31 de enero de 2014

Noticia de enero

Finaliza enero y es un buen momento de revisar lo que ha sido noticia durante este mes desde el punto de vista meteorológico. A mi modo de ver destacan las singularidades acaecidas en muchas áreas del hemisferio norte; situaciones aparentemente inconexas pero unidas por un tipo concreto de circulación atmosférica que las explica....Aunque, quizás, lo más difícil de explicar sea por qué ha predominado esa circulación y no otra.

La circulación atmosférica a gran escala de enero se ha caracterizado por la persistencia de una estructura de ondas atmosféricas bastante repetitiva que ha originado un enero muy suave en Europa occidental y grandes contrastes en Norteámerica entre las fuertes olas de frío en su mitad occidental, la continuación de una gran sequía en California y las temperaturas inusualmente altas en Alaska, donde además, la nieve típica de la época, ha sido sustituida por la lluvia en muchas zonas. 

Para comprender un poco mejor como todo ello no son sino facetas de una misma estructura global, vamos a comentar el mapa que muestro a continuación. Es un análisis de la topografía de 500 hPa y de la temperatura de 850 hPa en el hemisferio norte correspondiente al 21 de este mes. Aunque es de un día concreto la he elegido porque es una muestra bastante representativa del esquema básico de circulación  que ha predominado a lo largo de todo el mes en el hemisferio norte.

Topografía del geopotencial de 500 hPa y de la temperatura de 850 hPa de todo el hemisferio norte correspondiente al 21 de enero de 2014 elaborada por el Centro Europeo de Predicción a Plazo Medio. Muestra una configuración bastante representativa de la que ha predominado a lo largo de todo el mes

En el mapa puede verse la ubicación de las grandes ondas de Rossby formadas por el chorro polar estableciendo la separación entre las masas frías de las latitudes septentrionales y las más cálidas meridionales. En las zonas delanteras y traseras de cada vaguada el aire cálido se expande hacia el norte mientras que en el seno de esas vaguadas es el aire frío el que penetra hacia el sur.

Fijémonos en principio en la importante vaguada sobre la mitad occidental de Estados Unidos en la parte centro-izquierda de la imagen. Aunque no ha estado así todos los días del mes, ha sido la configuración que más ha predominado sobre esa zona. La profundidad de esa vaguada ha conseguido que, en varias ocasiones durante el mes, el aire polar haya encontrado un camino abierto hacia el sur dando lugar a las olas de frío que han afectado a amplias zonas de Norteámerica. En la primera de esas entradas, a principios de mes, se extendió por los medios la noticia de que la causa era la llegada, o incluso la rotura del vórtice polar. Desde mi punto de vista, se utilizó un concepto científico bastante fuera de lugar, lo que creó mas confusión que claridad sobre lo que estaba ocurriendo y que pienso que se explica con mas sencillez de esta forma. 

Indudablemente, tras una vaguada tiene que haber una dorsal. Si observamos de nuevo el mapa vemos esa dorsal extendiéndose sobre el tercio oriental de Norteámerica. La consecuencia inmediata es el tiempo seco en toda esa zona prolongando la sequía que ha afectado con gran intensidad sobre todo al estado de California. Y moviéndonos en esa zona un poco hacia el nordeste vemos como otra vaguada, en este caso menos desarrollada, lleva aire relativamente cálido y húmedo del sur sobre Alaska provocando lluvias en varias de sus zonas.

Y, por supuesto, delante de la vaguada tiene que haber otra dorsal. La que nos interesa ahora se extiende sobre todo el Atlántico norte. En este caso es mas tendida y menos profunda que la estacionada en el oriente de Estados Unidos. Está unida a una zona del chorro polar bastante rectilínea, relativamente alta de latitud para esta época y con suaves ondulaciones en su seno pero que son capaces de inducir un rosario de borrascas en niveles bajos que se dirigen hacia Europa transportando calor y humedad del sur hacia unas zonas donde, por la época del año, debería predominar fundamentalmente el aire polar. Se trata de borrascas muy profundas, acompañadas de vientos muy fuertes, procedentes algunas de ellas de ciclogénesis explosivas -que por su repetición parece que han dejado de ser noticia- y con gran recorrido sobre el océano. Ello que ha facilitado la aparición de grandes oleajes, que incluso han llegado a romper algunos récords de altura de olas en la costa de Galicia. Como ya he comentado en alguna otra ocasión, y aunque no tengo pruebas de que sea así, buena parte de la gran energía de estas borrascas podría proceder de la acumulada en las aguas atlánticas subtropicales durante el verano y casi no consumida por los pocos ciclones tropicales generados este año en esa zona.

