En mi anterior entrada del blog dedicada al episodio de altas temperaturas que vivimos estos días, comentaba que, en sentido estricto, no se podía hablar de ola de calor porque no existe una definición de referencia para este fenómeno, al menos para meses que no sean julio o agosto. Ayer mismo volvió a suscitarse el mismo debate en twitter y expresé idéntica opinión. En cualquier caso, creo que el tema es importante y que merece la pena volver un poco más sobre él.
Para empezar creo que puede ser interesante transcribir algunos párrafos del capítulo que dediqué a las olas de calor en mi libro Meses y Tiempos:
La expresión “ola de
calor” suscita en muchas personas una sensación de gran bochorno, cansancio
excesivo y con frecuencia recuerdos de noches sin dormir o durmiendo muy poco.
Si hubiera que sacar un factor común de lo que la gente entiende por esta
expresión sería la de un conjunto de días en que las temperaturas diurnas y
nocturnas son muy elevadas quedando por encima de los valores normales del mes
en cuestión y haciendo difícil recuperarse por las noches del cansancio y
laxitud generados durante el día. Indudablemente esa es la sensación de la
“ola” pero no sirve como definición de referencia.
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Creo que la más lograda hasta
el momento, al igual que para las olas de frío, es la presentada por Cesar
Rodríguez Ballesteros, responsable del Banco de Datos de AEMET, quien en su
artículo Olas de calor y de frio en
España desde 1975 publicado en el Calendario
Meteorológico 2013 de AEMET, define como tal a “un episodio de al menos
tres días consecutivos en que como mínimo el diez por ciento de las estaciones
consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de
temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo
1971-2000”. (éste es el enlace al artículo en el portal de Divulgameteo)
Desde
mi punto de vista se trata de una definición que, aún siendo arbitraria como
todas las definiciones, tiene en cuenta factores clave tales como lo
extraordinario de los valores registrados, la exclusión de fenómenos locales y
la duración. Además, aporta una serie de parámetros comparativos de gran valor
como por ejemplo la temperatura máxima de
la ola que es la media de las temperaturas máximas del día más cálido de
los observatorios que se consideren o la
anomalía de la ola que, a su vez, es la media de las anomalías de las
distintas estaciones sobre su temperatura umbral. Es verdad que, en sentido
estricto, sería interesante tener en cuenta también el comportamiento de las
temperaturas mínimas, pero hay que reconocer que los cálculos se complicarían
demasiado y que, en la práctica, añadiría poca información ya que es muy
difícil que, si se cumplen las condiciones umbrales dadas de valores de las
máximas y de duración del periodo, las noches no sean también muy cálidas.
Creo que en estos párrafos aparecen algunas cuestiones clave: la ola de calor parece identificada en el pensamiento colectivo con situaciones nocivas para la salud al dificultar mucho o incluso impedir el descanso tanto por las altas temperaturas diurnas como por las nocturnas. Ello no quiere decir que las altas temperaturas diurnas, sobre todo fuera de estación, no puedan perturbar también la salud, y esa es una cuestión que situaciones como ésta que atravesamos nos debería llevar a considerar. Hasta ahora se ha pensado que esas condiciones más o menos aceptadas para la ola de calor sólo podrían darse de un modo claro en julio y agosto. Rodriguez Ballesteros, el autor de la definición a que hago referencia más arriba -y que, aún sin llegar a ser oficial, goza ya de un amplio consenso-, lo considera también así y por eso su estudio se restringe sólo a esos meses. Incluso justifica no utilizar las mínimas en esa definición dado que, en esos meses, máximas tan altas tienen que ir acompañadas de mínimas también muy altas.
Por tanto, desde mi punto de vista, habría algunas cuestiones a responder tanto por climatólogos como por profesionales de la salud:
a) ¿Debería hablarse de ola de calor -y avisar de ella- cuando ocurran temperaturas muy altas para la época, aunque las mínimas no sean muy elevadas? (Recordemos que AEMET ya dispone actualmente de avisos por temperaturas elevadas además de los avisos especiales por olas de calor)
b) ¿Son también las mínimas de estos días perjudiciales para la salud y el descanso?
c) Si se estableciera la conveniencia de ampliar la definición actual -aunque aún no oficial- de ola de calor a otros meses...¿se calcularían l0s umbrales de igual forma?
Lo que si parece ya de tod0 punto necesario, aunque reconozco la dificultad, es que AEMET, como autoridad meteorológica oficial, establezca unos criterios generales sobre esta cuestión para no crear más confusión y para evitar en lo posible la utilización de distintas opciones. A este respecto cabe reseñar que ya hay algún proyecto europeo, como el EUROHEAT, trabajando en esta cuestión y en el que parecen utilizarse unos criterios distintos para el establecimiento de umbrales.
Pero, junto a todo ésto, me parece muy importante llevar a cabo un estudio, bien sea por departamentos universitarios o por la propia AEMET, sobre si en los últimos veinte o treinta años las entradas de este aire tropical o subtropical están siendo más frecuentes o intensas y, sobre todo, si se están adelantando así como, hasta qué punto, puede ser una manifestación del calentamiento global. A este respecto considero muy interesante el estudio que se está llevando a cabo por un grupo de investigadores españoles sobre el posible alargamiento del verano en Europa y que espero que muy pronto ofrezca sus resultados.
Y llegados a este punto, algunos seguirán diciendo pero... ¿es ola o no lo es? Desde mi punto de vista, la mejor respuesta es que no hay respuesta, porque el enunciado de la pregunta está incompleto. Hasta que ese enunciado se concrete, prefiero -y es mi opinión personal- hablar de un periodo de temperaturas anormalmente altas.
Moltes gràcies
ResponderEliminarLas matizaciones a la definición "ola de calor" se han suscitado debido a la situación que nos está afectando ahora,en pleno mes de mayo,con temperaturas anormalmente altas.La proximidad del verano también contribuye a que el término cobre vigencia y actualidad pero advecciones de aire tropical-continental pueden darse durante todo el año aunque la incidencia de las mismas,de forma obvia y según el mes en que acontezcan,no resulten equiparables.Soy un poco de tu opinión ya que,además,el concepto de "ola de calor" puede implicar otros aspectos que no son estrictamente meteoclimáticos(i.e,sanitarios,peligros potenciales en el desempeño de tareas al aire libre,etc...)Un saludo,Ángel.
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