1 de enero de 2015

Visión de enero



Con este fragmento del capítulo dedicado a enero, de mi libro Meses y Tiempos, quiero felicitar el año a todos los lectores de este blog y desearles todo lo mejor en lo personal, profesional...y en su afición meteorológica.
                                                 

               
               Los jardines se mueren de frío;
               en sus largos caminos desiertos
               no hay rosales cubiertos de rosas,
               no hay sonrisas, suspiros ni besos. 

                                                         Juan Ramón Jiménez: Las tardes de enero


Imagen: Mariana

Enero es el invierno profundo, el  mes más frío del calendario, si bien los días se van alargando de forma que, de principio a fin, se gana casi una hora de luz solar. Es un frío que hace reposar a la Naturaleza al tiempo que la prepara para empezar a recibir, muy poco a poco, una mayor energía solar que la haga despertar. Por eso, el saber popular quiere a enero, tranquilo, sereno, frío:

Enero es claro y heladero

o

En enero, el mejor sol, el brasero

Todo va bien cuando:

Diciembre mojado y enero bien helado

Y con toda rotundidad:

Para que el año sea bueno, enero claro y sereno.

Y de esa claridad de los cielos limpios y transparentes de enero, no hay mejor reflejo que este dicho:

No hay luna como la de enero ni amor como el primero

Ese profundo frío, quizás también las resacas de las fiestas que acaban de pasar y la necesidad de emplearse de nuevo a fondo en el trabajo de cada día, hace también de enero un tiempo de soledades, tal como lo refleja Juan Ramón Jiménez en su poema Las tardes de enero, y como de forma mas coloquial, afirma el refrán:

En las mañanas de enero ni se dan los buenos días ni se quitan los sombreros

Pero lo que sí se le pide a enero es que no haga viento, porque entonces la sensación térmica es de varios grados menos y además, de alguna manera, se perturba el efecto beneficioso del tiempo tranquilo en la agricultura. Por tanto:

Enero es buen caballero si no se hace ventolero

Aunque enero está caracterizado por los fríos y los cielos claros, es ésta una verdad a medias porque, si bien su temperatura media de 7ºC es la más baja de todos los meses, la precipitación media, 67 mm, le convierte en el cuarto mes más lluvioso en España.

En general, enero suele comenzar con predominio del tiempo anticiclónico con días tranquilos, fríos y despejados. Sin embargo, no es difícil que hacia Reyes el anticiclón bascule y por su flanco oriental se cuele aire frío del norte o del nordeste. Ello puede dar lugar a una marcada ola de frío y posteriormente a intensas heladas. Así lo refleja el refranero:

Por los Reyes, los días y el frío crecen

Con predominio generalmente anticiclónico durante varios días, lo que hace más generales e intensas las heladas salvo que haya algo de viento del sur, llegamos a mediados de mes donde aparecen las festividades de los llamados “santos de hielo” (San Antonio o San Antón el día 17 y San Sebastián el 20) cuyos “fríos” quedan bien reflejados en el refranero:

Por San Antonio hace un frío de todos los demonios

De los santos frioleros, San Sebastián el primero; aunque dijo San Antón, aquí el mas frío soy yo

Ya en la segunda quincena, o como tarde en la última decena, se suele producir un cambio de tiempo. El anticiclón baja de latitud y deja la entrada libre a las borrascas atlánticas o bien se retira algo hacia el oeste y permite la entrada de vientos del noroeste con algunos frentes asociados. Pueden llegar así las precipitaciones sobre todo a las vertientes Atlántica y Cantábrica acompañadas de una cierta suavización de las temperaturas. Desde el punto de vista de la meteorología popular, éste es un momento significativo de la evolución atmosférica que puede llevar, bien a una continuación del tiempo muy frío, o a una suavización de las temperaturas:

San Vicente el barbado (día 22) rompe el gelado o lo pone mas refinado

En cualquier caso, al tiempo que haga en estas fechas, se le da un cierto carácter predictivo:

Si llueve por San Canuto (día 19), lloverá tres meses justos

o

San Pablo se convierte (día 25) y un año entero advierte

De una forma u otra, no es raro que el  mes se despida con una importante entrada fría y un temporal de nieve conectando ya con los primeros días de febrero.

