31 de enero de 2015

Visión de febrero


Fragmento extraído de mi libro "Meses y tiempos. Una visión personal de la Meteorología de España"


Quizás sea febrero el mes con peor fama del año. Si bien el periodo de caldeamiento solar va aumentando de modo que a lo largo del mes se gana ya algo más de una hora de luz, la tierra, dada su gran inercia térmica, está aún muy fría y los seres vivos no reciben todavía esa nueva energía que les reponga del gasto y agotamiento invernal. 

(Autor desconocido)

Además sigue siendo puro invierno y las entradas frías son aún muy frecuentes pudiendo llegar a veces, como veremos mas adelante, a ser las mas acusadas del año. Por todo ello, existe una tradición que dice que a febrero se le hizo tan corto para que acabara cuanto antes. En esa línea van algunos refranes de la tradición popular:

Febrerillo el corto, con sus días veintiocho, si tuvieras más cuatro, no quedaba ni perro ni gato.

Y también:

Febrerillo el mocho, con tus días 28; menos loco serías si tuvieras menos días.

Por otro lado, las alternancias que suelen darse entre ratos relativamente agradables de sol y periodos muy fríos, le otorga ese carácter de loco que se refleja en tantos dichos:

Febrerillo el loco, un día peor que otro

o

Febrerillo el orate, cada día un disparate.

Pero, si hay un refrán realmente cruel sobre febrero que muestra a la vez su locura y su supuesta ruindad, es éste:

Febrerillo el loco, con sus días veintiocho; sacó a su padre al sol y después lo  apedreó.

Algo mas benigno, y hasta cierto punto tranquilizador, es aquel que afirma:

En febrero busca la sombra el perro; a últimos, que no a primeros.


Desde el punto de vista de la climatología, la precipitación media es de 56 mm, algo menor que la de enero. En cualquier caso, en la vertiente atlántica, febrero es más lluvioso que enero e inferior a diciembre. Por eso, la posible falta de lluvia en este mes suele ser preocupante al desaparecer las oportunidades de lluvias significativas, ya que las de primavera suelen dejar cantidades bastante menores de precipitación. Así lo reflejan también algunos refranes:

Agua de febrero, llena el granero

Y también,

Cuando llueve en febrero, todo el año tiene tempero

Sin embargo, en la vertiente mediterránea suele ser un mes seco, algo a lo que seguramente contribuye la temperatura relativamente baja del Mediterráneo al final del periodo invernal aunque eso no excluye, como luego veremos, que de forma ocasional aparezcan algunos fuertes diluvios. Por lo que respecta a las temperatura media asciende un grado y medio respecto a las de enero alcanzando ya 8,5ºC, pero las mínimas pueden llegar a ser todavía extraordinariamente bajas.

Los primeros días de febrero son fechas muy señaladas para la meteorología popular y la astrometeorología, dado que parecen tener la clave de lo que va a hacer el invierno a partir de ese momento. El día 2 se celebra en el calendario cristiano la fiesta de la Candelaria o de las Candelas, mientras que en la civilización celta era la fiesta de la Luz en memoria de la diosa Brígida. A este respecto es muy conocido este refrán:

Si la Candelaria plora el invierno es fora. Y si no plora, ni dentro ni fora

Y, un poco menos, estos otros:

En vísperas de candelero, invierno fuera o vuelta al brasero

ó

Candelera clara, tota la Quaresma emborbollada (Candelaria clara, toda la Cuaresma revuelta)

Todos ellos y muchos mas referidos a este día o a los dos o tres siguientes, festividades de San Blas y de Santa Águeda, expresan la misma idea: si a principios de febrero hay un temporal de lluvias con entradas atlánticas, existen muchas posibilidades de que lo mas duro del invierno haya pasado. Si ese temporal no se presenta, no está nada claro que no aparezca alguna otra ola de frío. De hecho, en estas fechas de principios de febrero, y sobre todo si el invierno va algo atrasado, pueden darse algunas situaciones de este tipo y a veces muy severas. En ese caso, el  Atlántico aún “no ha entrado” y no puede darse el invierno por finalizado. Es muy curioso también como muchos refranes se refieren a la conducta de los animales en estas fechas como criterio predictivo, y no sólo en España sino en lugares muy distantes como Estados Unidos con su célebre Día de la marmota. Mas o menos todos vienen a afirmar que, si el animal sale de su madriguera o cueva tras el letargo invernal y ve su sombra, es decir encuentra un día soleado, se vuelve de nuevo para adentro ya que  percibe que al invierno aún le queda recorrido.

Después, los días 4 al 8, son estadísticamente días ventosos. Ya, a lo largo de la segunda decena, el tiempo es muy cambiante con periodos de sol tibio y otros de mucho frío. En la tercera decena pueden aumentar algo las lluvias mientras  que las temperaturas, que habían subido algo durante la decena anterior, pueden volver a retroceder.

Las efemérides de febrero vienen marcadas por el frío, los temporales atlánticos y algunos “sustos” mediterráneos. Quizás, entre todas ellas, destaque una que no se refiere a un día, sino a casi todo un mes. Me refiero a la ola de frío de febrero de 1956 que ha quedado en los archivos meteorológicos como la mayor del siglo XX. Parece ser que a lo largo de ese mes se produjeron tres entradas de masas muy frías desde el nordeste: la primera, el día 1; la segunda, el 8 y la tercera, más débil, el 17. Justamente el día 2 fue cuando se registró la famosa temperatura de -32ºC en el Estany Gento, en los Pirineos, valor que constituye la temperatura más baja registrada en España hasta la fecha. Otras mínimas absolutas para febrero relacionadas con aquella situación fueron  -15,2º C en Pamplona y -12,1º en San Sebastián el día 3 y  -13,2 en Huesca,  -10 en Palma y -9,1º en Madrid el día 12. Otros febreros notables por sus fríos fueron, en la segunda mitad del siglo XX, los de 1954, 1983 y 1993. Justamente en 1954, a principios del mes, se registraron nevadas históricas en Andalucía con 40 cm en Huelva el día 2 y unos 10 en Málaga el día 3, que también registró al día siguiente la temperatura mínima mas baja anotada en su observatorio: -3,1ºC. Ya en el siglo XXI, destaca mucho la ola de frío, también muy prolongada, del 2012 con valores por debajo de los -10ºC en muchas localidades y con nevadas intensas en Baleares.

