro subtropical). Esas ondas podrían entrar a veces en resonancia con las del chorro polar potenciándose entre ambas.
Pues bien, estas ondas del subtropical -sobre todo si entran en resonancia con el polar- pueden generar a veces dorsales de una gran amplitud de onda, dorsales que han estado en relación muy directa con las intensas olas de calor del hemisferio norte. Al mismo tiempo sus vaguadas dan lugar a veces a danas en las que la circulación polar no ha intervenido y que parecen -solo digo parecen- ser menos activas que las provocadas por el polar, quizás porque su circulación en altura es menos intensa. Por tanto aquí aparece un tema que sería de suma importancia investigar: ¿existen danas subtropicales y danas polares en nuestro entorno geográfico? Y en ese caso, ¿cuales serían sus características distintivas y su potencial nivel de riesgo.
Mientras que la circulación del chorro polar circula por las latitudes de las Islas Británicas, la dana que aparece al noroeste de la Península no procede en este caso del cierre de una vaguada de esa circulación, tal como se forman la mayoría de ellas. Por el contrario, es el avance de una dorsal del chorro subtropical la que la cierra entre ella y la dorsal establecida sobre la Península y de más lento movimiento.
Vayamos ahora a las danas del chorro polar: las que tradicionalmente nos afectan lo suelen hacer siguiendo un camino desde la zona de Azores hacia Gibraltar, pero en los últimos años han sido muy pocas las que han llevado ese camino. Ello ha influido claramente en que no han dado lugar a ciclogénesis mediterráneas ni, por tanto, a temporales de levante con sus importantes lluvias asociadas. Ello ha dado lugar en buena medida a la sequía que en los últimos años ha afectado a amplias zonas en nuestra area mediterránea. ¿Es este cambio de trayectoria un cambio sustancial a tener en cuenta?
Por otra parte, este tipo de danas pueden ir asociadas a un mayor o menor forzamiento dinámico en niveles altos, es decir, a condiciones mas o menos favorables a generar potentes ascensos verticales con las intensas precipitaciones asociadas. Un triste ejemplo de un gran forzamiento dinámico ha sido la situación del pasado 29 de octubre en la provincia de Valencia con sus lluvias torrenciales mientras que las que poseen menos forzamiento pueden dar lluvias menos eficientes pero con menos torrencialidad. ¿Podríamos hablar entonces de tres tipos de danas: subtropicales y polares y éstas con mucho o poco forzamiento dinámico?
Y en el contexto de las danas con forzamiento dinámico el reciente ejemplo de Valencia y el de la dana que generó grandes inundaciones en las provincias de Madrid y Toledo a principios de septiembre del pasado año en el que también ese forzamiento fue muy marcado, hay que hacerse algunas preguntas. ¿Estaba ligada la excepcional intensidad de las lluvias a los fuertes ascensos provocados por la llegada de un máximo de viento (jet streak) en niveles altos?..Y si es así, ¿estuvo provocado ese máximo por la trayectoria norte-sur de esas danas quedando muy encajadas entre dos dorsales subtropicales -quizás más cálidas de lo normal- y generándose el fuerte gradiente -y el gran máximo de viento- en niveles altos?...Y esa trayectoria distinta a las habituales y/o la presencia de esas dorsales tan marcadas...¿pueden estar ligadas al cambio climático?
Análisis del geopotencial de 500 hPa y de la temperatura de 850 hPa del 3 de septiembre a las 12 UTC, pocas horas antes de que se desarrollara una intensa tormenta sobre zonas de las provincias de Toledo y Madrid con cantidades desusadas de lluvia. Puede observarse la intensidad del cinturón de vientos de la dana, algo relativamente inusual prácticamente al final del trimestre veraniego, así como la aguda dorsal anticiclónica a su izquierda.
Imagen IR de Meteosat obtenida a las 20 horas locales del citado 3 de septiembre. Las "calles" nubosas procedentes del norte de África y que alcanzan el centro peninsular reflejan un flujo de niveles medios y altos típico de la presencia de un máximo de viento en altura que se hace difluente sobre esa zona del centro.Por último sería muy útil conocer más en profundidad las características internas de estas nubes que son capaces de generar tanta precipitación en tan pequeños intervalos de tiempo alcanzando intensidades que pueden catalogarse entre las mayores del planeta.