Pues bien, esta situación es el origen del enero en general bastante benigno que vive Europa occidental y que, por ejemplo, ha originado en Gran Bretaña una anomalía superior a un grado en las temperaturas asó como el enero mas lluvioso en el centro y sur del país desde 1910. En España, y a falta todavía de los datos oficiales, supongo que la temperatura media habrá estado algo por encima del valor normal y así supongo que también lo estará la precipitación.

Es reseñable que, hasta ahora, no ha habido invasiones significativas de aire siberiano sobre Europa occidental. Una posibilidad para que ello ocurriera, sería que la dorsal atlántica se hiciera más acusada y se moviera hacia Europa occidental al tiempo que  inclinase su eje en dirección nordeste-suroeste, dando lugar a lo que se llama técnicamente una retrogresión, lo que favorecería la llegada del aire frío de Siberia. La meteorología popular afirma que febrero suele ser bastante distinto a enero...En fin, no demos ideas y veamos que nos dice la Candelaria pasado mañana, 2 de febrero. ¿Está fuera el invierno...o todavía no?

8 de enero de 2014

De "Hércules", oleajes, vórtices polares...

Estos días están siendo noticia diversos fenómenos atmosféricos y sus repercusiones en mar y tierra. Como suele suceder en estos casos, aparecen frecuentemente errores y exageraciones y, como no, surge la posible relación de todo ello con el proceso de calentamiento global, ya también bastante discutido en los últimos tiempos.

En España, tras el revuelo provocado por las ciclogénesis explosivas ocurridas muy lejos de nosotros y a las que ya me referí en una anterior entrada, ha sido noticia el gran oleaje registrado en las costas gallegas y cantábricas por una fortísima mar, en buena medida de fondo, provocada por una gran borrasca situada muy lejos de nosotros, pero ubicada de tal manera que el oleaje que provocaban sus vientos tenía un gran recorrido sobre el mar abierto, desarrollándose más y llegando a nuestras costas con grandes alturas. Pues bien, esta borrasca no era sino la evolución de la que se dio en llamar en Estados Unidos "tormenta Hércules" y que originó un gran temporal de nieve en la zona oriental de Estados Unidos. En realidad ni era "tormenta" -hay que recordar que en castellano "storm" es "borrasca" y no "tormenta"- ni se llamaba oficialmente "Hércules" que es sólo un nombre dado por la empresa "Weather Channel" de forma totalmente unilateral sin el respaldo de las instituciones meteorológicas oficiales.

Topografía de 500 hPa del 3 de enero a las 12UTC (ECMWF). Sobre la costa oriental de Estados Unidos puede verse la  vaguada que daba soporte a la profunda borrasca de superficie denominada "Hércules" situada en la zona delantera de la misma. Obsérvese en colores azules y morados la entrada de aire polar que contribuía a la intensidad de la perturbación.  Hacia el extremo noroccidental de Cánada puede verse otra importante masa fría que es la que, dos o tres dias después, da lugar a la gran ola de frío en Estados Unidos. Ambas masas forman parte del llamado "vórtice polar"

