1 de octubre de 2015

Visión de octubre



Con esta entrada dedicada al mes de octubre y extraída del capítulo correspondiente de mi libro Meses y tiempos, completo mi visión de los doce meses del año que he venido publicando desde el pasado mes de noviembre.




 Visión de octubre

Octubre es un mes “serio”. Tras los primeros adelantos de septiembre, en octubre el otoño se instala ya de modo definitivo. El aire polar comienza a descender de latitud, más tímidamente durante la primera quincena, dando lugar a algunos episodios característicos tales como el cordonazo de San Francisco (día 4). El “cordonazo” no es sino el paso de un frente por el tercio norte peninsular que deja algunas lluvias en esas zonas y provoca un refrescamiento en la mitad norte, sintiéndose ya un ambiente casi otoñal, tal como atestigua el refrán:

La otoñada mas segura, San Francisco la procura

Pero todavía llegan algunos penúltimos recuerdos del calor en forma de “veranillos”. Así, tras el “cordonazo”, suelen venir algunos días tranquilos y soleados que se conocen como el veranillo de las rosas otoñales o del Pilar y que muchas personas del interior de la Península consideran como el periodo de tiempo mas agradable del año:

El otoño en Castilla es una maravilla

 Si bien durante las horas centrales del día las temperaturas son muy agradables, las madrugadas empiezan a ser frías apareciendo ya algunas heladas débiles por las tierras altas del interior peninsular. La gran diferencia de temperaturas entre unas horas y otras hace que las personas tengan muchas dudas sobre qué ropa ponerse y aparecen ya los primeros catarros de la temporada. En cualquier caso, la bajada de la temperatura media del mes es notable ya que pasa de los 20,3ºC de septiembre a los 15,4.

En Octubre de la sombra huye; pero si te pones al sol, cuida de la insolación

Sin embargo, un tiempo seco aunque pueda ser algo frío, es ideal para rematar las labores de vendimia que se harían muy difíciles con suelos encharcados.

Una vez que pasa el Pilar suele empezar otro ciclo meteorológico, como de nuevo atestiguan diversos refranes:

Hacia la Virgen del Pilar, el tiempo comienza a cambiar

El chorro polar baja más de latitud, ya sea en bloque o en configuraciones muy onduladas, pero normalmente, de una forma u otra, las lluvias otoñales empiezan a llegar de modo que la precipitación media del mes es de 69 mm, 26 más que la de septiembre. Son precipitaciones muy esperadas para las labores de siembra ya que es prácticamente imposible hacerlo sobre los suelos resecos por la sequía veraniega.

A la primera agua de octubre, siembra y cubre

Cuando estas lluvias se retrasan y el otoño empieza seco, la preocupación de los agricultores es grande; la situación se torna angustiosa si esa ausencia de lluvias se sigue prolongando durante el transcurso del otoño, y no sólo por la afectación a las labores agrícolas, sino por el descenso continuo de los niveles de los embalses con su incidencia en el abastecimiento a pueblos y ciudades.

Si la bajada del chorro es “en bloque”, se establece una circulación de carácter zonal, es decir, de oeste a este, con arrastre de frentes y borrascas atlánticas. Dependiendo de la latitud concreta por la que transiten, originan temporales de lluvias más o menos significativos, bien por el cuadrante noroeste peninsular o por toda la vertiente atlántica. Son los temporales de vientos ábregos o llovedores, tan conocidos, y generalmente tan deseados, en la vertiente atlántica siempre que lleguen en el momento adecuado, pero que, sin embargo, originan un tiempo seco y cálido en las vertientes cantábrica y mediterránea. Ocasionalmente, algunas de estas borrascas fueron en su origen ciclones tropicales que recurvan su trayectoria en pleno Atlántico y se dirigen hacia latitudes más altas. En ese camino van abandonando su naturaleza tropical, en la que toda su energía la obtenían de procesos convectivos, y adquieren otra de carácter extratropical en la que ahora esa energía proviene del choque entre masas de aire cálidas y frías. Este tipo de borrascas son, en general, muy poco frecuentes en el área de la Península Ibérica ya que suelen dirigirse mas hacia el norte. Alguna vez pueden afectar sobre todo a Galicia y área Cantábrica, donde originan fuertes vientos y, a veces, intensas precipitaciones. Así ocurrió con la borrasca procedente del ciclón tropical Hortensia que llegó a Galicia a principios de octubre de 1984 con rachas de 140 km/h seguida, poco tiempo después, ya en noviembre, por la procedente del ciclón Klaus y que no debe confundirse con otra profunda borrasca, también denominada así, procedente esta vez de una ciclogénesis explosiva y que también afectó a Galicia y al área Cantábrica en enero de 2009.