La pared nubosa del flanco del sistema convectivo que dio lugar a las grandes e intensas precipitaciones refulge al sol poniente con un intenso blanco. Era aproximadamente las 17 horas locales del día 29. Son nubes que merecerían una detallada investigación.Creo que la dramática situación de Valencia junto con algunas otras anteriores aunque no tan trágicas, hace necesaria desde el punto de vista atmosférico la puesta en marcha de un importante esfuerzo investigador que permita formar a excelentes expertos en la modelización de este tipo de situaciones y que a su vez permita formar profundamente a los predictores meteorológicos, los que, seguramente, cada vez más, tendrán que enfrentarse con este tipo de situaciones.
¿Seremos capaces de llevarlo a cabo?
En los últimos días se están publicando interesantes artículos sobre diversos aspectos de la "barrancada del Poyo" causante de las tremendas inundaciones en la comarca de L´Horta Sud valenciana. Entre ellos aparecen algunos en los que se apunta por una parte, a lo extraordinario de las precipitaciones que dieron lugar a ella -aportando el cálculo de sus larguísimos periodos de retorno-, o en otros a la influencia que puede haber tenido el cambio climático en esa excepcionalidad.
Básicamente todos ellos se basan en conjeturas estadísticas y son muy pocos los que se refieren a la "física" del fenómeno, es decir, a lo qué pasó en la atmósfera para que se produjeran esas extraordinarias lluvias, más allá de la innegable contribución de un mar Mediterráneo cada vez más cálido. Y tampoco se aborda si, en esa "física", pudiera encontrarse alguna posible vinculación con el cambio climático, y no solo por las citadas temperaturas del mar. Investigarlo es fundamental si queremos disponer de criterios sólidos y herramientas adecuadas para conseguir una mejor predicción y vigilancia de estas situaciones. Y, de ahí, minimizar en lo posible riesgos en vidas y bienes así como adecuar en lo posible infraestructuras y urbanismos.
Y aunque a esa "física" ya me he referido en algunos artículos anteriores de este blog (1), (2), (3) quiero profundizar ahora un poco más sobre ella y plantear algunas cuestiones. Como es sabido el cambio climático supone un ascenso de la atmósfera tropical hacia las latitudes medias y, aunque desde un punto de vista climatológico ese avance pudiera aparecer como algo homogéneo, la realidad es que lo hace a través de profundas ondulaciones que dan lugar a amplias y a veces muy estrechas dorsales de aire cálido, con frecuencia muy estacionarias. A ellas se han debido las extraordinarias olas de calor de los veranos de 2022, 2023 y en alguna menor medida de 2024 en distintas zonas del hemisferio norte. A su vez, el cambio climático supone un chorro polar mas debilitado pero muy ondulado y quizás con algunos cambios en su estructura ondulatoria. Ello da lugar a que sus vaguadas -y en su caso las posibles danas resultantes- pueden tener distintas zonas geográficas de formación y distintas trayectorias.
En este contexto a muchos meteorólogos nos extrañó el lugar de formación de la dana que dio lugar a las lluvias del 29 de octubre. En vez de hacerlo en su zona "habitual", entre Azores y Madeira, para trasladarse a continuación hacia el área del golfo de Cádiz y de Gibraltar, se formó sobre el Cantábrico y se trasladó en un movimiento norte-sur hacia el sur peninsular. Ello provocó delante de ella un rápido ascenso de una lengua de aire cálido subtropical, una "dorsal" subtropical de niveles altos. Un aire que en mi opinión -algo que habría que comprobar cuantitativamente- era más cálido a lo que correspondería a finales de octubre.
Pues bien, el contraste en niveles altos entre el aire frío de la dana y el muy cálido de la dorsal -que no la dejaba moverse hacia el este- daba lugar a un fuerte gradiente térmico que, desde el punto de vista dinámico, originaba un fuerte máximo de viento en la circulación de la dana, lo que en la literatura meteorológica anglosajona se denomina "jet streak". Pues bien, cuando ese máximo se acerca a una zona de menor gradiente de geopotencial -podríamos decir de gradiente de presión sin faltar mucho a la verdad- aparecen unas circulaciones de aire a la izquierda de ese máximo que tienden a ajustar los campos de viento y de presión (de geopotencial o de masa en sentido estricto) y que, a su vez, dan lugar a fuertes ascensos verticales con formación -si existe la humedad suficiente- de potentes nubes convectivas y fuertes precipitaciones.
Situados en este escenario, mi hipótesis es que la llegada de ese máximo de viento sobre la Comunidad Valenciana a primera hora de la tarde del día 29, actuó sobre un sistema convectivo ya existente, al que hizo crecer de forma desmesurada a lo que pudo sumarse también la acción de una fuerte cizalladura vertical. Ello dio lugar a las intensísimas precipitaciones sobre la cuenca de recepción del barranco del Poyo a media tarde, y que duraron las tres o cuatro horas que el ajuste de la circulación de altura se desarrolló. Y por supuesto todo este gran crecimiento nuboso fue eficazmente alimentado por el flujo continuo del aire húmedo mediterráneo, que es un elemento "fijo" en estas situaciones mediterráneas.