Pues bien, todo lo descrito no son sino distintas manifestaciones de un mismo hecho: la gran actividad ciclogénetica - es decir, de creación de borrascas- que está desarrollándose esta temporada en el Océano Atlántico. Es normal que a final del otoño y durante el invierno aparezcan algunas borrascas muy profundas pero, el gran número de las de esta temporada y su marcada intensidad, está por encima de los valores que podrían considerarse normales. Como ya he expresado en alguna otra ocasión, intuyo que ello está relacionado con la casi ausencia de ciclones tropicales en el Atlántico en la temporada de este año. Esta circunstancia puede haber dejado sin gastar una gran cantidad de energía acumulada en el océano que ahora está disponible para alimentar a estas borrascas que, en otro caso, seguramente habrían sido menos en número y también menos intensas. Indudablemente, si a ello se une un fuerte contraste entre las masas de aire que pone en juego la incipiente borrasca, la intensidad es aún mayor. Eso sucedió en la generación de "Hércules" donde la masa aérea procedente del norte era ya muy fría como un adelanto de lo que iba a suceder dos o tres días después.

Mismo mapa que el anterior pero ahora correspondiente a las 12 UTC del 6 de enero. Se observa en colores oscuros la profunda penetración de una parte del aire ligado al vórtice polar sobre Estados Unidos en el seno de una marcadísima vaguada del chorro polar. La que sustentaba a la borrasca "Hércules" es la que ahora se encuentra en el ángulo superior derecho de la imagen.

Efectivamente, a partir del día 5 una gran ola de frío se ha abatido sobre la mayor parte de Estados Unidos provocando las temperaturas mas bajas de, al menos, los últimos veinte años. Rápidamente saltó a los medios el nombre del "culpable": la llegada del "vórtice polar", al que algunos medios incluso han llegado a llamar el "huracán polar". Aunque lo de "vórtice polar" se ha extendido por todo el mundo causando cierto revuelo no hay nada de nuevo en este fenómeno. Se trata de una circulación ciclónica (es decir de vientos circulando en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte) centrada en las regiones polares, rodeándolas,  y que se extiende desde la troposfera media hasta la estratosfera. (Véase aquí la definición de la American Meteorological Society en 1959) En el caso del hemisferio norte, el "vórtice" desde un punto de vista climatológico, suele tener dos centros bien marcados: uno sobre la Tierra de Baffin y otro sobre la zona oriental de Siberia, y en ellos se concentra aire extraordinariamente frío. Este "vórtice" está contenido por el chorro polar que, en el hemisferio norte discurre al sur de él. Cuando este chorro presenta grandes ondulaciones y una de ellas afecta a alguno de estos centros, éste encuentra su camino abierto hacia el sur, al fondo de esa vaguada de la circulación general y causa estas abruptas irrupciones frías. En Norteamérica el causante suele ser el citado centro de la Tierra de Baffin o zonas cercanas y en Europa es el de Siberia. Ese aire frío que afecta con cierta frecuencia a la Europa oriental y central puede llegar incluso a España -recordemos las veces que se ha hablado del "expreso siberiano"- sobre todo cuando hay fenómenos de retrogresión y una gran vaguada del chorro se orienta en dirección nordeste-suroeste. 

Como no puede ser menos, esta sucesión de fenómenos extremos -no olvidemos la tremenda ola de calor de Argentina o el año más cálido en Australia desde que hay registros- lleva a la típica pregunta de si todo ello está relacionado con el cambio climático.  Aunque no es el momento de extenderme mucho sobre ello, lo que si puedo decir es que, en su gran mayoría, están relacionados con corrientes en chorro bastante onduladas y que cada vez surgen mas estudios que señalan que un calentamiento de los polos conducen a chorros cada vez mas ondulados. Puede argüirse que, este año, el anómalo calentamiento del Ártico ha disminuido y que el comportamiento de la Antártida sigue sin estar claro en absoluto. Junto a ello están las investigaciones -aquí puede verse una interesante muestra de hace muy pocos días- sobre el papel de la acumulación de energía por parte de los océanos o, también, de la posible estructura de lo que denominamos "variabilidad natural" en el comportamiento de océanos y atmósfera y su interacción con la acción antropogénica. Sobre ello este otro artículo es una muestra interesante. Se trata de un puzzle extraordinariamente difícil pero estas son las piezas que tenemos y seguro que saldrán otras. Hay que avanzar sin tener toda la información y eso nos va a pasar siempre. En la relativa oscuridad creo que la vía a seguir es la que genere un mayor consenso científico.