Ahora que el temporal mediterráneo
empieza a tocar a su fin, me parece de interés señalar algunos aspectos del
mismo que me resultan interesantes y sobre los que sería seguramente útil
compartir algunos puntos de vista. En
cualquier caso vaya antes que nada el reconocimiento a los excelentes y adecuados avisos de AEMET, al trabajo de los comunicadores meteorológicos y a las eficaces actuaciones de las Protecciones Civiles y de otros colectivos de servicio público, todo ello aunque no haya sido
posible evitar la ocurrencia de algunas víctimas mortales y de grandes destrozos
materiales. Justo es reconocer también la gran calidad de los modelos del
Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo que, ya con cuatro o cinco días de
anticipación, apuntaban con alta probabilidad a las zonas donde el temporal ha
mostrado mayor intensidad.
Como en tantas ocasiones, la evolución
comenzó a partir de una pequeña vaguada de la circulación del chorro polar que fue
agudizándose y estrechándose por el avance de una dorsal anticiclónica que se
propagaba tras ella a gran velocidad. Esa vaguada en desarrollo se dirigió por
el Cantábrico a través de la Península hacia el Mediterráneo. En su zona
delantera la acompañaba una borrasca en superficie de no gran intensidad,
borrasca que, cuando llegó al Mediterráneo, se profundizó muy poco, sin que
podamos hablar de una verdadera ciclogénesis mediterránea. Es la que recibió el nombre de “Gloria” y en este punto conviene
recordar que, según AEMET, una borrasca recibe nombre cuando su profundización
da lugar a la emisión de avisos naranjas y/o rojos por viento.
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Composición de imágenes del satélite polar "Terra" del mediodía del día 19. Se aprecia al oeste la configuración nubosa típica del chorro polar. |
Al mismo tiempo que ocurría la evolución
anterior, el rápido crecimiento y avance de la dorsal atlántica dio lugar, al
sur de ella, a una retrogresión de esa vaguada a la que antes me refería cuyo
eje principal se orientó algo más hacia el oeste y en cuyo seno aparecía una
circulación cerrada; una circulación que, en principio, no podía considerarse como dana ya que no
quedaba aislada de la circulación principal, que todavía la rodeaba. Bajo ella,
en su zona delantera, ya no aparecía “Gloria”. Por otra parte, el reflejo en superficie de la dorsal que forzó esta evolución era un potente anticiclón centrado en las Islas Británicas con altísimas presiones de algo más de 1050 hPa. El gradiente de presión que se establecía entre él y la borrasca mediterránea era muy marcado y a ello respondían los fuertes vientos. Sin embargo “Gloria” no era una gran borrasca por sí misma ni casi se había profundizado; no era sino el reflejo de la zona delantera del embolsamiento de fondo de vaguada. Cuando ese “embolsamiento” evolucionó, cesó o disminuyó la causa dinámica que la sustentaba, y desapareció o quizás quedó integrada en un seno de bajas presiones relativas que suele aparecer frecuentemente en situaciones de este tipo sobre el norte de Marruecos y Argelia.
Ya sin “Gloria” fue el fortísimo
gradiente entre el anticiclón y ese seno de baja presión el que mantuvo el intenso
flujo del este con muy largo recorrido marítimo y que cerca de nuestra zona geográfica confluía con otro del nordeste, más seco y frío, formando una especie de banda
de convergencia. Esa banda desarrollaba bastante actividad convectiva y fue causante
principal de las nevadas e intensas lluvias que la acompañaban en sus lentos
movimientos. Cabe señalar a este respecto los récords alcanzados en altura de oleaje, viento y precipitaciones así como la constatación de que, aún en pleno invierno, y si la situación es la adecuada, pueden recogerse cantidades de precipitación que en nada tienen que envidiar a las que se registran en un típico temporal mediterráneo de otoño. Es también muy significativo en esta situación la gran actividad tormentosa, tan poco típica del tiempo invernal pero que también se dio en el temporal que ocurrió prácticamente en las mismas fechas del 2017. ¿Algo está cambiando?
Ya ayer, martes 21, la interacción de la dana con una circulación tropical-subtropical hizo que volviera a reorientar su eje, al tiempo que extendía algo hacia el norte el seno de bajas presiones africanas. De este modo el flujo de levante se movió también más
hacia el nordeste y se fue cortando por otra parte el flujo más frío del
nordeste. Ello supuso una suavización de las temperaturas, una subida de la cota
de nieve y una disminución progresiva de
lluvias y nevadas excepto en Cataluña que es donde ahora
apuntaba ese flujo.
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El flujo de superficie sigue ese movimiento y apunta también con intensidad hacia el nordeste peninsular. |
Hoy ya, día 22, la dana en un cierto movimiento retrogrado se dirige hacia el golfo de Cádiz y va a volver a aparecer bajo ella una débil borrasca. Aunque todavía se mantiene el flujo del este sobre Cataluña, pasamos ahora progresivamente a una situación de lluvias en la vertiente atlántica. De este modo el aire atlántico va a ir penetrando y nos evita así una situación de heladas muy intensas que se hubieran producido si, en vez de esta evolución, se hubiera establecido sobre la Península un fuerte anticiclón.
Por tanto, y como ya se ha comentado por
algún compañero, el actor principal de esta situación ha sido el potentísimo anticiclón británico.
Sin él o -con él pero mucho más débil- no se hubiera establecido ese
impresionante flujo del este, responsable directo del temporal. Ahora bien, el
anticiclón ha sido consecuencia de la gran y rápida dorsal …dorsal que parece
que tuvo ese comportamiento muy en conexión con la profunda borrasca invernal
que se cebó en días pasados sobre Canadá…que a su vez…
En resumen, una situación de retrogresión
típica de enero pero mucho más intensa que en otras ocasiones debido en buena
medida a la gran fortaleza del anticiclón británico. ¿Es esa la única causa de los récords alcanzados?, ?cuál es la razón de que esta vez, con esa situación en altura, no se generase una ciclogénesis mediterránea? No lo sé. Pero al igual que otros
sucesos meteorológicos de los últimos tiempos -recordemos por ejemplo al reciente temporal "Elsa"- todo ello necesita una investigación a
fondo. Creo que nuestras circulaciones atmosféricas van cambiando. Hay que conocerlas mejor y quizás cambiar también algunos conceptos.
Y un último y rápido apunte: si se
considera necesario poner nombre propio
a situaciones de este tipo y dado que puede haber situaciones como ésta
en la que no interviene de forma directa o completa ninguna borrasca….¿Por que
en vez de nombrar a ésta no se nombra al temporal en sí? En mi opinión ganaríamos
en claridad y coherencia.