22 de enero de 2021

¿Y esas tormentas?


Prácticamente, sin solución de continuidad, hemos pasado de la borrasca “Filomena” a la “Hortense”. Es verdad que esperábamos la entrada de las borrascas atlánticas –antes que “Hortense” fue “Gaetán"” y ahora parece que esperamos a "Ignacio"- para que ayudaran a despejar nieve y hielo y se suavizaran las temperaturas. Sabíamos que esa entrada atlántica nos traería también fuertes vientos, que generarían algunos peligros, pero que también colaborarían en la limpieza de la nieve. Y, en principio, ello no resultaba extraño ya que en invierno el chorro polar suele bajar bastante de latitud y originar borrascas bastante profundas como en este caso “Hortense”.

Los vientos fuertes llegaron la pasada noche alcanzando en algunas zonas velocidades muy altas de modo que no me extrañaría que se hubiera batido algún récord, pero lo que nos ha sorprendido a muchas personas es la gran actividad tormentosa que durante la madrugada se ha desarrollado sobre el centro y el cuadrante nordeste peninsular con gran número de rayos y el tremendo ruido de truenos y granizos que casi tapaban el ulular del viento.

Tras la sorpresa han llegado las preguntas ¿Cuál ha sido la causa? 

Confieso que a mí también me ha sorprendido esta actividad aunque en seguida he recordado el gran temporal de nieve de la Comunidad Valenciana de enero de 2017 en el que también se registró gran actividad tormentosa. Sin embargo, aquella situación estuvo provocada por una dana y sin embargo en este caso lo que teníamos encima era un intenso chorro polar.

No se puede descartar que en estas situaciones de chorro aparezca de forma aislada alguna actividad convectiva, pero en principio nada comparable a la intensidad de la pasada noche. En esta situación lo que me lleva a escribir esta entrada es compartir, hasta donde yo soy capaz de llegar,  lo que creo que ha pasado y dar pie a un intercambio de opiniones para que entre unos y otros tratemos de establecer el “modelo conceptual” del fenómeno.

Lo que sí está claro, tal como se ve en los mapas de 500 hPa del Centro Europeo, es que durante la pasada noche ha atravesado la Península una vaguada embebida en el flujo del chorro polar. No ha sido una vaguada demasiado profunda pero sí iba acompañada en su zona delantera de un máximo de vientos muy fuertes, lo que debía llevar aparejada en su zona delantera izquierda un área proclive a los fuertes ascensos verticales, que habrían sido la condición necesaria para el inicio de la convección. 


¿Pero habrá sido además de necesaria, suficiente? Ahí ya tengo dudas y planteo como pura hipótesis la contribución termodinámica del aire de niveles bajos, un aire de temperaturas suaves que nos había quedado tras pasar "Gaetán" y que ha podido ser elevado con bastante violencia por ese área de ascensos y por la llegada de aire más frío a las capas bajas (de hecho se observa la entrada de aire algo más frío en el mapa de 850 hPa.

Si esto ha sido así, sería otra manifestación más de la contribución de aire de características subtropicales –sería interesante saber si con temperaturas por encima de sus valores climatológicos- a una mayor intensidad de los distintos fenómenos atmosféricos que nos afectan y que parecen ser más frecuentes en estos últimos años.

21 de enero de 2021

Algunas cuestiones "filoménicas"

 

Mientras los vientos y lluvias atlánticos van ayudando a la recuperación de los múltiples problemas creados por el paso de “Filomena”, sigue latente la pregunta de dónde esta borrasca sacó tanta energía y humedad como para provocar las tremendas acumulaciones de nieve en zonas tan poco caracterizadas por las nevadas. 

            La gran nevada afectó fundamentalmente al centro y cuadrante NE. de la Península Ibérica

Recordemos que hubo observatorios como el de Toledo, a unos 500 metros de altitud, tan poco conocido por sus nevadas, donde se midieron espesores de 50 cm. Y todo ello en casi completa coincidencia con lo que el modelo de predicción del Centro Europeo venía apuntando desde varios días antes.

                                          Toledo tras la gran nevada (autor desconocido)

En el excelente y completo informe que sobre esta situación ha publicado AEMET se apunta a la posible, aunque no probada todavía, participación en el desarrollo de esta situación de un calentamiento súbito estratosférico. Aunque no soy experto en esa cuestión no parece que haya existido ninguna conexión de este tipo. En cualquier caso considero muy recomendable la lectura de este artículo de Daniela I. V. Domeisen y Amy H. Butler publicado el pasado mes de diciembre.

