29 de agosto de 2019

"Gotas", "danas"....¿o sólo tormentas fuertes y lluvias intensas?

A raíz de las fuertes tormentas del lunes y martes pasados con las consecuencias conocidas, ha vuelto a resurgir en las redes el debate sobre si el fenómeno causante de ellas era una gota fría o una dana. O, más bien: con cuál de esos nombres debería denominarse. Como es una cuestión que creo conocer bastante de cerca, me parece oportuno dar en principio alguna información y luego expresar mi opinión.

La denominación "gota fría" nace entre los meteorólogos españoles -tal como describe este artículo de la Revista del Aficionado a la Meteorología (RAM)- a principios de los cincuenta como la "traducción" más adecuada al castellano de la anglosajona "cut off low". Se denominaba así a una estructura típica de la troposfera media y superior que se generaba  a partir del "estrangulamiento" de un meandro del chorro -sobre todo polar-, que quedaba relativamente aislada de la circulación de la que había nacido, y que aparecía en los mapas de esos niveles como una estructura más o menos redondeada y más fría que el aire que la circundaba. Esas fueron las razones por las que se la denominó como "gota fría", si bien lo que realmente es desde un punto de vista técnico es una borrasca en las capas medias y altas de la atmósfera sin reflejo -o muy poco- en superficie. 

Estas borrascas pueden tener un comportamiento muy variable respecto al tipo de tiempo que originan. Normalmente en su centro pueden desarrollarse algunas nubes convectivas, o incluso alguna tormentas no demasiado importantes, a consecuencia de la inestabilidad que suele provocar ese aire relativamente frío de su núcleo. Sin embargo, su mayor actividad suele presentarse en su zona delantera debido a las características de la corriente de aire que circula alrededor de esa borrasca y que ella organiza como un gran engranaje. Esas características, en las que no es el momento de entrar, pueden producir grandes ascensos, grandes "succiones" del aire de capas bajas,  lo que provoca abundante nubosidad e incluso lluvias. Si ese aire que asciende es relativamente cálido y húmedo se crean grandes nubes tormentosas capaces de descargar importantes cantidades de lluvia o granizo en tiempos muy cortos. Si, además, como ocurre frecuentemente en el Mediterráneo, el suministro de ese tipo de aire se mantiene a través de una borrasca de superficie y/o la borrasca se mantiene estacionaria, las lluvias pueden ser además muy duraderas y concentradas, con inundaciones muy importantes. Lo que en cualquier caso interesa resaltar es que, no es tanto el aire frío del núcleo de la borrasca y sus nubes asociadas lo que puede crear problemas graves, sino las singularidades de la circulación del flujo de aire que la rodea en su parte delantera.

En España el término "gota fría" que, como apuntaba más arriba, los meteorólogos españoles habían acuñado para este tipo de borrascas, fue popularizado por Mariano Medina en sus apariciones televisivas durante tantos y tantos años con audiencias inimaginables de veinte millones de personas. Mariano Medina, con el que tuve el honor y la suerte de trabajar, era un gran científico y un gran divulgador,- algo que no suele darse con frecuencia- y empleaba el término "gota fría" muy correctamente. El problema se originó cuando el público acabó uniendo ese término con las situaciones de lluvias intensas  mediterráneas -quedando prácticamente como sinónimo de estas- dado que eran las ocasiones en las que, lógicamente, con más frecuencia Medina utilizaba ese término.


Un mapa icónico: la DANA causante de las lluvias torrenciales que dieron lugar a la "pantanada" de Tous del 20 de octubre de 1982. Está dibujado por el gran maestro de predictores que fue el meteorólogo Francisco García Dana. 

Fue ya en la segunda mitad de los años ochenta cuando en el antiguo Instituto Nacional de Meteorología (INM),  nos dimos cuenta de la confusión que el término planteaba ya que "gota fría" se identificaba directamente y cada vez más con fuertes lluvias, una apreciación equívoca ya que pueden aparecer grandes lluvias sin "gota" y puede haber ocasiones en que haya "gota" y no las provoque. Decidimos entonces sustituir en nuestros trabajos técnicos el termino "gota fría" por el de DANA (Depresión Aislada de Niveles Altos) que, como he descrito mas arriba, es de lo que realmente se trata: una borrasca en las capas medias y altas de la troposfera.