A las 18,20 horas locales la imagen de Meteosat muestra al anterior sistema convectivo muy desarrollado y con protuberancias convectivas en su zona delantera que deben corresponder con las lluvias más intensas. Entre Murcia y el cabo de la Nao aparecen unas bandas de cirros difluentes que pueden estar relacionados con el proceso dinámico de niveles altos.
A partir de estas ideas surgen algunas preguntas y cuestiones:
a) ¿Influyó el lugar de formación y la trayectoria poco usual de la dana en la consiguiente formación y/o potenciación de la dorsal al este de ella? ¿Puede estar ligado ese tipo de formación -en principio poco usual- a cambios en el chorro polar a consecuencia del cambio climático?
b) ¿Era el aire cálido de la dorsal más cálido de lo habitual para esa época del año y, por tanto, el gradiente y el máximo de viento fueron más intensos que en otras ocasiones? ¿Y entonces lo fueron también los movimientos verticales asociados? ¿Existe aquí por tanto un vínculo con el avance hacia el norte de la atmósfera subtropical mediante dorsales cálidas, tal como en las olas de calor de los pasados veranos, y por tanto con el cambio climático?...¿Fue ese máximo de viento más intenso que en otras situaciones parecidas y fue un elemento claramente diferenciador en relación con la intensidad de la lluvia en una clara "cascada" de energía?
c) ¿Son los modelos de predicción capaces de detectar estos máximos de viento y simular adecuadamente sus fuertes circulaciones asociadas?
d) ¿Se pueden vigilar adecuadamente mediante técnicas de teledetección especialmente por satélite a estos máximos de viento si se dispone de una potente y dedicada actividad de vigilancia y de las herramientas apropiadas?
e) Ante el creciente número de fenómenos adversos, no ya solo en el área mediterránea sino también en otras zonas de España, ¿no sería necesaria una potenciación de los trabajos de investigación y la creación de un centro operativo multidisciplinar, de respuesta rápida, y específicamente dedicado a fenómenos de riesgo como ya he propuesto en otras ocasiones?
Mi particular respuesta a la mayoría de estas cuestiones es afirmativa pero proviene solo de la experiencia de un veterano meteorólogo. Se hace necesario llevar a cabo las investigaciones y acciones necesarias para conocer mejor y adecuarnos a este tipo de situaciones tan cargadas de energía. No confiemos solamente en los estudios y conjeturas estadísticas. Las circulaciones atmosféricas sobre nuestras zonas ya no son en buena medida las que eran y en las que han estado basadas esos estudios, a los que en cualquier caso valoro y respeto.
Como complemento a mi anterior entrada sobre la dinámica asociada a la dana causante de las terribles inundaciones de Valencia, muestro a continuación unas imágenes muy ilustrativas procedentes del Meteosat de tercera generación que se refieren a la media tarde y primeras horas de la noche que, al parecer, fue cuando se produjeron las intensas precipitaciones que llevaron al desbordamiento de la Rambla del Poyo y a las consiguientes tremendas inundaciones de la comarca de L´Horta Sud.
Veamos esta primera imagen de carácter general correspondiente a las 16,50 hora local. Una pequeña estrella azul señala la zona de Valencia y una flecha roja indica unos cirros de niveles altos señalando probablemente una difluencia del flujo a esas alturas. Se ve ya un gran sistema convectivo con un gran murallón nuboso que desde Valencia se extiende hacia el interior coincidiendo su borde delantero -el mas activo- con la zona más afectada por las lluvias intensas.
Cuesta trabajo ponerse a escribir ante la tremenda magnitud y el gran dolor de lo ocurrido -y que aún sigue ocurriendo- en la provincia de Valencia, pero es el momento en que unos y otros aportemos nuestra reflexión sobre las respuestas y actitudes que la sociedad y los gobiernos deben necesariamente dar ante este tipo de sucesos atmosféricos cada vez más frecuentes.
En mis dos artículos anteriores esbocé unas primeras ideas sobre la física atmosférica que dio lugar a esta dana así como a las medidas que a mi juicio deberían adoptarse para una mejor comunicación del riesgo a la población. En éste quiero establecer una reflexión de carácter más general.