Por lo que respecta a temporales de lluvia provocados por borrascas atlánticas, son reseñables los ocurridos en este mes en el archipiélago canario en los años 1988, 1989, 2006 y en 2010 con lluvias muy abundantes y fuertes vientos. En el primero se registró la precipitación que hasta ahora parece ostentar el récord absoluto de Canarias: 590 mm en San Andrés (El Hierro) el día 24. En días posteriores llegaron a anotarse en la isla de La Palma hasta 450 mm en 24 horas y 370 mm en El Hierro. En la Península cabe recordar los temporales de 1972 con importantes lluvias en Extremadura; en el 2010 el provocado por la borrasca Xynthia, procedente de una ciclogénesis explosiva, que originó vientos muy fuertes durante los días 25 al 27 en el área Cantábrica y en zonas montañosas de la mitad norte peninsular con registros máximos de 167 km/h en La Pinilla (Segovia) , 158 en Fisterra, 149 en La Estaca de Bares, 144 en Medina de Pomar o 139 en Amurrio.  Y en el 2014 no fue uno, sino varios, los temporales atlánticos que afectaron a la Península Ibérica debidos al paso de sucesivas e intensas borrascas atlánticas, procedentes muchas de ellas de ciclogénesis explosivas.  Provocaron vientos que llegaron a superar los 170 km/h y olas que en Galicia y área Cantábrica rompieron récords anteriores con alturas que sobrepasaron en alguna ocasión los 12 metros. Es una situación que se prolongaba desde finales de diciembre y que sorprendió por la gran intensidad de la mayor parte de las borrascas generadas.

Por lo que respecta al Mediterráneo, y aún teniendo en cuenta que en esta época del año sus aguas no almacenan mucha energía -aunque siempre la tienen en relación con la tierra que le circunda-, existen recuerdos de intensas precipitaciones en este mes; así por ejemplo las fuertes lluvias en Baleares en 1962 cuando el día 9 se recogieron 195 mm en Monnàver; las de 1974 con 200 mm en Turitxant d´Abaix o la tromba de agua del 7 de febrero del 2003 en Fuengirola.

Es curioso que en las efemérides de este mes figuren dos tornados. El primero, en el 2009, cuando el día 1 se registró uno en Málaga que provocó cuantiosos daños materiales. El segundo apareció al año siguiente, el día 23, en Jerez de los Caballeros (Badajoz), originando también importantes daños. Este tipo de tornados de invierno no suelen estar asociados en principio a tormentas de tipo supercelular sino a la fuerte cizalladura que se origina cuando borrascas atlánticas, entrando por el golfo de Cádiz, provocan fuertes vientos en el suroeste peninsular. Esos vientos arrastran masas de aire muy húmedas e inestables de origen subtropical que pueden desarrollar convección en su seno;  es la interacción entre la corriente general de la borrasca y la convectiva la que daría lugar a esos tornados.

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Todo parece indicar que esta primera semana de febrero se va a desarrollar con un tiempo muy frío. Por su parte, la segunda y la tercera, de acuerdo con la predicción mensual de AEMET, parece que tienden a los valores normales climatológicos, es decir, tiempo frío. Es verdad que el lunes, día de la Candelaria, va a llover y nevar en muchos puntos pero me temo que no es el tipo de precipitación a que se refiere el famoso refrán de ese día. No se trata de la entrada de una borrasca desde el suroeste sino que procede muy desde el norte y no es sino una singularidad, una onda en el intenso flujo de nortes y noroestes que nos afecta. Por tanto es verdad que la Candelaria va a "plorar"... pero no estoy seguro de que sean las lágrimas que señalen el principio del fin del invierno. Vamos a verlo.


28 de enero de 2015

Nueva York, nieve y probabilidades



Actualización al final del texto

La que parecía que iba a ser la "tormenta de nieve del siglo" en la costa este de Estados Unidos se ha quedado sólo en una nevada importante de invierno. En la ciudad de Nueva York el espesor caído ha sido la mitad, o algo menos, de lo que se había pronosticado. Dada la rigurosidad de las medidas que se habían adoptado, no han tardado en aparecer las críticas ante la "sobrepredicción", junto con  los argumentos oficiales (alcalde de Nueva York, director del Servicio Meteorológico) en el sentido de que, ante el grave pronóstico, se había hecho lo más correcto. Y también las disculpas de algunos meteorólogos por los trastornos ocasionados. En paralelo, entre los profesionales, se discute si esta vez el modelo de predicción norteamericano ha "manejado" mejor la trayectoria de la borrasca que el modelo del Centro Europeo, de forma inversa a lo que ocurrió en el caso de la que fue tormenta tropical Sandy.

