23 de febrero de 2022

Una dana para un (pequeño) rescate

En esta situación de prolongada ausencia de lluvias en amplias zonas de España, cualquier atisbo de llegada de precipitaciones es una noticia de mayor importancia que la de otras que se suelen considerar así. De este modo, la probable afectación por una dana de parte de la Península Ibérica durante este fin de semana es contemplada con un cierto alivio por amplios colectivos sociales y sobre todo por el mundo agrícola y ganadero, al borde de la catástrofe en algunas zonas. En principio sería mucho más deseable un prolongado temporal de borrascas atlánticas, pero éstas siguen estando muy lejanas y, como apuntaba en la anterior entrada del blog, hay que fijarse cada vez más en las precipitaciones que nos puedan venir de la atmósfera subtropical. 

En la situación actual, una dana que se formó en días pasados como consecuencia del paso de una débil vaguada sobre la Península, y que ha quedado semiestacionaria entre Madeira y Canarias, se va a desplazar hacia la Península “atraída” -como suele ocurrir- por el paso de otra vaguada sobre el área Cantábrica. Se situará en el área del golfo de Cádiz y, tras permanecer durante un par de días sobre el interior peninsular, se dirigirá después posiblemente hacia el norte de África.

Decir que esta dana se va a situar sobre esa zona del golfo de Cádiz resulta en principio muy esperanzador dado que es una ubicación propicia para la generación de precipitaciones significativas. Pero, aún siendo esa una condición importante, no es por sí sola determinante para que eso ocurra. Se necesita también que la circulación de vientos que rodea a la dana -a la que ésta sirve como una especie de engranaje director- sea vigorosa. Cuando ocurre así, en la zona delantera de “salida” de esa circulación se producen marcados ascensos verticales con caídas de presión en superficie. Ello genera la convergencia del aire en bajos niveles que, succionado por esas corrientes verticales, crean grandes masas nubosas de las que caen lluvias abundantes y más o menos intensas. Si además en las capas medias también esos vientos han arrastrado humedad significativa, ello contribuye a una mayor eficiencia de la precipitación

Pero desgraciadamente este fin de semana no va a ser del todo así. Aunque el mecanismo que acabo de describir va a estar presente, no parece que la circulación de niveles altos sea lo suficientemente vigorosa ni transporte la cantidad de humedad adecuada para que las precipitaciones puedan tener la abundancia que nos permitiera solucionar -al menos en parte- la situación en la que nos encontramos. 

Topografía de 300 hPa prevista para las 12 UTC del viernes 25 de febrero. Si bien la dana se ubica sobre la zona del golfo de Cádiz, los vientos que la rodean -que como puede verse son un pequeño ramal de un chorro subtropical situado más al sur- no parece que tengan la intensidad suficiente como para crear grandes ascensos sobre amplias zonas del sur y centro peninsular.

Análisis de contenido total de agua precipitable a las 08 UTC de hoy 23 de febrero. No parece que la rama que se dirige hacia la Península Ibérica vaya a aportar grandes cantidades.

Si bien en algunas zonas, no muy extensas de Andalucía, o del sur de Extremadura podrían alcanzarse durante el fin de semana hasta 20 o 30 mm de precipitación, en la mayor parte de las zonas no pasarán probablemente de unos cuantos mm. 

Precipitaciones previstas desde la tarde de mañana jueves hasta la medianoche del domingo al lunes. Salvo en algunas zonas de Andalucía y del sur de Extremadura no parece que, en general, puedan ser muy significativas en el resto de las zonas 

En cualquier caso, si al menos sirven para reblandecer la tierra y darla un poco de humedad, bienvenidas sean y quizás permitan esperar unos días más para ver si a principios de marzo -como empiezan a apuntar los modelos- una vaguada más activa del chorro polar nos trajera precipitaciones más significativas. 

18 de febrero de 2022

Las circulaciones atmosféricas sobre España: más preguntas que respuestas

Como era de esperar, la situación de sequía se ha convertido ya en un tema de alta prioridad y no solo para los informativos sino, sobre todo, para el medio rural y para las autoridades que tienen que tomar decisiones sobre medidas a tomar desde ya o en las próximas semanas en relación con la gestión del agua.