Pero, además, el informe de AEMET señala que "en este recorrido (entre el oeste de Azores y Canarias) (la borrasca) entró en aguas más cálidas y se reforzó, adquiriendo en algún momento características próximas a las de los ciclones tropicales". Y desde luego algo así sugería la apariencia que presentaba la borrasca cuando se observan las imágenes de satélite de aquellos momentos.  Desde mi punto de vista, de esa interacción de la borrasca con las aguas cálidas subtropicales pudo obtener la mayor parte de la energía y la humedad que luego nos “regaló” en forma de grandes nevadas.

Imagen IR del 7 de enero a las 00 UTC. Grandes desarrollos convectivos de "Filomena" en su camino hacia Canarias. 

Por tanto, si hacemos una mirada de conjunto a todo lo anterior, parece claro que pudo haber dos factores importantes en el desarrollo y energía de "Filomena": los fuertes ascensos dinámicos provocados por la zona de divergencia creada por la estructura y disposición de los dos chorros a que antes me refería, y también la cesión de gran cantidad de calor y humedad  –energía- proporcionada por el océano subtropical. Y en cualquier caso conviene también resaltar un detalle que, aunque obvio, y se ha comentado poco contribuyó a los grandes espesores registrados: el relativamente lento desplazamiento de “Filomena” forzado por la evolución de niveles altos, donde llegó a formarse una circulación cerrada tipo “dana”. Ello contribuyó a la larga duración de las nevadas –ya de por si intensas-en muchas zonas.

¿Tienen relación estos factores o alguno de ellos con el calentamiento global? Por lo que respecta a los calentamientos súbitos estratosféricos algunos estudios apuntan -aunque no está probado- a que podrían hacerse más frecuentes y de ese modo posibilitarían un aumento de los fenómenos extremos. Y desde luego, la mayor energía acumulada en los océanos deben contribuir, en condiciones adecuadas, al desarrollo de fenómenos atmosféricos de mayor intensidad. En el caso concreto de "Filomena" habrá  que esperar a los resultados del estudio de atribución que necesariamente debería llevarse a cabo.

17 de enero de 2021

Fenómenos atmosféricos adversos: ¿tienen que continuar sorprendiéndonos?


En estos días de recuperación tras la gran nevada, y al justificar las dificultades de respuesta ante los grandes destrozos, se comenta que los pueblos y ciudades donde se han registrado las mayores acumulaciones de nieve no podían estar preparadas ante un fenómeno que puede ocurrir cada cincuenta o setenta años. Es un razonamiento lógico y comprensible aunque no lo es tanto el hecho de que no se tomaran, al menos en algunos sitios, más medidas preventivas cuando se conoció algunos días antes la magnitud que podía tener el fenómeno.

                             Una calle de Madrid bajo los efectos de la última nevada (Meteored)

En cualquier caso lo que sería preocupante es llegar a la conclusión de que va a pasar mucho tiempo antes de que volvamos a ser afectados por un suceso atmosférico extremo o violento. Vemos como han ido aumentando los episodios cálidos, los grandes incendios forestales o la frecuencia de lluvias torrenciales y es posible que, en menor medida, lo pudieran hacer las grandes nevadas (lo que no quiere decir que vaya a haber más episodios de este tipo sino que, cuando sucedan, pueden ser más intensos). Debe tenerse en cuenta que los fenómenos adversos son, en el fondo, manifestaciones atmosféricas de gran energía… Y el calentamiento global hace que haya cada vez más disponibilidad de ella para desarrollarlas.

Creo por tanto que, más que olvidar y pensar que un fenómeno así no se va a repetir hasta dentro de muchos años, sería importante favorecer, priorizar y potenciar a nivel estatal las investigaciones sobre los efectos que el calentamiento global puede originar en nuestra zona geográfica, y ver qué fenómenos y con qué características podrían afectarnos a raíz de los cambios progresivos en las circulaciones atmosféricas. Es una información que debería tenerse en cuenta en las planificaciones a medio y largo plazo y que desde luego sería más efectiva que la de suponer que sucesos tan adversos como éste no se producirán hasta dentro de muchos años. Y la solución no sería tanto adquirir mucho más medios físicos sino replantearse cosas tales como unas infraestructuras más adecuadas, una mejor educación cívica y social, una mayor divulgación sobre estos temas y las respuestas más adecuadas, un replanteamiento de avisos y alertas y quizás algunos cambios en la legislación que facilitaran una mejor adecuación y una más eficaz respuesta de la sociedad ante eventualidades de este tipo.