(Foto: AP)
Aunque no he estudiado en detalle la situación, parece que la trayectoria de la borrasca se desvió algo de la inicialmente prevista, de modo que las cantidades de precipitación en muchas zonas fueron bastante menores que las pronosticadas,  si bien en algunas se acercaron. Si en esas zonas se hubiera encontrado Nueva York no habría habido críticas o hubieran sido mucho menores y desde luego, si la precipitación hubiera sido de lluvia, el error hubiera pasado prácticamente desapercibido. En este sentido los meteorólogos que hemos tenido que bregar con la predicción de nieve en Madrid conocemos bien, demasiado bien quizás, estas tensiones y emociones.

En cualquier caso, a lo que quiero referirme fundamentalmente en esta entrada es a un aspecto de las declaraciones de un meteorólogo norteamericano que han pasado casi desapercibidas. Según él, entre los distintos escenarios posibles, el que originaba la gran nevada era el más probable, pero parece ser que había otro, menos probable, que sí reflejaba esa distinta trayectoria de la borrasca, la que ha resultado ser verdad. Está claro por tanto que se manejó la predicción por conjuntos y se obtuvieron los posibles escenarios de evolución junto con sus probabilidades de ocurrencia. A partir de ahí...¿se difundió una predicción probabilística tal como suele hacer el Met. Office británico en situaciones de este tipo?..¿Se eligió el escenario más probable y se difundió como una predicción "categórica"? Y, si fue así...¿no asumieron los meteorólogos una responsabilidad mayor y una certeza mas alta que la que la ciencia podía dar?

No conozco los detalles de cómo actuó el Servicio Meteorológico estadounidense y tampoco cómo lo hicieron los múltiples canales meteorológicos. En cualquier caso mi opinión, ya conocida, es que hay que difundir la mejor información que la ciencia nos puede dar. No menos, pero tampoco más. Imaginemos que se hubiera dado una probabilidad de un setenta por ciento de que la borrasca llevara la trayectoria "grave" pero que luego resultó errónea y un veinte o veinticinco de la que resultó verdadera. Seguramente las autoridades hubieran actuado como lo han hecho...Pero, ¿y si las probabilidades hubieran sido las contrarias? Creo que en situaciones de fenómenos adversos no se puede estar al albur de reacciones psicológicas y sociológicas improvisadas ni tampoco a actuar siempre de acuerdo con el escenario más probable. A veces los fenómenos más extremos se "agazapan" en los escebarios menos probables. Y ocurren. 

Hay que perder por tanto el miedo a la predicción probabilística. Es necesario utilizarla, acostumbrarse a ella, establecer protocolos de actuación de acuerdo con ella. Es la mejor información disponible y, si se utiliza y se potencia, cada día lo será más. No la rechacemos por comodidad o dificultad. Es mucho lo que nos jugamos. Unos y otros -meteorólogos, responsables de protección civil y sociedad- debemos  tener y utilizar la mejor información y asumir, de forma adulta, las decisiones y responsabildades que nos correspondan a cada uno. Ni menos, ni tampoco más.

Enlace recomendado sobre esta situación y sus probabilidades asociadas


Actualización a las 17 horas del día 28:

Transcribo a continuación la traducción aproximada de un fragmento de la noticia que hoy publica el Washington Post:

El director del Servicio Meteorológico Nacional Louis Uccellini, en una rueda de prensa esta tarde, dijo que su agencia no hizo lo suficiente para comunicar la incertidumbre en el pronóstico para la ciudad de Nueva York y Filadelfia, donde las predicciones de nevadas fueron demasiado altas.
"Nos corresponde comunicar la incertidumbre de la predicción", dijo Uccellini. "Tenemos que dejar claras las incertidumbres."
Y agregó: "Vamos a revisar este [tema de la comunicación de la incertidumbre en los pronósticos del tiempo] con mucho cuidado y evaluar un enfoque diferente cuando tratamos con este tipo de tormentas".

18 de enero de 2015

Reflexiones tras la nevada que no fue

Digo con frecuencia que, en mi opinión, las predicciones meteorológicas más difíciles son las de tormentas y nevadas aunque, en el caso de éstas últimas, me refiero principalmente a aquellas que pueden producirse entre altitudes de 600 a 800/900 metros. Las situaciones más usuales de nevadas relativamente amplias en España suelen tener su cota de lluvia/nieve en esa zona que es, por otra parte, a la que se encuentran un buen número de poblaciones importantes del interior peninsular y entre ellas, Madrid. La determinación de esa cota, debido a las características de este tipo de precipitaciones, puede tener una imprecisión entre 100 y 200 metros, y eso da lugar con alguna frecuencia a predicciones fallidas o no muy correctas con las consiguientes repercusiones sociales y mediáticas.

Pero lo que es más infrecuente es que la predicción falle por errores en la cantidad de precipitación o incluso por su ausencia. Eso es lo que ha ocurrido hoy en amplias zonas del centro peninsular, ciudad de Madrid incluida, dando lugar a un sonado patinazo en las predicciones que habían dado prácticamente por segura una nevada de, al menos, 2 o 3 cm. Ha ocurrido justamente en una jornada en la que la cota ha sido bastante igual a la prevista, pero en la que, sin embargo, el, a mi juicio, mayor desplazamiento hacia el sur de la borrasca atlántica ha hurtado precipitación al centro peninsular. 


Imagen WV de las 18 UTC del 18 de enero. Aunque haría falta un análisis más cuidadoso, la impresión es que la débil borrasca atlántica se ha "escurrido" más hacia el sur de lo que se preveía y, por tanto, ha afectado muy poco a la zona centro

Ese fallo en los modelos -que en cualquier caso sería interesante estudiarlo más en profundidad-  ha dado lugar a otros muchos en las predicciones emitidas por instituciones oficiales, empresas privadas y por aficionados. Debe reconocerse que, si ya es raro que un modelo de gran categoría tenga un fallo de este tipo, es casi increíble que otro de ellos, e independiente del primero, tenga un fallo casi semejante. De este modo, si bien la situación no era de las más típicas de nevadas, la coincidencia de ambos modelos daba bastante seguridad -confieso que yo mismo la tuve-  en esa predicción de nieve.

