24 de septiembre de 2020

Medicanes, huracanes...


La ocurrencia en días pasados de un “medican” en las cercanías de Grecia ha sido objeto de un amplio debate por diversas causas en las redes sociales. Por una parte se discutía si la denominación anglosajona  ”medicane” (med+hurricane), se puede castellanizar y utilizar “medican” directamente en un proceso parecido al que ocurrió con la denominación “dana”, o debe quedarse en inglés y pronunciarse en inglés. Otro punto de debate fue el relacionado con el “bautizo” de este medican que llegó a recibir tres o cuatro nombres distintos provenientes de diversas instituciones más o menos meteorológicas. Una cuestión que, como en el caso de las borrascas extratropicales, debería normalizarse por parte de la Organización Meteorológica Mundial o al menos en el contexto europeo por la red de Servicios Meteorológicos EUMETNET.


                                                 El reciente medican Ianos (Eumetsat)

En cualquier caso, el gran debate ha sido sobre la naturaleza física del fenómeno. Se ha discutido sobre si el medican es un fenómeno “huracán-like” es decir parecido al huracán o ciclón tropical pero sin llegar a serlo, o bien si realmente es una estructura tropical completamente “ortodoxa” que puede llegar a ser una verdadera tormenta tropical o incluso huracán -o ciclón tropical- de clase I o la que le pudiera corresponder. Es decir, aplicar aquello de “si parece un ciclón tropical y actúa como un ciclón tropical es un ciclón tropical”.

Una primera pega que puede objetarse es que la denominación “ciclón tropical” da por hecho que es un fenómeno que sucede solo en los trópicos; sin embargo la propia OMM acepta que son estructuras que pueden formarse en océanos cálidos sin ser necesariamente tropicales. Es verdad que el Mediterráneo no es un océano cálido, pero durante buena parte del año sí puede considerarse como un mar cálido, y cuando no lo es puede recibir la visita de danas que originarían con su núcleo frío inestabilidades convectivas que compensasen una menor temperatura del aire de las capas bajas en contacto con el mar. Cuestión distinta es sí esa inestabilidad es lo suficiente poderosa y duradera como para crear un núcleo cálido bien definido en niveles medios dando lugar a la formación de una estructura "tipo ciclón tropical o huracán” o bien un verdadero ciclón tropical. Otra cosa es que esa evolución pase por distintas fases o se quede parada en una de ellas dando lugar a distintas tipologías de las cuales podría ser que alguna o algunas no llegaran a la estructura final de tipo tropical…y habría entonces que definirla como ciclón subtropical o híbrido…O incluso es posible que hubiera alguna subclasificación más.

                                Medican Quendresa, noviembre de 2014 (MODIS/ NASA)

                                    Medicane Numa de noviembre de 2018 (MODIS/NOAA)

Otro punto muy debatido es que el inicio de un ciclón tropical y de un medican suelen ser bastante distintos. En algunos casos no es así ya que unos y otros pueden comenzar su desarrollo en el seno de una dana o de una borrasca fría (el que fuera una u otra daría también a un debate interesante), pero es verdad que el medican necesita ese entorno estacionario o semiestacionario para poder desarrollarse mientras una estructura tropical típica puede nacer también en el seno de una onda del este en débil movimiento sobre el océano.

No voy a seguir con estas disquisiciones porque no soy ningún experto en el tema y aunque me inclino por el planteamiento de “si parece…y actúa como….es…” no estoy capacitado para dar una respuesta taxativa a algo que es objeto de un largo y continuado debate entre especialistas. Lo que intento básicamente es llamar la atención sobre la necesidad de avanzar mucho más, tanto en el terreno científico como operativo, en este tema de los medicanes, y más aún en el contexto del cambio climático en el área mediterránea cuyas consecuencias permanecen aún poco claras. Para ello en absoluto se parte de cero porque ya hay un rico y largo trabajo previo desarrollado por diversas instituciones mediterráneas. Así, en el contexto español cabe destacar las continuadas investigaciones del Grupo de Meteorología de la Universitat de les Illes Balears y de la Delegación de AEMET en Baleares donde mi querido colega y amigo Agustí Jansà, junto con un excelente grupo de meteorólogos, fue pionero y sigue siendo  una referencia básica  en la investigación de la meteorología mediterránea y en su aplicación operativa.

En cualquier caso creo que conviene ya ampliar más el interés y la dedicación por estas cuestiones con mayor disponibilidad de recursos de todo tipo en una acción coordinada internacional que contemple tanto la investigación de estas estructuras como su aplicación práctica en el ámbito de la predicción y vigilancia europea de los fenómenos meteorológicos adversos. ¿No sería un gran proyecto para el programa Copérnicus ahora tan estrechamente unido al Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo?

16 de septiembre de 2020

Tiempos subtropicales

 

Está siendo noticia estos días el espectáculo que muestra el Atlántico norte con varios huracanes o tormentas tropicales desarrollando simultáneamente sus ciclos de vida en una de las temporadas más activas que se recuerdan:

Varias circulaciones ciclónicas de carácter tropical se desarrollan en estos días d mediados de septiembre en el Atlántico norte (imagen NOAA)


Por sí ello fuera poco, una borrasca situada desde hace varios días al noroeste peninsular, y que nos afectará ya directamente a partir de mañana, está presentando una cierta evolución hacia la subtropicalización incrementando la convección en su seno a medida que se traslada hacia aguas más cálidas y dirigiendo hacia la Península Ibérica un marcado flujo a niveles medios de aire cálido y húmedo. Pero aún hay más: un "medicane" se está desarrollando al sur de Italia y los modelos muestran su evolución hacia una circulación ciclónica muy intensa que puede dar importantes problemas de lluvia, y sobre todo de viento, en su trayectoria.