Durante estos dos últimos días he dedicado muchas horas a estudiar mapas meteorológicos e imágenes de radar y satélite en relación con esta situación atmosférica. Me ha llamado la atención la gran energía desarrollada por esta dana. Las imágenes de satélite no mostraban la apariencia de otras situaciones de este tipo, en la que se desarrollaban uno o dos sistemas convectivos casi estacionarios que dejaban grandes cantidades de precipitación en zonas costeras o no muy alejadas de ella. En este caso había estructuras convectivas de distintos tipos por muchas zonas y dando lugar a precipitaciones muy intensas en zonas bastante alejadas. Ahí están los 168 mm recogidos en Mira, ya en la provincia de Cuenca en la zona del nacimiento del tan nombrado estos días Río Magro, y que no me extrañaría que haya sido un record en su serie climatológica. Muy poco aguas abajo, Utiel registró 230 mm, después Chiva con unos 400 e incluso parece que Turis llegó a registrar alrededor de 600, cantidades tremendas de agua que rio y barrancos llevaron a las poblaciones del llano. Pero también se alcanzaron precipitaciones torrenciales en otras zonas más del interior como demuestra la tragedia acaecida en Letur, lejos de la zona anterior, y es probable, viendo imágenes de radar y satélite, que hayan ocurrido también en zonas deshabitadas. ¿Todo ello proviene de un Mediterráneo más caliente? No solo, hay más cosas como más adelante comentaré.
La energía disipada por esta dana se hacía visible por la gran cantidad de potentes estructuras convectivas muy cambiantes por amplias zonas de la mitad oriental peninsular, si bien las mayores precipitaciones las originaban las estructuras mejor alimentadas por el flujo húmedo del viento de levante.Y si sorprendente ha sido esta situación no lo fue menos la acaecida a primeros de septiembre de 2023 en las provincias de Toledo y Madrid cuando una dana -en muchos aspectos parecida a la actual- dejó cantidades desconocidas de precipitación en estas zonas con daños materiales que llevó muchos meses reparar.
Podría seguir con mas sorpresas, y para quien desee conocer o recordar otras, puede revisar distintas entradas de este blog. Pero el hecho indiscutible es que lo sorprendente se está convirtiendo ya en habitual. El origen, o al menos el origen próximo de todo ello, son los cambios que se están dando en la circulación general de la atmósfera a escala planetaria a partir de un calentamiento progresivo de la atmósfera tropical y subtropical -y de gran parte de los océanos- así como con un debilitamiento del denominado chorro polar. Y aunque hace falta más investigación, todo ello parece estar unido, o a dar lugar, a un reforzamiento del chorro subtropical y a la generación de grandes ondas casi estacionarias en la atmósfera por unos mecanismos muy poco estudiados en su mayoría y que es necesario conocer más a fondo.
Pues bien, en las zonas de dorsal o de crestas de estas ondas queda encerrado aire muy cálido y estable que al permanecer casi sin movimiento durante varios días crea las condiciones para las olas de calor. Y en los senos o vaguadas aparecen danas a veces casi estacionarias que generan precipitaciones cuantiosas en una misma zona. Pero en este caso hay que tener en cuenta otro factor que a mi juicio ha sido de gran importancia en esta situación de Valencia y en la del centro peninsular a la que antes me refería: cuando el contacto entre el aire frío del núcleo de la dana se acerca mucho en su zona delantera al cálido aire subtropical que la rodea, se origina una zona de fuertes vientos en altura que al llegar a una zona de la circulación de la dana que los meteorólogos llamamos área difluente originan un intensos movimientos verticales con el desarrollo de grandes tormentas. Y ello puede ocurrir en cualquier zona geográfica no necesariamente mediterránea, aunque si hay aire húmedo en capas bajas todo puede ser más intenso.
En resumen, es algo cada vez más evidente que las circulaciones atmosféricas estan cambiando, y que la mayor disponibilidad de energía tanto en los mares como en las distintas capas atmosféricas dan lugar a fenómenos más extremos de un modo creciente, si bien con una distribucion espacial y temporal bastante irregular. Estamos ante un medio ambiente en cambio y ello debe llevarnos a la concienciación de que es necesario emprender ya otros caminos acordes con esa realidad. Es un tema tan crítico y general que la clase política debería no hacer uso del mismo para luchas partidistas sino alcanzar un consenso que permita a cualquier gobierno liderar con firmeza el necesario cambio.