Nunca pensamos que ese termino fuera a tener mucho recorrido, pero la amplia divulgación de los estudios que realizábamos, la búsqueda de titulares en la prensa, la fuerza de las redes sociales y el gran número de aficionados a la meteorología cada vez con mejores y mayores conocimientos, hizo que el termino se extendiera apreciablemente por la sociedad y también a que, a veces, se utilizara de una forma incorrecta o claramente equivocada. De ahí surgió el debate -que todavía continúa- entre los que ven la "nueva" denominación como un capricho o ganas de enredar o confundir y los que piensan que es un término mucho más adecuado que el de "gota fría". 

A mi juicio el problema se origina al mezclar niveles distintos: técnico, divulgativo e informativo. Es algo que ocurre con frecuencia también en otros campos como resultado de la gran actividad de medios de comunicación y redes sociales. Mi opinión es que en el plano técnico debe mantenerse la denominación "DANA" -o "dana"- ya que describe adecuadamente el fenómeno en cuestión. Sin embargo en los avisos para el público pienso que debe evitarse cualquier tecnicismo y referirse a lo que todo el mundo entiende, en este caso sería por ejemplo  "tormentas fuertes acompañadas de precipitaciones localmente muy intensas de lluvia y granizo"; no hay necesidad de meter otras informaciones que no se van en general a entender bien y que, sacadas de contexto, sólo dan lugar a titulares espectaculares o erróneos. Por su parte, los medios de comunicación deberían tratar de huir de titulares espectaculares que pueden originar un mal servicio público. Y por lo que respecta a las redes sociales, seguirán seguramente los debates cada vez que haya un fenómeno de este tipo, y está bien porque si se respetan unas mínimas normas, siempre se aprenden cosas.

En cualquier caso, más allá de si son "galgos o podencos", hay dos cuestiones verdaderamente relevantes en este tema: La primera es desde el punto de vista técnico, intentar afinar cada vez más con modelos de muy alta resolución y con una vigilancia reforzada, la ubicación y evolución de esa  zona productora de grandes ascensos en la parte delantera de la dana, que es dónde va a generar mayores problemas. Y la segunda en la que siempre insisto: la necesaria revisión o incluso renovación del sistema de avisos para que, entre otras cosas,  ante fenómenos potencialmente adversos se difunda con continuidad y con una utilización intensiva de los móviles la información que me parece realmente relevante: Qué puede pasar (vientos, lluvias temperaturas....), cómo me puede afectar y qué podría hacer ante ello, y todo en un único mensaje refrescado muy frecuentemente. 

NOTA: Una amplia e interesante información sobre las "danas" desde múltiples enfoques ha sido publicada por mi compañero Paco Martín en distintos artículos de la revista RAM.  Paco es probablemente la persona que mejor conoce en España las "danas" y sus escritos son basicos para quienes quieran profundizar en ellas. Aparte de sus artículos en la RAM, este trabajo suyo publicado hace ya bastantes años, es desde mi punto de vista una referencia fundamental. 

17 de agosto de 2019

Agosto transcurre sin huracanes

Transcurre el  mes de agosto sin que ningún huracán aparezca sobre el Atlántico. Si bien el  mes de mayor actividad suele ser septiembre, sí es bastante normal que en agosto aparezcan ya algunos de ellos o, al menos, algunas tormentas tropicales. 

Es obvio que si no aparecen es que no se están dando las condiciones apropiadas para ello. Se ha comentado que existe o ha existido cizalladura sobre las zonas de formación, y también que la presencia de polvo sahariano inhibe bastante la necesaria convección en la zona. Sin negar todo ello, mi opinión -solo es una opinión- es que la atmósfera del hemisferio norte perdió en parte sus características climatológicas de agosto a raíz de la tremenda intrusión cálida hacia altas latitudes de finales de julio.  Ello dio lugar a su vez a un descenso en bloque hacia el sur de la circulación del chorro polar en el área atlántica que, de algún modo, todavía contínua. Y, a su vez, -es también sólo una hipótesis- ello puede haber influido en la actividad y estructura de las circulaciones tropicales y subtropicales.  En este contexto, se me ocurre pensar si uno de los precursores básicos de los ciclones tropicales como son las ondas del este están siguiendo, o no, sus pautas climatológicas. Cabe señalar también la casi ausencia de danas en el Atlántico en cuyo núcleo también aparecen a veces algunas estructuras que pueden dar lugar a circulaciones ciclónicas, si bien  eso es algo que suele ocurrir más avanzada la estación. 