La imagen de Meteosat de esta mañana muestra la borrasca situada al oeste de Galicia con una cierta tendencia hacia la subtropicalización y un posible  medicane al sur de Italia. (EUMETSAT)

En relación con la borrasca que nos afectará a partir de mañana es interesante contemplar la gran inyección de energía el importante flujo de aire cálido y húmedo del SW que moviliza y que originará lluvias muy significativas. Flujo por el que también compiten la tormenta tropical "Vicki" y el huracán "Teddy". (EUMETSAT)

Si miramos la configuración a escala hemisférica vemos un chorro polar muy alto y por tanto con una atmósfera subtropical muy extendida hacia el norte albergando distintos flujos de aire cálido y húmedo alimentando las circulaciones que se desarrollan en su seno:


Configuración hoy 16 de septiembre del chorro polar o extratropical permitiendo una amplia expansión hacia el norte de la atmósfera subtropical (Netweather)

Imagen de contenido de agua precipitable que muestran los flujos que desde latitudes tropicales alimentan a las estructuras subtropicales que se desarrollan más al norte (SSEC)

No es en absoluto raro que en septiembre se de esta expansión de la atmósfera subtropical aunque quizás este año sea más amplia y la actividad en su seno esté siendo muy intensa. En el fondo, si hoy me refiero a ella, además de por su espectacularidad, es porque es un ejemplo muy claro del tipo de estructuras y circulaciones que podríamos tener cada vez más sí se confirma la tendencia creciente hacia la subtropicalización de nuestro entorno geográfico a la que me refiero con frecuencia. Aparecerían más circulaciones ciclónicas de carácter subtropical,  estructuras de origen polar a partir de vaguadas del chorro extratropical  con tendencia a subtropicalizarse o incluso chorros subtropicales más frecuentes conduciendo hacia nuestras latitudes más aire cálido y húmedo.

Más allá de lo anecdótico o espectacular que todo ello pudiera representar, creo que su importancia puede radicar en que estas estructuras podrían ser cada vez más las causantes de lluvias en nuestras zonas con un claro decremento de la influencia de las ligadas al chorro polar. A este respecto ha aparecido muy recientemente en Environmental Research Letters este artículo de investigadores portugueses y españoles en el que demuestran, partiendo de bases de datos muy largas y depuradas, que no existe una tendencia clara en las precipitaciones en el suroeste de Europa, al contrario de lo que algunos modelos climáticos muestran –no todos- en el sentido de una posible disminución de las mismas. Es verdad que el estrés hídrico existe en muchas zonas pero en el artículo, cuya lectura recomiendo, lo atribuye a otras causas y no a una disminución clara de las precipitaciones. A la vista de ello me pregunto si las precipitaciones de carácter subtropical van ya tomando poco a poco el relevo a las ligadas al chorro polar, que cada vez nos visitan menos y, por tanto, sí llueve la misma cantidad pero de forma distinta, lo que, en su caso, tiene también importantes implicaciones.

En resumen, y a fuerza de resultar ya muy cansino, insisto en que  se hace muy prioritario para España reforzar y profundizar las investigaciones sobre esta, más que posible, subtropicalización de nuestra atmósfera y de sus posibles consecuencias.

10 de septiembre de 2020

¿Provocará más danas el calentamiento ártico?


Acabamos de tener un primer temporal casi otoñal de lluvias mediterráneas y, como todos los años, es el momento en el que se hacen cábalas sobre cuántos episodios de danas podrían ocurrir en esta temporada y, sobre todo, si la tendencia es a aumentar o disminuir estas situaciones como consecuencia del cambio climático.

Un argumento bastante recurrente, y que yo mismo he utilizado en más de una ocasión, es el de que la amplificación ártica reduce el  gradiente norte-sur de temperaturas y ello conduce por razones dinámicas a un chorro polar, o extratropical, menos veloz. Y un fluido que disminuye su velocidad debería hacerse cada vez más ondulado y, por tanto, con más tendencia a la formación de profundas vaguadas, algunas de las cuáles darían lugar a danas. De ahí se deduciría que un aumento de danas podría significar en un mayor número de temporales mediterráneos.

(Autoría desconocida)

Pero las cosas no parecen ser tan fáciles. Una primera cuestión es sí, aún en el caso de producirse ese aumento de danas, éstas bajarían lo suficiente en latitud y sí llevarían la trayectoria adecuada para afectarnos de modo sustancial. En cualquier caso, más allá de este planteamiento elemental, algunos artículos publicados en los dos o tres últimos años ponen bastante en duda este mecanismo y piensan, como en éste de Blackport y Screen publicado en febrero de este año en ScienceAdvances, que una disminución de la velocidad del chorro no debería significar necesariamente unas mayores ondulaciones en el mismo, ya que hay otros factores que entran en juego además de la velocidad.

Ese razonamiento es una hipótesis que los autores emplean como una posible explicación a los resultados de su investigación con modelos en los que se muestra que  “la covariabilidad observada y simulada entre la ondulación y los gradientes de temperatura en escalas de tiempo interanual a decadal no representa una respuesta forzada a la amplificación del Ártico”. Por tanto, y según estos autores, no parece que el calentamiento del Ártico induzca necesariamente una mayor formación de danas.

No soy ningún experto en este tipo de estudios y por tanto tampoco soy quien para juzgar la calidad de este trabajo, pero lo que sí está claro que el argumento original en el que tanto hemos basado nuestras suposiciones sigue siendo ampliamente debatido en el ámbito científico. Como ya he expresado en otras ocasiones creo que será la futura evolución de las circulaciones subtropicales lo que más puede pesar en la evolución del clima en España…y hay todavía muy pocos estudios sobre ello, al menos que yo conozca.