3 de mayo de 2012

Los nuevos predictores

Me han comentado que en estos últimos días, en algún medio de comunicación se ha planteado la cuestión de, si a la vista de la alta calidad de los actuales modelos numéricos de predicción, los predictores meteorológicos pueden aportar algo más o simplemente es suficiente utilizar las salidas directas de esos modelos ya que el valor añadido que podrían dar sería muy marginal, en caso de existir. Este planteamiento está siendo un punto de debate importante en en el mundo de la meteorología actual y tiene bastantes connotaciones significativas. Por tanto creo que merece la pena detenerse en él y dedicarle un espacio en el blog.

Mi opinión es que los predictores siguen siendo necesarios, pero siempre que se lleve a cabo una profunda reestructuración de sus actividades y de su formación. Voy a tratar a continuación de fundamentar y razonar este planteamiento.

Indudablemente, la función de un predictor es necesaria si es capaz de aportar ese  valor añadido a que me refería. Durante las décadas de los 80 y de los 90 del siglo pasado ese valor era claro e insustituible debida a la relativa baja calidad de los modelos y a su escasa resolución espacial y temporal. Era muy importante entonces que los predictores realizaran una adecuada diagnosis de la situación real de partida y desde ese conocimiento, y aplicando sus conocimientos de sinóptica y de dinámica, estudiaran hasta qué punto la evolución del modelo resultaba coherente y fiable, al menos durante las primeras 12 o 18 horas, o bien decidir, de entre los dos o tres modelos disponibles, cual representaba la evolución mas creíble para, a partir de ahí, elaborar las predicciones. Por otra parte, la tosca representación de la orografía, hacía que los modelos no simularan adecuadamente muchos efectos regionales y  locales de gran importancia para la predicción y por tanto eran estrictamente necesarios los conocimientos de los predictores regionales especializados.

Ahora los modelos tienen una alta resolución espacial y temporal y han mejorado muchísimo su física; de este modo describen ya muy adecuadamente las particularidades regionales así como un sinfín de detalles a los que no podría llegar ningún predictor. Por otra parte disponemos de toda la potencia de la predicción probabilista que nos hace conocer los distintos escenarios de evolución posibles así como el nivel de incertidumbre que tiene la predicción de cualquier variable. ¿Cuál es ahora por tanto el valor añadido del predictor?

Para responder a ello voy a dar por sentado que vamos a trabajar con toda la potencia de estos modelos incluyendo por supuesto los probabilistas. Si es así, hay una primera conclusión que es obvia: si existe, y seguro que es así, público o medios que demandan, "caiga quien caiga", una predicción determinista, entonces tiene que haber lógicamente predictores que elaboren como determinista la predicción más probable entre las que son posibles y, por supuesto, decidir que se hace cuando hay dos o tres situaciones igualmente probables.

Pero me voy al caso en que se desea trabajar en el marco probabilista. Hay algo que los modelos van a tardar aún mucho tiempo en ofrecernos con la calidad adecuada como para poder utilizar directamente sus salidas: se trata del caso de los fenómenos extremos ligados con frecuencia a adversidades meteorológicas donde los modelos tienen dificultades para ofrecer el detalle cuantitativo, espacial y temporal que se requiere  para las distintas variables y sobre todo en el caso de las precipitaciones. Y no digamos si todo ello va ligado a actividad tormentosa con fenómenos severos. Es verdad que, de nuevo, será la predicción por conjuntos a corto plazo, en la que ahora se trabaja prioritariamente, la que nos ofrecerá de nuevo una visión probabilista de todo ello, pero este tipo de situaciones son de tan alta criticidad que, en cualquier caso, se hace necesaria la existencia de un grupo de predictores de alta cualificación, con buena “ciencia” en su cabeza y conocedores a fondo de todos los recursos que tienen a su disposición, para ofrecer a los responsables de la Protección Civil y al público en general la mejor información posible a muy corto y corto plazo.

Por otra parte es difícil que, aún teniendo disponibles los productos de la predicción probabilista, los usuarios sean capaces de comprender y utilizar por sí mismos toda la potencia de estas informaciones. Ahí, y sobre todo en las grandes aplicaciones para usuarios específicos –transporte, industria, energía, turismo- es necesaria la existencia de buenos profesionales con unos muy buenos conocimientos meteorológicos y de comunicación que puedan actuar como asesores eficaces y específicamente orientados.

Por último quiero referirme al campo de la divulgación. Por distintas razones en las que no me voy a detener ahora, el público demanda cada vez mas las informaciones meteorológicas y las quiere en general con detalle y bien explicadas y presentadas. Para satisfacerlo tampoco estamos utilizando en general toda la potencia disponible. Estoy seguro que con espacios periódicos adecuados en los medios de comunicación, sobre todo televisión, en los que, predictores y divulgadores bien formados utilizaran de forma sencilla y de fácil comprensión toda la riqueza informativa de la nueva meteorología, la sociedad obtendría muchísimos más beneficios de los que obtiene actualmente y agradecería tener una información tan completa sobre algo que  le  interesa continuamente.

Por tanto creo que los predictores siguen siendo de todo punto necesarios siempre que sean más “interpretadores” que “lectores” de mapas y de que se orienten, por una parte, hacia la mejor vigilancia y predicción posible  de los fenómenos extremos, por otra hacia la asesoría especializada para los grandes usuarios y por último hacia una comunicación y divulgación más adecuada y potente hacia el gran público.



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