13 de diciembre de 2018

Algunas apuntes y reflexiones tras la reunión sobre fenómenos meteorológicos adversos y cambio climático

El pasado martes, 11 de diciembre, tuve ocasión de participar por amable invitación de AEMET en la jornada organizada por la Agencia en la Universidad de Valencia sobre fenómenos meteorológicos adversos en el Mediterráneo y cambio climático. Tras la apertura por parte de las autoridades, la jornada constó de una  conferencia magistral de Agustí Jansà seguida por dos mesas redondas integradas por reconocidos expertos en el tiempo y clima mediterráneo desde distintos enfoques  y finalizó con un coloquio general que tuve el honor de moderar. Coloquio que, por causas del todo ajenas a la organización, vio su duración reducida a la mitad del tiempo previsto y con la ausencia ya de algunos participantes. En cualquier caso, la asistencia fue muy numerosa con representantes tanto del mundo universitario, del meteorológico y climático, de la protección civil y de la comunicación. 

Imagen del coloquio en Valencia (fuente METEORED)

No es mi intención comentar todo lo expuesto por cada uno de los ponentes -
aquí puede consultarse un interesante resumen realizado por Juan José Villena- sino más bien recordar algunos datos y planteamientos que me resultaron significativos y exponer mis opiniones sobre ellos. 

Así, por lo que respecta a la situación actual del clima mediterráneo y de la evolución que está experimentando, se constató: 

a) el aumento en la región de la temperaturas medias sobre todo en verano

b) la ampliación de los días de características veraniegas, más hacia la primavera y algo menos hacia el otoño

c) el aumento de las noches "tórridas" 

d) la dificultad de encontrar una tendencia en el régimen de las precipitaciones, si bien podría pensarse en una cierta disminución de los episodios de grandes lluvias pero con tendencia quizás a un aumento de su torrencialidad 

y e) algo que resulta muy importante a mi juicio: la aparición de episodios de precipitaciones intensas o torrenciales ya en cualquier época del año. 

En este contexto, y tanto en la intervención de apertura del Secretario de Estado de Medio Ambiente como en la de algunos ponentes, quedó claro como el proceso de vigilancia y aviso de los fenómenos atmosféricos adversos no es sólo una cuestión de carácter meteorológico sino que la meteorología es un eslabón muy importante, pero un eslabón más de una cadena en la que intervienen, además de los meteorólogos, también hidrólogos, expertos en protección civil y organización del territorio, comunicadores... y yo me atrevería a decir que también psicólogos sociales y técnicos en sistemas de comunicación.

Desde el punto de vista de la evolución en el contexto climático, se comentó que, así como no es difícil pensar en una mayor frecuencia de las olas de calor, es muy complicado encontrar una señal clara por lo que respecta al comportamiento de las precipitaciones futuras, si bien parece claro que la torrencialidad podría ir en aumento si el ascenso de  las temperaturas es, por sí mismo, capaz de generar una convección más intensa. Algo parecido se piensa sobre los medicanes: Es posible que no aumente su frecuencia pero sí la intensidad de sus fenómenos adversos asociados. 

Pues bien, en el marco de estos datos y argumentos, me parecen claras un par de reflexiones que paso a exponer. La primera es que la evolución de los distintos factores pero, sobre todo, la expansión de las precipitaciones intensas, quizás cada vez más súbitas y torrenciales, a cualquier época del año, hace necesario un replanteamiento de los planes de avisos, avisos en los que deberían incluirse también, como oportunamente apuntó el profesor Martín Vide, los de "noches tórridas" por su gran impacto social, sobre todo en personas mayores.  

Si bien me consta que AEMET está trabajando en ese sentido, creo, en la línea que exponía más arriba, que una modificación sustancial de nuestro sistema de avisos -y de comunicación al público, a todo el público-, es algo que no sólo involucra a AEMET sino a otros muchos estamentos, y que podría ser muy oportuno que desde Presidencia del Gobierno junto con los Ministerios de Interior y de Transición Ecológica, se organizara una reflexión profunda sobre ello así como el diseño de un serio plan de acción en el que intervengan todos los sectores -o eslabones- de esa cadena a los que antes me refería. De este modo se podría llegar a disponer de un sistema por el que, a través de distintos medios, pero sobre todo de los teléfonos móviles, se alcanzara al mayor número de personas, y por el que se recibieran informaciones, frecuentemente actualizadas, sobre qué se espera, cómo me puede afectar y qué recomendaciones se me hacen.

Por lo que se refiere a las incertidumbres sobre la evolución de las precipitaciones en el área mediterránea en el contexto del cambio climático y, de alguna manera también en el resto de España, sigo pensando en que, así como hay muchos trabajos científicos sobre la posible evolución del chorro polar y sus estructuras asociadas, hay muy pocos -o al menos yo no los conozco- sobre la evolución de la atmósfera tropical y subtropical en zonas cercanas a España -incluyendo por supuesto el área mediterránea y, por tanto, sobre sus posibles precipitaciones asociadas. Creo que con el apoyo económico institucional que fuera necesario, y quizás con AEMET como núcleo coordinador y "animador", ese tipo de estudios deberían potenciarse, así como los de atribución de fenómenos adversos sucedidos o que vayan sucediendo, expresados siempre, -como no puede ser de otra manera- desde un planteamiento probabilista y adecuadamente expuestos al público.

En estas líneas expreso, como siempre hago, mis opiniones personales que por supuesto pueden ser erróneas o, por supuesto, muy matizables. En cualquier caso tengo la sensación de que se van extendiendo cada vez más las reflexiones de este tipo y que se va haciendo ya muy necesario que, como decía anteriormente, se organice y dinamice desde las altas esferas de la Administración una reflexión profunda, amplia e integradora sobre estas cuestiones si queremos avanzar eficazmente tanto en la protección de vidas y bienes como en la planificación de futuro en un entorno climático tan cambiante. 

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