13 de enero de 2021

La fusión de la nieve y el hielo: El difícil equilibrio

 

Si bien la fusión de la gran cantidad de nieve y hielo que afecta a gran parte de la Península no sea una necesidad urgente para el campo – aunque para algunas faenas agropecuarias entiendo que sí- creo que es fundamental para que las actividades en pueblos y ciudades puedan ir volviendo a la normalidad.

La actual situación anticiclónica ayuda poco, por no decir casi nada a esa normalización. A veces se dice que “cuando nieva templa”. Ello es así cuando la nevada responde a la llegada de un primer frente atlántico, con su aire más templado y húmedo, tras unos días de tiempo muy frío, y que suele ser el inicio de un temporal atlántico. Pero esta vez no ha sucedido. “Filomena” no respondía a ese tipo de situaciones y tras su paso el anticiclón se instaló con rapidez sobre la Península manteniendo día tras día una capa de aire muy frío pegada al suelo y haciendo muy difícil la fusión.

Si siguiera esta situación de forma indefinida creo que podríamos continuar con los montones de nieve y hielo durante semanas o incluso algún mes dependiendo de las zonas. Haría falta por tanto un tipo de “ayuda” que permitiera una fusión lenta y continuada para no generar una situación de fuertes embalsamientos de agua e incluso de inundaciones. En ese contexto creo que la evolución  que los modelos empiezan a intuir para comienzos o mediados de la próxima semana podría permitir ese tipo de ayuda. La llegada de un temporal de poniente -en este caso de oestes/noroestes- con aire más húmedo y acompañado lluvias en la vertiente atlántica podría permitir ese tipo de fusión. En cualquier caso es un equilibrio difícil porque si es más del suroeste el aire sería más cálido y húmedo y la fusión más rápida y peligrosa. Y no digamos si lo que llegara fuera una entrada seca y cálida del sur.

Tal como muestran estos mapas de superficie del modelo probabilista del Centro Europeo hay posibilidades de una entrada atlántica sobre la Península a comienzos o mediados de la próxima semana.


Meteograma para un punto del centro peninsular obtenido a partir del modelo probabilista del Centro Europeo. Se observa la tendencia a partir de comienzos de la próxima semana a un aumento de la nubosidad, de la probabilidad de precipitaciones y de la velocidad del viento así como a una suavización creciente sobre todo de las temperaturas mínimas. 

Naturalmente esta situación de oestes actuaría de modo distinto en la vertiente mediterránea dado que la fusión de la nieve sería ahí mucho más eficaz al llegar el viento de poniente más seco y algo recalentado.

En cualquier caso conviene seguir atentos a esta evolución a través de los modelos para ir constatando su probabilidad de ocurrencia en uno u otro sentido y tomar las medidas que pudieran ser adecuadas en un caso u otro.

11 de enero de 2021

Rojo... ¿qué rojo? (una vez más)

Hace casi cuatro años, en febrero de 2017, y con ocasión de unas fuertes nevadas en la Comunidad Valenciana, y para las que AEMET había establecido un aviso rojo, escribí en este blog un artículo y otro más al día siguiente. En ellos me refería al poco éxito que, de cara a la adecuada prevención, había tenido el establecimiento de ese aviso y el, a mi juicio, gran desconocimiento de lo que significaba. Hoy, tanto tiempo después, leo en El País un artículo de Alex Grijelmo referido a las palabras que se han utilizado más estos días en relación con las nevadas, y del que entresaco este párrafo: 

"alerta roja. “Alerta” viene del italiano all’erta, etimológicamente “a levantarse”. Junto a “roja” (del latín russus), forma una expresión que oímos a cada rato desde hace días, desde hace años, desde hace decenios; pero no se sabe bien en qué consiste la alerta roja ni para qué sirve. ¿Para organizar servicios de asistencia a los atrapados en los atascos? No. ¿Para almacenar sal suficiente y arrojarla sobre todas las vías principales? Tampoco. ¿Para que se refuercen los servicios de bomberos o de quitanieves? Nasti de plasti (para los más jóvenes: “nada de eso”). ¿Para que la gente se quede en casa? Ni por asomo. La alerta roja sirve solamente para que la autoridad se quede satisfecha al pronunciar esas dos palabras mágicas."