Poco se puede añadir a lo ya dicho estos días sobre las zonas más castigadas por esta situación o por las perspectivas, en general poco halagüeñas, para esta última decena de febrero e incluso, al menos, para la primera quincena de marzo. Se ha comentado también el hecho de que las sequías son un elemento característico del clima de la Península Ibérica y que, aunque es difícil saber cuál está siendo su evolución en el contexto del calentamiento global, parece que los periodos secos -de mayor o menor duración- van aumentando. Ante todo ello quizás la pregunta fundamental que cabe hacerse es la que hace unos días me planteaba una periodista: ¿Qué podemos hacer? 

Más allá de las directrices que tanto a nivel personal como general están establecidas, creo que meteorólogos y climatólogos tendríamos que seguir ofreciendo -y si es posible potenciando-  la mayor y mejor información disponible sobre cómo está evolucionando el clima en la Península Ibérica, Baleares y Canarias y cuál es la evolución más previsible. Se trata de algo fundamental para la planificación adecuada a medio y largo plazo en relación con el mantenimiento y desarrollo de recursos e infraestructuras de todo tipo, y muy en especial las de carácter energético, ambiental, industrial o agrario por citar solo algunas de ellas.

Podría decirse que ya conocemos estas tendencias: aumento de la temperatura media, olas de calor más frecuentes y quizás más extensas, una reducción progresiva de la precipitación dependiendo en zonas geográficas y estaciones del año… Sin embargo, sería importante poder profundizar más en las evoluciones y tendencias de la precipitación y del viento dada su importancia crítica y su estrecha ligazón con los chorros extratropicales y subtropicales, siendo la evolución  de éstos una de las cuestiones todavía más controvertidas en el contexto del cambio climático. Y España una de las zonas más afectadas por esas incertidumbres. Por esta razón  hace tiempo que insisto en la importancia  que para esa potenciación tendría la creación por el Gobierno de un plan estatal de investigación adecuadamente dotado que -tras establecer las prioridades más oportunas-  profundizara y particularizara para España, hasta donde sea posible, lo que los resultados a gran escala van ofreciendo.

A este respecto, y sólo como opinión puramente personal, me atrevería a señalar qué es lo que vamos sabiendo y lo que tendríamos que conocer mejor sobre la evolución de la atmósfera en nuestras latitudes:

a) Creo que hay un consenso general en una mayor y progresiva expansión hacia el norte de la atmósfera subtropical, lo que se traduce en una dorsal atlántica más persistente, quizás con una recolocación algo más al oeste y puede que cambiando algo su estructura en cuña algo más hacia el norte.  Es verdad que ya se han llevado a cabo algunas investigaciones a este respecto pero con la amplia disponibilidad de los archivos de reanálisis podría ser interesante estudiarlo más a fondo y ver cuál es la tendencia que señalan los modelos globales. 

b) Es indudable que esta evolución de la dorsal atlántica tiene al menos dos consecuencias claras. La primera es la casi completa desaparición de los temporales de Poniente. Las borrascas que se forman en el Atlántico discurren ya de forma casi generalizada por latitudes más septentrionales o se dirigen claramente hacia las zonas polares aportando allí calor y humedad. Por otra parte la estructura y ubicación de la citada dorsal hace que –al menos aparentemente- se vayan haciendo más frecuentes sobre la Península y Baleares las circulaciones del noroeste. Circulaciones que solo dejan precipitaciones significativas en el área cantábrica y parte de Pirineos pero mucho menos abundantes en el resto de la mitad norte de la Península y norte del archipiélago balear y prácticamente nulas en el resto. Al menos esto es lo que parece desde un punto de vista cualitativo pero convendría estudiarlo cuantitativamente y ver cómo coincide todo ello con lo que han apuntado los modelos y hasta qué punto seguirán apuntando así. 