Cuando se repasan sucesos y efemérides meteorológicas de enero, predominan, como es lógico, narraciones y datos de frío. Sin embargo, aparecen también muchas noticias de temporales de lluvia, nieve y viento, unidos frecuentemente a las penetraciones atlánticas a las que hacía referencia anteriormente. Así, en la vertiente atlántica se han dado con alguna frecuencia inundaciones por fuertes lluvias –quizás también deshielos- tales como en 1970 cuando se desbordaron muchos de los grandes ríos ibéricos o, en 1962, en la Cuenca del Duero. Cabe recordar en este punto la tragedia ocurrida el 9 de enero de 1959 cuando la rotura de la presa de Vega de Tera inundó el pueblo de Ribadelago, junto al lago de Sanabria, causando un gran número de víctimas mortales.

También en el área mediterránea hay noticia de inundaciones en este mes tales como las de la provincia de Girona en 1977, las provocadas por las fuertes lluvias de Baleares en 1978, por las trombas del 2000 en Melilla o del 2010 en Málaga.

Canarias tampoco se ha librado de estas situaciones dada la relativa facilidad con que en invierno el chorro polar desciende de latitud, originando la formación de borrascas frías que provocan fuertes lluvias y vientos. Destacan a este respecto el enero de 1970 o el de 1979 cuando, en muy poco tiempo, Izaña llegó a acumular dos metros y medio de nieve. También, en el del 2005,  una tormenta “anclada” en la Gomera dejó mas de 250 mm en San Sebastián, la capital de la isla, y, más recientemente, el 27 de enero del 2007 la isla del Hierro recogió en un día nada menos que 320 mm.

A veces, las borrascas atlánticas de enero también provienen, como suele ocurrir con frecuencia en invierno, de ciclogénesis explosivas desarrolladas en pleno Atlántico. Como ya se ha comentado, no suelen afectar de lleno a la Península pero, aún así, los fuertes lluvias y sobre todo los intensos vientos sí afectan al cuadrante noroeste peninsular y fundamentalmente a Galicia y área Cantábrica provocando también un gran oleaje en la mar. Destacan mucho los provocados por una perturbación de este tipo los días 23 y 24 de enero de 2009 que llegó a originar una racha de 229 km/h en el observatorio de la Estaca de Bares. También, en 1998, el 13 de enero,  el mismo observatorio midió 180 km/h. Y muy recientemente, en enero y febrero de 2014, en un invierno verdaderamente atípico, varias borrascas atlánticas procedentes en gran parte de las citadas ciclogénesis explosivas, llegaron a provocar olas de mar de fondo que superaron los doce metros de altura en el litoral gallego y cantábrico, causando algunas víctimas mortales e innumerables destrozos.

Aunque muy raramente, a veces en enero son noticia las altas temperaturas. Las causas pueden ser fundamentalmente dos. Una, que afecta al área  Mediterránea, tiene que ver con el ascenso térmico que provoca allí el efecto foëhn cuando los vientos atlánticos descienden hacia el mar. La otra, que afecta a toda la Península y Baleares pero que es si cabe mas notoria en la vertiente Atlántica, está ligada a la entrada de vientos de componente sur, bien por la presencia de un anticiclón sobre el centro o este de Europa o por la llegada de una borrasca atlántica con aire subtropical relativamente cálido y húmedo. En el primer caso, la conjunción  del suave aire  del sur con los cielos despejados o escasamente nubosos, provoca un ascenso de las temperaturas diurnas, aunque por la noche puedan volver a aparecer heladas. Una situación de este tipo se dio los días 19 y 20 de enero de 2007 cuando se registraron valores tales como 26 ºC en Tortosa, 22,6 en Cuenca, 22,5 en Cádiz, 21,2 en Teruel, 19,6 en Ávila o 19,3 en Logroño, todos éstos valores máximos absolutos de sus series para enero. En el caso de que el aire cálido sea también húmedo y entre con rapidez, tal como en el caso de algunas borrascas atlánticas, hay que prestar gran atención a los fenómenos de los deshielos súbitos y también a los aludes debido a la desestabilización del manto nivoso, sobre todo si se han producido poco antes importantes precipitaciones de nieve.