                                   Uno de los mapas emitidos por AEMET con avisos rojos

Es decir, cuatro años después, seguimos reconociendo que no se hace en general el uso adecuado de los avisos rojos, de los cuales en la web de AEMET se especifica lo siguiente:

Rojo: El riesgo meteorológico es extremo (fenómenos meteorológicos no habituales, de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto).

Recomendación: Tome medidas preventivas y ACTÚE según las indicaciones de las autoridades. Manténgase informado de la predicción meteorológica más actualizada. Las actividades habituales pueden verse gravemente alteradas. No viaje salvo que sea estrictamente necesario.

 

Quiero pensar que este texto es perfectamente conocido por las autoridades, pero sí es así, ¿no deberían haberse establecido medidas preventivas en una serie de casos -en otros se ha actuado bien- más que acciones reactivas? Supongo que si no se hizo habría sus razones pero yo, y seguro que más personas, no las conocemos. 

Cuestión distinta es su conocimiento por parte del público. Tengo la seguridad, extrapolando lo que veo a mi alrededor que, aunque a parte de la población le suene algo eso del aviso rojo, no tiene un conocimiento en profundidad de lo que ello significa. Tenemos por tanto un serio problema de comunicación que resta eficacia a la calidad de las predicciones y avisos.

Desde hace bastante tiempo vengo sosteniendo que, tanto en la planificación del sistema de avisos como en su ejecución en tiempo real, sería importante contar con expertos en sociología y comunicación, y que durante la ocurrencia de situaciones adversas deberían trabajar conjuntamente con meteorólogos y técnicos de protección civil. Sería un gran avance que al público le llegaran de forma continuada y unificada mensajes diciéndoles lo que es probable que pase, cómo le puede afectar y qué medidas es recomendable que adopte.

Este planteamiento, junto con el tiempo de adelanto con el que podrían emitirse los avisos, y de lo que me gustaría tratar en otra entrada, creo que debería tenerse en cuenta para la cada vez más necesaria revisión en profundidad del sistema Meteoalerta. 


10 de enero de 2021

"Filomena" y sus incógnitas

 

Al parecer “Filomena” es un nombre de origen griego que significa “La que ama la música” o “la muy amada”. No sé si algo de esto pasó por la cabeza –me imagino que en absoluto- de quien propuso este nombre para la lista de las borrascas más adversas de esta temporada consensuada entre los Servicios Meteorológicos de España, Francia y Portugal. En cualquier caso no parece que haya amado la música –muchos actos culturales del fin de semana han debido ser suspendidos- ni tampoco creo que se la recuerde como “la muy amada” por gran parte de la población, aunque sí parece que en cualquier caso la gran cantidad de nieve caída puede contribuir a una buena recarga de acuíferos, contribuir eficazmente a una revitalización de la naturaleza y ser una ayuda para algunas actividades agrarias más allá de los primeros inconvenientes.

Aunque están todavía por concretar finalmente parece claro que “Filomena” ha batido bastantes récords de acumulación de nieve en zonas relativamente bajas del interior peninsular y desde luego ha impactado severamente en la movilidad en general, dando lugar a muchas reclusiones domiciliarias involuntarias. En este contexto cabe señalar la gran ayuda que para la prevención ha supuesto el excelente comportamiento de modelos de predicción como el del Centro Europeo que desde varios días antes señalaba eficazmente la gran probabilidad de ocurrencia de las grandes cantidades de nieve y que finalmente se han registrado. Han sido también fundamentales los avisos especiales  a medio plazo y los de corto plazo emitidos por los predictores de AEMET y, como no, la intensa y extensa labor informativa de los comunicadores meteorológicos.

“Filomena” va a ser objeto de muchos estudios –o debería serlo- y creo que algunas de las cuestiones fundamentales a resolver serían las siguientes:

a)    ¿Cuál fue su origen y su mecanismo de formación? Si se contemplan las imágenes de satélite parece que se trataba de una estructura distinta a la del frente ligado a la vaguada fría situada al oeste de la Península y que ya de forma casi estacionaria afectaba a la Península provocando persistentes nevadas durante el jueves. "Filomena" aparece, o al menos se intensifica, al oeste del golfo de Cádiz, superponiéndose de algún modo al extremo de esa banda frontal que pudo servirla como soporte. En las imágenes se ve una estructura aparentemente bastante desorganizada y con bastantes núcleos convectivos, lo que en algún momento inducía a pensar en una estructura de carácter subtropical, aunque algunos parámetros no apoyaban esa opción. En cualquier caso parece claro que el contraste entre el aire frío de capas bajas y la superficie del mar era muy notable. 

