11 de mayo de 2017

¿Quién dará agua a quién? (Reflexiones ante un nuevo Plan Hidrológico)

Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico de la Universidad de Alicante y responsable de su Instituto de Climatología, ha pronunciado una conferencia en la localidad de Rojales bajo el título "Cambio Climático y riesgos en el litoral mediterráneo español"en la que se ha mostrado contrario a que en el nuevo Plan Hidrológico Nacional se consideren acciones de trasvases entre cuencas. 




Me parecen importantes algunos párrafos que sobre la conferencia publica el periódico "La Crónica Independiente", y los transcribo a continuación:

"...el nuevo Plan Hidrológico Nacional (PHN) no debe ni puede, ante la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea,  presentar  modelos trasvasistas  de unas cuencas hidrográficas a otras. Como mucho  hay que mantener los que hay (en referencia  al trasvase Tajo-Segura), el cual  sufre una gran sequía en su zona de cabecera, que va a más por el cambio climático y trae cada vez menos agua al Levante."

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"El catedrático estimó que en la coyuntura climática actual  se deben arbitrar  una serie de estudios y ponerlos en marcha de  “como deben  funcionar los territorios sin trasvases de otras cuencas, definir políticas de abastecimientos  territoriales basados en la desalación y reutilización, y en algunos casos crear y mejorar infraestructuras para la recogida y aprovechamiento de agua de lluvia"

No puedo estar más de acuerdo con los planteamientos de Olcina, aunque difiero en que se mantenga "como mucho" el trasvase Tajo-Segura.  Y ello no por una cuestión de solidaridad o insolidaridad entre territorios -que si es justa y bien entendida debe existir-, sino simplemente, y como cada vez está más claro, porque los embalses de la cabecera del Tajo no tienen frecuentemente recursos ni para abastecer adecuadamente las necesidades de su cuenca, y es probable que cada vez tengan menos.

Es posible que cuando se diseñaron los grandes embalses de esta cabecera, las lluvias anuales pudieran generar un cierto superávit de agua para las necesidades de la cuenca, pero, más allá de que esas necesidades han aumentado, lo cierto es que, como muchas veces he hecho notar, desde finales de la década de los setenta o principios de la de los ochenta, la percepción de muchos meteorólogos, aficionados y campesinos es que el régimen de precipitaciones sobre la Península Ibérica ha cambiado. De frecuentes y continuadas entradas de vientos ábregos y llovedores del Atlántico, que dejaban precipitaciones abundantes de lluvia y nieve en los ríos de la vertiente atlántica, se ha pasado a otro régimen de carácter más irregular y bastante menos eficiente para el llenado de acuíferos y pantanos. 

Se trata con frecuencia de chubascos más o menos intensos que provocan rápidas escorrentías con poco almacenamiento, al tiempo que las grandes nevadas en las cordilleras disminuyen en gran medida. Por tanto, y más si esa es la tendencia a la que apuntan las proyecciones climáticas, los embalses de la vertiente atlántica tendrán -salvo algunas excepciones- muy mermadas sus reservas. Y todo ésto en un contexto más general de una moderada disminución general de las precipitaciones, más notable en primavera.

Lo que si reconozco en cualquier caso es que las decisiones que se tomen en la planificación de un nuevo Plan Hidrológico Nacional deben estar basadas no en percepciones sino en los estudios científicos rigurosos. A tal efecto creo que deberían divulgarse más los trabajos de investigación que muestren este cambio de régimen en tipos y distribución de precipitaciones y, de no existir tales, deberían llevarse a cabo lo antes posible.  Pienso que con los reanálisis meteorológicos disponibles ahora ya desde finales del siglo XIX, no parece que sea difícil caracterizar y catalogar cuatro o cinco modelos o patrones de la circulación atmosférica en la zona geográfica de la Península Ibérica y ver su evolución con el tiempo así como el cambio de frecuencias entre ellos. 

Y del mismo modo que se estudia el pasado, me parece que sería también muy interesante hacer una investigación parecida con los patrones futuros de la circulación atmosférica que nos ofrezcan las proyecciones de evolución climática. Además de saber -siempre en un sentido probabilístico, claro está- lo que a llover, deberíamos saber también cuál va a ser el carácter de esas precipitaciones. Así podría diseñarse cuál es el mejor uso que podemos hacer de ellas y cuáles son las alternativas. Además, el conocimiento del tipo de circulación, aunque sea a grandes rasgos, nos permitiría ir conociendo la distribución territorial de las precipitaciones...¿Podría ser cada vez más frecuente que -como ha ocurrido en los últimos doce meses- el índice de precipitación haya sido mayor en las Comunidades de Valencia y Murcia que en amplias zonas de la vertiente atlántica?



Pero aunque, al menos por ahora, ésto sea una singularidad y la escasez de precipitaciones haya castigado mucho también a la zona mediterránea en los últimos años, el problema de esa escasez es común para todos. No cabe sino fijarse en el mapa del índice de precipitación de los tres últimos años y ver la situación en las distintas comunidades:



Por tanto creo necesario que un Plan Hidrológico Nacional tenga en cuenta este tipo de estudios -que debe tenerlos-  además de otras consideraciones socioeconómicas. Y también que las soluciones que plantea Olcina son de todo punto necesarias. ¿Sólo para el área mediterránea? 

