10 de noviembre de 2015

De qué hablamos cuando hablamos de "buen tiempo"

Llevamos ya varias jornadas bajo la acción de una gran dorsal anticiclónica que obliga a las borrascas atlánticas a circular muy por encima de nuestras latitudes. Como tampoco hay una basculación hacia el este o el oeste del eje de esa dorsal, ninguna borrasca puede afectar a la Península y Baleares por el nordeste o por el suroeste y, por tanto, el tiempo seco está  prácticamente asegurado al menos durante esta semana. 

Tal como muestra este mapa obtenido por el sistema de predicción probabilística del Centro Europeo, al menos hasta el próximo domingo la permanencia de la dorsal sobre la Península Ibérica es prácticamente segura. Sólo a partir del lunes 16 aparece alguna incertidumbre sobre el grado de profundización hacia el sur de algunas vaguadas atlánticas.

Nos encontramos por tanto ante un periodo en que predomina y va a seguir predominando una situación a la que Mariano Medina definía como "lo que la gente suele entender por buen tiempo". Nuestro primer "hombre del tiempo" tomaba esas precauciones porque, ya en aquellos años 70, "llovían" las protestas de los agricultores cuando al tiempo seco -sobre todo si era prolongado- se le denominaba buen tiempo.

Pero esas discrepancias sobre lo que significa "buen tiempo" puede extenderse también a los habitantes de las zonas donde las nieblas se prolongan días y días o a los habitantes de las grandes ciudades, que ven crecer sobre ellos la "boina" negra de la contaminación, al tiempo que desgraciadamente la respiran, o, porqué no, a muchos comunicadores meteorológicos que tienen que intentar que su espacio no se convierta en algo aburrido, si bien es verdad que es la ocasión de oro para contar y divulgar cuestiones o curiosidades para las que no hay tiempo durante los días de "mal tiempo".

En cualquier caso, yo no he encontrado mejor definición de "buen tiempo" que la que da este refrán:

Es buen tiempo cuando en cada tiempo hace su tiempo

Por tanto, y desde este punto de vista que me parece acertado, no podríamos calificar de "buen tiempo" la situación que estamos viviendo estos días en la que -además de nieblas y contaminaciones varias- las temperaturas están alcanzando valores verdaderamente anómalos para esta época. Así lo muestra esta tabla publicada por AEMET sobre las anomalías y récords de las temperaturas máximas alcanzadas el pasado domingo:



En cualquier caso, lo que más puede preocupar de un periodo de "buen tiempo" es que pueda prolongarse durante muchos días. Y, sobre todo, en un periodo en el que, según la climatología, debieran producirse lluvias significativas, tal como el otoño. Y cuando eso ocurre, el fantasma de la sequía, aparece siempre en el horizonte. Vale la pena, por tanto, revisar como está ahora la situación hídrica en nuestro país. 

Si tomamos de la página web de AEMET el mapa del Índice estandarizado de precipitación (SPI) -que es un medidor de sequía bastante utilizado- calculado para los dos últimos años, aparece gran parte de la Península con valores "secos" o como mucho "normales" mientras que sólo aparece una pequeña zona húmeda en Navarra y País Vasco así como en Menorca y algunas de las islas canarias.

                     

Y, si tomamos el calculado para el último año, vemos una situación bastante parecida salvo una cierta mejora en los archipiélagos y en algunas zonas del levante peninsular.

                    


El hecho de que no nos encontramos en una situación muy boyante por lo que se refiere a nuestras reservas de agua, lo atestigua también la tabla de situación de los embalses a 3 de noviembre:

                           


Si bien, con un 55 por ciento, estamos algo por encima de la media de los últimos diez años, lo más probable es que tras este mes de noviembre, los valores calculados a primeros de diciembre, anden ya alrededor de ese valor medio. Y si diciembre no fuera lluvioso, la situación se haría más complicada.

¿Qué podría esperarse en los próximos meses? Pues aunque suele pensarse que en los años de "Niño" el otoño puede ser lluvioso, al menos en zonas de la vertiente atlántica, hasta ahora lo que puede decirse es que tanto septiembre como octubre se han comportado a nivel general como meses normales en cuanto a lluvias si bien los desequilibrios regionales han sido muy grandes, algo que puede comprobarse en los resúmenes climatológicos de AEMET.

Si vemos ahora la predicción emitida por AEMET para las próximas semanas parece que en el periodo del 9 al 15 de noviembre las lluvias estarían claramente por debajo de lo normal, mientras que durante la segunda mitad del mes estarían en los valores normales:

                                                     


Y, por lo que respecta a la predicción estacional, para el periodo noviembre-enero, lo que AEMET nos muestra es ésto:


Sólo en el cuadrante noroeste peninsular aparece una cierta mayor probabilidad de que las lluvias estén por encima del valor climatológico, mientras que, al no haber una señal clara para el resto de las zonas, hay que pensar que se moverían alrededor de esos valores climatológicos.

Por tanto no parece haber señales de un otoño-invierno muy lluvioso que permitiera atajar el déficit de precipitaciones que sufren ya gran parte de las zonas españolas. Sería por tanto razonable insistir en medidas de racionalización y ahorro en el consumo de agua, algo que no debiera dejar de insistirse nunca en una zona geográfica como la nuestra tan sujeta a las sequías periódicas. De todas formas, esperemos que las lluvias lleguen de un modo u otro y que no haya que esperar a mayo como "agua de mayo". Por si acaso.

