24 de octubre de 2012

Las fugaces visitas de los "llovedores"


A partir de hoy -y previsiblemente hasta el viernes o sábado- la Península Ibérica va a estar afectada por una circulación de vientos del suroeste que arrastrarán sucesivas bandas frontales con lluvias abundantes en toda la vertiente atlántica y sobre todo en el sur y suroeste peninsular.

Estos vientos del suroeste que transportan masas de aire muy húmedas desde el área Azores-Madeira-Canarias hacia la Península han recibido desde antiguo, y sobre todo en el ambiente rural, el nombre de “ábregos” y también muy adecuadamente el de “llovedores” ya que eran –ahora ya no tanto- los principales proveedores de lluvias en tierras de Castilla, Extremadura y Andalucía occidental. Una interesante información sobre la denominación “ábrego” puede encontrarse aquí.

Vivir, como en los próximos días, una situación de “ábregos” es un verdadero regalo al menos para estas zonas geográficas a las que me refiero. En primer lugar, como apuntaba más arriba, como el mejor remedio para la sequía. Sus lluvias son  en general de carácter moderado y tranquilo, sobre todo en el interior peninsular ya que en zonas cercanas a las costas del sur y suroeste pueden originar a veces auténticos diluvios. Es una lluvia que, al no ser en general intensa, provoca menos escorrentía, empapa la tierra y recarga los acuíferos, algo fundamental en estos momentos en que hemos acabado un año hidrológico muy seco.

Mapa de superficie previsto para el 25 de octubre a mediodía y elaborado por el Met. Office británico. Puede verse la borrasca atlántica centrada al oeste de Galicia y sus bandas frontales asociadas dirigiéndose hacia la Península en el seno de una corriente de vientos "ábregos" o "llovedores"


También es un regalo porque son situaciones que cada vez abundan menos. Los que vivimos en las décadas de los 60, 70 y 80, en especial las personas del medio rural y las que nos dedicamos a la meteorología, recordamos con nostalgia –o quizás hasta mitificamos un poco- aquellos temporales de lluvia de otoño e invierno en los que las borrascas atlánticas pasaban una tras otra sobre la Península con sus frentes cálidos y fríos en un régimen general de “ábregos”. Recuerdo aquellos mapas dibujados con tiza que presentaba Mariano Medina en TVE donde aparecía una sucesión -“un  rosario” decía a veces- de tres o cuatro borrascas ocupando el Atlántico, “ensartadas” como cuentas en sus respectivos frentes y dirigiéndose hacia España. A veces los temporales atlánticos eran tan continuados y pertinaces que en los campos de Castilla se hacían rogativas “per serenitatem” en vez de las típicas implorando lluvia.

Aunque no conozco ningún  estudio específico sobre la cuestión, mi impresión es que estos temporales del oeste y del suroeste empezaron a escasear cada vez más durante la década de los 90 y así siguen. El último gran temporal de este tipo ocurrió durante el invierno 2009-10 después de bastante tiempo sin haber tenido otro de esas características. El “chorro polar”, que es el que de algún modo crea ese tipo de borrascas y las arrastra, baja en general menos de latitud y afecta menos a España. Este chorro tiene también una tendencia a ondularse cada vez de forma mas acusada, algo que han puesto de manifiesto varios estudios relacionándolo con el cambio climático, y a lo que ya me referí en esta otra entrada del blog.  Estas ondulaciones tienden a llevar a estas borrascas desde su formación en pleno Atlántico en una trayectoria suroeste-nordeste hacia Groenlandia y el Ártico contribuyendo al calentamiento que se observa en esas zonas…y de algún modo hurtándonos en buena medida nuestros temporales de “ábregos”.

Es curioso que esta menor frecuencia de temporales atlánticos podría significar también una disminución clara de las precipitaciones en la vertiente atlántica. Los estudios climatológicos no parecen detectarla si bien muchos habitantes de los pueblos de Castilla sí afirman notarla. En cualquier caso, si no existe disminución,  querría decir que las lluvias se obtienen más de borrascas frías y situaciones tormentosas y por tanto  tienen carácter mas irregular e intenso… y no son las  que mejor se pueden aprovechar. Y la tendencia a ese tipo de precipitaciones sí parece detectarse de algún modo.

Y el tercer regalo es disfrutar de esta lluvia de los “llovedores” allí donde no sean demasiado intensos. En días así es hermoso pasear por los campos castellanos o las dehesas extremeñas viendo como la naturaleza se transforma y revive con esta lluvia y este aire del océano. Es también agradable ver nuestras ciudades envueltas en este ambiente húmedo y suave. Habrá que hacerlo pronto porque la situación no parece que vaya a durar mas allá del viernes o como mucho del sábado. Hay algún indicio en los modelos a medio plazo de que en siete u ocho días los “ábregos” pudieran volver a  visitarnos de una forma curiosa…pero es pronto para saberlo. En cualquier caso, ojalá sus visitas no fueran tan fugaces.

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