Es difícil comentar algo que no se haya dicho ya en relación con la situación meteorológica que estamos viviendo en las últimas semanas. Estamos en una primavera muy seca con alguna irrupción circunstancial de aire relativamente frío que deja alguna lluvias débiles por zonas del norte peninsular. Pero lo que predomina es el aire subtropical muy cálido, a veces en forma de dorsales anticiclónicas que con frecuencia tienden a evolucionar a “domos cálidos”. Son estructuras que, como por desgracia ya conocemos, facilitan el alcance de nuevos récords de temperaturas máximas y que generan las condiciones propicias, -junto al estado de la vegetación, seca y con frecuencia sin desbrozar- para que un incendio se convierta con rapidez en un “megaincendio”. En cualquier caso no cabe ignorar que también se han batido algunos récords de temperaturas mínimas del mes de abril dada la extrema sequedad reinante y los cielos muy despejados tras la entrada de algo de aire frío sobre la Península.
Y es verdad que cuando tenemos un domo anticiclónico suele existir alguna dana o borrasca fría al este o al oeste, pero ni se están dando claras retrogresiones en las orientales, ni las occidentales se acercan lo suficiente, además que tampoco muestran una dinámica suficiente como para generar las necesarias lluvias. Lo único a lo que a veces dan lugar es a entradas de polvo africano.
No parece que se vislumbren cambios sustanciales en los próximos diez días si bien parece que nos libramos de otro “domo cálido” que amenazaba ya con afectarnos durante al menos la primera mitad de la próxima semana y que podría ser sustituido a partir del lunes por una débil pero refrescante circulación del nordeste. Mientras tanto la atmósfera intenta que nos llegue desde el Atlántico alguna vaguada o dana pero, de momento, queda en eso, solo en intentos.
Precipitación que podría acumularse durante los próximos diez días según el modelo determinista del Centro Europeo. Salvo en zonas montañosas del norte, las lluvias van a ser escasas o nulas.
Pero a ver si alguna de ellas lo consigue. Todavía nos queda cierta esperanza de que a finales de este mes o principios del próximo pudieran llegar algunas lluvias pero en absoluto serían en la cantidad necesaria para significar un alivio sustancial de la sequía. Después el verano…Luego, ¿será posible que con el cambio del patrón “Niña” a “Niño” nos llegue un otoño e invierno lluviosos?...Ojalá.
En cualquier caso hay dos cuestiones que la clase política debería abordar con más profundidad y con una visión de más largo alcance. Una es más inmediata: el próximo verano. Como estamos viendo el aire subtropical entra -y se queda- en la Península cada vez con más frecuencia y los dichosos “domos” parecen tender a ser cada vez más persistentes (algo que merecería como tantas veces he dicho un cuidadoso estudio)…¿Se están tomando medidas de todo tipo -preventivas y adaptativas- por si nos enfrentamos a un verano como el pasado -señales van dando los modelos estacionales- y encima con menos agua?
Este mapa de predicción para el trimestre junio-julio-agosto elaborado por el Centro Europeo muestra una alta probabilidad de que las temperaturas a dos metros sobre el suelo en gran parte de Europa -y desde luego en España- se encuentren por encima de los valores "normales" del periodo 1993-2016.
Y la sequía. No caben soluciones cortoplacistas. No creo que deba pensarse en resolver problemas mediante trasvases de unas cuencas a otras porque es muy posible que la mayor parte de ellas no van a tener excedentes significativos sino más bien todo lo contrario, vista la tendencia climática. Por otra parte no cabe confiar en que cada tres o cuatro años secos nos venga otro más lluvioso que nos haga “ir tirando” porque, además, ni con algún año así podría solucionarse el problema como ocurría en tiempos anteriores. Con veranos que cada vez “se meten” más en la primavera aumenta la evaporación y el consumo de agua. Por supuesto habrá que intentar aprovechar el agua que pueda caer del mejor modo posible pero hay que plantearse otro tipo de soluciones quizás bastante más duras, pero de todo punto necesarias.