Entonces, uno se pregunta sí no se puede hacer más, sí, en un caso de éstos, no existe ese "valor añadido" de los predictores profesionales que, más allá de ver e intentar interpretar salidas de los modelos, van siguiendo la situación, manejan los distintos escenarios proporcionados por la predicción probabilística, comprenden la física que hay en esa evolución, comparan si la evolución real va siendo consistente con la que van dando los modelos y matizan o, en su caso corrigen de una forma u otra esas salidas. Porque, eso es lo que los diferencia de los puros "lectores" o "interpretadores" de modelos que no pueden hacer una cuidada diagnosis por falta de medios técnicos o de formación y que, además, casi no disponen de buenos productos de predicción probabilística. La adecuada y puntual guía de esos profesionales iluminaría la predicción en situaciones como ésta.

En el Sistema Nacional de Predicción de AEMET se llevan a cabo estas tareas y, aunque ya no estoy allí, supongo que el no elevar el aviso de nivel amarillo a naranja en algunas zonas -algo que yo mismo pensé en algún momento que podría haber sido conveniente dadas las importantes precipitaciones que se preveían sobre todo en el cuadrante suroeste peninsular- fue debido a que algo vieron en el comportamiento de esa borrasca y a que, seguramente, no todos los escenarios de la predicción probabilística apuntaban a la situación de precipitaciones significativas en la zona centro, debido a las dificultades en la conducción y desarrollo  de esa débil perturbación. 

Pero tener predictores con ese nivel de formación, entrenamiento y dedicación es costoso y exige apostar por ello; es la única forma en que pueden manejarse adecuadamente predicciones difíciles o relacionadas con fenómenos adversos. Sin embargo, no estoy muy seguro de que muchos Servicios Meteorológicos contemplen profundamente esta cuestión. Y es necesario, porque un buen predictor profesional no puede ser solamente un buen lector o interpretador de mapas. La mente humana, bien entrenada y con medios, puede ofrecer bastante más.

Creo, por otra parte, que nuestro sistema de avisos tiene ya que ir evolucionando hacia otro, más parecido al británico, en el que los niveles de probabilidad de ocurrencia y de impacto potencial son elementos fundamentales en la determinación del nivel amarillo, naranja o rojo. Comprendo que no es fácil pero cada vez estoy más seguro de que se trata de un cambio necesario.

14 de enero de 2015

Invierno, al fin

Quizás a algunas personas les extrañe leer el título que he puesto a esta entrada porque, ya desde hace tiempo, las temperaturas nocturnas están siendo bastante bajas en amplias zonas del interior y también, en esas mismas o en otras, las nieblas han permanecido muchos días sin levantar. Es verdad, pero también lo es que en las zonas no afectadas por las nieblas, las temperaturas diurnas han sido relativamente agradables y ha habido observatorios en los que la diferencia entre la máxima y la mínima ha llegado a ser de quince o dieciséis grados. Todo ello ha sido producto de la presencia de un, para muchos, "cansino" anticiclón que ha dado lugar, entre otras cosas, a altas concentraciones de contaminantes y microbios por falta de ventilación. Esta circunstancia ha sido probablemente la causa principal de la gran cantidad de catarros y bronquitis que se registran estos días. 

En cualquier caso, la presencia del anticiclón se ha ajustado a lo que la climatología dinámica señala como normal para la primera parte de enero y, si algo cabe reseñar como "menos normal" serían las relativamente elevadas máximas de algunos observatorios pero, sobre todo, los elevadísimos valores de presión en superficie registrados hace unos días. Valores que han sido récords en algunos observatorios y que, a mi juicio, han venido provocados, sobre todo, por las fuertes velocidades verticales descendentes ligadas a una configuración específica de la circulación anticiclónica de niveles medios y altos, si bien, la gran densidad del aire frío de las capas bajas también ha contribuido. Todo ello quedó  muy bien explicado en este artículo de la Revista del Aficionado de Meteorología (RAM) publicado hace unos días. 

Pues bien, ahora se inicia un cambio y vamos hacia un tiempo invernal durante todo el día y durante varios días. Se cumple así lo que, tanto la climatología dinámica como la popular, señalan como normal a partir de mediados de mes: una entrada de aire frío acompañada frecuentemente por viento y a veces por nevadas. Es el tiempo de los santos de hielo (San Antonio el día 17 y San Sebastián, el 20):

De los santos frioleros, San Sebastián el primero;
aunque dijo San Antón, aquí el más frío soy yo.


Imagen del canal visible de Meteosat del 14 de enero de 2015: Nubes bajas y nieblas sobre la mitad occidental peninsular como consecuencia de la llegada de aire atlántico más húmedo. Al noroeste la gran banda nubosa ligada a la circulación del chorro polar separa la masa de aire ártica-polar marítima (a su izquierda) de la masa más de tipo subtropical a su derecha. Puede obsevarse también la llegada a las Islas Británicas de una profunda borrasca y otra, menos importante, muy al sur de Groenlandia, en el seno de la masa fría. Esa masa afectará a la Península el viernes, tras el paso de la gran y activa banda nubosa.

