19 de enero de 2016

La vida de Alex

Aunque no existe todavía un estudio en profundidad de las razones para la aparición del huracán Alex en pleno mes de enero, son muchas las hipótesis que circulan por Internet sobre las causas de su temprano desarrollo.  Al mismo tiempo se recuerda su rareza, tanto por ser el tercer huracán aparecido en enero desde que se registran observaciones (año 1851) así como por ser -junto con el, famoso para España, Vince- el único ciclón tropical convertido en huracán al norte de los 30º norte y al este de los 30º este, es decir en zonas en principio muy poco propicias para alcanzar estas intensidades. Esta conversión en huracán "tan al norte" no parece ser un hecho aislado de acuerdo con este artículo publicado en Nature en 2014.


Alex pasa sobre Azores el 15 de enero de 2016 (imagen MODIS)

Pues bien, en este contexto de libre circulación de ideas sobre Alex, quiero compartir algunas reflexiones sobre todo ello, reconociendo antes que nada su carácter de meras intuiciones avaladas únicamente por mi experiencia de muchos años analizando situaciones meteorológicas diversas y complejas.

Partamos del criterio de que las condiciones físicas básicas para la formación de un ciclón tropical deben ser las mismas en cualquier estación del año. Se necesita, por una parte, una amplia zona con convección potente y mantenida que provoque una amplia liberación de calor latente. Ello, a su vez, da lugar a una caída de presión en superficie y al establecimiento de una convergencia de masas de aire, con características más o menos homogéneas. Si esta convergencia se mantiene, acaba apareciendo una circulación ciclónica -una depresión tropical- que puede seguir profundizándose hasta originar una tormenta tropical e incluso un huracán, o bien acabar deshaciéndose si las condiciones dejan de ser adecuadas. Por otra parte es necesaria la ausencia de cizalladura vertical o su presencia sólo en forma muy ligera, de modo que la citada actividad convectiva y la estructuración del giro ciclónico no sea perturbe significativamente. 

También se da como condición básica que la temperatura de la superficie del océano se encuentre entre los 26 y 27ºC. Sin embargo, la condición necesaria no sería tanto esa, sino que la diferencia de temperatura entre esa superficie y la de niveles medios y altos de la troposfera sea la adecuada para originar y mantener esa potente convección a que antes me refería. Lo que ocurre es que, en la temporada típica de aparición de ciclones -de julio a noviembre en la cuenca atlántica-, las temperaturas "normales" en esos niveles medios y altos "casan" bien con esos valores de 26-27ºC en la superficie para originarla y mantenerla. Pero, en principio, nada impide que, si otra estructura térmica vertical genera unas condiciones adecuadas para la convección, ésta se desarrolle, estemos en una u otra estación del año. Y eso es lo que parece que ocurrió en este caso.

Sin embargo, existe otra condición que es mucho más fácil que se de en la citada temporada de huracanes: la ausencia de esa cizalladura vertical a la que antes me refería. En el resto de estaciones del año el chorro polar suele -digo "suele"- bajar de latitud y mantener unas condiciones de cizalladura que hacen difícil el mantenimiento durante varios días de la "calma" que necesita la estructura ciclónica para desarrollarse. Pero, cuando el chorro no baja tanto, sí pueden existir unas estructuras atmosféricas capaces de facilitar el desarrollo en su seno de estas circulaciones ciclónicas: son las depresiones aisladas de niveles altos o danas o incluso  las borrascas frías. En su centro puede establecerse el perfil térmico adecuado para originarse la convección y existir además muy poca cizalladura. De este modo se facilita la "calma" para que esa convección sea duradera y el proceso de formación del ciclón pueda seguir adelante. La situación descrita ocurre con relativa frecuencia y es un mecanismo en parte distinto al más habitual de formación de ciclones tropicales en el que están presentes las ondas del este y que suelen darse en latitudes más meridionales. 