       Imagen del canal infrarrojo de METEOSAT correspondiente a las 12 UTC del 7 de enero,

¿En qué entorno dinámico se origina o se potencia?. En niveles altos parecían jugar dos ramales del chorro polar bifurcados previamente sobre Canadá. Ha habido discrepancias sobre si el situado más al sur era ese chorro polar o un chorro subtropical. Quizás no sea tan importante su denominación sino que en la práctica era un chorro ubicado ya prácticamente sobre una zona subtropical. En ese escenario, y dada por sentada la contribución termodinámica a que antes me refería... ¿Qué otros factores propiciaron unas precipitaciones tan intensas y extensas. ¿Fuertes y marcados ascensos del aire mediterráneo sobre el muy frío mesetario? ¿Aporte en capas medias de aire húmedo subtropical como podría señalar la potente señal convectiva en su origen? ¿Presencia de zonas de los chorros de fuertes circulaciones ageostróficas y potentes ascensos? Quizás –o no- pueda ser la suma de todo ello y sería interesante conocerlo.


                  Estructuras de chorros -y segmentos- implicados en la formación de "Filomena"

Y quizás otro estudio interesante pueda ser el denominado de atribución, es decir la determinación de la mayor, menor o nula influencia del calentamiento global en la generación y actividad de esta borrasca. Los informes científicos señalan que una mayor disponibilidad de energía en la atmósfera puede dar como resultado fenómenos atmosféricos mas intensos y adversos. “Filomena” lo ha sido pero hay que saber de dónde y como sacó tanta humedad, tanta energía. 

2 de enero de 2021

Nevadas y dudas


Feliz comienzo de 2021 para amigos y seguidores del blog. Un comienzo de año que, desde el punto de vista meteorológico está marcado por las dudas sobre la posibilidad de que se produzcan nevadas extensas en amplias zonas de la Península a partir del día de Reyes o del siguiente. Como suele ocurrir cuando se parte de situaciones meteorológicas complejas los modelos deterministas de predicción han ofrecido -y siguen haciéndolo en sus distintas "pasadas"- distintas evoluciones para esos días que oscilan desde la aparición de esas nevadas, a que no se produzcan en absoluto o a que sólo afecten en mayor o menor medida a zonas de la mitad sureste penínsular. En las dos últimas "pasadas" del modelo de alta resolución del Centro Europeo, parece consolidarse la primera opción, pero de aquí hasta Reyes es probable que aparezcan todavía algunas "idas y venidas" más. Es por tanto una situación en la que se pone de nuevo de manifiesto la necesidad de apostar por las predicciones de los modelos probabilistas aunque la atracción de los "deterministas" sea muy fuerte. 


a) ¿Cuál es el problema? 

Normalmente la duda más frecuente en la predicción de nevadas es la determinación de la cota de nieve, sobre todo en aquellas zonas que están situadas en franjas de mas/menos 100 o 200 metros en relación con la cota teórica dada por los modelos. Sin embargo, en este caso la duda proviene de si las borrascas y frentes que deben proporcionar la precipitación van a alcanzar o no la Península Ibérica, y en su caso qué zonas serán las más afectadas. Y por lo que respecta a la cota, ésta sería muy baja dado el aire tan frío que tenemos en las capas bajas y que sería uno de los protagonistas de la evolución. 

b) ¿Y de qué depende que lleguen o que no?

En principio esas borrascas se van a formar con bastante seguridad a lo largo de un frente atlántico ubicado bajo una corriente en chorro extratropical (o polar si se quiere, aunque en este caso cuesta trabajo llamarla así) fluyendo sobre el Atlántico muy baja de latitud. La primera de esas borrascas es posible que afecte a Canarias hacia el día 5 mientras que las segunda y tercera de ellas podrían afectar también al archipiélago y a continuación cambiar su rumbo hacia el nordeste dirigiéndose a la Península hacia el día 6, al tiempo que se  intensificarían y provocarían las precipitaciones a que antes me refería. 

