21 de septiembre de 2016

Noticias, reflexiones e incertidumbres de septiembre

Septiembre es con frecuencia un mes de extremos. Ese mes que, "o seca las fuentes o lleva los puentes", se está  esta vez decantando por lo primero, si bien las lluvias cantábricas provocadas por esa curiosa borrasca -que para algunos tuvo un cierto tinte subtropical-, las de Cataluña, unidas a algunas entradas frías y las más recientes de Baleares provocadas por una pequeña dana subtropical, han aliviado algo la sequedad en esas zonas. Pero tanto amplias zonas de la vertiente atlántica como, sobre todo, buena parte de la mediterránea, siguen a un mes antes de cerrar el año hidrológico, con un acusado déficit de lluvias como bien refleja este mapa recién publicado por AEMET:

Porcentaje de la precipitación acumulada entre el 1 de octubre de 2015 y el 15 de septiembre de 2016 (AEMET)
Pero si el mes ha sido escaso en lluvias no lo ha sido tanto en acontecimientos meteorológicos. A la tremenda entrada cálida -yo diría tórrida de principios de mes- sucedió la aparición de esa curiosa borrasca cantábrica a la que antes me refería y, casi junto con ella, el acusado descenso de temperaturas en gran parte de las regiones españolas provocado por una baja fría.

Creo que esa tremenda entrada del sur, que tantos récords pulverizó, merece un estudio detallado y estoy seguro que ya se estará haciendo. Quizás, en ese contexto, habría que ver si se trata más bien de un episodio aislado o se englobaría en la tendencia hacia la que apuntan varias investigaciones de bruscas oscilaciones norte-sur unidas a un chorro  cada vez más ondulado debido al calentamiento de las regiones polares. De hecho, algo así es lo que ha sucedido este mes cuando a esa entrada cálida sucedió el marcado bajón térmico que tanto desestabilizó a muchas personas. En cualquier caso, y como viene ocurriendo desde hace tiempo, la anomalía cálida fue más significativa que la fría, lo que indica que el cómputo final de las entradas norte-sur y sur-norte resulta finalmente cálido.

Por lo que respecta a la borrasca cantábrica, cuya naturaleza tantas dudas suscitó entre quienes veían una pura seclusión cálida (lengua cálida que se desarrolla en la fase final de algunas borrascas extratropicales) y los que apreciaban rasgos subtropicales, quizás sería también interesante un estudio. Probablemente podría estar orientado hacia hasta qué punto es un fenómeno inédito en el Cantábrico -algo a lo que apuntaba Météo France al tiempo que señalaba rasgos subtropicales- o es algo que ha sucedido alguna vez más, como yo tiendo a pensar. Y sería importante para ver si las estructuras con rasgos de tropicalidad o subtropicalidad van apareciendo cada vez más hacia el norte.

Pero tras todas estas consideraciones, surge -como el dinosaurio que todavía está ahí cuando te despiertas- la cuestión de cuándo van a llegar las necesarias lluvias. Los mapas a medio plazo son poco halagüeños cuando apuntan -y con una probabilidad reseñable- hacia el establecimiento sobre España de una gran dorsal cálida, que de prolongarse durante la primera semana de octubre, podría dar lugar a la caída de algún récord de ese mes. 

Mapa probabilístico de 500 hPa previsto para el primer día de octubre. La dorsal se marca con una apreciable certeza si bien podría no estar tan extendida hacia el norte. Por otra parte aparece una cierta posibilidad de una entrada fría del norte-nordeste. Sin rastro de un posible temporal de lluvias (fuente: ECMWF)
Aunque a más plazo cualquier predicción baja mucho su fiabilidad, cabe notar que los modelos estacionales apuntan más bien hacia el tiempo seco. 

Mapa de predicción estacional elaborado por AEMET para el trimestre septiembre-noviembre. La probabilidad de tiempo seco es predominante
En este contexto es importante hacer referencia a la noticia que ha saltado a los medios en los últimos días sobre una importante alteración en el ritmo de la QBO. La QBO (Quasi biennial oscillation) es un patrón de circulación en los vientos estratosféricos en zonas ecuatoriales que cambian periódicamente su dirección. Cada ciclo de esta oscilación comienza con una fuerte corriente de vientos del oeste que fluyen como un cinturón en la estratosfera ecuatorial. En el transcurso de más o menos un año, estos vientos se debilitan y descienden de altitud hacia la zona más baja de la estratosfera al tiempo que son remplazados por vientos del este. A continuación, estos vientos del este van también descendiendo de altitud y debilitándose al tiempo que, de nuevo, se refuerzan los "oestes".  Se mantiene así un ciclo que, de media, suele durar 28 meses. 