Desde hace dos o tres días, el chorro polar, que andaba bastante alto de latitud, ha ido bajando poco a poco, y ya algún frente débil ha comenzado a afectar a la mitad norte peninsular. Mientras tanto una vaguada de esa circulación del chorro se está profundizando en pleno Atlántico con un frente frío asociado ancho y compacto. Ese frente va a atravesar la Península a lo largo de mañana jueves y del viernes con precipitaciones de lluvia o de nieve en zonas por encima de los 700-1000 metros aproximadamente. Tras él, se extenderá sobre nuestra zona una masa de aire de procedencia ártica aunque en su travesía sobre el Atlántico se transforma en polar marítima. Como vendrá en muchas zonas acompañada de vientos, la sensación térmica será bastante fría sobre todo en la mitad occidental peninsular y el ambiente se notará muy desapacible. 

Durante la tarde del viernes 16, el eje de vaguada está sobre la zona central de la Península
Pues bien, tras el paso de esta vaguada, podría reconstruirse el anticiclón y volver a un tiempo parecido al que hemos tenido hasta ahora. Sin embargo, la atmósfera se inclina esta vez por otra opción nada desconocida:  la dorsal anticiclónica permanece en pleno Atlántico y, entre ella y la vaguada que ya estará en el Mediterráneo, quedará un pasillo recorrido en niveles medios y altos por la circulación del chorro polar con vientos del norte y del noroeste.

Veinticuatro horas después, en la tarde del sábado 17, una amplia corriente del noroeste fluye sobre la Península Ibérica y Baleares.  En su seno discurren algunas pequeñas ondas. El fuerte máximo del chorro que se dirige hacia Lisboa, conducirá a una borrasca atlántica hacia el suroeste penínsular.

Con frecuencia estos chorros son bastante rectilíneos y lo único que provocan en superficie es un ambiente frío y algo ventoso pero con cielos poco nubosos y con algunas precipitaciones en las vertientes norte de las cordilleras. Sin embargo, esta vez, los modelos muestran una estructura de circulación más ondulada e inestable con tendencia a generar algunos remolinos y pequeñas vaguadas en su seno y sobre todo en su zona interna, en la que nos encontramos. Esas vaguadas van acompañadas de frentes fríos secundarios que potencian las precipitaciones en zonas montañosas y con menos frecuencia e intensidad en las zonas llanas en el marco de un ambiente de desapacibilidad. Es algo que puede ocurrir en nuestras zonas el viernes y quizás parte del sábado.

A veces, esas ondulaciones son más marcadas, fenómeno muchas veces relacionado con la aparición de un nuevo máximo de viento en el chorro, y llegan a generar verdaderas borrascas en superficie. Eso es hacia lo que apuntan para el próximo domingo los principales modelos de predicción. El chorro del noroeste conduciría durante la noche del sábado al domingo una borrasca generada al noroeste de Azores hacia el suroeste peninsular y que saldría al Mediterráneo el domingo por la noche. Si esa situación llega a ocurrir, el aire relativamente cálido de la zona delantera de la borrasca remontaría sobre el aire frío y más denso del interior peninsular y podría originar nevadas relativamente extensas sobre todo en el centro y cuadrante sureste. 
Durante la mañana del domingo, día 18, el chorro polar ha tomado una dirección norte-sur con un reforzamiento del máximo de viento. Las isohipsas se hacen difluentes sobre el suroeste peninsular en la zona de la borrasca de superficie.


A la misma hora, la borrasca de superficie se encuentra en el Golfo de Cádiz. Arrastra aire de componente sur, húmedo y más cálido que remonta sobre el más denso y frío del interior peninsular. Los copos de la precipitación de nieve funden con dificultad y alcanzan el suelo en amplias zonas del interior peninsular durante la tarde y noche de este día.
Esta es la situación de la que realmente ahora están pendientes profesionales y aficionados más que del cambio de hoy a mañana, que es significativo pero que alberga pocas dudas de predicción.

¿Qué probabilidad hay de que ello ocurra? Desgraciadamente disponemos de muy pocos productos en abierto del sistema ensemble o probabilístico del Centro Euroopeo. Utilizando aquellos de que se dispone, a día de hoy, cuatro días antes de la evolución en cuestión, parece que la probabilidad de ocurrencia no es en absoluto despreciable. 

Mapa de superficie del modelo determinista del Centro Europeo para la noche del domingo al lunes. La evolución es muy parecida a la dada por el GFS. Los distintos tonos violetas están relacionados con la menor o mayor incertidumbre sobre la ocurrencia de esta situación. En este caso esa incertidumbre no es excesivamente alta por lo que la probabilidad de ocurrencia es significativa.

Es importante también que los modelos deterministas más importantes apunten en general hacia esa evolución que hay que ir siguiendo con atención durante los próximos días. Así, también el modelo del Met. Office británico ofrece este mapa para mediodía del sábado en el que también aparece la borrasca dirigiéndose hacia la Península:



Una vez haya pasado esta borrasca, y al menos hasta mediados de semana, parece que la circulación del noroeste seguiría sobre España con el paso de pequeñas ondas secundarias y tiempo frío y algo inestable. En definitiva, invierno.


Nota informativa de AEMET sobre esta situación

8 de enero de 2015

Subsidencias de enero...una vez más



En relación con los comentarios que están surgiendo sobre el potente anticiclón que nos afecta y las nieblas y heladas asociadas, me ha parecido oportuno recordar esta entrada que publiqué en mi blog hace hoy exactamente dos años. Salvando algunos detalles, puede ser perfectamente válida para estos días.

 Entrada publicada originalmente el 8 de enero de 2013

Los primeros días de enero se están caracterizando por un tiempo seco, en muchas zonas soleado, con temperaturas relativamente suaves durante el día pero con heladas nocturnas bastante generales. Sin embargo, hay amplias zonas donde la niebla predomina y no llega a levantarse durante todo el día. Ello da  lugar a que, en ellas, máximas y mínimas anden muy cercanas y que el ambiente tenga ese color gris oscuro, casi sin matices, que tanto disgusta a muchas personas. 