Pero, como decía anteriormente, el fenómeno atmosférico más significativo de enero es el frío, las bajas temperaturas.  En la memoria meteorológica han quedado grabadas para siempre los datos de algunos eneros que destacaron por sus bajísimos registros o por la reiteración de los episodios muy fríos. Cabe recordar en este sentido el enero de 1945 en el que se alcanzó un valor mínimo absoluto de -27,6ºC en Ávila y valores alrededor de los -25 en Calamocha (Teruel), en el embalse de Camporredondo (Palencia) y en Uña (Cuenca).  Fue también en esta situación cuando el observatorio de Madrid-Retiro registró -10,1ºC que es, hasta ahora, su mínima absoluta. Igualmente, el enero del año siguiente, 1946, destacó por sus situaciones de intenso frío, si bien las mínimas más bajas no lo fueron tanto como en el anterior; aún así, en varios lugares tales como Monreal del Campo y Santa Eulalia, ambos en Teruel, o Uña y la Ciudad Encantada en Cuenca, se alcanzaron o sobrepasaron ligeramente los -22ºC. Curiosamente, también enero de 1947 destacó por sus bajísimas temperaturas si bien en este caso se registraron en los últimos días del mes; destacaron  -26,7ºC en Molina de Aragón (Guadalajara), -24,6 en Monreal del Campo y -24,4ºC en Calamocha, ambos en Teruel. 

Aunque de menor importancia que los anteriores por su extensión más reducida, también enero de 1952 registró valores térmicos bastante fríos con una mínima de -28,2ºC en Molina de Aragón (día 28) y otros, ya “más cálidos”, de alrededor de -20 en zonas de las provincias de Cuenca, Soria, Guadalajara o Zaragoza. Otro episodio frío en enero muy notable fue el de 1971, que había comenzado en los últimos días de diciembre de 1970; afectó a toda la Península con intensas nevadas y temperaturas muy bajas. Destacaron sobre todo -28ºC de Santa Eulalia, -27,6 en Camesa de Valdivia (Palencia)  o -27 en Piqueras (Guadalajara) y, en cualquier caso, es de reseñar que fueron bastante los observatorios de España en que se alcanzaron o sobrepasaron los -22ºC. Enero de 1985 también tuvo algunos episodios de mucho frío, pero las temperaturas no alcanzaron valores tan extremados, si bien en algunas zonas de Teruel, Guadalajara, Lleida o Girona se sobrepasaron los veinte grados bajo cero. Ya en el siglo XXI, sólo los eneros de 2005 y 2006 han tenido algunos episodios de frío intenso en los que se han sobrepasado en algunos observatorios los quince bajo cero pero en absoluto comparables a aquellos de los años 40 a 80 a los que me acabo de referir.

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La gran dorsal atlántica se extiende hasta Escandinavia mientras que una DANA, no muy profunda afecta a Canarias. Parece que el Día de Reyes, esa dorsal se "agachará" para dar paso a una vaguada atlántica como suele ser climatológicamente normal


Por el momento, el tiempo está siguiendo la senda climatológica y mantiene el anticiclón hasta el día de Reyes. Veremos si, a partir de ahí, el anticiclón vuelve a reconstruirse y sigue hasta los santos de hielo, o se abre la puerta antes a los temporales atlánticos.

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