La borrasca -que no tormenta- invernal Jonás (según denominación unilateral de The Weather Channel) que afectó con un gran blizzard y una fortísima marea de tempestad a amplias zonas del este de Estados Unidos, ha dejado cantidades insólitas de nieve acumulada en las ciudades, así como grandes destrozos en zonas costeras donde se afirma que, esa marea de tempestad, fue incluso algo mayor que la que provocó el famoso huracán/tormenta tropical Sandy.
En este caso no ha habido críticas a los predictores y parece que los dos grandes modelos (NOAA y Centro Europeo) ofrecieron predicciones bastante correctas y en general coincidentes. De nuevo se presentaron algunas dudas para el área metropolitana de Nueva York, ya que en esa ubicación, los modelos daban una zona donde la acumulación de nieve pasaría con rapidez de ser muy importante a sólo moderada. Sin embargo, la adecuada utilización de la predicción probabilística -ahora sí- proporcionó una información eficaz y útil.
Sobre la gran intensidad de los fenómenos provocados por esta gran borrasca se han expresado distintas opiniones entre los meteorólogos norteamericanos. Se apunta de forma bastante unánime a que tuvo mucho que ver la anomalía positiva de temperatura en las aguas atlánticas de aquella zona, ya que dotó a la borrasca de una muy importante fuente de energía y de humedad (aunque ambas cosas no vayan separadas). Se comenta también que, quizás, esa anomalía pudo ser debida a la práctica ausencia de huracanes en la pasada temporada, ya que las aguas no se enfriaron como cuando hay una mayor presencia de ellos. Y como esa escasez de huracanes suele ser normal en años con presencia de "El Niño", se ha establecido una posible conexión entre éste y la intensidad de la borrasca.
Por mi parte, y viendo las imágenes del canal WV del GOES-East de esos días, se me ocurre, sólo a modo de hipótesis, la posibilidad de otra contribución más inmediata. Puede verse en ellas como la circulación de la vaguada del chorro polar que soporta a la borrasca acaba de algún modo captando a una circulación tropical/subtropical que procede de una zona del Pacífico donde las aguas cálidas de "El Niño" alimentan una intensa y amplia convección, que inyecta grandes cantidades de humedad en la troposfera media y superior. ¿Contribuyó ese transporte de humedad a hacer más eficiente la precipitación de la borrasca norteamericana e incluso a dotar de más energía a sus vientos? Si fuera así, -habría que probarlo- la contribución de "El Niño" hubiera sido muy directa.
Mientras tanto en la Península Ibérica seguimos sumidos -como hace tantos meses- en el seno de una masa de aire subtropical con poquísimas y débiles -para ser invierno- incursiones del aire polar. Ello da lugar a temperaturas muy suaves de caracter primaveral que, en presencia ocasional de viento sur, está llevando a batir algunos récords del mes de enero, sobre todo en observatorios de la mitad norte peninsular.
Y aunque las temperaturas sean de algún modo primaverales, ya que las todavía largas noches no pueden dejarlas subir más, la circulación atmosférica que nos afecta -alguien pensará que digo una barbaridad- es casi más típica de principios de verano que de primavera. El chorro polar está en general alto de latitud, cuando en estas fechas podría bajar hasta las latitudes canarias, y sólo algunas vaguadas/danas débiles desprendidas de una circulación polar más bien secundaria, hacen bajar algo las temperaturas, al tiempo que "encrespan" un poco al aire subtropical llegando a producir incluso -como la pasada noche- algunas tormentas.
Dado que no parecen verse cambios significativos hacia el frío en los próximos días, todos tenemos puesta nuestra esperanza en febrero. Es curioso que, aún con la mala fama que tiene este mes, tal como reflejan muchos refranes, este año estemos esperando con interés su llegada por ver si nos regala algo de invierno que sentimos como "robado", como algo muy nuestro que algo o alguien nos está quitando.
¿Tiene que ver, una vez más, esta situación con "El Niño? No lo sabemos a ciencia cierta. Lo que sí me permito recordar es que se está cumpliendo la predicción del Servicio Meteorológico británico cuando dijo que la ocurrencia simultánea del cambio de signo de la Oscilación Decadal Pacífica (PDO) y la ocurrencia de "El Niño", podía originar un periodo de tres años -2014, 2015 y 2016- muy cálidos. Hasta ahora se está cumpliendo puntualmente. Esperemos que el declive de "El Niño" -que parece ya a punto de empezar- nos devuelva en 2017 a unas temperaturas más "normales"....y se agradecería también que esa suavización empezara ya este verano.
Pero como vamos de sorpresa en sorpresa...vamos a ver qué pasa con febrero.