Con una tendencia de la dorsal atlántica a una mayor extensión hacia el N. parece que las circulaciones del NW se van haciendo cada vez más frecuentes a la vez que han decrecido drásticamente las del  W y SW. El impacto de ello en la distribución de las precipitaciones -y del viento- en España puede ser muy importante.

c) De vez en cuando una vaguada del chorro polar se agudiza y hace que momentáneamente la dorsal retroceda. A veces pasa sobre la Península como una vaguada del noroeste o del oeste pero las precipitaciones que la acompañan no suelen ser muy significativas. Otras veces la vaguada se estrangula y forma una dana, el tipo de estructura atmosférica que puede darnos precipitaciones significativas ante la ausencia casi total de los temporales atlánticos. Sin embargo, da la sensación de que, o se forman menos danas o se quedan en latitudes más altas y en caso de afectarnos lo hacen  también por una trayectoria  NW-SE dando menos precipitaciones de las que cabría esperar si se ubicaran en aquellas ubicaciones típicas del golfo de Cádiz o del mar de Alborán. Y aquí sí hay también un gran campo de investigación. ¿Nos afectan menos danas? ¿Lo hacen en el mismo número aunque con menos precipitaciones? ¿Están cambiando ubicaciones o trayectorias? ¿Hacia donde apuntan los modelos de evolución climática? Y no olvidemos en este contexto cuál puede ser la evolución de los "medicanes" ligados con frecuencia a danas sobre el Mediterráneo.

 ¿Está variando la frecuencia de formación de danas, su ubicación o su recorrido?

d) Es verdad que se han reducido drásticamente los temporales atlánticos “clásicos” pero muy de vez en cuando nos llegan circulaciones del W/SW muy cargadas de humedad que dejan durante dos o tres días precipitaciones muy significativas en amplias zonas de la Península. Todo indica que, más que a borrascas concretas, parecen estar ligadas a los denominados “ríos atmosféricos” que desde zonas muy al oeste, incluso desde el Caribe o más al sur, se dirigen hacia la Península Ibérica. Podría argüirse que estas son las típicas situaciones de Poniente, pero hay algunos elementos en ellas –cantidad de agua precipitable, gran extensión vertical, frentes casi inexistentes o muy poco marcados, borrascas bastante lejanas- que inducen a pensar en un fenómeno distinto. ¿Lo es?, ¿está relacionado con el cambio climático? ¿Tenderían a aumentar? ¿Podría ser una fuente significativa de precipitaciones en el futuro?

Estas bandas de las imágenes del canal de vapor de agua van ligadas frecuentemente  a ríos atmosféricos con origen en zonas del Caribe, e incluso más al sur, que transportan gran cantidad de agua precipitable a las áreas donde inciden y pueden no tener relación directa con borrascas extratropicales

e) La progresión hacia el norte de la atmósfera subtropical podría suponer una afectación creciente en Canarias e incluso en la Península por estructuras ciclónicas tropicales y/o subtropicales que parece que tienden a moverse más claramente hacia nuestras zonas o incluso  a desarrollarse en las cercanías. ¿Podrían ser en el futuro un elemento significativo en cuanto a precipitaciones?

"Leslie" llegando a la Península Ibérica. Si bien, oficialmente, era ya un ciclón postropical, mantengo mis dudas sobre si todavía era un huracán clase I cuando tocó las costas portuguesas.

f) Otra cuestión que parece también que debería abordarse en profundidad son las situaciones que provocan fenómenos adversos, fenómenos que parecen ir ganando en intensidad y frecuencia debido probablemente a la mayor energía disponible en la atmósfera, y que van afectando a zonas donde eran raros o prácticamente desconocidos. ¿Cuál ha sido la tendencia en los últimos años? ¿Cuál va a ser en el futuro?


La gran nevada de "Filomena". En mi opinión su intensidad tuvo mucho que ver con la gran cantidad -para enero- de energía y humedad proporcionada por el aire subtropical que entró en juego.

g) Para finalizar cabe señalar también la importancia de cómo puede evolucionar el régimen de vientos en relación con la generación de energía eólica dada la fuerte y comprensible apuesta que se está haciendo por ella. La decreciente frecuencia de la aparición del chorro polar sobre muchas zonas –excepto las del norte y nordeste donde las frecuentes circulaciones del norte y noroeste parecen incrementarse- deberá llevar a estudiar cuál va a ser la disponibilidad de este recurso en años venideros y sí será capaz de satisfacer la demanda de energía que se espera.

Todo lo anterior es lo que se me ocurre cómo las cuestiones más significativas que habría que tener sobre la evolución climática en España, y es probable que no sea ni mucho menos completa o incluso muy discutible. No ignoro que sobre estos temas se han llevado ya a cabo algunas investigaciones y se siguen haciendo pero insisto en mi convencimiento de que sería muy útil el establecimiento del plan al  que me refería al  principio para priorizar, coordinar y potenciar todas ellas. 

