Coincidiendo con la celebración en Lima de la XX Conferencia sobre el Cambio Climático (COP 20), la OMM acaba de publicar un comunicado sobre el comportamiento de los diez primeros meses del año 2014 en el que, entre otros muchos e interesantes datos, afirma que este año va en camino de ser el más caluroso, o casi, desde que hay registros
y que en buena parte ello es debido a las altas temperaturas de las capas oceánicas más superficiales:
Evolución temporal del contenido de calor de los océanos en la capa 0-700 metros (NOAA) |
También, ayer mismo, el Met. Office británico publicó un informe en el que llega básicamente a las mismas conclusiones presentando también algunos gráficos muy interesantes:
Todos estos son los resultados del gran esfuerzo investigador para lo que se viene en llamar la detección del cambio climático, es decir, determinar sí las series de observaciones de las distintas variables atmosféricas, y en especial la temperatura y la precipitación, muestran una tendencia en un sentido o en otro de una forma consistente desde el punto de vista estadístico. Los resultados están a la vista y son muy significativos.
Sin embargo, lo que más preocupa de forma inmediata al público y a los medios es sí este calentamiento del planeta es el responsable de los fenómenos atmosféricos adversos del día a día y, si la acción antropogénica a través de los gases de efecto invernadero, es la responsable de ello. De este modo, siempre que ocurre un fenómeno atmosférico significativo, y más si
ha tenido un efecto adverso sobre la población, la pregunta más repetida por
los periodistas es sí tiene relación con el cambio climático inducido por el hombre. Y la respuesta de
los meteorólogos ha sido hasta hace muy poco tiempo siempre la misma: Un fenómeno aislado no se puede
nunca atribuir científicamente al cambio climático porque puede quedar dentro
de la variabilidad natural de la atmósfera. Y, en el caso de que
tuviera algo que ver, no podría saberse en qué proporción exacta. Además se
suele añadir que sería la tendencia continuada, creciente o decreciente, de
este tipo de fenómenos la que sí podría estar relacionada con el cambio. El
periodista acepta que ésta es la respuesta científica correcta pero… ahí “no
hay titular” ya que no posibilita ver al cambio climático como responsable de
las situaciones adversas concretas que nos afectan y que es lo que realmente
interesa al público. Pero las cosas están cambiando.
Consciente de la importancia de esa pregunta, tanto por su propio
interés científico, como por su valor en la comunicación y concienciación
pública de los efectos del cambio global, la comunidad científica intensificó
sus esfuerzos a partir de los años 2009-2010 para tratar de contestarla en la
medida de lo posible. Para ello se pusieron en marcha las investigaciones
denominadas de atribución que
pretenden establecer hasta qué punto un fenómeno concreto puede atribuirse a la variabilidad natural o bien que su ocurrencia sea muy dificil de justificar sin tener en cuenta la citada acción antropogénica.
Una primera aproximación son los estudios de tipo puramente estadístico y se basan en el estudio de la serie de datos climatológicos –fundamentalmente
precipitación y temperaturas- de la zona en cuestión. Se encuentra su tipo de
variabilidad a lo largo de los años y se ve hasta qué punto el episodio en
estudio es estadísticamente consistente con esa variabilidad o se “sale” de
ella de forma muy notoria. Si ello fuera así, habría que concluir que, posiblemente, algún
nuevo forzamiento ha actuado en su generación. Naturalmente, para este tipo de
trabajos se necesitan series estadísticas largas y la conclusión que pueda
obtenerse sobre la “rareza” del episodio no permite en modo alguno concluir que
su causa sea la acción antropogénica.
Una metodología mucho más “directa” se basa en la utilización de
modelos de evolución climática, en los que se simula el tipo de situación o
episodio en cuestión, bien dejando funcionar a la propia dinámica atmosférica
sin ningún tipo de condicionamiento externo o bien aplicándolo mediante la
introducción de las actuales concentraciones de gases de efecto invernadero en
la atmósfera. De este modo puede verse si la situación puede explicarse como
resultado de esa variabilidad natural o sólo se reproduce en el escenario en
que están presentes las concentraciones de los citados gases.