5 de noviembre de 2015

Predicción probabilística: claves para el avance

Es bien conocida mi opinión, ya expresada en varias entradas de este blog, sobre la importancia de hacer un uso mucho más intensivo y extensivo de la predicción probabilística. He comentado también con frecuencia los obstáculos que se presentan debido por una parte a la dificultad  de acceder de forma libre a los mejores productos del sistema ensemble o de conjuntos del Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo (ECMWF) así como a una cierta inercia de predictores y comunicadores para no meterse en un territorio más complejo e incómodo, donde se corre el riesgo de no ser bien comprendidos por el público salvo que, de manera paralela, se pudieran dar unos sencillos pero eficaces criterios de comprensión y utilización. En cualquier caso, lo que también he rechazado siempre es el argumento de que a ese público no le interesa ese tipo de predicción porque creo que, a ese público, no se le han ofrecido nunca unas buenas y adecuadas predicciones probabilísticas.

En este contexto me parece importante comentar las conclusiones alcanzadas en la reunión anual de usuarios de productos del Centro Europeo (Using ECMWF forecasts), que se celebra todos los meses de junio en el Centro, y que este año tenía precisamente por título Cuantificar y comunicar la incertidumbre. Esas conclusiones y una mayor información sobre la reunión puede encontrarse en el último número de la ECMWF Newsletter.

Uno de los objetivos era justamente investigar las razones por las que existe tanta resistencia a comunicar esa incertidumbre de las predicciones y más aún cuando -tal como afirmó Rebeca Morss, una de las principales investigadoras mundiales sobre comunicación meteorológica y de riesgos- los estudios demuestran que el público acepta que los pronósticos tienen una incertidumbre y, así mismo, que se pueden tomar decisiones haciendo uso de esa incertidumbre. Afirmó también que es necesario conocer las particularidades de los distintos usuarios para facilitarles los productos más adecuados e instruirlos en su mejor aprovechamiento. 

En la reunión se pidió a los participantes que expresaran su confianza en el uso de la incertidumbre y en la de su comunicación. Ese fue el gráfico obtenido (Imagen: ECMWF)

Aunque todos los debates resultaron muy reveladores, lo más importante fueron las conclusiones alcanzadas, que son básicamente éstas:

  • Las predicciones por conjuntos nos permiten cuantificar la incertidumbre en relación con las condiciones iniciales y las capacidades del modelo. Esta incertidumbre puede ser traducida y comunicada a los usuarios finales como la confianza que pueden tener en una predicción meteorológica.

  • La formación es fundamental para permitir a meteorólogos y usuarios en general apreciar y aprovechar la información facilitada por la predicción por conjuntos. 
  • La predicción por conjuntos debe ser confiable (....) y precisa (...). El conocimiento de la valoración de la destreza del modelo de predicción es esencial para comprender sus fortalezas y debilidades. Se necesita disponer de métodos de verificación orientados a las necesidades de los usuarios. 
  • Los productos de las predicciones ensemble deben ser presentadas de forma condensada para evitar una sobrecarga de información, al tiempo que debe asegurarse la captura de los detalles de fenómenos meteorológicos relevantes. El Extreme Forecast Index (EFI) y el uso de clusters (agrupamientos), son buenos ejemplos de ello, y la comunicación frecuente entre los productores y los usuarios se traducirá en el desarrollo de más productos. 


Creo que estas conclusiones no tienen desperdicio y si hay algo que me llama la atención -y me agrada- es la propuesta de que al usuario se le transmita, no tanto la incertidumbre de la predicción sino su nivel de confianza. Es algo que, desde el punto de vista de la psicología social creo que resulta muy apropiado.

Pero la cuestión que no abordó la reunión es cómo poner en práctica esas conclusiones porque, aunque pueda contarse con el soporte global del Centro Europeo, corresponde a los distintos estados miembros definir sus planes de acción. A este respecto y refiriéndome al caso concreto de España quiero recordar la petición que desde la Asociación de Comunicadores de Meteorología (ACOMET) se hizo a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) para que hiciera disponibles diariamente en su página web los distintos escenarios previstos a medio plazo, junto con sus probabilidades asociadas y, así mismo, que ofreciera formación especializada para su correcta interpretación y uso a los comunicadores meteorológicos. 

En este contexto, y con el fin de obtener los productos más adecuados a partir de la información probabilística básica del Centro Europeo, creo que sería también muy útil que AEMET contara con la colaboración u opinión de  grandes usuarios de la información meteorológica así como de las asociaciones de aficionados. Precisamente porque es una cuestión compleja sería importante y fructífera atender a los criterios de unos y otros.

En cualquier caso, es verdad que la política comercial del Centro Europeo no facilita mucho las cosas aunque cabe esperar que se relaje algo en el futuro, sobre todo si la predicción probabilística a medio plazo norteamericana acaba alcanzando cotas de calidad parecidas a las suyas. Sin embargo, la predicción probabilística a corto y muy corto plazo es una responsabilidad de los Servicios Meteorológicos nacionales y es en este campo donde AEMET puede tener todas las posibilidades abiertas a proporcionar unos muy buenos productos probabilísticos y, sobre todo,  en relación con los fenómenos adversos. Confío mucho en que sea así.