La causa de todo ello es una situación atmosférica, bastante típica de esta época del año , caracterizada por unas condiciones en niveles altos que conducen a un aumento de presión en superficie y, por otro, a un lento descenso vertical de masas de aire desde la troposfera superior y media hacia la inferior, con el consiguiente calentamiento y pérdida de humedad. Es lo que se conoce en meteorología como un proceso de subsidencia anticiclónica y provoca una gran estabilidad.

Parece contradictorio que este proceso de descenso y calentamiento del aire sea compatible con heladas y nieblas. Para "reconciliar" una cosa con la otra que tener en cuenta otro proceso más. En las largas noches de invierno, sobre todo con cielo despejado, el suelo se enfría mucho y transmite ese enfriamiento al aire que está sobre él hasta unos cientos de metros de altura llegando a veces a condensarse el vapor de agua y formando la niebla. Tenemos por tanto, hasta uno o dos km. de altura, un aire muy frío y muy denso, imposibilitado por ello de ascender y sobre el que "resbala" y diverge el aire cálido y mas ligero de las capas medias, calentado por el proceso de subsidencia. Por eso, si subimos a altitudes por encima de 1000 o 1200 metros, encontramos un tiempo despejado y vemos bajo nosotros las amplias áreas de niebla....y también capas mas oscuras de aire contaminado, impedido en su ascenso por esa gran "tapadera" que tiene encima. Junto con el aire mas o menos contaminado y las nieblas empiezan a mezclarse ya también en estos días los pólenes de algunas plantas alérgenas de invierno; todo ello produce una combinación verdaderamente molesta e irritante en personas con problemas respiratorios y alérgicos. 


La combinación de las características de la circulación del viento en niveles altos y de ese aire frío y pesado de las capas bajas provoca, como ya decía antes, un marcado aumento de la presión, que se traduce en los mapas del tiempo como un potente anticiclón de superficie. En su zona central se alcanzan presiones muy elevadas, normalmente las más elevadas de todo el año. Si un anticiclón "medio" puede tener en su centro presiones de 1032 o 1034 hPa, estos anticiclones invernales pueden sobrepasar ampliamente los 1040 hPa, llegando, como ha ocurrido estos días pasados, hasta 1043 y 1044 hPa. En realidad, estos valores absolutos de presión sólo se pueden medir a nivel del mar y disminuyen según nos encontramos a mayores altitudes, aunque estén bastante mas altos de lo normal en cualquier sitio. Como los mapas meteorológicos de superficie se dibujan con las presiones medidas en todos los observatorios pero reducidas -para que el mapa sea coherente- a nivel del mar, hay que utilizar algoritmos matemáticos para transformar esos valores. Éstos tienen en cuenta la altitud así como la temperatura de la masa de aire ficticia que se extendería desde la ubicación del observatorio hasta el nivel del mar. Las temperaturas tan frías del aire de capas bajas provoca a veces que algunos de estos algoritmos "se pasen" en el cálculo y den valores mas altos que los que serian correctos. Por eso, estos días pasados se han llegado a dar valores de hasta 1050 hPa en el centro de la Península mientras que los valores en los mapas obtenidos por los distintos Servicios Meteorológicos no pasaban de 1043 o 1044, algo mucho más cercano a la realidad. Aunque la memoria meteorológica es frágil, no recuerdo anticiclones en la Península Ibérica que hayan superado los 1045 o 1046 hPa. Otra cosa son los anticiclones invernales de las grandes llanuras siberianas, con aire aún mucho mas frío donde las presiones pueden llegar hasta los 1080 hPa o aún más.

Estas situaciones de anticiclón suelen comenzar con una entrada de vientos del norte que se corresponden con la llegada de la parte oriental de una gran "dorsal" de la circulación del chorro polar en niveles medios y altos. Ello es lo que provoca ese movimiento descendente o "subsidencia" a que antes me refería. La "entrada" de esa dorsal es a veces muy rápida y va acompañada de vientos fuertes, sobre todo en áreas montañosas. Un fenómeno ligado   a esa situación fue probablemente el que dio lugar hace unos días a las fuertes rachas de viento en la estación de esquí de Panticosa y que originó el cierre de sus instalaciones durante unas horas.

También en estas situaciones se provocan a veces fenómenos curiosos como aumentos bruscos y mas o menos localizados de temperaturas. Con la entrada de vientos del norte, y en determinadas condiciones atmosféricas, aparece en la cara sur de las montañas el denominado efecto foehn, que no es sino un calentamiento del aire al comprimirse según desciende. Si ese calentamiento actúa sobre aire ya "calentado" por el fenómeno de subsidencia, se provoca un marcado ascenso de la temperatura del mismo, que sorprende por lo anómalo respecto a la época del año y por la marcada diferencia térmica respecto a otras zonas geográficas próximas, pero no afectadas por este fenómeno. Pienso que el brusco aumento de temperaturas de la comarca de L´Empordá de hace unos días estuvo motivado, al menos parcialmente, por un fenómeno de este tipo. En cualquier caso no es una situación que haya podido estudiar mucho y seguro que algún lector puede aportar una explicación más detallada del fenómeno. 

1 de enero de 2015

Visión de enero



Con este fragmento del capítulo dedicado a enero, de mi libro Meses y Tiempos, quiero felicitar el año a todos los lectores de este blog y desearles todo lo mejor en lo personal, profesional...y en su afición meteorológica.
                                                 

               
               Los jardines se mueren de frío;
               en sus largos caminos desiertos
               no hay rosales cubiertos de rosas,
               no hay sonrisas, suspiros ni besos. 

