En los últimos días se están publicando interesantes artículos sobre diversos aspectos de la "barrancada del Poyo" causante de las tremendas inundaciones en la comarca de L´Horta Sud valenciana. Entre ellos aparecen algunos en los que se apunta por una parte, a lo extraordinario de las precipitaciones que dieron lugar a ella -aportando el cálculo de sus larguísimos periodos de retorno-, o en otros a la influencia que puede haber tenido el cambio climático en esa excepcionalidad.
Básicamente todos ellos se basan en conjeturas estadísticas y son muy pocos los que se refieren a la "física" del fenómeno, es decir, a lo qué pasó en la atmósfera para que se produjeran esas extraordinarias lluvias, más allá de la innegable contribución de un mar Mediterráneo cada vez más cálido. Y tampoco se aborda si, en esa "física", pudiera encontrarse alguna posible vinculación con el cambio climático, y no solo por las citadas temperaturas del mar. Investigarlo es fundamental si queremos disponer de criterios sólidos y herramientas adecuadas para conseguir una mejor predicción y vigilancia de estas situaciones. Y, de ahí, minimizar en lo posible riesgos en vidas y bienes así como adecuar en lo posible infraestructuras y urbanismos.
Y aunque a esa "física" ya me he referido en algunos artículos anteriores de este blog (1), (2), (3) quiero profundizar ahora un poco más sobre ella y plantear algunas cuestiones. Como es sabido el cambio climático supone un ascenso de la atmósfera tropical hacia las latitudes medias y, aunque desde un punto de vista climatológico ese avance pudiera aparecer como algo homogéneo, la realidad es que lo hace a través de profundas ondulaciones que dan lugar a amplias y a veces muy estrechas dorsales de aire cálido, con frecuencia muy estacionarias. A ellas se han debido las extraordinarias olas de calor de los veranos de 2022, 2023 y en alguna menor medida de 2024 en distintas zonas del hemisferio norte. A su vez, el cambio climático supone un chorro polar mas debilitado pero muy ondulado y quizás con algunos cambios en su estructura ondulatoria. Ello da lugar a que sus vaguadas -y en su caso las posibles danas resultantes- pueden tener distintas zonas geográficas de formación y distintas trayectorias.
En este contexto a muchos meteorólogos nos extrañó el lugar de formación de la dana que dio lugar a las lluvias del 29 de octubre. En vez de hacerlo en su zona "habitual", entre Azores y Madeira, para trasladarse a continuación hacia el área del golfo de Cádiz y de Gibraltar, se formó sobre el Cantábrico y se trasladó en un movimiento norte-sur hacia el sur peninsular. Ello provocó delante de ella un rápido ascenso de una lengua de aire cálido subtropical, una "dorsal" subtropical de niveles altos. Un aire que en mi opinión -algo que habría que comprobar cuantitativamente- era más cálido a lo que correspondería a finales de octubre.
Pues bien, el contraste en niveles altos entre el aire frío de la dana y el muy cálido de la dorsal -que no la dejaba moverse hacia el este- daba lugar a un fuerte gradiente térmico que, desde el punto de vista dinámico, originaba un fuerte máximo de viento en la circulación de la dana, lo que en la literatura meteorológica anglosajona se denomina "jet streak". Pues bien, cuando ese máximo se acerca a una zona de menor gradiente de geopotencial -podríamos decir de gradiente de presión sin faltar mucho a la verdad- aparecen unas circulaciones de aire a la izquierda de ese máximo que tienden a ajustar los campos de viento y de presión (de geopotencial o de masa en sentido estricto) y que, a su vez, dan lugar a fuertes ascensos verticales con formación -si existe la humedad suficiente- de potentes nubes convectivas y fuertes precipitaciones.
Situados en este escenario, mi hipótesis es que la llegada de ese máximo de viento sobre la Comunidad Valenciana a primera hora de la tarde del día 29, actuó sobre un sistema convectivo ya existente, al que hizo crecer de forma desmesurada a lo que pudo sumarse también la acción de una fuerte cizalladura vertical. Ello dio lugar a las intensísimas precipitaciones sobre la cuenca de recepción del barranco del Poyo a media tarde, y que duraron las tres o cuatro horas que el ajuste de la circulación de altura se desarrolló. Y por supuesto todo este gran crecimiento nuboso fue eficazmente alimentado por el flujo continuo del aire húmedo mediterráneo, que es un elemento "fijo" en estas situaciones mediterráneas.
A las 18,20 horas locales la imagen de Meteosat muestra al anterior sistema convectivo muy desarrollado y con protuberancias convectivas en su zona delantera que deben corresponder con las lluvias más intensas. Entre Murcia y el cabo de la Nao aparecen unas bandas de cirros difluentes que pueden estar relacionados con el proceso dinámico de niveles altos.
A partir de estas ideas surgen algunas preguntas y cuestiones:
a) ¿Influyó el lugar de formación y la trayectoria poco usual de la dana en la consiguiente formación y/o potenciación de la dorsal al este de ella? ¿Puede estar ligado ese tipo de formación -en principio poco usual- a cambios en el chorro polar a consecuencia del cambio climático?
b) ¿Era el aire cálido de la dorsal más cálido de lo habitual para esa época del año y, por tanto, el gradiente y el máximo de viento fueron más intensos que en otras ocasiones? ¿Y entonces lo fueron también los movimientos verticales asociados? ¿Existe aquí por tanto un vínculo con el avance hacia el norte de la atmósfera subtropical mediante dorsales cálidas, tal como en las olas de calor de los pasados veranos, y por tanto con el cambio climático?...¿Fue ese máximo de viento más intenso que en otras situaciones parecidas y fue un elemento claramente diferenciador en relación con la intensidad de la lluvia en una clara "cascada" de energía?
c) ¿Son los modelos de predicción capaces de detectar estos máximos de viento y simular adecuadamente sus fuertes circulaciones asociadas?
d) ¿Se pueden vigilar adecuadamente mediante técnicas de teledetección especialmente por satélite a estos máximos de viento si se dispone de una potente y dedicada actividad de vigilancia y de las herramientas apropiadas?
e) Ante el creciente número de fenómenos adversos, no ya solo en el área mediterránea sino también en otras zonas de España, ¿no sería necesaria una potenciación de los trabajos de investigación y la creación de un centro operativo multidisciplinar, de respuesta rápida, y específicamente dedicado a fenómenos de riesgo como ya he propuesto en otras ocasiones?
Mi particular respuesta a la mayoría de estas cuestiones es afirmativa pero proviene solo de la experiencia de un veterano meteorólogo. Se hace necesario llevar a cabo las investigaciones y acciones necesarias para conocer mejor y adecuarnos a este tipo de situaciones tan cargadas de energía. No confiemos solamente en los estudios y conjeturas estadísticas. Las circulaciones atmosféricas sobre nuestras zonas ya no son en buena medida las que eran y en las que han estado basadas esos estudios, a los que en cualquier caso valoro y respeto.