Con esta entrada dedicada al mes de octubre y extraída del capítulo correspondiente de mi libro Meses y tiempos, completo mi visión de los doce meses del año que he venido publicando desde el pasado mes de noviembre.
Visión de octubre
Octubre es un mes “serio”.
Tras los primeros adelantos de septiembre, en octubre el otoño se instala ya de
modo definitivo. El aire polar comienza a descender de latitud, más tímidamente
durante la primera quincena, dando lugar a algunos episodios característicos
tales como el cordonazo de San Francisco
(día 4). El “cordonazo” no es sino el paso de un frente por el tercio norte
peninsular que deja algunas lluvias en esas zonas y provoca un refrescamiento
en la mitad norte, sintiéndose ya un ambiente casi otoñal, tal como atestigua
el refrán:
La otoñada
mas segura, San Francisco la procura
Pero todavía llegan
algunos penúltimos recuerdos del calor en forma de “veranillos”. Así, tras el
“cordonazo”, suelen venir algunos días tranquilos y soleados que se conocen
como el veranillo de las rosas otoñales o
del Pilar y que muchas personas del interior de la Península consideran
como el periodo de tiempo mas agradable del año:
El otoño en
Castilla es una maravilla
Si bien durante las horas centrales del día
las temperaturas son muy agradables, las madrugadas empiezan a ser frías
apareciendo ya algunas heladas débiles por las tierras altas del interior
peninsular. La gran diferencia de temperaturas entre unas horas y otras hace
que las personas tengan muchas dudas sobre qué ropa ponerse y aparecen ya los
primeros catarros de la temporada. En cualquier caso, la bajada de la
temperatura media del mes es notable ya que pasa de los 20,3ºC de septiembre a los
15,4.
En Octubre de la sombra huye; pero si te pones al sol, cuida de la
insolación
Sin embargo, un tiempo
seco aunque pueda ser algo frío, es ideal para rematar las labores de vendimia
que se harían muy difíciles con suelos encharcados.
Una vez que pasa el Pilar
suele empezar otro ciclo meteorológico, como de nuevo atestiguan diversos
refranes:
Hacia la Virgen
del Pilar, el tiempo comienza a cambiar
El chorro polar baja más
de latitud, ya sea en bloque o en configuraciones muy onduladas, pero
normalmente, de una forma u otra, las lluvias otoñales empiezan a llegar de
modo que la precipitación media del mes es de 69 mm, 26 más que la de
septiembre. Son precipitaciones muy esperadas para las labores de siembra ya
que es prácticamente imposible hacerlo sobre los suelos resecos por la sequía
veraniega.
A la primera
agua de octubre, siembra y cubre
Cuando estas lluvias se
retrasan y el otoño empieza seco, la preocupación de los agricultores es
grande; la situación se torna angustiosa si esa ausencia de lluvias se sigue
prolongando durante el transcurso del otoño, y no sólo por la afectación a las
labores agrícolas, sino por el descenso continuo de los niveles de los embalses
con su incidencia en el abastecimiento a pueblos y ciudades.
Si la bajada del chorro es
“en bloque”, se establece una circulación de carácter zonal, es decir, de oeste
a este, con arrastre de frentes y borrascas atlánticas. Dependiendo de la
latitud concreta por la que transiten, originan temporales de lluvias más o
menos significativos, bien por el cuadrante noroeste peninsular o por toda la
vertiente atlántica. Son los temporales de vientos ábregos o llovedores, tan conocidos, y
generalmente tan deseados, en la vertiente atlántica siempre que lleguen en el
momento adecuado, pero que, sin embargo, originan un tiempo seco y cálido en
las vertientes cantábrica y mediterránea. Ocasionalmente, algunas de estas
borrascas fueron en su origen ciclones tropicales que recurvan su trayectoria
en pleno Atlántico y se dirigen hacia latitudes más altas. En ese camino van
abandonando su naturaleza tropical, en la que toda su energía la obtenían de
procesos convectivos, y adquieren otra de carácter extratropical en la que
ahora esa energía proviene del choque entre masas de aire cálidas y frías. Este
tipo de borrascas son, en general, muy poco frecuentes en el área de la
Península Ibérica ya que suelen dirigirse mas hacia el norte. Alguna vez pueden
afectar sobre todo a Galicia y área Cantábrica, donde originan fuertes vientos
y, a veces, intensas precipitaciones. Así ocurrió con la borrasca procedente
del ciclón tropical Hortensia que
llegó a Galicia a principios de octubre
de 1984 con rachas de 140 km/h seguida, poco tiempo después, ya en noviembre, por la procedente del ciclón Klaus y que no debe confundirse con otra
profunda borrasca, también denominada así, procedente esta vez de una
ciclogénesis explosiva y que también afectó a Galicia y al área Cantábrica en
enero de 2009.