                                                         Juan Ramón Jiménez: Las tardes de enero


Imagen: Mariana

Enero es el invierno profundo, el  mes más frío del calendario, si bien los días se van alargando de forma que, de principio a fin, se gana casi una hora de luz solar. Es un frío que hace reposar a la Naturaleza al tiempo que la prepara para empezar a recibir, muy poco a poco, una mayor energía solar que la haga despertar. Por eso, el saber popular quiere a enero, tranquilo, sereno, frío:

Enero es claro y heladero

o

En enero, el mejor sol, el brasero

Todo va bien cuando:

Diciembre mojado y enero bien helado

Y con toda rotundidad:

Para que el año sea bueno, enero claro y sereno.

Y de esa claridad de los cielos limpios y transparentes de enero, no hay mejor reflejo que este dicho:

No hay luna como la de enero ni amor como el primero

Ese profundo frío, quizás también las resacas de las fiestas que acaban de pasar y la necesidad de emplearse de nuevo a fondo en el trabajo de cada día, hace también de enero un tiempo de soledades, tal como lo refleja Juan Ramón Jiménez en su poema Las tardes de enero, y como de forma mas coloquial, afirma el refrán:

En las mañanas de enero ni se dan los buenos días ni se quitan los sombreros

Pero lo que sí se le pide a enero es que no haga viento, porque entonces la sensación térmica es de varios grados menos y además, de alguna manera, se perturba el efecto beneficioso del tiempo tranquilo en la agricultura. Por tanto:

Enero es buen caballero si no se hace ventolero

Aunque enero está caracterizado por los fríos y los cielos claros, es ésta una verdad a medias porque, si bien su temperatura media de 7ºC es la más baja de todos los meses, la precipitación media, 67 mm, le convierte en el cuarto mes más lluvioso en España.

En general, enero suele comenzar con predominio del tiempo anticiclónico con días tranquilos, fríos y despejados. Sin embargo, no es difícil que hacia Reyes el anticiclón bascule y por su flanco oriental se cuele aire frío del norte o del nordeste. Ello puede dar lugar a una marcada ola de frío y posteriormente a intensas heladas. Así lo refleja el refranero:

Por los Reyes, los días y el frío crecen

Con predominio generalmente anticiclónico durante varios días, lo que hace más generales e intensas las heladas salvo que haya algo de viento del sur, llegamos a mediados de mes donde aparecen las festividades de los llamados “santos de hielo” (San Antonio o San Antón el día 17 y San Sebastián el 20) cuyos “fríos” quedan bien reflejados en el refranero:

Por San Antonio hace un frío de todos los demonios

De los santos frioleros, San Sebastián el primero; aunque dijo San Antón, aquí el mas frío soy yo

Ya en la segunda quincena, o como tarde en la última decena, se suele producir un cambio de tiempo. El anticiclón baja de latitud y deja la entrada libre a las borrascas atlánticas o bien se retira algo hacia el oeste y permite la entrada de vientos del noroeste con algunos frentes asociados. Pueden llegar así las precipitaciones sobre todo a las vertientes Atlántica y Cantábrica acompañadas de una cierta suavización de las temperaturas. Desde el punto de vista de la meteorología popular, éste es un momento significativo de la evolución atmosférica que puede llevar, bien a una continuación del tiempo muy frío, o a una suavización de las temperaturas:

San Vicente el barbado (día 22) rompe el gelado o lo pone mas refinado

En cualquier caso, al tiempo que haga en estas fechas, se le da un cierto carácter predictivo:

Si llueve por San Canuto (día 19), lloverá tres meses justos

o

San Pablo se convierte (día 25) y un año entero advierte

De una forma u otra, no es raro que el  mes se despida con una importante entrada fría y un temporal de nieve conectando ya con los primeros días de febrero.

Cuando se repasan sucesos y efemérides meteorológicas de enero, predominan, como es lógico, narraciones y datos de frío. Sin embargo, aparecen también muchas noticias de temporales de lluvia, nieve y viento, unidos frecuentemente a las penetraciones atlánticas a las que hacía referencia anteriormente. Así, en la vertiente atlántica se han dado con alguna frecuencia inundaciones por fuertes lluvias –quizás también deshielos- tales como en 1970 cuando se desbordaron muchos de los grandes ríos ibéricos o, en 1962, en la Cuenca del Duero. Cabe recordar en este punto la tragedia ocurrida el 9 de enero de 1959 cuando la rotura de la presa de Vega de Tera inundó el pueblo de Ribadelago, junto al lago de Sanabria, causando un gran número de víctimas mortales.

También en el área mediterránea hay noticia de inundaciones en este mes tales como las de la provincia de Girona en 1977, las provocadas por las fuertes lluvias de Baleares en 1978, por las trombas del 2000 en Melilla o del 2010 en Málaga.

Canarias tampoco se ha librado de estas situaciones dada la relativa facilidad con que en invierno el chorro polar desciende de latitud, originando la formación de borrascas frías que provocan fuertes lluvias y vientos. Destacan a este respecto el enero de 1970 o el de 1979 cuando, en muy poco tiempo, Izaña llegó a acumular dos metros y medio de nieve. También, en el del 2005,  una tormenta “anclada” en la Gomera dejó mas de 250 mm en San Sebastián, la capital de la isla, y, más recientemente, el 27 de enero del 2007 la isla del Hierro recogió en un día nada menos que 320 mm.