En este contexto la American
Meteorological Society (AMS) puso en marcha en el año 2012 una interesante
iniciativa mediante la cual se comprometía a publicar cada año en un número
especial de su famoso Bulletin una
recopilación de artículos sobre la atribución de distintas situaciones adversas
sucedidas durante el año anterior en distintos lugares del mundo. Ya, en la
primera entrega de ese año 2012, se recogían algunas conclusiones muy
interesantes respecto a los años 2010 y 2011 tales como las siguientes:
· Ola de calor de Texas: Estuvo relacionada con el fenómeno de “La
Niña”. Ahora es veinte veces mas probable su ocurrencia en los años de
“Niña” que lo era en la década de los 60.
· Diciembre de 2010 muy frío en el Reino Unido: Sus probabilidades
de ocurrencia se han reducido a la mitad como resultado del cambio
climático inducido por el hombre
· Noviembre de 2011 muy cálido en el Reino Unido: Su ocurrencia
es ahora sesenta veces mas probable que en los años 60
· Graves inundaciones en Tailandia: Sin relación demostrable con el
calentamiento global.
Y, si por abreviar, nos
vamos al resumen correspondiente al año 2013, encontramos informaciones tan
interesantes como éstas:
Olas de calor en Australia, Europa, China, Japón y Corea: La
influencia antropogénica incrementó su probabilidad de ocurrencia o su
intensidad.
Primavera fría en el Reino Unido: La influencia antropogénica disminuye su probabilidad o intensidad.
Fuertes precipitaciones en el centro y sur de Europa: No se halló influencia antropogénica o al menos no está clara.
Intensas nevadas en el área de los Pirineos: Tampoco se halló influencia o al menos no está clara.
Primavera fría en el Reino Unido: La influencia antropogénica disminuye su probabilidad o intensidad.
Fuertes precipitaciones en el centro y sur de Europa: No se halló influencia antropogénica o al menos no está clara.
Intensas nevadas en el área de los Pirineos: Tampoco se halló influencia o al menos no está clara.
Sin embargo, el "problema" de estos informes es que ofrecen sus resultados bastantes meses después cuando ya ha pasado el interés mediático y con ello la oportunidad de una importante concienciación social...y política. Por eso es muy importante la noticia que en la misma nota de ayer daba el Met. Office en el sentido de que había puesto en marcha un procedimiento para determinar de forma rápida la posible atribución de un récord concreto de temperatura al cambio antropogénico. De hecho, en la nota se declara que las actuales temperaturas medias del planeta sería muy improbable que se produjeran sin la influencia humana en el clima.
En cualquier caso, lo verdaderamente
significativo es que se ha establecido una práctica -ya irrenunciable- para
estudiar la influencia del calentamiento global en los principales fenómenos
meteorológicos y climáticos mundiales de carácter adverso. Además de su gran
importancia científica, ello supone un importante paso adelante en la
concienciación a todos los niveles sobre un fenómeno ya en buena medida
irreversible pero quizás todavía parcialmente modulable.
Y de esta forma, los
meteorólogos podremos empezar a contestar a la recurrente pregunta de los
periodistas de una forma cada vez más cercana a la actualidad. Con la información que estos estudios de atribución irán acumulando año tras año, se pueden ya dar pistas e informaciones de gran interés
público. En cualquier caso sería ideal que en un buen programa de divulgación meteorológica
se pudieran explicar con claridad y sencillez los resultados de estos informes.
hola Ángel!
ResponderEliminarcreo que tienes mucha razón, en que debería existir programas meteorológicos que explicaran al público el resultados de estos informes.... de una forma clara y sencilla.
un abrazo