4 de octubre de 2012

Avisos meteorológicos: recuerdos y alguna reflexión


El último episodio de lluvias torrenciales mediterráneas ha vuelto a poner de actualidad el tema de los avisos meteorológicos emitidos por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Como en otras ocasiones, se ha creado una cierta polémica sobre sus características, su exactitud o el tiempo de adelanto con que han sido emitidos. Durante bastantes años he “convivido” con esos avisos y desde esa experiencia recuerdo un poco su historia y me permito alguna reflexión.

Hasta mediados de los 80 el entonces INM emitía alguna nota informativa, además de las correspondientes predicciones, en situaciones en las que cabía esperar algún fenómeno excepcional. Fue en 1987 cuando se puso en marcha un primer sistema de avisos para las lluvias mediterráneas que se llevaba a cabo de septiembre a noviembre. Recibió el nombre de Previmet (PREdicción y VIgilancia METeorológica) Mediterráneo. Al año siguiente entró en vigor el Previmet Galernas y en 1992 el denominado Previmet Nevadas. En todos estos planes se trabajó en coordinación muy estrecha con los responsables de Protección Civil y se ensayaron  múltiples tipos de umbrales y de denominaciones de los distintos niveles de aviso. La experiencia acumulada hizo ver que no se podían seguir multiplicando este tipo de planes específicos para distintos fenómenos y con una temporalidad determinada. Hacía falta un plan “todo fenómeno-todo lugar-todo momento”. Desde esa visión se gestó el Plan de Predicción y Vigilancia de Fenómenos Adversos que empezó a estar operativo en 1996.

En el invierno de 1999 un conjunto de profundas borrascas atlánticas dieron lugar a  unos importantes temporales de viento en buena parte de Europa originando víctimas y grandes pérdidas materiales. Un estudio posterior reveló que la predicción efectuada por los Servicios Meteorológicos había sido básicamente correcta pero que no había llegado adecuadamente al público. A la vista de ello los Servicios tomaron la decisión de diseñar y poner en marcha un plan de avisos meteorológicos para toda Europa que gozara en todo lo posible de una base común y homogénea pero que respetara la “climatología” de fenómenos adversos y las especificidades organizativas y administrativas de cada Estado. Así surgió, tras varios años de trabajo cooperativo “Meteoalarm”, el plan de avisos europeo que se presentó para toda Europa en El Escorial el 23 de marzo de 2007 coincidiendo con la celebración del Día Meteorológico Mundial.

Desde el 2001 hasta el 2005 AEMET trabajó en el diseño de “Meteoalerta”, la componente española de “Meteoalarm”, que se puso en operación ya en el 2006. Fue un duro y complejo trabajo. La exigencia que se hacía de proporcionar un mayor detalle espacial llevó a determinar para cada provincia tres o cuatro zonas o “comarcas” meteorológicamente homogéneas. A continuación hubo que determinar para cada una de ellas y basados en estudios climatológicos muy precisos los umbrales de aviso para cada fenómeno meteorológico adverso determinando así cuando debía establecerse una situación amarilla, naranja o roja. Luego hubo que diseñar una nueva operatividad diaria fijando las horas de emisión de avisos de corto y de medio plazo así como una nueva sistemática para la emisión de avisos de predicción inmediata o a muy corto plazo en el momento en que las circunstancias lo aconsejaran. El resultado fue un sistema de avisos moderno, homologado a nivel europeo, con la máxima resolución espacial y temporal posible, umbrales cuidadosamente definidos y con una amplia difusión tanto por Internet, como por las televisiones, aparte de la propia difusión llevada a cabo por las autoridades de Protección Civil. Mi opinión  es que “Meteoalerta” supuso un gran paso adelante en la predicción y vigilancia de fenómenos adversos y donde AEMET puso y pone su mayor prioridad y esfuerzo.

Pero en cualquier caso lo que cabe preguntarse es si ese esfuerzo organizativo y operativo está siendo todo lo útil y eficaz que la sociedad española necesita en el momento actual o requiere algún cambio. Este planteamiento surge con mas fuerza cuando una situación como la recientemente ocurrida deja un saldo de varias víctimas mortales y cuantiosos daños materiales. Evidentemente las lluvias torrenciales no pueden evitarse pero…¿se ha sacado todo el partido posible a los avisos y predicciones por parte de las personas particulares y por los responsables de infraestructuras? Tal como me preguntaba en la entrada anterior de este blog: ¿Les llegaba a las víctimas de uno u otro tipo una información clara y eficaz sobre la situación? ¿Y si no les llegó ¿por qué? Y si la tenían ¿la comprendieron adecuadamente? ¿Fueron conscientes del nivel de riesgo? Y si lo fueron, ¿por qué actuaron de una forma y no de otra?

Todas estas preguntas dan lugar a opiniones de distintos tipos. Se dice que los avisos no se entienden bien o que deben darse antes, que los umbrales no son adecuados o que no llegan a tiempo a su destinatario final. También se comenta que, tal como ya se experimenta en Estados Unidos, los avisos pueden lograr una mayor concienciación si, además de la información meteorológica, incluyen información explícita sobre consecuencias de los fenómenos previstos y de los riesgos que se corren. Y hay opiniones también en la línea de que la difusión de estos avisos debería ser obligatoria por los medios de comunicación.

Pero son opiniones. Para poder revisar y mejorar lo que sea necesario hay que partir de un conocimiento claro de lo que ocurre en la realidad, detectar que falla -si falla algo- y estudiar las correcciones adecuadas. Desde mi punto de vista es una tarea que excede a AEMET y que sería injusto y poco útil que tuviera que resolver solo la Agencia. Como ya he dicho otras veces es un problema conjunto de meteorología, psicología social, protección civil y comunicación y sólo puede ser abordado y resuelto tras un profundo trabajo de campo entre las poblaciones afectadas y un estudio detallado de los resultados por parte de expertos en estas áreas

Después, con las respuestas obtenidas y procesadas, habría que actuar, bien modificando los avisos, o su difusión o presentación. O llevar a cabo campañas de divulgación o concienciación. Creo que podría haber todavía un espacio de mejora.  No podemos quedarnos en la resignación.

4 comentarios:

  1. Le felicito por lo acertado del artículo. La información de emergencias es el tema que me apasiona y llevo 4 años trabajando en ello, en concreto, en un proyecto de infoemergencias. Yo apuntaría como CLAVE en la difusión de los AVISOS y ALERTAS a los Servicios Locales de Protección Civil, dado que son estos órganos los más cercanos al ciudadano, a sus vecinos. Además son los únicos que tienen acceso a su medios locales / comarcales de comunicación. Me ha encantado su artículo y le felicito

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    1. Me alegro que le haya interesado. Coincido en la importancia de los servicios locales de Protección Civil. La información tiene que llegar adecuadamente y a tiempo a cada persona por remota o "desconectada" que se encuentre y al mismo tiempo ayudarla si es necesario a que la sepa interpretar bien.

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  2. Felicidades por el artículo. Muy acertado e interesante. Yo echo de menos que la AEMET publique sus boletines (o enlaces a los mismos) en redes sociales o a través de suscripciones RSS. Incluso a través de listas de correo electrónico. Todos estos medios, independientemente de otras valoraciones que podríamos hacer, pueden contribuir a difundir la información, y a hacer que la población fuese más consciente de la situación.
    Los servicios 112 españoles han tomado buena nota y están haciendo un buen uso de estas herramientas. No hay razón para que la AEMET no lo haga.

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  3. Pues tiene razón Juan. Cuando dejé la Agencia se empezaba a trabajar en ello. Espero que sea pronto una realidad.

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