A veces, las borrascas atlánticas de enero también provienen, como suele ocurrir con frecuencia en invierno, de ciclogénesis explosivas desarrolladas en pleno Atlántico. Como ya se ha comentado, no suelen afectar de lleno a la Península pero, aún así, los fuertes lluvias y sobre todo los intensos vientos sí afectan al cuadrante noroeste peninsular y fundamentalmente a Galicia y área Cantábrica provocando también un gran oleaje en la mar. Destacan mucho los provocados por una perturbación de este tipo los días 23 y 24 de enero de 2009 que llegó a originar una racha de 229 km/h en el observatorio de la Estaca de Bares. También, en 1998, el 13 de enero,  el mismo observatorio midió 180 km/h. Y muy recientemente, en enero y febrero de 2014, en un invierno verdaderamente atípico, varias borrascas atlánticas procedentes en gran parte de las citadas ciclogénesis explosivas, llegaron a provocar olas de mar de fondo que superaron los doce metros de altura en el litoral gallego y cantábrico, causando algunas víctimas mortales e innumerables destrozos.

Aunque muy raramente, a veces en enero son noticia las altas temperaturas. Las causas pueden ser fundamentalmente dos. Una, que afecta al área  Mediterránea, tiene que ver con el ascenso térmico que provoca allí el efecto foëhn cuando los vientos atlánticos descienden hacia el mar. La otra, que afecta a toda la Península y Baleares pero que es si cabe mas notoria en la vertiente Atlántica, está ligada a la entrada de vientos de componente sur, bien por la presencia de un anticiclón sobre el centro o este de Europa o por la llegada de una borrasca atlántica con aire subtropical relativamente cálido y húmedo. En el primer caso, la conjunción  del suave aire  del sur con los cielos despejados o escasamente nubosos, provoca un ascenso de las temperaturas diurnas, aunque por la noche puedan volver a aparecer heladas. Una situación de este tipo se dio los días 19 y 20 de enero de 2007 cuando se registraron valores tales como 26 ºC en Tortosa, 22,6 en Cuenca, 22,5 en Cádiz, 21,2 en Teruel, 19,6 en Ávila o 19,3 en Logroño, todos éstos valores máximos absolutos de sus series para enero. En el caso de que el aire cálido sea también húmedo y entre con rapidez, tal como en el caso de algunas borrascas atlánticas, hay que prestar gran atención a los fenómenos de los deshielos súbitos y también a los aludes debido a la desestabilización del manto nivoso, sobre todo si se han producido poco antes importantes precipitaciones de nieve.


Pero, como decía anteriormente, el fenómeno atmosférico más significativo de enero es el frío, las bajas temperaturas.  En la memoria meteorológica han quedado grabadas para siempre los datos de algunos eneros que destacaron por sus bajísimos registros o por la reiteración de los episodios muy fríos. Cabe recordar en este sentido el enero de 1945 en el que se alcanzó un valor mínimo absoluto de -27,6ºC en Ávila y valores alrededor de los -25 en Calamocha (Teruel), en el embalse de Camporredondo (Palencia) y en Uña (Cuenca).  Fue también en esta situación cuando el observatorio de Madrid-Retiro registró -10,1ºC que es, hasta ahora, su mínima absoluta. Igualmente, el enero del año siguiente, 1946, destacó por sus situaciones de intenso frío, si bien las mínimas más bajas no lo fueron tanto como en el anterior; aún así, en varios lugares tales como Monreal del Campo y Santa Eulalia, ambos en Teruel, o Uña y la Ciudad Encantada en Cuenca, se alcanzaron o sobrepasaron ligeramente los -22ºC. Curiosamente, también enero de 1947 destacó por sus bajísimas temperaturas si bien en este caso se registraron en los últimos días del mes; destacaron  -26,7ºC en Molina de Aragón (Guadalajara), -24,6 en Monreal del Campo y -24,4ºC en Calamocha, ambos en Teruel. 

Aunque de menor importancia que los anteriores por su extensión más reducida, también enero de 1952 registró valores térmicos bastante fríos con una mínima de -28,2ºC en Molina de Aragón (día 28) y otros, ya “más cálidos”, de alrededor de -20 en zonas de las provincias de Cuenca, Soria, Guadalajara o Zaragoza. Otro episodio frío en enero muy notable fue el de 1971, que había comenzado en los últimos días de diciembre de 1970; afectó a toda la Península con intensas nevadas y temperaturas muy bajas. Destacaron sobre todo -28ºC de Santa Eulalia, -27,6 en Camesa de Valdivia (Palencia)  o -27 en Piqueras (Guadalajara) y, en cualquier caso, es de reseñar que fueron bastante los observatorios de España en que se alcanzaron o sobrepasaron los -22ºC. Enero de 1985 también tuvo algunos episodios de mucho frío, pero las temperaturas no alcanzaron valores tan extremados, si bien en algunas zonas de Teruel, Guadalajara, Lleida o Girona se sobrepasaron los veinte grados bajo cero. Ya en el siglo XXI, sólo los eneros de 2005 y 2006 han tenido algunos episodios de frío intenso en los que se han sobrepasado en algunos observatorios los quince bajo cero pero en absoluto comparables a aquellos de los años 40 a 80 a los que me acabo de referir.

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La gran dorsal atlántica se extiende hasta Escandinavia mientras que una DANA, no muy profunda afecta a Canarias. Parece que el Día de Reyes, esa dorsal se "agachará" para dar paso a una vaguada atlántica como suele ser climatológicamente normal


Por el momento, el tiempo está siguiendo la senda climatológica y mantiene el anticiclón hasta el día de Reyes. Veremos si, a partir de ahí, el anticiclón vuelve a reconstruirse y sigue hasta los santos de hielo, o se abre la puerta antes a los temporales atlánticos.