Ahora bien, si lo que predomina es una circulación de carácter mas bien meridiano, con marcadas ondulaciones del chorro y generación de depresiones aisladas en los niveles altos (DANAs), las lluvias suelen tener mayor intensidad debido a la gran inestabilidad que suele acompañar a este tipo de perturbaciones. Aunque pueden afectar a todas las regiones españolas dependiendo de su ubicación concreta, las más importantes suelen registrarse en zonas cercanas a los litorales, ya que el agua del mar, todavía cálida, origina sobre ella un “colchón” de aire cálido y húmedo que es el mejor “combustible” para el desarrollo de las grandes nubes convectivas típicas de estas situaciones. La mayor frecuencia corresponde al área mediterránea –donde la lista de fechas de grandes inundaciones incluye prácticamente a todos los días del mes- debido a una cierta tendencia de las DANAs a ubicarse sobre el triángulo Gibraltar-Madeira-norte de Marruecos. De esta forma, la depresión presenta su zona delantera, la de mayores velocidades verticales ascendentes, sobre el Mediterráneo español. Situaciones tales como las del 13 de octubre de 1957 y el 20 de octubre de 1982 en la Comunidad Valenciana o el 20 de octubre de 1973 en Andalucía oriental han quedado inscritas en la memoria colectiva española como símbolos de estos diluvios.

Pero también pueden aparecer estas copiosas lluvias, aunque con menor frecuencia, en otras zonas españolas. Así, en el área Cantábrica, cabe recordar algunas situaciones tales como las acaecidas el 13 de octubre de 2005 con registros de 243 mm en Piñeres (Cantabria) y 238 en Amieva (Asturias) con una DANA situada sobre el centro peninsular o la del 14 de octubre de 1953 en Guipúzcoa con 314 mm en Oyarzun y 237 mm en Legazpia en el marco de una situación muy parecida a la anterior. En estos casos, si bien el aire húmedo cantábrico juega un papel primordial en la producción de las precipitaciones, se ha observado, sobre todo en las que se generan en Euskadi, el aporte de aire mediterráneo que remonta a través del Valle del Ebro succionado por la zona de convergencia en superficie, a veces una verdadera borrasca, que se establece en aquella zona. Por otra parte, también  Canarias pueden verse afectadas por estas situaciones cuando la vaguada atlántica se hace muy profunda y afecta a esa zona pudiendo a veces llegar a cerrar una DANA. Una situación de ese tipo fue la del 23-24 de octubre de 1987 que dejó 250 mm en Anaga (Tenerife), 190 en La Gomera y más de 100 en La Palma.

Por tanto, si la evolución es la normal, octubre es un mes que suele ser generoso en lluvias aunque predominen más en unas u otras de las regiones españolas dependiendo de la configuración concreta que adquiera la circulación del chorro. No es extraño que durante el mes se sucedan ambos tipos: a veces una circulación zonal con pequeñas ondas embebidas y sus correspondientes frentes finaliza con el avance de una onda mucho mas marcada que acaba cerrándose y dando lugar a una DANA. Y no cabe olvidar que, a veces, estas ondas tan marcadas llevan un aire muy frío en su seno de modo que pueden dar lugar a un prematuro temporal de nieve por encima de los 1000 o 1200 metros tal como ocurrió en los últimos días de octubre de 2008 en zonas de Castilla y León y del interior de la Comunidad Valenciana.

Es curioso, en cualquier caso, la importancia predictiva que la meteorología popular otorga a las lluvias de octubre y que se resume en:

Cuando llueve en la luna de octubre, siete lunas cubre

 Aunque ha existido alguna controversia sobre, a qué fase concreta de la Luna se refiere, un experto astrometeorólogo, José Luis Pascual, entiende que se habla más bien del carácter general del mes de octubre.




2 comentarios:

  1. Hola Ángel. Muy didáctico, como de costumbre. Aunque creo que para normalizar el uso de la palabra "dana" deberíamos empezar a escribirla con minúsculas, aunque sea un acrónimo, del mismo modo que lo hacemos con "ovni" o "láser", ya que se trata de un nombre común, no de un nombre propio.

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  2. Gracias Alex. Pues nunca se me había ocurrido, pero puede que tengas razón. Lo voy a pensar y a consultar con algunas otras personas y vemos.
    Un abrazo.

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