Pues bien, la noticia a la que hago referencia y que saltó a los medios a primeros de mes, apunta a que, a finales del 2015, y por primera vez desde que se viene observando la QBO, empezó a notarse como los vientos del oeste, que habían comenzado a descender, interrumpieron ese descenso y comenzaron a ascender de nuevo, cortando el descenso de los "estes" y no permitiendo su total establecimiento. Pero, al mismo tiempo, unos nuevos "estes" aparecieron en la parte más baja de la estratosfera por debajo de los "oestes" que ascendían. En cualquier caso, en el pasado mes de junio, parecía que ya los "oestes" habían reemprendido su ciclo normal de descenso. 

La causa que ha originado esta anomalía no está clara. Se apunta por un lado a su relación con el fuerte -y para algunos extraño- "El Niño" que hace poco ha finalizado, o bien con procesos ligados al cambio climático...¿O podría ser una fluctuación dentro de la variabilidad natural?

Sea uno u otro su origen, la mirada está puesta ahora en la relevancia que esta anomalía pueda tener en el tipo de circulaciones que nos afecten este otoño y por tanto en si vamos a tener mas o menos lluvias. Como es sabido los vientos estratosféricos afectan, aunque con un cierto retraso, a las conexiones entre las latitudes tropicales y las medias. En este contexto, hace un par de días, un periódico recogió las declaraciones de Ernesto Rodriguez Camino, uno de nuestros mayores expertos en temas de cambio climático y predicción a largo plazo, en las que apuntaba que, como consecuencia de esta anomalía de la QBO, es probable que en el próximo invierno el chorro polar fluya más hacia el norte y con él las borrascas atlánticas; algo que significaría menos lluvias para la Península Ibérica. Y a este respecto cabe señalar cómo el Met. Office británico refuerza su campaña de poner nombres elegidos por votación popular a las borrascas que afecten a las Islas Británicas durante los próximos meses y que potencialmente puedan producir adversidades por lluvia y viento.

Todo orienta hacia un otoño-invierno más bien parco en precipitaciones. Pero, como vemos, la atmósfera es tan compleja y nuestro conocimiento de su dinámica es todavía tan poco completo que cualquier predicción estacional, sobre todo en latitudes medias, tiene siempre una baja fiabilidad. Vamos a ver.

4 comentarios:

  1. Hola.Interesantes temas se han tratado en este último artículo, yo creo que el tema de la QBO todavia hay pocos registros para pensar que es algo excepcional,igual que las fuertes ondulaciones del jet stream que es posible que ademas de la teoria del calentamiento de las zonas polares puedan desencadenar esos movimientos potentes norte-sur y viceversa,podria haber algun otro mecanismo natural detras de ese fenomeno.La coincidencia ha querido que estos eventos esten pasando en un casual contexto de baja actividad solar los ultimos 8 años,como me comentó un dia el sr. Barriendos veremos que pasa con los efectos futuros del aumento de emisiones de CO2 y la posible continuación en el descenso de la actividad solar...Hay un estudio de hace unos meses de entre otros Mike Lockwood que hablan de impactos climáticos regionales por un futuro Gran Minimo Solar
    http://www.nature.com/articles/ncomms8535

    Saludos.

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  2. Muchas gracias por su comentario. En efecto, los registros de la QBO no son todavía muy largos y cabe la posibilidad de que la "anomalía" observada se deba a una fluctuación natural. En la ondulación del chorro pueden influir los dos factores, unas veces contrarrestándose y otras sumándose. Por lo que respecta al posible descenso de la actividad solar, es cierto que podría contrarrestar de algún modo el aumento de temperaturas por CO2 pero mientras ese proceso es a mi juicio de ciclo largo -comparado con la duración de las vidas humanas- el del calentamiento es mucho más rápido y puede tener ya gran impacto en estas actuales y muy próximas generaciones. De hecho, y hoy por hoy, los récords se suceden continuamente.
    Saludos cordiales

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  3. Muchas gracias Roberto. Me encanta que la valore así.
    Saludos

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