Ahora bien, si lo que
predomina es una circulación de carácter mas bien meridiano, con marcadas ondulaciones
del chorro y generación de depresiones aisladas en los niveles altos (DANAs), las lluvias suelen tener mayor
intensidad debido a la gran inestabilidad que suele acompañar a este tipo de
perturbaciones. Aunque pueden afectar a todas las regiones españolas
dependiendo de su ubicación concreta, las más importantes suelen registrarse en
zonas cercanas a los litorales, ya que el agua del mar, todavía cálida, origina
sobre ella un “colchón” de aire cálido y húmedo que es el mejor “combustible”
para el desarrollo de las grandes nubes convectivas típicas de estas
situaciones. La mayor frecuencia corresponde al área mediterránea –donde la lista de fechas de grandes inundaciones
incluye prácticamente a todos los días del mes- debido a una cierta tendencia
de las DANAs a ubicarse sobre el triángulo Gibraltar-Madeira-norte de
Marruecos. De esta forma, la depresión presenta su zona delantera, la de
mayores velocidades verticales ascendentes, sobre el Mediterráneo español. Situaciones
tales como las del 13 de octubre de 1957
y el 20 de octubre de 1982 en la Comunidad Valenciana o el 20 de octubre de 1973 en Andalucía
oriental han quedado inscritas en la memoria colectiva española como símbolos
de estos diluvios.
Pero también pueden aparecer estas
copiosas lluvias, aunque con menor frecuencia, en otras zonas españolas. Así,
en el área Cantábrica, cabe recordar
algunas situaciones tales como las acaecidas el 13 de octubre de 2005 con registros de 243 mm en Piñeres
(Cantabria) y 238 en Amieva (Asturias) con una DANA situada sobre el centro
peninsular o la del 14 de octubre de 1953
en Guipúzcoa con 314 mm en Oyarzun y 237 mm en Legazpia en el marco de una
situación muy parecida a la anterior. En estos casos, si bien el aire húmedo
cantábrico juega un papel primordial en la producción de las precipitaciones,
se ha observado, sobre todo en las que se generan en Euskadi, el aporte de aire
mediterráneo que remonta a través del Valle del Ebro succionado por la zona de
convergencia en superficie, a veces una verdadera borrasca, que se establece en
aquella zona. Por otra parte, también Canarias pueden verse afectadas por
estas situaciones cuando la vaguada atlántica se hace muy profunda y afecta a
esa zona pudiendo a veces llegar a cerrar una DANA. Una situación de ese tipo
fue la del 23-24 de octubre de 1987 que dejó 250 mm en
Anaga (Tenerife), 190 en La Gomera y más de 100 en La Palma.
Por tanto, si la evolución
es la normal, octubre es un mes que suele ser generoso en lluvias aunque
predominen más en unas u otras de las regiones españolas dependiendo de la
configuración concreta que adquiera la circulación del chorro. No es extraño
que durante el mes se sucedan ambos tipos: a veces una circulación zonal con
pequeñas ondas embebidas y sus correspondientes frentes finaliza con el avance
de una onda mucho mas marcada que acaba cerrándose y dando lugar a una DANA. Y
no cabe olvidar que, a veces, estas ondas tan marcadas llevan un aire muy frío
en su seno de modo que pueden dar lugar a un prematuro temporal de nieve por
encima de los 1000 o 1200 metros tal como ocurrió en los últimos días de
octubre de 2008 en zonas de Castilla y León y del interior de la Comunidad
Valenciana.
Es curioso, en cualquier
caso, la importancia predictiva que la meteorología popular otorga a las
lluvias de octubre y que se resume en:
Cuando
llueve en la luna de octubre, siete lunas cubre
Aunque ha existido alguna controversia sobre,
a qué fase concreta de la Luna se refiere, un experto astrometeorólogo, José
Luis Pascual, entiende que se habla más bien del carácter general del mes de
octubre.
Hola Ángel. Muy didáctico, como de costumbre. Aunque creo que para normalizar el uso de la palabra "dana" deberíamos empezar a escribirla con minúsculas, aunque sea un acrónimo, del mismo modo que lo hacemos con "ovni" o "láser", ya que se trata de un nombre común, no de un nombre propio.
ResponderEliminarGracias Alex. Pues nunca se me había ocurrido, pero puede que tengas razón. Lo voy a pensar y a consultar con algunas otras personas y vemos.
ResponderEliminarUn abrazo.