1 de febrero de 2022

Sin lluvia...y con poco viento

Acaba un enero muy seco en la mayor parte de las regiones españolas y comienza febrero con escasas -casi nulas- esperanzas de que, al menos en su primera mitad, aparezca un temporal de lluvias que alivie la gran escasez de agua que se siente en gran parte del país. Las pocas bajadas de latitud del chorro polar han generado circulaciones de norte o noroeste con precipitaciones muy circunscritas a zonas de la mitad norte mientras que el resto de los días han predominado las situaciones anticiclónicas que han dado lugar a un prolongado periodo de cielos despejados con noches muy frías y con algunos récords de temperatura media de las mínimas. Pero la lluvia, la necesaria y abundante lluvia no ha llegado con generosidad salvo a algunas zonas del norte. 

Las precipitaciones de enero han sido muy escasas e incluso nulas en algunas zonas. Salvo en algunas zonas del norte, han estado muy por debajo de los valores habituales del mes en toda la Península y Baleares (fuente: AEMET)

Situación de la sequía en Península y Baleares a  mediados de enero de acuerdo con el índice SPEI que tiene en cuenta la precipitación y la demanda de agua por la atmósfera. Este producto denominado "Monitor de la sequía" de CSIC/AEMET y otros organismos puede consultarse aquí.

Evolución del agua embalsada en lo que va de año. Bastante por debajo de la media y -por ahora- de la de los años 2021 y 2022 (fuente: embalses.net)


Tras afectarnos ahora una fugaz dorsal anticiclónica con aire muy cálido para la época que dará lugar a temperaturas máximas muy por encima de las habituales,  nos  llegará a continuación desde Canarias un débil embolsamiento de aire frío que producirá bastante nubosidad pero muy pocas precipitaciones, siendo incluso posible que aparecieran ya los primeros desarrollos convectivos del año. 

Simulación de imagen infrarroja prevista por el modelo del Centro Europeo para las 12 UTC del 4 de febrero. Una masa nubosa procedente de Canarias afectará este día y el siguiente a la Península pero con precipitaciones muy dispersas y escasas.

Después volverá el régimen anticiclónico con calmas o vientos débiles del este probablemente hasta mediados de mes al menos.

Las anomalías de precipitación previstas del 31 de enero al 6 de febrero son claramente negativas en todo el territorio peninsular y Baleares. De llover algo siempre sería por debajo de los valores normales para esta semana. 

...Y las de la semana del 7 al 13. El panorama es casi idéntico

En la semana del 14 al 20 de febrero parece contemplarse la aparición de lluvias en el tercio oriental peninsular aunque, como es lógico, según avanza el plazo la predicción es menos fiable.

Todo ello es producto, una vez más, de una circulación muy alta del chorro polar que deja a la Península en una atmósfera de carácter más bien subtropical y dependiendo de las estructuras que se desarrollen en su seno y pudieran darnos algunas precipitaciones. 

Es verdad que la Península Ibérica ha estado sujeta siempre a periodos de sequía pero sería muy interesante estudiar si las circulaciones y estructuras atmosféricas que las han originado se siguen conservando con las mismas características, o hay -o puede haber- alguna evolución en el contexto del cambio climático. Y en ese mismo contexto sería muy útil, casi necesario, estudiar con todo el detalle que fuera posible, cómo puede evolucionar el régimen de vientos en nuestras zonas, y más cuando tanto se apuesta por una amplia expansión de los generadores eólicos en el marco de la sostenibilidad energética. 

Lluvia y viento son factores de vital importancia para el desarrollo de la sociedad española y para planificar adecuadamente sus apuestas de futuro. Por eso, y aún reconociendo los desarrollos de algunos trabajos muy valiosos, sigo pensando que es necesario un reforzamiento muy profundo de la investigación española sobre cómo el cambio climático va a afectar -o está afectando ya- a las circulaciones atmosféricas - sobre todo chorros extratropicales y subtropicales- en nuestra zona y, por tanto a vientos y precipitaciones. España debe contar lo antes posible con un programa estatal adecuadamente dotado y coordinado que pueda ir poco a poco aportando las claves que conduzcan a decisiones estratégicas correctas en campos de vital importancia.