17 de abril de 2017

Reflexiones y preguntas tras la Semana Santa.

Finaliza una Semana Santa extraordinaria desde el punto de vista meteorológico. Y no sólo por la percepción generalizada de "buen tiempo", sino también porque es bastante poco ordinario que en esta época del año se mantenga la atmósfera estable de un modo casi generalizado durante tantos días. 

Jueves Santo en la Península y Baleares (imagen EOSDIS)

Este año no han surgido protestas de los hosteleros ni críticas a los meteorólogos, pero si se ha producido a mi modo de ver un cambio importante y positivo en el tratamiento informativo de las predicciones para esos días. Si bien cuando ya quedaban muy pocas jornadas para el comienzo de la Semana Santa, se instauraba la idea de que la primera parte del periodo predominaría el "buen tiempo", habían existido muchas dudas previas sobre la posible entrada de una borrasca fría por el noroeste. Los modelos deterministas daban fuertes bandazos de un día para otro, e incluso con una diferencia de 24 horas el modelo del Centro Europeo pasaba de un pronóstico de lluvia y nieve para el Lunes Santo a un tiempo estable y soleado para ese mismo día. 

La situación del Lunes Santo a 500 hPa. En días anteriores, los modelos dudaban mucho -de pasada en pasada- sobre la posibilidad de que la borrasca fría definitivamente estacionada entre Azores y la Península hubiera entrado sobre nosotros.  De haber sido así hubiera provocado un temporal de lluvia y nieve. La predicción probabilística era en aquellos momentos la mejor información disponible.

Una vez que esa duda se aclaró y se vio que la primera parte de la semana el "buen tiempo" estaba casi asegurado, quedaba por ver lo que iba a pasar durante la segunda mitad ya que la continuidad de la estabilidad, al menos sobre el noroeste peninsular, dependía del comportamiento de otra borrasca atlántica, evolución de la primera.

Ante estas situaciones, las predicciones especiales de AEMET para este periodo optaron por la solución a mi juicio más sensata y adecuada: utilizar la predicción probabilística y referirse explícitamente a los dos escenarios posibles y a la probabilidad de ocurrencia de cada uno de ellos, explicándolo de una manera clara y concisa. Por su parte, y reforzando esta iniciativa, algunos comunicadores meteorológicos siguieron este planteamiento e incluso en el espacio de El Tiempo de TVE se aprovechó esta situación para esbozar de forma elemental en que consistía la predicción probabilística y su importancia. Todo ello fue asumido con normalidad.

Creo que es el camino correcto y quiero felicitar a todas las personas que han llevado a cabo esta iniciativa, al tiempo que las animo a que se mantengan en esa línea, al menos en situaciones conflictivas o en las de gran impacto social. Y es algo que se hará más sencillo e inmediato cuando AEMET difunda en su web los distintos escenarios probabilísticos, algo que,  de algún modo,  ya hizo a través de twitter en esta pasada situación. 

Pero, aún siendo prácticamente el mismo, el "buen tiempo" de Semana Santa pasa ahora a ser "mal tiempo" por falta de lluvias.  Si bien desde hoy y durante los dos o tres próximos días surgirán tormentas, y probablemente algunas de marcada intensidad,  no será mucho lo que puedan solucionar, siendo casi lo más importante que el granizo no provoque muchas pérdidas. 

La verdad es que preocupa bastante la escasez o ausencia de lluvias en muchas zonas de España, donde algunos cultivos están siendo muy afectados.  Y los modelos probabilísticos no son muy optimistas para los próximos ocho o diez días, pudiendo llegar al final de abril sin precipitaciones significativas. 

Los mapas del índice estandarizado de precipitación de AEMET son muy claros a este respecto. Si vemos el correspondiente al último año:


podemos observar como, salvo algunas zonas mediterráneas afectadas por los dos últimos y extraordinarios temporales, el resto de las zonas muestra una gran escasez de lluvias, más acentuada en la mitad norte peninsular.

Pero el problema viene de lejos. Podemos ver el mapa del índice calculado para los dos últimos años:



O, incluso, para los tres últimos:



¿Estamos pues ante una de las típicas sequías típicas del área mediterránea? (sin perder de vista que el archipiélago canario también está afectado). ¿Hay algo distintivo en ésta? Qué interesante sería que se llevaran a cabo estudios de atribución para ver su relación -o no- con el cambio climático y conocer la probabilidad de que ésta sea una más de nuestras periódicas sequías o puede marcar algún tipo de tendencia a largo plazo.

Por otra parte, y aunque el estudio de los regímenes de precipitación en la Península resulta muy complejo, parece confirmarse un cierto descenso del valor cuantitativo durante las últimas cinco décadas, así como un acortamiento del periodo húmedo y una cierta tendencia  hacia una mayor concentración de las precipitaciones en el periodo otoñal. ¿Es ésta una consecuencia del cambio climático que viene para quedarse y a la que nos tendremos que adaptar?