Imagen del canal WV de Meteosat del 17 de agosto mostrando una amplia zona hemisférica atlántica y mediterránea. Llama la atención para ser agosto la, aparentemente, poca actividad tropical y subtropical. 

Es posible por tanto que hasta que no se produzca una reestructuración significativa de la circulación en el hemisferio norte y la atmósfera tropical recobre su actividad normal  las circulaciones ciclónicas tropicales significativas no van a ser muy frecuentes. En algunos círculos se ha comentado que la fase neutra en la que ha entrado el ENSO podría provocar cambios y favorecer su aparición, supongo que por disminución de cizalladura. Quedamos a la espera.

Para finalizar creo que es interesante recalcar -porque ya han surgido en las redes algunos comentarios al respecto- que así como con muchos de los fenómenos de olas de calor e incluso algunos tipos de lluvias intensas existe un amplio consenso científico en su relación  con el calentamiento global, también existe consenso en que no es fácil conocer cómo van evolucionar los huracanes. Supongo que ello es debido en buena medida a una cierta incertidumbre sobre la evolución de las circulaciones subtropicales y su correspondiente cizalladura asociada. Hay una cierta tendencia a pensar que puede haber menos huracanes pero ser más intensos pero no existe aún un consenso claro sobre ello. 






10 de agosto de 2019

Chorros de agosto

Desde un punto de vista climatológico, en el mes de agosto y sobre todo en su primera mitad, el chorro polar suele estar en el área atlántica bastante alto de latitud. De vez en cuando origina la formación de algunas danas que se suelen quedar algún tiempo estacionarias al oeste de la Península Ibérica facilitando entradas de aire muy cálido -a veces potenciando fuertes remontes tropicales o subtropicales- o bien atravesando la Península y generando fuertes tormentas. Incluso en el seno de esas danas, sobre todo si permanecen estacionarias durante varios días, y más hacia final de verano o principios de otoño, pueden originarse algunas pequeñas estructuras de carácter subtropical o tropical a partir de la continuada convección que se desarrolla en su núcleo. 

Sin embargo este año no ocurre así. Desde aquella tremenda "remontada" extraordinariamente cálida de finales de julio, que llegó hasta Escandinavia y posteriormente a Groenlandia, y que comenté en la anterior entrada de mi blog con el título "Revolución en las masas", la estructura de la circulación atmosférica en nuestra zona geográfica no ha seguido esas pautas climatológicas. Si bien era lógico que la presencia de la masa cálida como una dorsal en latitudes de Groenlandia provocara la ubicación del chorro polar más al sur, lo que no era tan de esperar es que esa situación se prolongara durante muchos días posteriores y que, incluso, todavía nos esté afectando. Ella está dando lugar a la generación de borrascas bastante más al sur de lo habitual en estas fechas -algunas bastante intensas y probablemente con ciertos rasgos subtropicales, cosa que no es de extrañar- con tiempo bastante más revuelto de lo usual; "unseasonable weather" se titulaba una nota emitida hace un par de días por la Met Office británica. Una situación que en la Península se traduce, sobre todo en la mitad norte y centro, en oscilaciones frecuentes de la temperatura y viento según se suceden los pasos de algunas vaguadas y frentes más o menos marcados y que cuando alcanzan las zonas mediterráneas dan lugar a "ponentás" con tremendos ascensos de temperatura.

Un Atlántico muy animado para la época del año en latitudes medias y todavía poco en latitudes bajas.

En cualquier caso no se trata en absoluto de situaciones desconocidas pero sí poco frecuentes para la época de finales de julio y primeros de agosto. ¿Qué relevancia ha tenido en ello la citada remontada cálida de finales de julio? ¿Qué hizo que la situación se hiciera tan perdurable? ¿Existe alguna relación con la crisis climática dado que esa remontada que marcó récords absolutos de temperatura en muchos sitios de Europa se ha mostrado mucho más probable en el contexto del calentamiento global? O bien, ¿Qué papel pueden estar jugando en todo ello las oscilaciones atmosféricas de escala global y de periodo supra anual? 

