27 de noviembre de 2012

Mientras el CO2 crece...el interés político decrece


Según la Organización Meteorológica Mundial, en 2011, la cantidad de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera alcanzó un máximo sin precedentes. Entre 1990 y 2011, se registró un aumento del 30% en el forzamiento radiativo, -el efecto de calentamiento en nuestro clima- debido al dióxido de carbono (CO2) y otros gases de larga duración que atrapan el calor.

Coincidiendo con el inicio de la Conferencia de Quatar sobre el cambio climático, la Organización Meteorológica Mundial ha hecho público un comunicado de prensa en el que advierte de la imparable progresión en la atmósfera de los gases de efecto invernadero. En el mismo se expresa también una gran preocupación por la situación de los sumideros de carbono teniendo en cuenta la acidificación creciente de los océanos,  lo que indica que éstos siguen absorbiendo continuamente más y más dióxido de carbono. Este proceso  puede estar afectando ya claramente a la vida de los animales marinos y por tanto a la cadena alimentaria submarina.

Confieso que he tardado un poco en decidirme a escribir esta entrada del blog porque la cuestión puede ya resultar un tanto “cansina” tanto para el que lo escribe como probablemente para el que lo lee. Sin embargo es imposible dejar de hacerlo cuando se observa el desinterés creciente de al menos la gran mayoría de los gobiernos, tal como se refleja en los magros resultados que se esperan de la cumbre  de Quatar. Por si fuera poco a ello se suman también las declaraciones de algún responsable meteorológico que, mas allá de las claras y rotundas declaraciones de la propia Organización Meteorológica Mundial y de la recientemente emitida por la American Meteorological Society, sigue poniendo en tela de juicio sin ningún argumento concreto la realidad del cambio climático inducido en gran medida por la acción antropogénica.

Es curioso como a medida que avanzan las certidumbres científicas sobre la realidad del fenómeno y de la atribución de varios de los últimos fenómenos adversos registrados a nivel mundial al calentamiento global, la clase política mundial siga encerrada en una visión cortoplacista centrada –esta vez-  en la crisis económica internacional.  En mi opinión esa crisis es en buena medida el resultado de unas opciones de desarrollo incompatibles con una evolución armoniosa y sostenible de la humanidad, como lo es también, en un alto porcentaje, el calentamiento global. Dos caras de una misma moneda que sólo puede manejarse y gestionarse adecuadamente yendo a las raíces del problema.  Sólo una acción constante y sin desfallecimientos de cada uno en su esfera social, grande o pequeña, puede ir logrando una mayor concienciación y una mayor presión sobre los gobiernos. Pero, ¿será suficiente? ¿Estamos todavía a tiempo? No lo sé, pero lo que está claro es que no está permitido desfallecer en este empeño.

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