Imagen del canal WV del GOES E. del 6 de enero. Entre el Caribe, Florida y Cuba, la dana o borrasca fría en cuyo seno se desarrolló Alex

Pues bien en este entorno de dana/borrasca fría  tuvo su nacimiento hacia el seis de enero la depresión tropical que luego sería Alex. Esa estructura se puso luego en marcha hacia el este, al tiempo que en su seno la depresión pasaba a tormenta subtropical y después a huracán. 



En esta imagen del canal WV de Meteosat, del 11 de enero, puede verse a la dana/borrasca fría en pleno Atlántico. En su seno  se formaría Alex
El día 14, cuando se encontraba algo al sur de Azores, la dana/borrasca fría fue atraída por una vaguada de la circulación del chorro polar y hacia ella se dirigió -junto con Alex- en un profundo y nada corriente giro hacia el norte. En esa trayectoria atravesó el archipiélago de Azores, pero encontrando ya aguas muy frías. Esa circunstancia dio lugar a que la convección se debilitara mucho y por consiguiente también la propia circulación ciclónica de Alex que acabó desapareciendo algo al sur de Groenlandia. 


Imagen WV de Meteosat del 15 de enero. Alex atraviesa Azores en una curiosa trayectoria recta sur-norte


A la vista de todo ello, surgen algunas preguntas. La primera  sería: Y si es un mecanismo que puede darse con relativa frecuencia...¿ por qué no se generan mas tormentas tropicales o huracanes de este tipo, incluso en invierno? Pues porque no se dan unas condiciones tan adecuadas en la estructura térmica vertical y, sobre todo, porque no son situaciones que se dilaten tanto en el tiempo como para poder llegar a completar el proceso, tal como sin embargo ha ocurrido esta vez.

La segunda cuestión ha estado en los medios continuamente: ¿Tiene relación este temprano huracán con el actual fenómeno de El Niño? Este planteamiento está siendo bastante debatido entre los meteorólogos norteamericanos; según alguno de ellos la dana en la que se acabó originando Alex tuvo su origen en una importante reintensificación del chorro subtropical sobre el Pacífico central, probablemente a causa de la inyección energética que El Niño provoca en esa zona. Si eso fue el origen de esa dana, entonces El Niño ha tenido que ver de forma indirecta. En cualquier caso, desde mi punto de vista, lo importante sería investigar la estructura interna de esa dana por ver si ha gozado, por su origen, de alguna característica poco común. De todas formas, también es posible que, aún sin la inyección energética, alguna dana podría haber aparecido en la zona. ¿Hubiera sido de las mismas características?

La siguiente cuestión también tiene relación con El Niño. Se dice que los años de El Niño son proclives al desarrollo de pocos huracanes en el Atlántico debido probablemente a un exceso de cizalladura. Entiendo que esos estudios están hechos -como no puede ser de otra manera- en relación con los huracanes que ocurren en primavera, verano u otoño....pero ¿valdría el criterio para desarrollos en pleno invierno? 

La otra cuestión tiene que ver  la posible relación con el calentamiento global. Estrictamente hablando no parece que exista esa relación porque, aunque las aguas atlánticas subtropicales tenían y tienen una cierta anomalía cálida, no es muy significativa. Sin embargo, puede explorarse un poco más: ¿se hubiera formado esta dana con un chorro polar más bajo de latitud? Desde luego hubiera sido más difícil y, sobre todo, no sabemos si, de formarse, hubiera tenido otras características distintas a ésta que nos ocupa, que ha estado ligada más bien al chorro subtropical. Y esa "no bajada" del chorro polar, ¿podría estar ligada al calentamiento del Ártico, tal como algunos estudios sugieren? De ser así, el calentamiento global lógicamente sí tendría que ver. 

Creo que esta tendencia del chorro polar a no bajar de latitud es la que nos ha llevado durante todo el año a vivir en una atmósfera -y quizás un océano- subtropical causante en buena medida de los señalados episodios de calor del pasado año y de los, en general ,benignos otoño e invierno que estamos viviendo. Un invierno en el que están naciendo brotes y flores en muchas plantas antes de tiempo. Es posible que  esos nacimientos puedan tener muchos más puntos de contacto con el nacimiento y vida de Alex de lo que en principio pudiéramos pensar.

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