Mapa de superficie previsto para las primeras horas del día 6 de enero por el modelo de alta resolución del Centro Europeo (los colores azules reflejan la cantidad de precipitación acumuladas en seis horas). Puede verse la llegada de la segunda borrasca (la primera ya pasó hacia Marruecos) de esta situación a Canarias...¿Seguirá hacia Marruecos o se dirigirá a la Península Ibérica?


Veinticuatro horas después, esa segunda borrasca empieza a afectar a la mitad sur peninsular dando ya extensas precipitaciones en forma de nieve. La tercera afecta ya a Canarias y según esta pasada del modelo se dirigiría también hacia la Península volviendo a originar nuevas nevadas (la cantidad de nieve en seis horas se representa por los colores verde y amarillo)

c) Podría cambia de rumbo...¿pero lo va a hacer? 

Esta es la cuestión clave y la que vuelve un poco "locos" a los modelos. Todo depende del desarrollo de un fenómeno de retrogresión en niveles altos que ya se está iniciando. Así, la gran dorsal orientada de sur a norte sobre el Atlántico irá inclinando su eje hacia el este de modo que en tres o cuatro días dará lugar a la aparición de una vaguada con eje horizontal y que se extendería más o menos desde Francia hasta Azores. De ser así, en su zona delantera se intensificaría la circulación en altura llegando a aparecer un ramal de chorro que pasaría a ser la circulación dominante en la zona y que captaría a la borrasca atlántica dirigiéndola hacia la Península, al tiempo que la intensificaría por la generación de ascensos verticales en la zona delantera de ella... Pero si en ese proceso de retrogresión hay alguna variación, aunque sea mínima, esa "captación" no ocurrirá y la borrasca podría seguir su camino hacia el este.

En esta topografía de 300 hPa prevista por el Centro Europeo para el mediodía del 6 de enero se observa la vaguada con eje desde Francia a Azores y una circulación muy reforzada en su zona delantera con un máximo de viento  sobre la Península. La zona derecha de entrada de ese máximo de viento -hacia el golfo de Cádiz- favorece los movimientos verticales con caídas de presión y haría que la borrasca se desplazara hacia la Península y se profundizara. 

d) Y si finalmente se dirige hacia la Península, ¿qué pasa con la nieve?

Entonces se pondría ya en marcha el  mecanismo clásico: la borrasca induciría entre la superficie y unos 2000 metros de altura un flujo de aire de componente este, de procedencia mediterránea, hacia la Península. Éste ascendería sobre el más frío y denso del interior peninsular y además ese ascenso se vería reforzado por las condiciones dinámicas en altura.  Existiría además un añadido extra de humedad entre los, digamos, 2000 y 6000 metros transportada por el flujo del W/SW a esos niveles. Todo esos factores, si actúan coordinadamente, darían lugar a importantes nevadas. 



Mapa de superficie previsto para la madrugada del día 7. Refleja el flujo de componente este sobre la Península provocando en las seis horas precedentes amplias precipitaciones de nieve.


e) ¿Sucederá definitivamente?

Imposible, si no queremos  mentir,  dar una respuesta categórica. Los productos probabilistas del Centro Europeo nos muestran que la evolución tiene un grado bastante alto de predecibilidad hasta el día 5 pero a partir de ahí, disminuye mucho. Con frecuencia este tipo de incertidumbres está asociado con estos fenómenos de retrogresión a los que me refería más arriba. Su predicción es muy compleja ya que la evolución concreta depende de pequeñas diferencias en la velocidad de viento en zonas muy concretas de la circulación de niveles altos. A veces estas diferencias pueden no ser recogidas adecuadamente por las observaciones de las que se nutren los modelos, o a veces solo pueden ser realmente detectadas hasta 36 o 48 horas antes. 


Este gráfico de la evolución de la temperatura a 850 hPa (una variable muy ligada a la posible entrada de las borrascas) muestra una amplia dispersión de los 51 miembros que conforman la predicción por conjuntos o probabilista a partir del día 6. Ello implica que la predecibilidad de la situación disminuye bastante a partir de ese momento. Por tanto permanece la incertidumbre. 

f) Entonces...¿qué se puede decir ? 

Pues que lo que sí está claro es que existe un riesgo significativo -aunque no certeza- de la aparición de nevadas importantes comenzando en Reyes o días inmediatamente posteriores y que debe ser tenido muy en cuenta en aquellas actividades que pudieran verse afectadas. Además, y para actividades muy condicionadas por la relación costo/beneficio, se podrían dar con los productos adecuados valores concretos de probabilidad de ocurrencia y su variación con el tiempo.