Son muchas las acciones que deben emprenderse en sectores muy distintos. En el campo de la meteorología que es el que más conozco, apuntaría los siguientes:
a) Amplias campañas divulgativas y formativas para toda la población española sobre prevención y actuación en situaciones atmosféricas potencialmente adversas
b) Potenciación de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en distintas facetas tanto técnicas como operativas y muy en especial de las actividades de vigilancia.
c) Revisión profunda de los protocolos de avisos, en la que deben intervenir meteorólogos, hidrólogos, técnicos de protección civil y expertos en comunicación social. La información meteorológica es parte esencial de los avisos pero no puede ser la única, y estos deberían generarse de forma coordinada en el día a día. Al público debería llegarle de forma continuada y a través de los móviles y de los medios de comunicación una información continuamente refrescada sobre que vá a pasar o está pasando, cómo puede afectarle y que medidas se aconseja tomar. Y habría que pensar si en situaciones de avisos rojos algunas medidas deberían ser obligatorias.
d) Creación y potenciación desde los ministerios correspondientes de un plan coordinado de investigación a gran escala sobre los cambios que se están produciendo en la atmósfera y sus potenciales impactos en la población.
Y como decía en un artículo anterior: que este profundo dolor y estas terribles pérdidas no sean en vano.
Si en mi entrada anterior de esta mañana me refería a las causas meteorológicas de las fuertes lluvias provocadas durante el martes por la situación de dana, hoy quiero centrarme sobre algunas cuestiones que a mi juicio permitirían una optimización de la gestión de estas situaciones con las que probablemente habrá que ir contando cada vez más. Quiero enfocarlo desde dos aspectos: el científico y el técnico-operativo.
a) Científico
Aquellos que siguen mi blog saben que llevo insistiendo desde hace tiempo en mi percepción de que la circulación atmosférica está cambiando en todo el hemisferio. Las circulaciones a niveles altos y medios tienden a ser cada vez de caracter más meridiano y la atmosfera tropical/subtropical -probablemente cada vez más cálida- es también cada vez más protagonista. Una consecuencia de ello son las grandes dorsales cálidas responsables de las intensas olas de calor de los últimos años y otra la formación de profundas vaguadas que dan lugar a veces a danas que, aunque pudieran ser menos frecuentes, pueden disponer de más energía tanto desde el punto de vista dinámico como termodinámico; y como consecuencia generar fenómenos más violentos como el que acabamos de sufrir. Es por tanto necesario -tantas veces lo he dicho- una potenciación y una coordinación adecuada a nivel estatal de las investigaciones en estas situaciones, y no solo por el puro interés científico sino por su impacto que puede ser de gran importancia en las actividades operativas de predicción y vigilancia mediante una ampliación de conocimientos de los predictores y el desarrollo de nuevas técnicas y criterios operativos.
b) Técnico y operativo
Creo que ya se hace crítico la necesaria revisión del sistema de avisos del que tantas veces se ha hablado para evolucionar hacia un sistema que ya se ha introducido en muchos países. Se trata de establecer unos niveles de riesgo teniendo en cuenta, no tanto o no solo los parámetros meteorológicos, sino su potencial impacto en la población. Es verdad que para establecerlo adecuadamente puede ser necesaria una adecuada coordinación entre meteorólogos y técnicos de protección civil.
Por otra parte, nos encontramos ante un tipo de fenómenos que no pueden ser descritos espacial y temporalmente por los modelos con toda la precisión que sería adecuada, y que además suelen evolucionar con mucha rapidez. Mi opinión -ya expuesta muchas veces- es que cuando se prevea una situación de este tipo debería constituirse, si es posible presencialmente, un comité operativo integrado por meteorólogos, hidrólogos, técnicos de protección civil y expertos en comunicación social. Y desde ahí se emitirian informaciones que se reciban en todos los móviles de las zonas afectadas y que indicarían sucintamente: a) qué está pasando o que se espera que pase; b) cómo puede afectar a los habitantes de esas zonas y c) cuáles son en su caso las recomendaciones de las autoridades. Solo este tipo de mensajes actualizados continuamente pueden ayudar de modo efectivo a salvar en lo posible vidas y bienes. Se que, dada la estructura de nuestro país, conseguir esto es bastante dificil pero se hace de todo punto necesario si se quiere avanzar eficazmente en el camino de la prevención y protección de la población. Y junto a ello una acción divulgativa que informe y mentalice sobre este tipo de fenómenos, la comprensión adecuada de los mensajes y de las medidas de autoprotección.
Hace 42 años la catástrofe provocada por la pantanada de Tous dio lugar a una evolución radical en el aquel entonces Instituto Nacional de Meteorología y los organismos de Protección Civil. Quizás si la catástrofe actual sirve para llevar a cabo una reflexión profunda y un esfuerzo sincero para mejorar en predicción, prevención y protección, la muerte de nuestros conciudadanos no habrá sido del todo en vano. Desgraciadamente soy pesimista.