No sabemos en el futuro quien abastecerá de agua  a quien...pero hay que intentar conocerlo.




8 de mayo de 2017

Ábregos en mayo

Algunas veces ya he comentado en este blog mi percepción -y la de muchas personas- de que desde finales de la década de los setenta y de los primeros ochenta, la circulación del chorro polar pasó a tener una estructura de ondulaciones más marcadas que las que probablemente tuvo durante décadas anteriores, en las que  eran más frecuentes las circulaciones zonales con vaguadas y dorsales menos pronunciadas. Con este cambio llegó también una disminución de los vientos atlánticos del oeste-suroeste sobre la Península, los vientos "ábregos" o "llovedores" tan conocidos -y deseados- en las Castillas, Extremadura y Andalucía. El resultado de ello fue un cambio progresivo en el tipo de precipitaciones en la vertiente Atlántica, precipitaciones que pasaron a ser más irregulares y menos aprovechables para los acuíferos y los pantanos de los ríos atlánticos.

Todo ello no quiere decir que ya los "llovedores" no nos visiten. Lo hacen, aunque menos frecuentemente, y sus llegadas son esperadas casi siempre con interés y un punto de alegría en la vertiente atlántica. Y ello no sólo por su interés económico, social y ambiental, sino también por el agradable ambiente de limpieza y humedad que se nota...y se respira. 

En la imagen del canal de WV de hoy, 8 de mayo a las 15 UTC, se observa la toma de posición de los diversos elementos clave para la situación de los próximos días. La extensa borrasca atlántica va a actuar como engranaje que dirigirá masas húmedas atlánticas sobre la Península. Es probable que, al menos parte de ellas, procedan de esa gran lengua de aire húmedo que en niveles medios de la atmósfera se dirige ahora hacia Canarias desde el Ecuador-Trópico

Pues bien, nos encontramos ante la inminente llegada de una situación de este tipo que probablemente nos afectará a partir de la tarde-noche del martes hasta el viernes o sábado. Bienvenidas sean casi en cualquier momento, y más en la situación de sequía en que se encuentran muchas zonas de la Península... Pero qué buena hubiera sido la aparición de un temporal de este tipo en pleno otoño, allá por finales de octubre o principios de noviembre. La razón es que en la vertiente atlántica los temporales otoñales del suroeste suelen ser más generosos en lluvias que los primaverales, y también de precipitaciones más "tranquilas", más "empapadoras" de tierras y acuíferos. Sin embargo, en primavera, la atmósfera empieza a tener ya más energía y las masas de aire que entran desde el golfo de Cádiz tienen con frecuencia un carácter inestable , e incluso se inestabilizan más en su recorrido peninsular. El resultado son lluvias más dispersas, intensas y en general menos productivas que las otoñales. Además, dependiendo de la estructura vertical del viento, pueden ir acompañadas de fenómenos convectivos violentos como granizos y algún tornado de mediana intensidad, más probable cuanto más hacia el suroeste peninsular. 


En este espectacular mapa global de 500 hPa, previsto por el Centro Europeo para el próximo jueves a las 00 UTC puede verse la circulación del suroeste que afecta a la Península y que, en ese momento, se forma por la confluencia de un chorro polar débil con una circulación de carácter subtropical proveniente casi de Centroámerica. Es muy de destacar  la compleja circulación sobre Norteámerica y el Atlántico norte, que contrasta mucho con la que existe al este del meridiano 0º y más aún con la regularidad de la del hemisferio sur.
El mapa de superficie previsto también para el jueves a las 00 UTC muestra también el flujo del oeste-suroeste sobre la Península procedente de la zona Madeira-Canarias. Es importante que la advección húmeda se de tanto en niveles bajos como en medios porque ello ayuda a tener una precipitación más eficiente y, en principio, menos convectiva.

Es curioso que en esta ocasión se va a cumplir casi al pie de la letra el periodo que la meteorología popular denomina como "los santos de hielo", unos días -normalmente del 11 al 15 de mayo- en que las temperaturas experimentan un marcado descenso. A veces este hecho se ha producido por una entrada fría desde el nordeste, que ha llegado a producir incluso aguanieve en algunas zonas. Este año no va a ser así, va a ser más lluvioso y suave, pero en cualquier caso también va a ser notable el descenso de las temperaturas en la vertiente atlántica. 

La meteorología popular apunta además que, tras los "santos de hielo", el tiempo vuelve a estabilizarse y las temperaturas ascienden. Es el "veranillo de las rosas y del ruiseñor". Ahora bien, si se cumple lo que empieza a atisbarse en los mapas previstos a medio plazo, ese veranillo será un verano sin diminutivo ya que las temperaturas podrían ser bastante elevadas.  En los últimos años, mayo nos está sorprendiendo con algunos picos de calor bastante marcados. Quizás un síntoma del acortamiento de la primavera en la Península Ibérica....

De momento, disfrutemos de los ábregos....aunque ya se que en la vertiente mediterránea no son tan bienvenidos.  Pero conviene recordar que al menos en las Comunidades de Valencia y Murcia si se produjeron un par de curiosos e importantes temporales de otoño-invierno.