A partir de mediados de la próxima semana se observa una tendencia a una subida de latitud del chorro. ¿Ello puede dar lugar a que las remontadas subtropicales suban con más fuerza hacia el norte como suele ser habitual? ¿Se formarán ahora danas en nuestras latitudes? ¿Empezarán a aparecer más ciclones tropicales en el Atlántico?

Muchas preguntas y muy pocas o ninguna respuesta. Solo una constatación más sobre la complejidad del sistema atmósfera-océano. Cuanto más vamos observando y conociendo más preguntas surgen. Son preguntas que necesitan al menos algunas respuestas porque nos jugamos mucho en conocerlas. Por eso sigue resultando descorazonador los pocos recursos empleados en España en la investigación profunda de nuestra atmósfera y de su evolución en estas latitudes así como en la comunicación asequible de sus resultados. 

1 de agosto de 2019

Revolución en las masas

En las masas de aire, por supuesto. Creo que no se puede calificar de otra forma la evolución atmosférica iniciada hace pocos días por la que una masa de aire muy cálido se extendió desde el norte de África hacia la Península Ibérica y desde ahí a Francia, Bélgica, Holanda y Noruega provocando caídas de muchos récords de julio e incluso absolutos en estos países. Después, esta masa se movió hacia Groenlandia y allí se encuentra ahora asentada como un anticiclón cálido y provocando subidas de temperaturas y un marcado deshielo. 

Análisis de 500 hPa/T850 del 1 de agosto a las 00 UTC (ECMWF). Puede verse la masa cálida/cúpula anticiclónica sobre Groenlandia tras su periplo -transformándose parcialmente- desde latitudes meridionales. Al sur queda una zona de borrascas separadas de la atmósfera subtropical por un chorro ¿polar? que trae sucesivas ondas sobre la fachada occidental de Europa.

Lo curioso, pero lo lógico también, es que la presencia de esa dorsal ha confinado más hacia el sur el aire frío de esas zonas y, aunque todo esto necesita un estudio más profundo y detallado, se ha generado una circulación de chorro ¿polar? -desde luego no subtropical- en latitudes demasiado meridionales para la época del año en que estamos. Naturalmente ese chorro ha ayudado a la generación de borrascas, formándose una muy curiosa hace dos o tres días enfrente del golfo de Vizcaya que posteriormente se ha movido más hacia el norte. Y digo curiosa porque, aunque su origen fue claramente baroclino, su evolución la llevó a adoptar una estructura más de características subtropicales o tropicales, algo que casi lo ha llegado a ser en algún momento si atendemos a sus diagramas de fase. 

Así aparecía la curiosa borrasca atlántica el pasado 29 de julio (NASA)

Por otra parte esta configuración de chorro que, según los modelos de medio plazo parece que quiere prolongarse algunos días más, mantiene sobre la vertiente atlántica un flujo de viento algo húmedo y no muy cálido que hace que en esas zonas las temperaturas no se disparen en demasía, sobre todo en el cuadrante noroeste peninsular. 

Como digo, esta situación merece un serio estudio dinámico y quizás también termodinámico, pero en principio parece provenir -una vez más- de un chorro débil y muy ondulado. Un chorro con una muy alargada vaguada al oeste de Europa que propició el marcadisimo ascenso de latitud del aire norteafricano -con recalentamiento ibérico añadido- hacia latitudes muy septentrionales y después su "coladura" hacia Groenlandia, reconstruyéndose de algún modo mucho más hacia el sur de donde según la climatología de julio debía situarse. 

Es una evolución verdaderamente curiosa e interesante...pero también muy preocupante por lo que supone de continuación de un gran aporte de calor hacia latitudes árticas con su contribución a una mayor fusión de hielo, a un aumento de la amplificación ártica y a un chorro polar cada vez más ondulado y débil. Es verdad que evoluciones de este tipo provocan también descensos del aire frío hacia el sur y descensos de temperaturas como  también parece haber ocurrido en zonas de Estados Unidos...pero por lo que hemos ido viendo en los últimos tiempos, ese aire frío es menos frío que lo que debería ser para "equilibrar" al aire muy cálido que remonta. Al final, en cómputo anual y balance global, y como ya viene siendo habitual en este siglo, aumento de la temperatura global. Veremos el resultado cuando acabe el año.